15/7/08

Entrevista a Raúl Sendic (1987)



Un uruguayo que marcó el fin del Siglo XX

"Vivía solo en Montevideo, después vino mi hermano. y se murió porque, justamente, éramos canarios y no sabíamos bien qué hacer. A él le vino una apendicitis nada más... y no supimos dónde llevarlo"

-¿Cuándo naciste?
-El 16 de marzo de 1925.

-¿Dónde?
-En Chamangá, una zona al sur del departamento de Flores.

-Hay varios Sendic por ahí, ¿no? ¿Es una familia de la zona?
-Sí, nosotros nacimos en Flores. Pero después mis hermanos fueron a Artigas, y en general se dispersó un poco la familia, al punto de que ahora mismo creo que no quedan más Sendic en Flores.

-¿Y tu niñez la pasaste en Flores? ¿A qué edad fueron a Artigas?
-No, no. Yo viví hasta los 10 años en esa zona, ni siquiera conocía un pueblo. Después me mudé cerca de Trinidad y ahí fui a la escuela y al liceo, que me quedaba a una legua más o menos de allá donde vivía. Hasta los 18 años viví en el campo.

-¿Qué hacía tu familia?
-Bueno, mi padre arrendaba un campo ahí en Chamangá, y después entró de mayordomo en un campo, que era el trabajo anterior de él. Después siguió de mayordomo y nosotros arrendamos unas vacas en la chacra ésa, y vendíamos la leche.

-¿Qué de las tareas del campo le gustaba de chico?
-Y... todas las tareas propias de una persona que vive en el campo. andar a caballo. No puedo decir que me gustara ordeñar, pero lo hice durante ocho años. Eso implica levantarse a las cuatro de la mañana, porque después tenía que ir a la escuela.

-¿Tuviste caballo propio?
-Sí, desde luego.

-¿Cómo se llamaba?
-Ah, no me acuerdo (se ríe). Iba al pueblo en él, y fui a la escuela en él, y después iba en bicicleta: ¡me modernicé! (risas)

-¿Cuando ibas a caballo, nunca se te desató a la salida del colegio?
-Sí, sí, ¡y me dio alguna patada también!!

-¿Iba solo en el caballo, o iban varios juntos?
-No, no. Como en toda escuela rural: la de Chamangá era una escuela rural e íbamos en sulky y a caballo. Y después, en esa zona de chacras que les contaba, íbamos siempre en grupo todos los muchachos que vivíamos en esa zona. La escuela estaba bastante lejos. Yo fui a una escuela agrícola también, en Porongos, donde te enseñaban a hacer quinta, a plantar.

-¿Empezaste la escuela a los seis años?
-Sí, pero la escuela rural tenía hasta tercer año. Al pasar al pueblo perdí años ahí porque las escuelas urbanas estaban concebidas de otra forma: había hasta sexto año.



Trinidad o "Porongos" y su "democracia"
-Por lo que decís conociste a Trinidad como «Porongos».
-Bueno, siempre se llamó a Trinidad-Porongos. Pero nosotros le llamábamos Trinidad. Era una época de muchas convulsiones estudiantiles, porque era la época de la guerra. Había grandes manifestaciones contra el fascismo. Uruguay no estaba definido todavía a favor de los Aliados.

-¿Ahí empezaste a preocuparte por la política, o eso ya venía de tu casa?
-Sí, verdaderamente. En el liceo fundamos una asociación de estudiantes que se llamaba «Asociación de Estudiantes Trinitarios», y sacamos un periódico que se llamaba «Rebeldía» e hicimos una campaña bastante fuerte ahí; hicimos huelgas, hicimos movilizaciones, hicimos manifestaciones, e hicimos lo que se llamaba una «democracia», algo como una asonada popular en que se rompieron vidrieras y esas cosas.

-¡En Trinidad!!!
-(En medio de risas) ¡Sí, en Trinidad!

-Habrá sido un escándalo: todo el pueblo con los pelos de punta... Primera vez en la historia.¿no?
-Sí, por primera vez... y última, creo. Y fueron creciendo las manifestaciones estudiantiles, entonces en determinado momento fue como la chispa que encendió a la bomba, porque una noche se unió la gente de los barrios, y saqueó todos los comercios. Yo a esa hora siempre me iba para la chacra, y me perdí la famosa «democracia» de Flores. que al final quedó como sinónimo de «democracia» un saqueo de comercios, rotura de vidrieras. Llevaban barricas de yerba rodando por las calles y gritaban «¡Viva la democracia!!». De ahí que le quedara ese nombre...

-¿En qué año fue eso, Raúl?
-Fue más o menos por el 42. Y después fuimos a Durazno, yo iba en un techo de un ómnibus, y rompimos cuatro o cinco vidrieras. Era la época en que los nazis, sobre todo los fascistas, porque había mucho italiano, tenían puestos comercios importantes en ambos pueblos.

-¿Fueron a Durazno el mismo día de lo de Flores?
-No, no. Fuimos dos o tres días después.

-¿Quién influyó políticamente, de esa barra, en usted?
-Teníamos algunos profesores muy progresistas, muy formados, como el Dr. Atilio Grezzi, que era profesor de historia y de filosofía. El nos formó. digo «nos» porque fue toda una generación donde estaba mi hermano Alberto, donde estaba Carlos María Gutiérrez; con esos compañeros fue que sacamos ese periódico «Rebeldía».

-¿El Negro Gutiérrez también era de Flores?
-Sí, sí.

-¿Y cómo sintió el cambio de Flores a Montevideo?
-Y bueno, no fue fácil, ya que estaba muy habituado a la vida en el campo y nunca había vivido ni siquiera en un pueblo como Trinidad. Viví siempre en campaña. Te choca un poco el cambio; la gente un poco agresiva. Te choca si vos venís directamente de campaña, para el que hace una transición por los pueblos no es tan difícil.

-¿Te trataban como «canario»?
-No, realmente yo no tenía amigos en esa época. Estuve mucho tiempo. porque en realidad yo vine a trabajar y a estudiar ¿no? Vivía solo acá, después vino mi hermano y mi hermano se murió porque, justamente, éramos canarios y no sabíamos bien qué hacer. A él le vino una apendicitis nada más, no sabíamos dónde llevarlo. Y mientras pregunté a un canillita y fuimos a un sanatorio, nos demoraron y se murió. Entonces quedé solo de vuelta.

-¿Vivían en una pensión?
-No. Vivíamos en un garaje que nos prestaba un familiar.

-¿De esa época joven te quedó alguna otra amistad?
-De toda aquella generación que hicimos la lista de la Federación de Estudiantes, en cierto modo nos seguimos viendo, pero esporádicamente.

-Yo voy más atrás: a la época de Flores.
-Sí, yo no recuerdo una amistad permanente porque nosotros nos «expatriamos» ahí, y nos fuimos a Montevideo solos. Y salvo algunas esporádicas visitas que nos hacíamos con Carlos María Gutiérrez, que también se vino para acá, no hubo nadie ni de mi zona primitiva ni de mi zona de chacras posterior que se viniera para Montevideo. Entonces, no puedo hablar más que de mis hermanos.

-¿Hubo novias en esa época?
-Sí, hubo novias (mira con cierto desconcierto). Algunas.

-¿Es cierto que la vida del campo es dura?
-Bueno, según cómo estés ubicado dentro de los estratos sociales del campo ¿no? O sea, si hoy hay tanta gente que emigra no es porque no les guste el campo, sino porque del campo los expele la miseria que pasan, las dificultades, la ausencia de oportunidades, pero. toda la gente que ha vivido y estado allá en el campo, clama para volver.

-Estoy pensando también en Bella Unión y los cañeros.
-Sí, en cierto modo después de transitar por una militancia política y estudiantil acá, yo volví al trabajo con la gente del campo. Antes que con los cañeros, estuve con los arroceros de Treinta y Tres.

-¿Y te sigue agobiando la ciudad?
-Bueno, no.

-Si pudieras elegir: ¿adónde irías a vivir?
-Al campo ¿no? ¡Eso es inevitable! Tengo un hermano que trabajó en París 20 años como obrero en la Renault, y al jubilarse se fue al campo allá. Y mis hermanos mayores también se fueron, acá mismo, se consiguieron una chacra y se fueron de vuelta. O sea que la gente que se ha criado en el campo.

-¿Así que esperás volver al campo?
-Sí, espero.



Bella Unión y los comienzo políticos
-¿Estuvo últimamente en Bella Unión?
-Sí, hace poco una tarde, nomás.

-¿Muy cambiado?
-Sí, lo que se ve. Es una zona de prosperidad, de mucha producción en distintos rubros. Y eso hizo como un polo de magnetismo que atrajo gente. Entonces hay demasiada gente, y más miseria que antes. Se fue demasiada gente ilusionada con la posibilidad de trabajo de Bella Unión. Y es una zona del país que ha crecido tanto económicamente como en población, pero no se refleja en la vida del sector más bajo de la población. Hay un tremendo rancherío que ha ensanchado el cinturón de Bella Unión.

-¿Por qué fue tu familia a Artigas?
-Bueno, en realidad se fueron mis hermanos, a trabajar en el campo.

-¿Ya era una zona progresista que prometía desde el punto de vista económico?
-No, no: al contrario. Para mi familia, que trabajaba en ganadería, era una zona atrasada. Entonces, fueron justamente llevando una serie de innovaciones sobre cría de ovejas y demás, que era la especialidad de la familia. Y bueno, estuvieron tratando de salir adelante en el trabajo ganadero, pero no lo consiguieron. Pero eso es independiente de la ida mía, que fue por cuestiones gremiales.

-Así que fuiste exclusivamente por cuestiones gremiales.
-Sí.

-Hoy no me contestaste: ¿qué eran, políticamente, tus padres?
-Eran nacionalistas. Digo, mi padre era blanco y mi madre colorada. Mi padre y mis tíos pelearon en la revolución de 1904. Y bueno, cuando yo ya vivía, mi padre dio armas para el levantamiento del 34, aquel que se hizo contra la dictadura de Terra.

-Pero no era herrerista...
-No, no: era blanco independiente.

-¿Cuáles fueron tus primeras lecturas políticas?
-Bueno, toda esa literatura que había en aquella época, y que es un poco diferente a la actual ¿no?

-¿Tus primeras lecturas fueron políticas, o tuviste otras lecturas antes?
-Bueno, tenía toda la literatura tradicional. A esas zonas rurales llegan revistas de la época con novelas de Alejandro Dumas, de Víctor Hugo, de Dostoiewski. Y justamente por el hecho de estar tan alejado de todo centro poblado, esas lecturas, más que leídas, son devoradas. Y por las noches nuestra madre nos leía a los seis hermanos «Tabaré»... y lo leía durante varias noches: cuando terminaba lo empezaba de vuelta (risas). Terminábamos todos llorando... y entonces empezaba de vuelta y esperábamos que terminara distinto... pero no.

-¿Tuviste la suerte de llorar con «Tabaré» y no con «Caperucita Roja»?
-Sí, en aquella época por lo menos nos inciábamos con «Tabaré».



La juventud antes, y la de ahora
-¿Qué diferencia encontrás entre la juventud de esa época y la de ahora?
-Bueno, en realidad aquella era una juventud bastante combativa, bastante radicalizada. Hicimos grandes manifestaciones estudiantiles. También ahí yo estuve preso, en algunas de ellas. Eran manifestaciones un poco violentas, digámoslo así, de mucho choque con la policía. Y yo mismo fui escrachado en «El Día» por haber lastimado un policía. Y en realidad yo estaba luchando con él, y otra persona le pegó un fierrazo en la cabeza. Entonces me llevaron a mí, y el policía sangrando y hasta el Ministro del Interior dijo de todo. Ahí soltaron a la mayoría; a mí me procesaron, y después me escracharon como que había traído un fierro entre las ropas y lo había lastimado. Ese fue el primer procesamiento que tuve.

-¿Y fue la primera vez que estuviste preso?
-Sí, que estuve preso y que fui procesado. Pero al final el que lo lastimó fue otra persona, era un profesor, no me acuerdo ahora. profesor de historia. no recuerdo ahora el nombre.

-Mejor no diga nada que lo quema.
-¡No, no!

-¿Y cómo ve la juventud de ahora?
-Un poco desconcertada, porque no tienen una perspectiva promisoria como la de aquella época, más segura. Sigue estudiando, pero no con el mismo entusiasmo, porque sabe que se reciba de lo que se reciba, no tiene inserción, porque aunque llegue como profesional -como abogado, como ingeniero, como escribano, como arquitecto- no hay perspectivas.

-¿Cuándo se acabó el Uruguay de las vacas gordas?
-Bueno, estadísticamente fue por el 57 cuando empezó el declive.

-¿De quién fue la culpa? ¿De Luis Batlle?
-No, al contrario: Luis Batlle fue el que usufructuó el período de auge. Todo eso pasa independientemente del gobierno que haya. Si después de la guerra hay un plan Marshall para Europa, y Europa a su vez deriva los dólares para productos del Uruguay y Argentina, Batlle puede hacer una política populista, y Perón puede hacer lo mismo. Pero cuando no hay exportaciones tan voluminosas como existieron en esa época, cuando no hay tantas ventajas económicas en el comercio exterior, los gobiernos declinan. Eso lo demostró Perón al volver en épocas que ya eran bravas, cuando no tenía nada que repartir. Ya no dejó la imagen del hombre que llegaba y repartía prosperidad.



Un médico frustrado
-¿Siempre te interesó el tema económico?
-Sí, en realidad la economía explica un poco las actitudes políticas. Por eso yo también evito tratar a Perón o a Evita independientemente de la situación económica imperante en la época.

-¿Por qué eligió la carrera de Abogacía, siendo tan buen economista?
-Bueno, no fui nunca un buen economista y menos cuando elegí la carrera de Abogacía. Yo no tenía otra alternativa, porque como trabajaba todo el día, no podía hacer mi carrera predilecta, que podía haber sido Medicina, porque me coincidían los horarios de clases. La únca carrera que podía hacer compatible con el trabajo en el día, era Abogacía. No había otra que uno pudiera hacer sin concurrir a la Facultad. De manera que no hubo elección.

-¿Realmente hubiera sido Medicina tu carrera preferida?
-Sí, pienso que sí. Pero veía también en la Abogacía un instrumento para llevar adelante la lucha social.

-¿Te interesaba más como carrera o como militancia, la actividad en Abogacía?
-Sí, la vi como una palanca para el trabajo social.

-Por aquella época estudió con mucha gente notoria y conocida hoy en lo político.
-Sí, pero no tuve contacto, salvo con Flores Mora, con el que estuve haciendo la práctica forense. Al no ir a Facultad no pude alternar con mucha gente que fue contemporánea mía.

-¿Qué le pareció la contratapa de Flores Mora donde hablaba de usted cuando todavía era un rehén? Hablaba de usted cuando nadie lo nombraba, o recién empezaban a hablar, y lo hacía de manera muy afectuosa.
-Bueno, justamente, pienso que compartimos un período de grandes luchas estudiantiles, como la que les contaba recién de 1951, por la autonomía de la Universidad. Al haber transitado una parte de la lucha social juntos, haber compartido alguna clase de práctica forense en la Facultad de Derecho, se sintió solidario en un período donde todos nos agraviaban. El quebró una lanza, lo cual significa que era un hombre muy sensible.

-¿Cuándo deriva tu actividad gremial en la Facultad hacia una actividad gremial más general?
-Bueno, yo tuve una militancia de 10 o 12 años en el Partido Socialista, y después empecé a trabajar en los gremios. Primero se hizo una marcha de los arroceros desde Charqueada a Montevideo, donde yo participé. Después la movilización de los trabajadores de la remolacha en Paysandú. Ahí también estuvimos presos y procesados por entrar en las plantaciones sin autorización del dueño, en San Javier. Y después organizamos a los trabajadores de «El Espinillar» en un sindicato que todavía dura, que es el de «Unión de Regadores y Destajistas de El Espinillar», que ya eran cañeros. Después saltamos a las cañeras del norte de Bella Unión, donde se levantó UTAA. Simultáneamente yo trabajaba ya como procurador en Paysandú, y tenía el escritorio en la sede de los sindicatos de Norteña y Paycueros. Era una especie de asesor de esos sindicatos, y de otros de Paysandú, y de los problemas laborales en general de los trabajadores.

-O sea que en sindicatos capitalinos prácticamente no actuaste.
-Bueno, trabajé un año en el «Sindicato de Almacenes al por Mayor», como funcionario rentado, y antes en la Defensoría de Menores de Montevideo, como subjefe.



El surgimiento del MLN
-¿Cómo le explicarías a las nuevas generaciones por qué surge el Movimiento de Liberación Nacional?
-Bueno, tendría que situarlos en la época. A través de todas esas luchas sindicales fuimos bastante perseguidos: en aquella época se usaba que ante cada conflicto se dictaban Medidas Prontas de Seguridad. Entonces, supongamos que había un conflicto en Montevideo, nosotros estando en Paysandú éramos detenidos. Es decir que figurábamos en una lista de militantes sindicales que eran detenidos automáticamente cada vez que se dictaban las medidas, ¡y a veces ni sabíamos que habían sido decretadas! Era habitual que uno llegara al trabajo y lo llevaran preso.

-¿En qué años era eso?
-Y. en el 60, 61.

-¿Era gobierno colorado?
-No. Era blanco, «chicotacista». El Jefe de Policía de Paysandú era «chicotacista». Era una época en que no se podía decir que no hubiera derechos civiles, sólo que no los había para ciertos sectores: nosotros estábamos supeditados a esas represiones. Todo eso creaba una situación de rebeldía porque ni siquiera te permitían trabajar: yo trabajaba en esa época como procurador e iba todos los días al Juzgado, pero evidentemente nadie confía en un profesional al que cada pocos días lo meten en un calabozo ¿no? Incluso hacía defensas penales y muchas veces me encontraba con mi defendido en un calabozo (risas). Sí, sí, pasaban cosas como ésa, de verme los presos en Paysandú y decirme «Raúl: ¿cuándo nos van a dejar ir?», y yo «voy a ver si salgo yo primero» (carcajadas) porque muchas veces ni se habían dado cuenta que yo llegaba como preso. Por eso es muy difícil explicarle a la juventud cuál era el panorama de la época. Todo eso fue in crescendo; hubo manifestaciones; hubo muertos en las manifestaciones; después hubo prohibición de Partidos: fue una escalada de violencia. Y nosotros mismos, como movimiento cañero, hicimos un conflicto con todas las leyes laborales a favor, porque había violación de todas esas leyes, y no conseguíamos ni siquiera que se aplicaran las leyes sobre salario ni nada.

-Y ahí hicieron una huelga ¿no?
-Entonces tuvimos que ir a un conflicto con la empresa cañera que se llamaba CAINSA. Acampamos frente a ella, la policía nos pidió si podíamos descongestinar la carretera y nos ofreció un monte ahí en Itacumbú. Y bueno estuvimos tres meses a monte con toda la familia, en carpa y demás. Después tuvimos que tomar la fábrica con toda la dirección adentro, y ahí recién conseguimos un convenio para el pago de todo lo que nos debían. Vinimos a Montevideo en camiones, pidiendo la ley de 8 horas para el trabajador rural y la expropiación de un latifundio de Silva y Rosas para dar trabajo a la gente. Bueno, acá fuimos recibidos también con represión: terminamos todos presos en Miguelete, y volvimos allá sin lograr ni la ley de 8 horas (que nunca hubo quorum en el Parlamento para tratarla) ni la expropiación de ese latifundio. Ambas cosas se lograron después: la expropiación del latifundio por Colonización, y se sacó la ley de 8 horas por convenio. Y después por convenio de la OIT, ratificado por ley de país, para ese tipo de plantaciones.

-¿Quién tiene ahora el latifundio? ¿Colonización?
-Lo tomó en aquel momento, en el 70, luego lo tomó la dictadura militar y

-¿No han hecho nada ahí, no?
-Bueno, gente adicta a la dictadura (sargentos jubilados y gente así) es la que lo tiene y el campo sigue ahí, a medio explotar. Todavía hay fracciones que las ocupa el Ejército, y hay fracciones sin destino. No le dieron una buena colonización. La gente que se movilizó por eso nunca accedió a ningún pedazo de terreno. Es una enorme extensión, está al borde de la arrocera, tiene irrigación del río Uruguay y de los arroyos de la zona, pero permanece prácticamente inexplotado.

-Hablamos de las 8 horas como si fuera una cosa normal... ¿de cuánto era la jornada del trabajador cañero en esa época?
-En época de zafra trabajaba -y trabaja- unas 12 horas. Nosotros pedíamos 8 horas para que les pagaran como horas extras el resto. Lo mismo ocurre en las estancias: todavía no tienen ley de 8 horas. El peón de la estancia tiene un salario bajísimo. Ahora es de 14 mil pesos, y si tuviera las 8 horas, como está más horas en el campo podría tener un aumento en su sueldo. Una ley de 8 horas que al fin y al cabo fue aprobada hace 70 años para industria y comercio, fue aprobada en 1915.



Socialismo a la uruguaya
-¿Seguís siendo socialista, en el viejo sentido de la palabra?
-Bueno, sí. O sea, nosotros tenemos un objetivo socialista. Lo cierto es que nosotros nunca fuimos demasiado esquemáticos y menos ahora que ha habido una serie de experiencias donde las mismas experiencias socialistas se han ido rectificando. Nostros estamos con esas rectificaciones y estamos por un socialismo adaptado a la uruguaya, y siempre luchamos por él.

-¿Podrías definir en pocas palabras qué es «un socialismo a la uruguaya»?
-Bueno, hay una mentalidad en el país. Nosotros no estamos en una sociedad que haya sido zarista como la Unión Soviética, ni en una sociedad presidida por mandarines como China. Tenemos cierta tradición democrática muy arraigada en la mentalidad del pueblo, por libertades y todo eso, y nosotros tenemos que adaptar el socialismo a la realidad uruguaya. Un socialismo que sea compatible con toda esa tradición, digamos libertaria, de todo el pueblo uruguayo.

-¿Existen líderes campesinos?
-Bueno, yo diría que de un campesino a otro campesino hay afinidad, hay una afinidad de una cantidad de gente que estuvimos en la Universidad, con nuestro hábitat anterior. Y a raíz de eso uno entra mejor en el medio rural que en el medio urbano. Por eso pienso que yo ni siquiera creo que haya ayudado mucho a los cañeros, simplemente participé en los campamentos. Pero sí puedo alternar con la gente de campo ¿no?

-Hablando con el senador Ricaldoni, fuera del reportaje, nos decía que la izquierda insiste en la palabra «campesino» que no tiene andamiento popular: ¿tú encontrás otra palabra para sustituir la de «campesino»?
-Sí, sí. Aquí al campesino se le llama «chacrero».

-¿Paisano.?
-Sí, «paisano» se usa en forma más genérica para el peón de estancia.

-¿Pero estás de acuerdo en que «campesino» en Uruguay no es una palabra adecuada?
-No, absolutamente. Yo, por lo menos, no la uso. Acá hay chacreros y después, hay lo que podríamos llamar granjeros: gente con capital, con máquinas. El chacrero es la persona que no tiene más que el terreno y su fuerza de trabajo. El otro ya tiene algún pequeño capital, ya sea ordeñadora si tiene un tambo, o máquinas y tractor, si tiene una granja.

-¿Los cambios que este país reclama pasan por la reforma constitucional?
-No los cambios, pero sí tal vez una manera de destrabar el sistema político de desbloquearlo. Ahora tenemos un panorama político dividido en tercios, algunos de los cuales son mayores que otros, pero sin que se vea a través de las compulsas de opinión que vaya a haber un partido mayoritario. Y eso se ha reflejado en que el sistema está trabado, porque ni el gobierno puede mandar proyectos al Parlamento que puedan ser aprobados, porque no tienen la mayoría necesaria, ni la oposición -que sí la tiene- puede sacar sus proyectos porque se los veta el Ejecutivo. Lo peor es que eso no tiene visos de cambiar, porque puede ser que la minoría mayor cambie de color, pero siempre será una minoría. Entonces yo diría que, por lo menos para que salga un aumento a los jubilados, se impida la extranjerización de la tierra o salga un presupuesto que contemple la enseñanza, la salud y demás, que no considero que sea un cambio porque eso existió antes en el país. Pero sí tal vez fuera imprescindible una reforma constitucional.

-¿No le parece un desatino que la izquierda esté discutiendo eso en este momento, cuando hay temas más importantes?
-No, porque entre los temas importantes que tiene el país está el aumento a los jubilados, que va a ser trabado por un veto, y está una modificación en el presupuesto a favor de los empleados públicos y como la gente sin perjuicio de los cambios profundos que llegarán un día, tiene que vivir hoy.

-Si hay reforma, a los jubilados no les aumentan hoy: con buena suerte les aumentarán de aquí a tres años, porque la reforma se va a aplicar después de las elecciones, no ahora.
-Sí, sí, pero el panorama, si no se hace la reforma, es que tengamos ocho años de empate...

-Además con reforma o sin reforma los colorados dicen que hoy hay financiación, así que.
-Sí, sí. Pero simultáneamente dicen que el país está prosperando y la gente de abajo está cada vez peor. Entonces, en algún lado hay prosperidad como para sacar esa financiación.




El Frente como opción
-Tú decís que hay tres partidos. Yo te haría dos preguntas: la primera si el Frente Amplio es un partido o un conglomerado de partidos. Y la segunda: ¿el MLN es un partido aparte?
-Bueno, yo aludí a tres grandes fuerzas, con el término «partido» en el más amplio sentido. Hay otros partidos, la Unión Cívica y otros menores. Yo diría que, tomando las bancadas parlamentarias como respondiendo a una fuerza cada una, se da esa situación de bloqueo y de impotencia para sacar iniciativas por un lado y por el otro. Entonces hay que procurar que el sistema funcione, porque si el sistema está trabado, el que se beneficia es el que tiene el mango de la sartén. Entonces no podemos decir que no funciona: al contrario, funciona a favor del sector oligárquico.

-De todas maneras te pregunto: ¿para ti el Frente Amplio es un partido o un conglomerado de partidos?
-Bueno, yo diría que el Frente Amplio, por su propia definición, es un conglomerado de partidos, y está lejos de ser algo tan homogéneo como podría ser un partido.

-¿El Partido Colorado y el Nacional son más homogéneos o más heterogéneos?
-Bueno, se llaman «partidos» pero son realmente frentes donde convive gente que apoyó la dictadura, con gente que se opuso a ella.

-O sea que el MLN se va a presentar a las elecciones.
-Bueno, yo no podría vaticinar eso. Lo que sé es que nosotros nunca tuvimos una posición abstencionista, pero no podría decir si se va a presentar una lista a las elecciones o va a apoyar la lista más afín, o va a dejar en libertad de acción a sus militantes para votar a discreción dentro de las fuerzas que les parezcan más afines a nuestras posiciones, como pasó en el 71.

-De todas maneras, esa posición que es electoralista, puede favorecer la entrada al Frente Amplio.
-Sí, sí. Evidentemente los cálculos funcionan en todos lados, y el Frente Amplio perdió la Intendencia de Montevideo por 15.000 votos en la última elección...




Wilson y la reforma agraria
-En la época en que usted estaba en actividad junto a los cañeros, el Ministro de Agricultura era Wilson Ferreira Aldunate. El se jacta de que hizo una buena gestión como Ministro: ¿usted cómo la juzga?
-Bueno, él hizo un proyecto de reforma agraria del cual no hemos tenido noticias en esta nueva edición de su plataforma política.

-¿Era bueno ese proyecto?
-El proyecto era muy progresista respecto a lo que había en la época.

-El análisis que usted hizo de ese proyecto fue el que perdió en la avioneta ¿nunca más lo recuperó?
-Sí, justamente... no recordaba ese incidente. Yo había hecho un análisis de ese proyecto y había hecho un fichero, que siempre estoy haciendo alguno.

-Tenga cuidado con los ficheros.
-¿Cómo?

-Que tenga cuidado con los ficheros (risas).
-(Sonriéndose) Sí, pero éstos son de datos económicos.

-No, si yo no le digo nada.
-Hay ficheros que funcionan contra nosotros , ¿vio?, pero hay otros que funcionan a favor. Sí, al bajar en Melilla intentaron detenernos ahí, y bueno, tuvimos que dejar eso que venía en el equipaje. Nos zafamos justo ahí, nos escapamos en un vehículo que nos había venido a buscar.

-¿Tuvo tiempo de rehacerlo? ¿No apareció más?
-No, no apareció más. Pero continuamente, al hacer lecturas, voy haciendo fichas. Pero también, al final es como la tela de Penélope que se vuelve a tejer continuamente. Y ahora estoy tratando de poner uno en la computadora.

-Eso te iba a preguntar, porque te oí hablar de computadoras: ¿aprendiste a manejarlas?
-Sí, más o menos. Por lo menos tengo un programa de fichero y voy pasando las cosas ahí

-¿No te asustan esas máquinas?
-No, no, no. Soy partidario de todas las ventajas que trae la nueva tecnología.

-¿Te chocó mucho ver por primera vez una computadora?
-No, no. Yo leo muchas revistas científicas, como «Scientific American» en su versión castellana, que se llama «Investigación y Ciencia», y ahí se da un panorama continuo. La estuve leyendo a partir de que se liberarizaron las lecturas en los cuarteles, y desde luego que tenía bastante tiempo para leerlas y repasarlas. Y ahí también hice un fichero (se ríe), entonces más o menos seguí el proceso de las sucesivas generaciones de computadoras.



Dictadura y autocrítica
-Raúl, me parece que todos tenemos el prejuicio de hablar de esa época un poco triste de la dictadura.
-Mmm.

-¿A ti te pasa lo mismo?
-Bueno.

-Me refiero a tu experiencia personal, también.
-Bueno, desde luego que no me gusta hablar; pero supongo que hay que hacerlo porque hay mucha gente que no conoce ese período ¿no? La verdad que no es la mejor conversación para esta etapa, pero entre el referéndum y demás estamos reviviendo los episodios de entonces.

-Cuando llegó la democracia, ustedes -como casi todos los uruguayos-, ¿hicieron las autocríticas respectivas?
-Bueno, nosotros, en una coyuntura muy especial, fuimos receptores de la violencia. Vamos a decir blanco privilegiado de esa violencia. Y en determinado momento reaccionamos, viendo que no había otra perspectiva para el país; después de haber intentado la lucha política y la lucha sindical durante años. Antes de llegar a eso tuvimos por lo menos 20 años de militancia tradicional, sea en partidos de izquierda o en la lucha sindical. Entonces podría decirse que agotamos todas las formas que puedan imaginarse para la lucha en favor de los sectores pauperizados de la población. E iniciamos esa experiencia, y tratamos de hacerlo contemplando la mentalidad uruguaya, buscando la menor violencia posible en un movimiento de ese tipo. Fue entonces que se realizaron todas esas acciones tan festejadas internacionalmente por la imaginación que se ponía para evitar la violencia: la fuga masiva del Penal, las tomas de cuarteles, todo eso.

-Pero también estaban los escuadrones de la muerte.
-Claro. Después nos tomó el Escuadrón de la Muerte, al cual al principio resolvimos, orgánicamente, no contestarle. Pero seguían cobrando víctimas, y en determinado momento entramos en la escalada de violencia, en lo que nosotros siempre llamamos la guatemalización de la guerrilla, que era lo que justamente queríamos evitar. Pero al final nos tomó, y en el último período, cuando ya se dibujaba la dictadura, entró el Ejército... y bueno, ¡ya no nos tiraban con caramelos! Y nosotros menos. Entonces fuimos concientes de que estábamos perdidos, e hicimos una estrategia de pelear hasta el último cartucho sabiendo que estábamos derrotados. Y fue en ese período en que los dirigentes nos comprometimos a no caer ilesos, y felizmente los que habíamos jurado hacer eso, lo cumplimos y caímos todos ese día.

-Ahora, ¿fue error de ustedes, o fueron las circunstancias las que no permitieron que se evitara esa "guatemalización" de la guerrilla?
-Bueno, las estrategias de acá se dibujan quizás en lugares muy remotos. Y ustedes lo ven repetido ahora en Colombia, por ejemplo, donde hay un acuerdo de paz y matan por cientos a los militantes, para obligarlos a volver a la guerrilla. Entonces, acá también, nosotros íbamos creciendo en la opinión pública en aquella época de la Monty, del Casino San Rafael, y de todas aquellas acciones espectaculares. Y en lo que para mí fue una estrategia bien dibujada: se buscó obligarnos a la violencia; tomaban militantes, los destrozaban todos, y los tiraban en una playa. No había interrogatorio, y no había nada, porque a las pocas horas de haberlos apresado los tiraban completamente mutilados en las playas, como pasó con varios compañeros.

-Es cierto.
-Nosotros vimos bien claro cuál era la intención inicial; en esa época todavía estábamos en Punta Carretas, y resolvimos no responder a ese intento de llevar a otro nivel la lucha del Movimiento. Y después salimos en la fuga del Penal y siguieron las muertes por parte del Escuadrón. Entonces se capturó a un miembro del Escuadrón, el cual dio los nombres de los integrantes, cómo se habían hecho los secuestros de los compañeros, quiénes habían intervenido. Ahí ya no estábamos nosotros en la dirección: nosotros estábamos en el interior del país, en los montes, y coincidió que se revió la práctica anterior y se hizo un 14 de abril en que se atacaba a los miembros del Escuadrón de la Muerte (ver pregunta sobre el tema en el recuadro adjunto). Bueno, eso trajo la consiguiente mortandad de compañeros. Y después los sobrevivientes del Escuadrón de la Muerte, como Campos Hermida, como Castiglioni, como todos los que estaban sindicados y marcados en ese volante que largamos el 14 de abril, siguieron matando gente en Orletti y en otros lados. O sea que el Escuadrón de la Muerte siguió funcionando, ahora con el viento a favor de la dictadura.



Los nuevos militantes y la fama
-¿A qué se debe que la mayoría de la militancia del MLN esté formada por jóvenes que ni siquiera los conocieron en el período de su acción principal?
-Y yo pienso que nosotros en este momento tenemos como una especie de examen de autenticidad. Entonces, en un panorama confuso nosotros prosperamos, que es lo que pasa ahora. Tal vez si hubiera una propuesta unánime de la izquierda, las simpatías se desplazarían más.

-Bueno, hay quienes dicen que ustedes también son confusos y que en definitiva no proponen nada...
-Nosotros salimos con una propuesta de no pago de la deuda externa, pasaje de las tierras del Banco Central a Colonización, parar el proceso de extranjerización de la tierra, de medidas drásticas contra la Banca... y todo eso hace dos años. Hace dos años y pico que la formulamos, y en su momento fue criticado por imposible... pero ya hay países que no pagan la deuda externa. Países serios, conservadores, como el gobierno brasilero que no pagó.

-¿Qué es eso de «serio» como sinónimo de «conservador»?
-Bueno, se supone. Nos acusaban de que no era una propuesta seria... Estos tienen patente de serios desde el momento que siguen una tradición de política conservadora.

-Pero el MLN, en el exterior, tiene patente de serio. Y de alguna manera se tomó como modelo de guerrilla urbana.
-Bueno, sí. Hay, digamos, una propaganda, hay una identificación de la gente del exterior que uno no sabe a qué se debe. Yo pienso que un poco ayudaron las películas, y toda la literatura, porque uno va a un país como Francia y encuentra seis, siete libros sobre los Tupamaros. Entonces yo no sé si esa simpatía recae sobre la organización tupamara o sobre una leyenda que se.

-¿Tú pensás que hay una idealización.
-Sí, sí.

-Tú en Uruguay sos una persona polémica, pero en el exterior sos, indudablemente, una persona famosa: ¿te pesa eso? ¿Lo sentís cuando salís al exterior?
-Bueno, desde luego yo no estoy hecho para la vida pública. Pero es un instrumento más para imponer determinadas ideas, para llevar adelante y para que sean oídas determinadas ideas. Porque si no fuera así ustedes no me harían un reportaje, y eso pasa con toda la prensa a nivel mundial. Nosotros hemos estado hablando de todos esos problemas de la deuda en el seno mismo de los países europeos, que son los causantes mismos de este problema, y eso llega al gran público. Entonces te diría que sin ser cómodo es útil.

-¿Por qué «no está hecho para la vida pública»? ¿Por qué tantas timideces para un reportaje? ¿Por qué no quiere hablar por televisión? ¿Por qué se paró duro en el acto del Atenas y leía como un escolar la proclama? ¿Por qué es tan tímido? ¿Por qué.
-... (se pone colorado).

-¡Pará, pará! Dejá que conteste.(risas).
-Estee. (suena el timbre y cruza un compañero de Sendic para atender la puerta). ¡Que conteste él! (risas). Bueno, hay una idiosincrasia marcada por la infancia. Me imagino que habrás leído a Freud... No te lo recomiendo (risas), pero te diría que sí, que las vivencias de la infancia marcan toda una personalidad. No vas a encontrar eso sólo en mí, sino en toda la gente que se ha criado en el campo. En cambio, si esa misma persona se hubiera criado en Buenos Aires donde hay un ambiente competitivo desde la infancia, de repente sería un porteño más: tan insoportable como cualquiera de los que vienen acá (carcajadas). Entonces, yo no te puedo contestar: yo te diría que hay que remitirse a la idiosincrasia de cada uno.

-Pero usted convendrá conmigo que en su caso es mucho más marcado, porque hay otra gente del interior que es Senador, que es Diputado, que no es tan así. Chicotazo hablaba todo el día.
-Bueno, pero Chicotazo era un hombre de la ciudad que se alzó, imitó las palabras, se puso un pericón atrás y apareció como hombre del interior.

-Saquemos a Chicotazo y pongamos otro cualquiera, porque los hay.
-Vale aquello de «zapatero a tus zapatos»: cada cual sabe la vocación que tiene. Yo me siento incómodo ante la televisión, como vos decís, y me siento cómodo estudiando economía o haciendo un artículo sobre una situación. Entonces si sigo una cosa, no veo por qué tengo que hacer otra.

-Está claro que no va a ser candidato a Presidente... (risas).
-Hay un Presidente argentino, que ahora no recuerdo el nombre, que nunca habló en público. Un presidente de principios de siglo.

-Pero era a principios de siglo.
-Sí

-No había televisión.
-Bueno

-¿O sea que Sendic puede perfectamente ser Presidente?
-No, pero es perfectamente compatible una personalidad pública con no hablar en público. Y yo te diría que mucha de la gente que sale todos los días en televisión, en vez de ganar popularidad, la pierde.

-¿Eso va por Sanguinetti?
-No, no sé: a Sanguinetti le preparan muy bien sus intervenciones. Yo te diría que el efecto del medio de difusión es tan lapidario a veces como la ausencia total en el mismo ¿no?

-¿Va por Seregni, entonces.?
-(no contesta)



La imagen pública y el futuro
-¿Qué le gustaría que la gente pensara de Raúl Sendic?
-Y bueno, yo pienso que ven una persona a la cual se acercan sin ninguna clase de limitaciones.

-¡Salvo que sean periodistas!
-Salvo que sean periodistas (sonríe). Esto de que uno vaya a una oficina pública y lo reconozcan como uno del montón, digamos... Nunca he visto cortedad en el trato, que era un poco el miedo que yo le tenía al título de «dotor» ¿no? Yo realmente hice hasta la mitad del último año de abogacía, y no me recibí de ex profeso, porque ya automáticamente tendría otra categoría. Un Procurador podía andar en moto, o caminando por los cañaverales, pero no se ve tan natural que eso lo haga un doctor, un abogado.

-¿Le tenés miedo a la televisión? ¿Qué pasaría por ejemplo si te invitara Jolivet, por ejemplo?
-No... yo pienso que hay gente más adecuada. No le tengo miedo al diálogo, he aceptado muchos en la radio. Incluso con llamadas telefónicas bastante agresivas y demás. Pero no me veo actuando frente a una cámara de televisión.

-¿Qué espera Sendic de los años que siguen? Es evidente que los proyectos que Sendic tenía cuando se fue a trabajar con los cañeros, están como distantes. ¿Qué perspectivas hay?
-Bueno, yo creo que esos proyectos los seguimos persiguiendo, porque yo pienso que no están distantes sino que los problemas se han agravado, y hoy día lo que faltan son propuestas. Si no hacés propuestas le estás dando paso a los sectores más retardatarios.

-Pero el MLN en los 70 quería hacer una revolución... y en el 89 quiere hacer una reforma constitucional.
-No, ni el 70 estaba preparado para hacer una revolución.

-Quería dije, quería.
-Sí, sí. Nosotros siempre queremos una revolución social. Ahora, para el 89 nosotros no hemos tomado posición sobre ninguna reforma. Lo que yo le decía era un comentario a las preguntas sobre la reforma, pero de antemano aclaré que yo no pensaba en un cambio a través de una reforma constitucional: no ya en una revolución sino en un cambio. Y dije que simplemente podía servir, que estaba concebida para destrabar el sistema político. Pero nosotros ni hemos estudiado esos proyectos ni hemos participado en ellos, ni hemos tomado posición respecto a ellos. Ustedes saben que nosotros en determinado momento propusimos limitar el pago de la deuda externa a través de una recolecta de firmas, porque no teníamos otra forma: faltaba un proyecto de reforma constitucional que dijera que no se pagan deudas de los gobiernos ilegales. Ahora, eso no es una revolución todavía. Justamente en estos días Carlos Julio Pereyra presentó un proyecto exactamente igual: que no se pagan deudas de los gobiernos de facto. La idea era incorporar eso mismo a la Constitución, lo cual le da otra fuerza que si se pone sólo en una ley: eso logra que se desaliente la financiación generosa que tuvo el gobierno dictatorial ahora en nuestro país y en Argentina, y actualmente en Chile.

-¿Qué opina de lo que dijo hace poco Paulós?
-Sí. Habló algo de transfusiones de sangre, que son ciertas. Lamentablemente no todos los caídos heridos tuvieron tanta asistencia como yo, eso hay que señalarlo ¿no? Pero eso no estaba exento de cálculos políticos, porque a mí el mismo Jefe de la Marina me dijo «Nosotros te salvamos porque no estamos dispuestos a hacer un segundo Che Guevara». En cambio hubo otros que estaban heridos mucho más levemente que yo, y sin embargo murieron sin asistencia. Entonces no puede tomar un caso aislado de los otros.

-¿Y acerca de lo que dijo de que «dejaran de verlos como enemigos»?
-Y sí, yo pienso que yo no siento odio por ellos, no siento odio por ningún oficial. Lo que siento es repudio.

-La derecha sigue amenazando a la opinión pública con que los Tupamaros pueden volver a tomar las armas. ¿Hay alguna respuesta para eso?
-Bueno, nosotros ya hemos respondido con nuestra legalidad y lo estamos cumpliendo. Y la derecha sabe muy bien que lo estamos cumpliendo. Porque sin perjuicio de que hay algunas acciones, la derecha sabe -y sobre todo los encargados del Ministerio del Interior y de Defensa- que no estamos nosotros ahí en la cosa.

-¿Eso quiere decir que de alguna manera la derecha sigue necesitando a los Tupamaros con las armas en la mano?
-Justamente. De la misma manera que largaron el Escuadrón de la Muerte para llevarnos a una etapa más violenta de la lucha, ellos se justifican en sus medidas represivas y de control y no desmantelamiento del aparato golpista, con un peligro que siguen manteniendo.

-De todas maneras ¿te parece que el MLN puede lavar esa imagen ante la opinión pública?
-Bueno, el MLN tiene una imagen bastante lavada.

-¿«Lavada» o «limpia»?
-Lavada. Desde el momento que la opinión pública nunca los vio como enemigos a pesar de haber recibido una dosis de propaganda que podía matar un elefante. Nosotros salimos del período dictatorial, y durante ocho o más años estuvo la prensa escrita y la radio publicando calumnias sobre nosotros, salimos con el mismo contingente de adictos que teníamos antes. A nosotros nunca nos pudieron llevar a una desbandada de apoyo popular como se llevó a otras guerrillas.



Los años largos
-¿Es cierto que le pegó un piñazo al doctor que le estaba sacando una muela sin anestesia?
-No, no, eso fue.

-Su hermana me dijo que era cierto.
-El asunto fue así: me llevaron arrastrando al dentista. Como manera de atenderme me llevaban arrastrando de la celda, encapuchado y arrastrándome . ésa es la manera de llevarte al dentista ¿no? (sonríe con sorna). Entonces vino el oficial, que era un capitán, y me dijo «este hombre no tiene visita, no tiene recreo». Y yo le dije «bueno, sobre todo recreo», porque a mí hacía un año que no me daban recreo. Y entonces dijo «no tiene recreo», y yo «sí, sí, sobre todo recreo». Entonces derechito, como estaba enfrente, le pegué una trompada a través del barrote. Y bueno, me dijo que me iba a denunciar al tribunal, y yo qué sé. Una cosa que no tiene nombre. Nosotros estábamos en una situación tal ahí que no teníamos nada para perder, entonces no hacíamos caso a nada. Nos «limpiaban» la celda y nos dejaban sin nada, entonces no teníamos nada que perder. Llegado un momento no te dan recreo, no te dan nada, ni te dan lectura, no te dan nada, entonces llegaba un momento en que nos tenían que dar algo para poder. Entonces, aunque vivíamos dentro de una celda, vivíamos bastante libres: decíamos lo que se nos antojaba, hacíamos caso a lo que se nos antojaba.

-¿Se hicieron muy largos esos años?
-Y sí, sobre todo en la época en que no teníamos lectura. Se hicieron largos, sí.

-Comentaba hace poco Mauricio Rosencof que se comunicaba con su eventual compañero de cárcel en clave de Morse: ¿ustedes habían aprendido Morse o se las ingeniaron en la cárcel?
-Sí, había gente que hablaba con las manos, y desde luego con los golpes porque se van haciendo las letras con tantos golpes según la colocación de la letra en el alfabeto. Yo pienso que el preso siempre de alguna manera busca comunicarse. Pero también a nosotros nos ponían en calabozos muy lejos y con un guardia permanente paseándose en el corredor.

-Dentro del horror permanente de esa experiencia: ¿deja algo positivo?
-Y bueno, positivo. (hace una pausa). Yo creo que era Goethe que decía que el carácter se forma en la sociabilidad, y que en la soledad se hace más profundo, o algo así. Permite meditar. El talento decía él, pero yo pienso que más bien es la profundización de las ideas. Y bueno, de alguna manera uno ahora echa de menos la posibilidad de meditación y demás. Y si hay algo positivo es en definitiva la ventaja de poder tener tiempo para pensar, para meditar las cosas.

-¿Por qué eligió Palermo para vivir?
-Bueno, esta es la casa de mi abuelo materno.

-Los tiempos de Punta Carretas no fueron tan duros ¿no? Incluso usted fue prisionero estando Otero...
-Cuando yo estuve ahí no estaba Otero, fue posterior. Y en general el régimen era que te soltaban en el patio o al recreo a las ocho de la mañana y te metían a las siete de la tarde. Si queríamos entrar a comer entrábamos, pero podías pasar todo el día en la cancha de fútbol, caminar, lo demás.

-O escribiendo hojillas para fumar.(risas)
-O haciendo mensajes en las hojillas de fumar... Y además alternaba con todos los presos, entonces tenía todos los días una persona distinta para dialogar.

-¿El día de la fuga estabas nervioso, o estabas seguro que salían?
-¡Ah, no! La fuga tuvo muchas postergaciones, así que. Se había hecho un túnel para la casa de enfrente pero la casa estaba más alta de lo que se calculaba, entonces hubo como un metro y medio extra de excavación que significó varias horas. Así que nosotros salimos de las celdas a una celda al final del corredor, supongamos a las 10 de la noche, y a las 12 hubo un relevo y todavía estábamos ahí. Y vimos por un espejito al guardia que relevó que abría las ventanitas, veía los muñecos en las camas, iba cerrando las ventanillas: ¡todo eso lo veíamos más bien con bastante nervio! Y todavía después de eso del relevo, pasó como una hora y pico antes de que pudiéramos salir.

-La leyenda dice que había varios guardias acomodados...
-No, realmente no había porque hubo cantidad de requisas en esos días, inesperadas. Y bueno, un poco de suerte también. Además el plan se había propagado ya entre los presos comunes, porque nosotros tuvimos que recurrir a ellos porque estaban en la planta baja. Entonces aquello realmente no se podía postergar un día más.



El monaguillo Sendic
-Ese compromiso social que se trasunta en toda tu vida; ¿tiene algo que ver con el amor al prójimo de los Evangelios?
-Bueno, le cambian de nombre, pero la solidaridad humana es el amor al prójimo. Y cuando el Evangelio está hablando de amor, está hablando de sentir los problemas ajenos como los propios.

-¿Nunca fuiste creyente?
-Sí, estuve incluso como monaguillo en la Iglesia.

-¿Te tomabas el vino?
-Nunca me tomaba el vino...

-Yo fui monaguillo y me tomaba el vino...
-Bueno, aún dentro de los monaguillos puede haber distintas categorías (risas)

-¿Quién le cocina? ¿Se hace la cama? ¿Qué hace en la casa?
-Todas las tareas propias de la casa.

-¿Y los mandados?
-No, no.

-¿La gente te reconoce por la calle?
-Sí, sí. A partir de que se publicaron cantidad de fotos, sí.

-¿Por eso es que no quiere fotos?
-Seguro, sí.



Raúl Sendic Antonaccio
Nació en la zona rural de Chamangá, al sur del departamento de Flores, el 16 de marzo de 1925. Pasó su niñez en Trinidad, y vivió en el campo hasta los 18 años. Hizo escuela rural, y en el liceo comenzó su militancia gremial, incluyendo unas movilizaciones llamadas "democracias" tanto en Flores como en Durazno. En Montevideo estudió Derecho, pero nunca llegó a "dotor": abandonó faltándole el último examen. En 1956 asitió como representante del Partido Socialista al Congreso Internacional de Roma. Como sus hermanos se habían trasladado a Artigas, él subió a Bella Unión en 1957, donde inició su célebre miltancia con los cañeros y la UTAA. En 1960 viajó a Cuba y en 1963, tras dirigir el asalto al Tiro Suizo, es requerida por primera vez su captura, permaneciendo largos años clandestino. Participó como fundador en el MLN. Fue apresado en 1970, participando de la fuga de Punta Carretas de 1971. En 1972 fue nuevamente detenido, tras un intenso tiroteo que lo dejó gravemente herido. Tras 13 años de detención en condiciones infrahumanas, fue liberado en marzo de 1985, retomando la dirección del MLN hasta que funda el Movimiento por la Tierra. Falleció en París el 28 de abril de 1989, víctima de la extraña y fulminante enfermedad de Charcot. Uno de sus hijos, Raúl, es hoy representante nacional por el Movimiento 26 de Marzo.



Bochando y arrimando
-¿Jugaba al fútbol?
-Sí.

-¿Era bueno?
-Y. ¡más o menos! (se ríe). Acá mismo en Montevideo, jugué acá en Racing, en Sayago.

-¿Y a la taba o a las bochas?
-A las bochas sí, porque tenía una cancha de bochas en mi casa, pero.

-¿Y era bueno bochando... o arrimando?
-Bueno, va con demasiada segunda intención la pregunta: no tengo por qué contestarla (risas)

-¿Dónde y cómo nació el sobrenombre de «Bebe»?
-Ah, bueno... son seudónimos que se pone uno.

-¿Pero te decían así de chico?
-No, a mí siempre me dijeron Raúl. Son seudónimos.

-Sí, pero podían haber elegido otro.
-Sí, pero tuve varios seudónimos, lo que pasa es que a medida que uno va cayendo .

-«Bebe» es el que más quedó.
-Sí, es el que más quedó.

-¿Qué otros seudónimos tuviste?
-Bueno, tuve uno que no recuerdo ahora; después tuve el de «Rufo» que fue el último que tuve.



"Yo soy Rufo y no me rindo"
-Visto con la perspectiva que da el tiempo, ¿para tí el 14 de abril fue un error?
-Bueno, yo te diría que con la perspectiva que da el tiempo se habrían ahorrado muchas vidas si hubiera habido un exterminio total del Escuadrón de la Muerte. Porque aún cuando yo caí herido en la Marina y vino Campos Hermida, un sobreviviente del Escuadrón, y dijo «Este es Sendic, y hay que matarlo» (estaba mi compañera, que estaba semiinconciente, escuchando) el oficial de la Marina, que se llamaba Campos también, le dijo «No. Yo no tengo orden de matarlo y voy a llamar a la ambulancia». Yo estaba muy desangrado y cuando estaba ya arriba de la ambulancia, Campos Hermida subió y me dijo «Bebe, estás frito, Bebe».

-¿Ya estabas conciente ahí?
-Ahí lo pude reconocer. Es el mismo que está ahora acusado de las muertes en el Complejo Orletti en Buenos Aires, y acusado por compañeros que lo vieron ahí. Entonces, yo diría que la acción contra el Escuadrón de la Muerte, y el compromiso que había hecho público Sanguinetti ante Juan Pablo Terra, de disolver ese Escuadrón, no se cumplió. Y a raíz de eso hubo decenas de muertes que todavía están impunes. Si hubiera que hacer un juicio histórico, creo que habría que meter todo esto. Y habría que ver cuántas muertes se hubieran ahorrado si los que se comprometieron a que ese Escuadrón no iba a ser castigado pero iba a ser dispersado, como dijo Sanguinetti a Juan Pablo Terra, enviando algunos al interior y otros «a navegar» como dijo él sabiendo bien que había integrantes de la Marina. ¡Cuántas muertes se hubieran ahorrado, digo, si eso se hubiera cumplido! Se hubieran ahorrado decenas de muertes que se consumaron después a través de los sobrevivientes del Escuadrón y de otra gente que se unió después en Orletti.

-Aquello de «Yo soy Rufo y no me rindo», ¿fue verdad o leyenda?
-Bueno, ahí pasó que hubo un tiroteo: la Marina rodeó aquella manzana en la Ciudad Vieja y éramos tres personas en un pequeño apartamento dentro de una casa bastante humilde. Entonces ellos empezaron a desmontar la cerradura para entrar, y yo les tiré un tiro a través del vidrio, un vidrio esmerilado, y ellos tiraron también, que no me dieron. Ahí abandonaron el corredor, digamos, el zaguán ¿no? Y yo hice un tiroteo largo de una media hora. Ellos no podían entrar porque tiraban desde el zaguán para adentro, pero no podían entrar al corredor, porque a pesar de que nosotros tirábamos muy esporádicamente, eso bastaba para que no pudieran entrar. Entonces hablaron por los parlantes, y se entregaron los dos que estaban conmigo, que eran mi compañera actual y otro compañero. Y después, para que ellos no tomaran represalias sobre los que se habían entregado, pensando que era una trampa al quedar uno adentro, yo les dije que yo era fulano de tal -y les dije mi nombre real- y que tenía la directiva de no entregarme vivo y que iba a tirar un tiro. Entonces tiré un tiro y siguió el tiroteo. En ese ínterin ellos habían metido gente por atrás, entonces cuando yo fui a asomarme para tirar, me tiraron de atrás y me atravesaron la cara así (hace un gesto indicando el recorrido de la bala que lo hirió).

-¿Te sentiste cerca de la muerte en esos momentos?
-Sí, sí, pero realmente cuando yo llegué al hospital la enfermera dijo que no tenía pulso. Había perdido mucha sangre.

-¿No fue un error para el MLN que Ud. estuviera justo en ese lugar cuando se da esa situación? -Sí, sí, pero también vivíamos a salto de mata en esa época. Ya habían caído todos los compañeros.

-¿Nunca pensaron salir del país, antes de llegar a eso?
-Sí, pero la estrategia nuestra era de aguantar hasta el último cartucho para salvar la imagen. Ya sabíamos que estábamos derrotados, tratábamos de salvar la imagen, y en eso caí. Y por eso tenemos derecho a este segundo tiempo ¿no?

-¿Tiraste muchos tiros en tu vida?
-Más o menos, no podría contarlos, realmente (risas). En aquella oportunidad nomás debo haber tirado unos veinte, porque fueron dos cargadores de pistola.


Revista Guambia, entrevista de setiembre de 1987 realizada por Antonio Dabezies, Nelson Caula, Alberto Silva, Pilar Domingo y Pedro Silva - caricatura de Daniel Jardim

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