3/5/08

ADOLFO "NEPO" WASSEN ALANIZ IV

Carta de Adolfo a su hijo.
Durazno-19/11/83
...lo que me contás en tu carta de la marcha y el acto final de la Semana Estudiantil de la Primavera, el tono de tus palabras, transparenta el impacto que recibiste. Aunque en circunstancias diferentes, viví experiencias parecidas, pero cuatro o cinco años más grande que vos, ya en Facultad y, no obstante los 20 años transcurridos, me hiciste revivir aquellas vivencias, cosa que me está sucediendo a menudo con tus cartas, en las que los cambios que se van operando en tí, se reflejan a través de juicios y valoraciones que te presentan como un muchacho que observa juzga (y se que también actúa) comprometidamente con la realidad. Y me alegra, me alegra mucho, pues significa que estás poniendo a prueba las alas que entre todos hemos tratado de proporcionarte y que son para eso, para volar por cuenta propia, sufriendo algún porrazo, de pronto, pero gozando del placer de ir comprobando la existencia de fuerzas v posibilidades propias, personales, con las que nos es posible actuar y proyectarnos hacia los demás”



Para Alejandro, el hermano, con motivo de cumplir sus 15 años
Durazno-27.7.83
... "el día de tu cumpleaños había redactado unas líneas con ese motivo, luego de dudar bastante acerca de cómo encararlas, pues el objetivo que me propuse fue intentar salir de la trivialidad habitual y llegar hasta tí con algo que se emparentara con la carta que le envié a Adolfito, cuando le tocó trasponer el umbral de los 14 años. El traslado al Hospital impidió que la recibieras en fecha. No obstante, me parece que no es desperdiciar el espacio transmitirte lo que pensando en vos, se me ocurrió ese día. Comentarte lo que significó para mi arribar a tu edad hubiera sido repetirme, y no valía la pena, ¿verdad? sobre todo porque si aún conservan aquella carta, podés releerla y tomar como dirigidos a ti muchas de sus palabras, del mismo modo que Adolfito podría ser el destinatario de las que siguen. Opté entonces, por otro camino. Se me ocurrió que lo mejor sería compartir contigo algunos pensamientos que forman parte del motor que se mantiene en marcha afirmando en unas pocas certezas y atento a un cúmulo de interrogantes que personalmente trato de renovar o que busco adopten nuevas formas más ricas, cuando llego a algunas conclusiones o respuestas provisionales. En algún lugar he leído, o alguien me comentó, que el optimismo es el estado de ánimo que se corresponde con el hombre que ha alcanzado la objetividad y se ha desarrollado ética y moralmente, o sea, que habiendo captado la esencia de lo que es correcto, ha tratado de realizarlo, en la medida de sus posibilidades. Ahora bien, existen básicamente, dos formas de optimismo: una idealista, irracional, sin otro apoyo para su afirmación de validez que la de una fe. Otra, se sustenta en una práctica y un aprendizaje permanente partiendo del convencimiento de que los hombres no nacemos buenos o malos por naturaleza, sino que, a través de la educación y la autoeducación, de la formación y la autoformación, podemos llegar a superar nuestras carencias, al menos en parte. Es una tarea dura, compleja, espinosa, pues implica dominar nuestras tendencias arraigadas o adquiridas muy poderosas: la agresividad, la ambición, el egoísmo, el afán de predominio, por ejemplo, cultivando, en cambio, otras características que no son fáciles de desarrollar, tales como la sencillez que constituye el elemento moldeador de los anteriores, el basamento imprescindible de toda buena persona. Si no aprendemos a ser honestos, es imposible que nos acerquemos siquiera al hombre o la mujer hechos, solidarios, al amigo fiel que late en cada uno de nosotros. Y ser honesto es, fundamentalmente. serlo con nosotros, para descubrir esos rincones dudosos de nuestra personalidad y saber mirarlos de frente, sin vergüenza ni temor, con la claridad que es necesaria para ver, en cada deformación identificada un campo de trabajo que se presenta como un desafío práctico a nuestras convicciones. Y a ser honestos se aprende, no es fácil, pero se aprende. Una primera etapa es la de ser sinceros, veraces ("la verdad es el aire que respira la personalidad para crecer. Mentir es, en primer lugar mentirse a si mismo. Mentir a los otros sí es romper el contacto con ellos, aislarse, quedarse a solas con sus propias falsedades").


Una segunda fase más dificultosa, consiste en ser consecuente. El tercer nivel es el mas difícil de alcanzar, el que exige más coraje: un francés (Lavelle), lo definió como "obrar cuando se está solo como si nos vieran todos, y cuando se está a la vista de todos como si se estuviera solo". Lo anterior adquiere su real dimensión cuando es acompañado de un gran respeto por nuestros semejantes, respeto que nace de la convicción de que todo quehacer emprendido en común debe necesariamente, superar cualquier esfuerzo individual, lo cual es válido para cualquier actividad (estudio, fútbol, trabajo, etc ) pues el aporte colectivo enriquece siempre los logros, al tiempo que fortalece y eleva a los protagonistas de esos logros. Tal vez por este camino -el de la comprensión de lo limitado de nuestras posibilidades como individuos y el del respeto por lo que podemos dar y recibir, intercambiar con quienes comparten nuestra vida-, es que se llega a la verdadera humildad, aquella que está más allá de gestos o actitudes exteriores y/u ocasionales, aquella que hasta en nuestras capacidades ve, más que una posibilidad de beneficio personal, un ámbito para ofrecer aportes. Los hombres que le citaba a Adolfito, al principio de la carta, llevaron a la práctica estas convicciones. Pero hay uno, al que su condición de héroe suele impedir observarlo realizando el aprendizaje que lo condujo al sitial que ocupa hoy en el corazón de nuestro pueblo: Artigas. A mí me atrae sobremanera imaginarlo a tu edad y hasta los 30 años, más o menos, verlo, recorriendo la campaña con puntas de ganado, rumbo a Brasil, recorriendo pulperías y guitarreadas, ganándose el respeto y aprendiendo a respetar a quienes lo rodeaban, lo seguían, convivían con él, en especial, a los humildes, a ese pobrerío que nunca lo abandonó y al que él siempre tuvo en cuenta, me agrada, en fin, tratar de seguirlo mientras se hace hombre, poco a poco, con todas las luchas interiores que ello implica, con todo el trabajo, consciente e inconsciente, de asimilación e integración de los aportes que brinda el medio en que nos movemos, exigiéndonos que juzguemos, aceptemos o rechacemos, verlo formándose en definitiva. Es una práctica mental que me ha servido y sirve mucho, te aseguro. Como ves, el espacio no da para más, aunque quedaría tema para rato. Será en otra.
Espero que hayas pasado bien ese martes 5 y que la etapa de la vida que comenzás te depare, como mínimo, tantas satisfacciones como a mí, pues pese a los errores que cometa que no fueron pocos, si hago un balance, el saldo sigue siendo positivo, época que me brindó, entre otras cosas tan o más importantes, el conocimiento de la hermosura, los primeros momentos de felicidad, la amistad, el compañerismo . . . verdaderamente, valió la pena ser vivida"



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