Fue en 1910 cuando apareció en Montevideo el primer "taxímetro" a motor.
Aquel adelantado llegó en mal momento: todavía era tiempo de apogeo para los carruajes de alquiler tirados por caballos. Sumaban estos 150 en toda la ciudad, que no alcanzaba a los 280.000 habitantes, repartiéndose la clientela de apresurados o de buenos burgueses que acudían mas cómodos al teatro, a los cabarets, a la plaza de toros, hasta a las canchas de fútbol.
Los cocheros, desde lo alto de sus pescantes, sonrieron desdeñosos ante la aparición del carromato ruidoso que pretendía hacerles la competencia. Lo veían pasarse horas sin "agarrar viaje", mientras los carruajes de caballos iban y venían sin parar. "!Que ha de ganar ese espantajo. Mire usted que pretender hacernos la competencia esta fragilidad, con gomas infladas! Se ha de fundir su dueño, y bien merecido lo tiene, por desubicado y futurista ...". Así interpretaba el sentir de los aurigas un diario de la época, burlándose el también de la "ridícula" aparición.
Pero muy fallido fue este vaticinio: transcurrió tan solo una década, y ya en los años veinte apenas si quedaban quince carruajes de los de caballos, mientras que circulaban, muy orondos. 1800 automóviles taxímetros por toda la ciudad ...
Una victoria no menos arrasadora obtuvieron los autobuses, urbanos y de campaña. En la ciudad desaparecieron pronto los coches colectivos a tracción a sangre, mientras las diligencias serían desplazadas en poco tiempo de los caminos de todo el país. En los años 20, ya corrían sesenta autobuses a motor, uniendo a Montevideo con los poblados mas próximos.
Igual irrupción exitosa tuvieron los camiones. El primero que apareció en la Capital funcionaba ... a vapor, y era propiedad de la empresa de Obras de Saneamiento Scala. Pero poco después se introducían los camiones a nafta, y en 1935 ya circulaban unos 800 por todo el departamento de Montevideo.
Así, en corto lapso, nuestra ciudad vio transformada abruptamente su fisonomía callejera. El progreso motorizado, con empuje invencible, había aventado toda huella del tiempo viejo, e instalado en diez años a Montevideo en la dinámica de la modernidad.
"Boulevard Sarandí" de Milton Schinca.
Anécdotas, gentes, sucesos del pasado montevideano.
Después del 910.
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