Luego de 30 años de impunidad dentro de predios militares avanzan tras el primer mes del nuevo gobierno en Uruguay las primeras investigaciones para localizar restos de detenidos políticos desaparecidos durante la dictadura 1973-1985.
Las prospecciones arqueológicas no solo permitirían develar la existencia de cementerios clandestinos sino que motivan se profundice la atención y memorias sobre una misma extensa área castrense. Porque allí en forma igualmente clandestina funcionó uno de los principales centro de secuestros y torturas denominado "El Infierno". Lugar donde tuvieron su correlato trágico detenidos a los que no se les posibilitó seguir con vida (como a otros centenares sobrevivientes que fuimos trasladados a otros recintos militares destinados públicamente como prisiones) y cuyos restos fueron sepultados en las inmediaciones de la misma área.
Gobierno más ciencia
En el primer mes del nuevo gobierno progresista se han cumplido en estos casos varios pasos administrativos y judiciales en base a un estudio geoarqueológico de expertos de la universidad pública del país. Se les suma la colaboración de un equipo de especialistas argentinos, según los acuerdos reafirmados por el Presidente Vázquez, el mismo día de su asunción, con su homónimo vecino Kirchner.
Así, un equipo multidisciplinario adecuado, con apoyos institucionales máximos comenzó a utilizar los avances -algunos totalmente impredecibles hace cuarto de siglo,- que se han logrado en ciencias de la tierra, ciencias antropológicas (como la rama biológica y la social) y otras ciencias sociales, como también en la medicina forense y la genética, que permiten rastrear a partir de minúsculos registros moleculares, tales como el ADN en un cabello.
Se tiene en cuenta que además en estas recientes décadas de impunidad pudieron existir gruesos intentos de nuevas desapariciones, buscando toscamente que fueran definitivas en cuanto impedir localizar restos, tales como el uso de cal como de enterramientos secundarios en nuevos cementerios clandestinos en otros sitios militares más alejados.
Tal los casos inicial desde los Batallones de Infantería Blindado 13 (Montevideo), primero, y de Infantería Paracaidista 14 (Toledo) por último.
Las investigaciones se realizarán en todos los predios militares que sea necesario, garantizó el Presidente Vázquez. Porque debe tenerse en cuenta que el sistema de represión conocido como Plan Cóndor en toda nuestra Sudamérica incluyó el secuestro-tortura-desapariciones, así como para miles y miles en Uruguay tuvimos "en suerte" emerger vivos de los secuestros-torturas hacia prisiones, en operativos cumplidos en la totalidad del país que involucraron la mayoría de las unidades militares.
Terrorismo institucionalizado
Sin duda eran operativos institucionales de las FFAA, además detentadores del Estado, desplegados con una metodología de cuerpos élites de inteligencia y de represión que, si bien tenían el mando global como el contexto de todas las Fuerzas Armadas, actuaban muy compartimentados, al punto que en gran medida usaron ropas y vehículos particulares, pero también dependencias exclusivas dentro de cada unidad. Pese a lo cual, difícilmente pudieron escapar al conocimiento de los mandos de cada unidad la envergadura y gravedad de sus acciones en plena dictadura, como las acciones de camuflaje y de enterramientos primarios, y secundarios en el período democrático.
Algunas de tales implicancias se desprenden del "Estudio Geoarqueológico del Batallan Nº 13 -recuperando la Memoria- publicación de informes que fueron decisivos para la Justicia hace un año. Anticipó conclusiones a través de un impresionante análisis de arqueología espacial. Utilizó series históricas de fotos aéreas, fotointerpetadas con estereoscopios de mesa y todos los sistemas informáticos de información geográfica y georeferenciación satelital.
Daniel Panario, Ofelia Gutiérrez y Elizabeth Onega consideran en ese Análisis que un área militar constituye un espacio disciplinado, que responde a una lógica de funcionamiento. "La incorporación de un cementerio clandestino a un predio militar solo parece posible si responde a su lógica de funcionamiento, impidiendo su interferencia con las actividades cotidianas desarrolladas en ese tiempo."
Por lo menos cinco sitios sospechosos en el predio del Batallón 13 fueron informados a la Justicia en dicho Estudio. Los tres expertos junto al resto del equipo multidisciplinario se abocan ahora, tras más de un año de presentado a la Justicia, a las investigaciones que comenzaron a realizar en el terreno en estos días gracias al cambio gubernamental.
50 mil m2
El Batallón de Infantería Blindado Nº 13 está ubicado al comienzo de la zona suburbana de Peñarol, en el departamento de Montevideo, capital de Uruguay. Comparte una misma gigantesca área de 50 mil m2, que tiene medio kilómetro sobre la Av. de las Instrucciones y un kilómetro sobre Camino Casavalle. Delimitado al Nordeste por vía de ferrocarril y al Noreste por el Arroyo Miguelete y la conocida Gruta de Lourdes. Si uno se guía por la guía telefónica pública, pegado está el Batallón de Infanteria Nº 15 , al 1933. Le sigue por la misma Av. De las Instrucciones el Servicio de Material y Armamento, al Nº 1925, dos otras "Otras Dependencias" sin numeración al igual que el Comando de Apoyo Administrativo del Comando General del Ejercito, que se expande sobre el Cno. Casavalle. En más de mil metros registramos, sucesivamente, "otras dependencias", Brigada de Infantería 5 y nuevamente Batallón de Infantería 15 al Nº 4320, Servicio de Intendencia del Ejército, y otra vez Brigada de Infantería 5 y "Otras dependencias" al 4348. Y finalmente desde la esquina Ortiz Saralegui hasta esquina vía del Ferrocarril sigue el sector de Comunicaciones del Ejército con Escuela, Brigada 1y Batallón de Comunicaciones 2.
Mi memoria
En las partes interiores de este medio km2, a los fondos del Batallón 13 y en uno de los inmensos galpones tipo hangares del Servicio de Material y Armamento funcionó "mi" tristemente conocido centro clandestino de secuestro y torturas. Lo apodábamos "El Infierno", pero fue denominado "300 Carlos" (Marx), en la jerga de los protagonistas del terrorismo de Estado. Entre 1975 y 1977 se concentró allí el operativo de destrucción de la militancia del Partido Comunista de Uruguay desplegada desde octubre de 1975.
Verano-otoño inolvidables
Cuando sobre la medianoche del 26 de diciembre de 1975 irrumpieron en mi domicilio legal y me secuestraron junto con algunos de mis libros y archivo periodístico de una década, en un amplio Mercedes me condujeron a esa apartada zona donde cientos hombres y mujeres encapuchados y maniatados eran sistemáticamente torturados. Por dos pequeños orificios que alumbraban entre la venda de los ojos y mi nariz pude ir viendo trozos del Infierno, ya a mis pies, ya horizontalmente yo mismo a lo largo del piso.
Pasó el verano, incluso el otoño y despuntaba el invierno cuando a los 146 días me arrastraron hacia otro cuartel, más lejano, junto a otros secuestrados-torturados que empezábamos un tortuoso camino de meses hacia el estatuto de "prisioneros" (Aun seguíamos semi-secuestrados (encapuchados, maniatados, incomunicados, en mi caso hasta completar 321 días).
Todo para explicar que en esos casi cinco meses iniciales pude conocer pedacito a pedacito algunos rasgos del "300 Carlos". Muchos años después lo deduje como uno de los antiguos hangares del Servicio de Material y Armamento. Conocí que los grandes fosos y maquinaria tapada con lonas que había al medio y a lo largo eran de la época de la II Guerra Mundial en que se montara toda una línea de armado y reparaciones de transportes y blindados, los tanques entre ellos.
Aunque el rondar de la muerte era constante, sólo años después pude saber que algunos de nosotros no salieron con vida del Infierno. Otros inclusive fueron alojados en celdas individuales del vecino Batallón 13, como me lo narró Eugenio Bentaberry, dirigente sindical de los trabajadores de UTE, empresa estatal de energía eléctrica. Cuando deliraba tras un período intenso de torturas, lo alojaron un tiempo el contiguo Batallón 13 para que se recuperara y traerlo nuevamente al Infierno, donde lo ví tirado junto a mi varias veces.
Tampoco imaginé que solo unos cientos de metros me separaban de los enterramientos de compañeras y compañeros. Ni que serian 25 años los que todavía nos separarían de la recuperación de la memoria. En eso avanzaremos sin más dilaciones
(Escrito en Montevideo el 29 de marzo 2005 por Rodolfo Porley Corbo, traducido y editado en Porto Alegre el 05 de abril 2005 por Néstor Tipa Jr.)
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