17/11/08

Julio Abreu: Los treinta años de insilio



-¿Cuándo se entera de que los demás habían sido asesinados?

-Mi familia no sabía que yo había sido secuestrado. Mi hermano, que había estado buscándome por todos lados en Buenos Aires, les había dicho que yo estaba trabajando en el Interior vendiendo libros. Cuando llegué a la casa de mi familia, hablé con mi tío y le conté todo. El me dijo ese mismo día que habían aparecido los cadáveres en Soca. Ahí me desmoroné... Ahí empieza la otra etapa, la de uno...

-¿Qué pasó a partir de entonces con su vida?

-Intenté la reinserción dentro de una sociedad que no sabía nada sobre lo que ocurría ni sobre lo que me había ocurrido...

-¿Alguna vez intentó un contacto con el MLN después de aquello?

-No.

-¿Alguna vez ellos intentaron contactarlo?

-No.

-¿Cuánto tiempo quedó oculta su existencia como único sobreviviente?

-Germán Araújo lo supo. Un primo mío estuvo en contacto con él y se trató de acercar. Entonces comenzó a salir el nombre de Julio Abreu en la prensa. Incluso, tres meses después de que me soltaran, apareció mi nombre por radio y televisión como requerido. Yo no sabía a dónde ir. Ahí es donde interviene la doctora Adela Reta que era amiga de mi tía, quien había sido su secretaria cuando presidía el Consejo del Niño.

-¿Qué pasó con esa requisitoria?

-Me presenté en Jefatura. Entonces el jefe era el general Ballestrino. Se me pregunta si había tenido algún problema en Argentina y yo hago las declaraciones de acuerdo a lo que me ordenaron mis secuestradores. Inventé toda una historia que era lo que querían escuchar. Firmé la declaración y me llevan al despacho de Ballestrino. Ahí me dice que había unas familias en otro piso que querían hablar conmigo. "No sé qué quieren de un chiquilín, así que como vos no tenés nada que ver, yo los junto ahí en una pieza con esta gente que anda buscando a un botija", me dijo.

-Era la familia de Amaral...

-Eran los tíos de Amaral. Yo no sabía que hacer, cuando los tengo enfrente. No sé si yo alguna vez no había conocido en Uruguay al hermano de Floreal, que ahí estaba. La policía me dice: "Hablen tranquilos", y yo no sabía si estaban escuchando todo, lo que hubiera sido lógico. Yo entiendo que ellos en su afán de encontrar a Amaral me empezaron a preguntar y pedir que les contara. Les dije que no tenía nada que ver, que no sabía nada. Estaba rodeado... Hoy veo hasta qué situación límite puede llegar uno.

-¿Qué le aconsejó Adela Reta?

-Ella hizo sus averiguaciones y sus investigaciones. A ella le conté todo. Me dijo: "Mirá Julio, no te vayas del país, lo mejor que podés hacer es quedarte acá. No sé muy bien en manos de quién caíste, pero quedate quieto".

-¿Y después?

-Nada. Había formado una familia. Tenía hijas muy chicas. Viví dentro de mi propio egoísmo. No me conecté con las familias de los otros. No sé si los hubiera atendido si venían. Lo mismo pasó con algún periodista que entonces intentó conectarme...

-¿Qué sintió cuando apareció Amaral?

-Fue algo muy difícil de explicar. Fue un golpe, porque a la vez que te daba gusto que lo encontraran, me preguntaba qué hice yo para encontrarlo.

-¿Ha sentido culpa todos estos años?

-Sí, sin lugar a dudas. El alcohol fue mi refugio y pasó a ser parte de mi vida diaria. Era una medicación sin la cual no podía dormir...

-¿Cuándo se encuentra con Amaral?

-Lo estuve buscando durante mucho tiempo. En 1977 me había ido a Punta del Este y volví a Montevideo recién en el 97. Hay cosas con las que todavía no me he reencontrado. Nunca volví a Buenos Aires, por ejemplo. A Amaral supe dónde llamarlo, lo hice, pero no era correspondido. Tuvimos que esperar nuestros tiempos. (Amaral asiente). Hace un año nos encontramos y hablamos desde las 9 de la noche hasta las 9 de la mañana.

-¿Por qué acepta hablar públicamente ahora?

-No hay un por qué. Sí creo que ahora hay algo serio. No hay teatro, o está quedando muy poco. Creo que es mi tiempo y probablemente el de muchos. Antes tenía miedo que me agarraran, me lastimaran y no se llegara a nada. Acá hay mucho dolor. Llevo esto hace 30 años y no he podido hablarlo con nadie. Hoy Sersoc me ha dado el apoyo psicológico para poder decir que existo.

-¿Es consciente que al publicarse esta entrevista, probablemente se iniciará una causa judicial, tendrá que enfrentar prensa, jueces y fiscales, será interrogado, cuestionado...?

-Sí, sé a lo que me expongo, pero como estoy diciendo la verdad no me importa. Hoy hablo para los jóvenes y las generaciones que vienen... Si algo puedo aportar, bueno. El daño personal ya fue hecho conmigo. En aquel momento no había puertas dónde golpear. Hoy trato de aportar algo por la verdad, que creo que es fundamental...


La República
07/11/05


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