14/11/08

Contragolpe. El gobierno ante el caso Gloodtdosfky

¿Cómo modificar el pensamiento íntimo, y retrógrado, de muchos oficiales superiores de las Fuerzas Armadas? "A veces los guapos después del whisky, se acobardan después del café con leche." La frase corresponde al General (r) Óscar Pereira y refiere a la conducta del General Raúl Gloodtdofsky.

Este General, en actividad, acaba de ser removido de su cargo de segundo Comandante de las fuerzas que operan en Haití bajo el capítulo de preservación de la paz de las Naciones Unidas.

Según Pereira, que conoce íntimamente al Ejército, la actuación de Gloodtdofsky en Puerto Príncipe y sus críticas a la Armada nacional merecían la destitución y la sanción, aunque más no fuera por la "bacanal de diez horas" (así definió al encuentro de camaradería del 12 de octubre en el que Gloodtdofsky acusó a la marina de "traicionar al Ejército " y "dejarlo solo frente a este gobierno marxista " en las cuestiones referidas a las violaciones de los derechos humanos).

Pereira formuló sus comentarios en una entrevista con la periodista Sorda Breccia, conductora del programa Primera voz, de AM Libre, cuando aún no se conocía la resolución del gobierno. El General retirado estimó que, además, Gloodtdofsky se merecía un arresto a rigor de 30 días, el máximo aplicable, y no asignarle destino, es decir, mantenerlo a disposición en el Ministerio de Defensa, sin mando, "si decide continuar en actividad". Aunque no lo afirmó, Pereira sugirió que Gloodtdofsky debería solicitar su pase a retiro.

El General sancionado, que se ufana de haber clausurado el Parlamento en 1973, "y si por mí fuera, lo cierro de nuevo ", todavía no ha dicho esta boca es mía y quizás aguarde la formación de un tribunal de honor, una instancia que puede solicitar él mismo o imponerla el comando del Ejército.

Su relevo de la misión en Haití clausura un aspecto de la crisis que estalló cuando el informativo de Canal 12 dio a conocer el episodio, pero abre un saludable debate sobre cómo modificar el pensamiento íntimo de los oficiales superiores de las Fuerzas Armadas, que recurrentemente provocan sarpullidos políticos cuando se expresan abiertamente.


UNA RESOLUCIÓN FULMINANTE.
El Presidente Tabaré Vázquez, en acuerdo con la Ministra de Defensa, Azucena Berrutti, adoptó una drástica resolución, el lunes 5, que dejó mal parado al Comandante del Ejército, Teniente General Jorge Rosales.

La Ministra tomó inmediatamente cartas en el asunto cuando se enteró, por la prensa, del entredicho de Gloodtdofsky con cuatro oficiales de la Armada que participaron de la reunión de camaradería en Haití. Habían transcurrido, por entonces, dos semanas entre el episodio y su difusión pública, y en ese lapso la Ministra no había sido informada del mar de fondo que estaban provocando los informes enviados a Montevideo por los oficiales navales.

Había una evidente desconsideración y una subestimación del superior jerárquico, en este caso la propia Ministra. Berrutti expresamente dejó en un segundo plano ("no importa mi molestia", explicó) el desconocimiento de su jerarquía, que sin dudas afectaba el relacionamiento con sus subalternos y volvía a evidenciar el valor relativo que los militares otorgan, en los hechos y por inercia, a su sometimiento al poder civil. Y puso de relieve la "gravedad" de los hechos, que afectaban la participación de Uruguay en las misiones de paz de las Naciones Unidas.

El Comandante Rosales, en la oportunidad, compartió la apreciación de gravedad pero, dijo, no creía que el episodio pudiera afectar el destino del General Gloodtdofsky en Haití. Se equivocó: la apreciación del Presidente y la Ministra quedó expresada en un contundente comunicado de prensa:

"Habiéndose practicado las diligencias de rigor y determinado la responsabilidad que le cupo en los hechos de notoriedad al General Raúl Gloodtdofsky, el Poder Ejecutivo resolvió en el día de hoy relevarlo de su misión como segundo Comandante de la Fuerza de Mantenimiento de la Paz de la Organización de las Naciones Unidas en la República de Haití, a partir de la fecha del acto que así lo dispone, y aplicarle ulteriormente las sanciones respectivas". Tan fulminante fue la resolución que la cancillería había comunicado cuatro días antes a las Naciones Unidas que Gloodtdofsky iba a ser relevado.

En un aspecto también se equivocó en sus apreciaciones el General Pereira: la sanción aplicada a Gloodtdofsky fue un arresto de 15 días, no de 30. Pero sí fue acertada su presunción de que, para preservar la verticalidad de mando, era necesaria una medida drástica.

Mientras el General Gloodtdofsky se daba por enterado de la resolución y reivindicaba, ante los periodistas, su derecho a no formular declaraciones (con lo que quedaba en un cono de sombra la contradicción entre sus desmentidos y la responsabilidad que se le adjudicó tras las diligencias de rigor), la Ministra Berrutti encaraba en su despacho a los Comandantes de la Armada, Juan Fernández, y del Ejército, Rosales, para dilucidar el punto de por qué no había sido informada inmediatamente del incidente.

Los trascendidos de prensa dibujan una coyuntura que le evitó al gobierno desplazar a los Comandantes, una medida que se consideraba "de cajón" en tanto la Ministra no fue informada; un desplazamiento de los Comandantes introducía otra delicada situación porque, a la vista del relevo del General Carlos Díaz por sus encuentros no autorizados con dirigentes políticos, las opciones del gobierno en el espectro de los generales en actividad no son muchas, y en cualquier hipótesis generarían, como generó antes, pases a retiro.

Afortunadamente, el gobierno no se vio en la disyuntiva de encarar ese escenario, aunque para ello deba mirar para el costado: el vicealmirante Fernández estaba de viaje cuando en el comando de la Armada se recibieron los informes desde Haití; y el Teniente General Rosales adujo que se enteró de los episodios por la prensa, al mismo tiempo que la Ministra. Salvada formalmente la responsabilidad (habría que determinar cuándo Fernández regresó al país y cuándo fue que se enteró del episodio), la sanción recayó sobre el contralmirante Óscar Debali, que suplantaba a Fernández.


EQUILIBRIO INESTABLE.
El episodio del relevo de Gloodtdofsky pone en el tapete la cuestión del margen que tiene el gobierno para elegir a sus colaboradores militares. Es un hecho que Gloodtdofsky fue premiado por el gobierno, primero otorgándole un destino en la Casa Militar, con lo que, en medio de las gestiones para obtener información sobre los desaparecidos, lo colocaba en el círculo más íntimo del Poder Ejecutivo; después fue ascendido a General, tras su inclusión en una lista de posibles candidatos, en la que al principio no aparecía su nombre.

Y finalmente fue destinado a Haití, en una misión delicada, tanto por la responsabilidad de asumir la segunda comandancia de todas las tropas de las Naciones Unidas destacadas allí como por el hecho de que esa participación es polémica, dentro y fuera de fronteras (de las nuestras y de las de Haití). Tan delicada es la misión y tanta responsabilidad implica, que recientemente 113 cascos azules de Sri Lanka fueron desafectados y evacuados de Haití, acusados de incurrir en aberraciones sexuales. Tales episodios -y otras acusaciones de conductas similares respecto de otros contingentes- generan en la población haitiana un creciente sentimiento de rechazo a la misión de las Naciones Unidas.

¿Se equivocó el gobierno en la valoración de las aptitudes del General Gloodtdofsky? ¿O su promoción fue consecuencia de "la lógica de lo posible", que podría expresarse de modo más coloquial: "es lo que hay, valor"? En cualquier caso, la decisión del gobierno fija una pauta: las medidas serán tajantes cuando se producen los hechos. Ello lleva a visualizar un escenario en el que el gobierno se arriesga a que se produzcan tales incidentes, pero, ocurridos, no los tolera. De ser así la ecuación, el gobierno se enfrenta a la eventualidad de actuar, siempre, de contragolpe. Quizás no haya otro remedio.


EL PENSAMIENTO ÍNTIMO.
Entre las expresiones de acatamiento de los militares al poder político y las opiniones que les merece ese mismo poder hay una gran distancia, whisky o café con leche mediante. La pregunta que se impone es dilucidar si ese pensamiento íntimo que desprecia al poder civil y a la democracia está reducido a los Gloodtdofsky o es generalizado entre los mandos superiores. El Diputado Luis Rosadilla (MPP), en una entrevista con AM Libre, opinó al respecto: "Había un pensamiento dominante, es un pensamiento dominante”.

Ese pensamiento, esa ideología, queda contenida en función de las normas disciplinarias, de las normas institucionales. Es posible que eso se libere y se exprese tal como es, que parece ser lo que ha pasado. Parece ser que las cosas que no se dicen en determinadas situaciones o que se contienen, en otras se liberan, y eso también es parte de las transformaciones que hay que hacer, en la educación, replanteamiento de la historia, en los valores en que se deben educar las Fuerzas Armadas.


HAY MUCHO PARA HACER.
Parece ser que ese pensamiento está ahí, subterráneo, y a veces, deliberadamente o no se "libera". El General Pereira, en esa misma entrevista, aportó un punto de vista franco, directo: "Las Fuerzas Armadas están dentro de un sistema político. Creo que nadie puede decir que tenemos unas Fuerzas Armadas malas y un sistema bueno. Cuidado, si las Fuerzas Armadas son malas, el sistema es malo". El General Pereira sugiere una solución: "El sistema debe generar las condicionantes para unas buenas Fuerzas Armadas. Siempre que hay una Fuerza Armada hay una conducta política que de alguna manera propicia o disimula la sin conducta".

Y redondeó su pensamiento haciendo alusión a la foto de la tapa de la anterior edición de Brecha, que a la periodista Breccia le pareció toda una síntesis, puesto que la imagen del secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, sosteniendo un paraguas donde Gloodtdofsky se cobijaba de la lluvia, le recordó otra fotografía, la famosa de Pinochet y Allende antes del golpe. Y dijo el General Pereira: "'Sobre la foto de Brecha, esa foto sí le cambia la cara, es una constante: siempre que hay un militar, hay un paraguas político arriba ".

Habrá que agradecerle al General Gloodtdofsky que sus infortunadas manifestaciones en Haití tuvieran la virtud de despejar una cuestión de futuro, no del pasado: la responsabilidad del poder civil para cambiar la mentalidad militar, en lugar de disimularla.


Brecha
Samuel Blixen
12/11/07

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