La deuda externa, el narcotráfico y el militarismo son tres fenómenos que marcan los últimos treinta años de la historia de América Latina. Algunos incluirían los movimientos guerrilleros de los años 60 y aunque no cabe duda de su importancia, tendrán que pasar todavía unos cuantos años para que no se los incluya en los fenómenos de la guerra fría. El tiempo se encargará de reducirlos a un fenómeno que es consecuencia de los problemas estructurales de ese subcontinente y no la causa.
Lo que si hubo a partir de la finalización de la segunda guerra mundial fue un aumento de la marginalización del subcontinente en el comercio internacional(1) y, principalmente, en su participación en la producción industrial internacional.
Las causas hay que buscarlas, principalmente, en los cambios científicos que provocaron aumentos de la producción agrícola y a la vez una baja de precios consecuencia de una disminución de los costos de producción y de la política comercial de los grandes productores (especialmente las multinacionales especializadas en el mercado agrícola) a través de las subvenciones.
También en el cambio substancial de la proporción del mercado agrícola en el comercio internacional, hasta llegar a fines de los ochenta en que este pasó a ser prácticamente no representativo en los mercados internacionales. La causa una vez más estaba en el cambio científico técnico que produjo el mayor cambio cualitativo que conoce la historia en un plazo de no más de medio siglo.
El cambio científico técnico influye también en la disminución de los precios de la materias primas industriales (cobre, estaño, etc) como consecuencia de su menor utilización en los procesos industriales y, en muchos casos, a un cambio de los sistemas de producción industriales.
Para dar una idea basta decir que en 1980 el comercio internacional se componía de manufacturas 56 %, productos de las industrias extractivas 29 % y productos agropecuarios 15 %; en sólo ocho años, o sea en 1988 estos datos pasaron a ser: manufacturas 73 %, productos de las industrias extractivas 13,5 % y productos agropecuarios 13,5 por ciento.(2)
La mayoría de los países latinoamericanos en esa época estaban más que proporcionalmente representados en el grupo de productos primarios y a su vez entre los países más endeudados del mundo. Así por ejemplo las importaciones en porcentajes de los países desarrollados de los países más endeudados del mundo (los diez primeros eran latinoamericanos) se componía así en categoría de productos según el nomenclator de la ONU: Argentina: productos alimenticios, representaba el 62 por ciento de las importaciones por parte de los países desarrollados. Bolivia: Menas, minerales y metales no ferrosos, representaba el 45 por ciento. Brasil: productos alimenticios, el 36,5 por ciento. Chile: Productos alimenticios, el 34 por ciento. Colombia: Productos alimenticios, el 54 por ciento. Ecuador: Productos alimenticios, el 74 por ciento. México: Combustibles, el 29 por ciento. Perú: Menas, minerales y metales no ferrosos, el 53 por ciento. Uruguay: Productos alimenticios, el 22,5 por ciento. Venezuela: Combustibles, el 95 por ciento.(3)
En estos mismos países la deuda externa evolucionaba de la siguiente forma en los años 80:(4) Argentina pasó de 27,2 mil millones de dólares a 56,8 mil millones de dólares. Bolivia pasó de 2,7 a 5,5. Brasil de 70,6 a 123,9. Chile de 12,1 a 21,2. Colombia de 6,9 a 17. Ecuador de 6 a 10,4. México de 57,4 a 107,9. Perú de 10 a 18,1. Uruguay de 1,7 a 4,2 y finalmente Venezuela de 29,5 a 36,5 miles de millones de dólares.(5)
Esto se reflejaba además en los siguientes indicadores: el valor unitario de las exportaciones mundiales evolucionaron en correlación a la caída de la demanda y a la baja de precios consecuente: el valor unitario de las exportaciones mundiales de productos agropecuarios fue tomando como base el año 1980, en 1981: 95; 1982: 88; 1983: 86; 1984: 87; 1985: 83; 1986: 93; 1987: 102 y 1988: 111.
El valor unitario de las exportaciones mundiales de productos minerales fue, tomando como base el año 1980, en 1981: 107; 1982: 101; 1983: 94; 1984: 90; 1985: 87; 1986: 65; 1987: 66 y 1988: 63.
En definitiva se trata de dejar claro que la crisis de deuda no fue ni imprevisible, ni siquiera producto del desconocimiento.
Simplemente las clases dirigentes no quisieron aprehender el cambio que se estaba produciendo en el mundo. Hacerlo significaba el fin de su poder y la democratización a fondo de sus países. Esto no estaba en los supuestos que ellos admitían cómo válidos.
Todo este panorama a llevado a que la situación de América Latina, se ha degradado a tal punto que nos cuesta reconocer el sentido de las discusiones que se daban a principios de los años sesenta.
Se ha dado tal caída en su bienestar material, en tan poco tiempo, que no tiene parangón con ningún otro proceso similar que se haya dado en región alguna del mundo durante cualquier período de la historia contemporánea.(6)
La democratización y la modernización de las sociedades parecían ser cuestiones secundarias, que tenían que ver o con la desaparición del imperialismo o bien surgirían como consecuencia del desarrollo económico.(7)
Los teóricos rehuyen aceptar los comportamientos irracionales porque no se prestan a un análisis lógico, pero estos existen. Es necesario, a nuestro entender, buscar los denominadores comunes que expliquen fenómenos que al analizarlos con los datos estadísticos y económicos normales no ofrecen conclusiones válidas.
La tragedia de la deuda existe. Pero es necesario, antes de proponer una solución, estudiar profundamente el origen del problema. El discurso de la mayoría de los dirigentes políticos latinoamericanos olvida las causas y simplifica las consecuencias. Son discursos maniqueos y simplistas que pretenden mantener las estructuras de las que ellos son parte.
Es escandaloso pretender un salvacionismo económico cuando no se muestra que se hizo con el dinero. Se ocultan los argumentos detrás de cifras inconmensurables para la práctica totalidad de las personas ¿Cómo puede aprehender la importancia de miles de millones de dólares, alguien cuyos ingresos no permiten más que el nivel de subsistencia?
La racionalidad, es el espíritu del cambio. Es el corolario lógico que surge de adecuar los medios a los fines, que es la esencia de la racionalidad, implica un proceso de adaptación continuo, incompatible con la apatía e indolencia de sistemas sociales derivados de la renta de la tierra.
El límite al tema de la deuda externa está en tener en cuenta que el subdesarrollo y el atraso no están determinados por el destino, ni por las fuerzas naturales. Las relaciones de clientelismo que determinan que la clase dirigente surja de las antiguas relaciones con la propiedad de la tierra es una condición necesaria para comenzar a comprender el problema, así como el parroquialismo de sus ideas.
Estas están enfrentadas con los conceptos de justicia, igualdad y con aquellas formas de pensamiento que sitúan en primer plano los imperativos de compasión, tolerancia, protección y asistencia.
NOTAS.
1. En 1988 América Latina representaba el 4 por ciento del total de las exportaciones mundiales y el 3,5 por ciento de las importaciones. De las exportaciones el 31,5 por ciento eran productos agrícolas, el 50,5 por ciento productos de las industrias extractivas y solamente el 17 por ciento manufacturas. GATT, "El comercio internacional 1988-1989", Ginebra, 1989.
2. GATT, "El comercio internacional 88-89", vól. I, Ginebra, 1989.
3. GATT, "El comercio internacional 1988-1989", Vól. II, Ginebra, 1989.
4. En los siete años que van de fines de 1974 a fines de 1981, la deuda externa de los países en vías de desarrollo no petroleros creció a una tasa anual del 20 por ciento. En términos reales, (deflactando con el índice del valor de las exportaciones de dichos países por ejemplo), la deuda creció a razón del 10 por ciento anual. La participación de las instituciones financieras privadas en los préstamos pasó del 21 por ciento en 1974 al 41 por ciento en 1981. cf. E. Brau y R.C. Williams con P.M. Keller and M. Nowak, Recent Multilateral Debt Restructurings with Official and Bank Creditors, International Monetary Found, Washington, 1983.
5. GATT, "El Comercio Internacional, 1988-89", Ginebra, 1989.
6. Según un documento de la oficina latinoamericana de la OIT. Cf. "Cinco Días", "Latinoamérica ha retrocedido 25 años en su desarrollo económico, Madrid, 7 de diciembre de 1988.
7. Cierto mito de la revolución socialista, nunca del todo definida, salvo en Cuba y las ideas desarrollistas del profesor Rostow, podrían ser el paradigma de la cuestión.
Leer: 2ª Parte -Deuda Externa, Corrupción y Oligarquía
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