4/9/08

Violaciones a los derechos humanos cometidas por funcionarios o agentes secretos y empleados de la CIA

En enero de 1974 la CIA emitió una directiva a todo su personal para que recabara información clandestina sobre tortura en Chile; mediante esta directiva se daba instrucciones al personal de la CIA para que a través de todos los agentes y canales de influencia disponibles se indujera al Gobierno chileno a modificar las medidas represivas y especialmente a eliminar la tortura. La CIA se sirvió activamente de sus informantes -especialmente los que tenía con aquellos miembros de los servicios que destacaban por sus abusos a los derechos humanos- para insistir en que los abusos a los derechos humanos iban en detrimento del la credibilidad del Gobierno en su propio país, dañaban su reputación internacional y no podían ser aceptados por el Gobierno de los Estados Unidos. En algunos casos, estos informantes permitieron a la CIA obtener información secreta sobre abusos a los derechos humanos que, de no haber sido así, no podría haberse conseguido.

Dadas la enorme variedad y naturaleza de los contactos de la CIA en Chile, la cuestión de los derechos humanos se manejó de diferentes maneras a lo largo de los años. Como ejemplo:

Con anterioridad al golpe de 1973, el asunto de los derechos humanos no era abordado en los contactos de enlace ni en los informes de inteligencia.

Se sabe que un informante de la CIA estaba involucrado en el intento fallido de golpe que hubo el 29 de junio de 1973, y que otro estaba implicado en el golpe que resultó con éxito el 11 de septiembre de 1973.

En octubre de 1973 la CIA contaba con información fidedigna de que un informante de alto nivel estaba involucrado en abusos concretos a los derechos humanos; se cortó toda relación con el mismo.

Aunque la CIA estaba informada de que un informante a alto nivel suscribía una linea dura y que por tanto era bastante probable que cometiera abusos, se permitió que continuara el contacto con él en ausencia de información específica sobre abusos a los derechos humanos.

La CIA mantuvo contacto indirecto con una fuente relacionada estrechamente con violadores de los derechos humanos. No existen pruebas de que la fuente se hubiera involucrado en los abusos, pero sin duda él estaba al corriente de tal práctica. El valor a efectos de inteligencia del informante era lo suficientemente importante como para no prescindir de él.

En el caso de un individuo respecto del cual la CIA disponía de información relativa a un asunto de corrupción que podía estar relacionado con abusos a los derechos humanos, se decidió mantener el contacto dada su posición y potencial valor de inteligencia.

En más de un caso, en vista de la posición de los informantes y su fidelidad al servicio, parecía probable que estuvieran involucrados en, conocieran de/o encubrieran abusos a los derechos humanos. Sin embargo, como tales informantes permitían a la CIA cumplir con su misión de rendir informes de inteligencia y mantener una vía mediante la cual hacer llegar sus preocupaciones sobre los abusos a los derechos humanos, el contacto no fue interrumpido.

En unos pocos casos, aunque la CIA tenía conocimiento de que el informante representaba a un servicio con un conocido historial de abusos a los derechos humanos, el contacto fue mantenido porque el renunciar a él hubiera repercutido negativamente en la obtención de información de inteligencia de la CIA.

En algunos casos no se realizaron verificaciones cuidadosas sobre el historial de derechos humanos de los informantes, y no se tomaban decisiones que tuvieran en cuenta el riesgo. En tales casos, si se estimaba que un informante tenía valor informativo, se autorizaba la continuidad del mismo.

La información relativa a los abusos a los derechos humanos de los informantes de la CIA tanto antiguos como activos por aquel entonces, se distribuía a la comunidad política y de inteligencia.


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