11/9/08

Escuadrones de la muerte. La escuela francesa

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Parte Nº3



Parte Nº4



Parte Nº5



Parte Nº6



Producido por Arte France y Canal + y exhibido por este último en la televisión francesa, este documental dirigido por Marie-Monique Robin permite extraer algunas conclusiones importantes.

La primera es que Escuadrones de la muerte: la escuela francesa se diferencia del documental más exitoso del año, Fahrenheit 9/11, dirigido por Michael Moore. Mientras en la película sobre la era Bush y la guerra de Irak la ideología es patente y el mensaje transparente, sin intención de provocar una reflexión en el espectador, este film sobre las relaciones entre las ultimas dictaduras latinoamericanas y el gobierno francés desarrolla un estilo seco, crudo, y en vez de tomar una posición –consciente de que no lo necesita– deja esa tarea a cargo del propio espectador.

La segunda es que Robin, mediante un conciso guión y una hábil edición (fruto del trabajo de Françoise Boulegue), consigue incluir un denso compilado de información en menos de una hora, que incluye el asesoramiento francés en las tácticas de represión y tortura durante la dictadura, el diseño del Plan Cóndor (que estableció lamentables lazos entre los servicios secretos como la DINA y la SIDE, permitiendo el aniquilamiento de numerosos enemigos de las dictaduras) y la similitud de los métodos usados en las guerras de Argelia e Indochina, en los cincuenta, con los implementados aquí en los setenta.

Pruebas, diálogos insólitos con los genocidas latinoamericanos y "asesores" del resto del mundo que, creyendo ingenuamente hablar con una historiadora de derecha, se descargan y exponen en toda su magnitud, van diseñando un mapa del horror y la hipocresía, dejando también en claro que en lo que se refiere a los años de plomo todavía queda mucha tela por cortar.

Lo llamativo es que muchos de los defectos de Escuadrones de la muerte parten de sus principales virtudes. Por una parte, su corta duración, adaptada a los requerimientos televisivos más que a los cinematográficos (se nota claramente que quedaron muchísimas horas y material en la mesa de edición), priva a la película de un análisis más completo. Por otra, su apego a una estética elemental le quita la innovación que han aportado otros documentales de fuerte contenido político, como Millhouse: A White Comedy y Point Of Order, de Emile De Antonio, films exhibidos en el último BAFICI.

Una de las más tremendas conclusiones que aporta Escuadrones de la muerte es que, como señaló el periodista Horacio Verbitsky en un debate posterior a la exhibición del film (en el que también estuvo la directora Robin), la dictadura asesina de Videla, Massera y compañía se sirvió de dos países para encarar la lucha "antisubversiva". En primer lugar, de Estados Unidos, que aportó el marco ideológico a nivel exterior, signado por la protección de Occidente frente a la "invasión comunista" proveniente de La Unión Soviética y China, con Cuba como referente latinoamericano, en plena Guerra Fría. En segundo lugar, de Francia, que a nivel interior brindó la capacitación y el entrenamiento para combatir a los "subversivos", posibilitando la página más negra de la historia latinoamericana contemporánea.

Escuadrones de la muerte es un film duro, sin vueltas, pero que concientiza al espectador sin necesidad de declamaciones ni estridencias. Le basta con la convicción mostrada a lo largo del relato.

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