El Congreso aprobó la victoria de Allende en las elecciones por un amplio margen -153 votos a favor frente a 35 en contra- el 24 de octubre. Inmediatamente después de la investidura de Allende el 3 de noviembre de 1970, el objetivo a largo plazo del Gobierno de los Estados Unidos era mantener activa la oposición con la esperanza de que pudiera derrotar a Allende en las elecciones de 1976. El papel de la CIA en Chile consistía básicamente en suministrar fondos e influir en los partidos políticos de la oposición. En 1971 se aprobó una nueva operación encubierta para renovar el apoyo al PDC. En 1972 se autorizó un nuevo proyecto de operación encubierta para suministrar apoyo al Partido Nacional y al Partido Radical Democrático. El sostenido apoyo financiero de la CIA a los mecanismos de propaganda descritos más arriba tenía por finalidad continuar con la colocación [de propaganda] en los medios de comunicación en apoyo a los partidos de la oposición y contra el régimen de Allende. La CIA recibió instrucciones de situar al Gobierno de los Estados Unidos en una posición que le permitiera obtener futuros beneficios de la solución, bien política o bien militar, al dilema chileno, según los acontecimientos se fueran sucediendo.
La CIA continuó recabando información de inteligencia sobre los oficiales del ejército chileno que desarrollaban una oposición activa contra el Gobierno de Allende, pero no se realizaron acciones para ayudarles en modo alguno. Algunos de los contratados y de los informantes de la CIA estaban en contacto directo con los conspiradores del golpe; las instrucciones de la CIA eran que el propósito de estos contactos consistía tan sólo en obtener información. A medida que los rumores sobre la planificación del golpe aumentaron a finales de 1972, la CIA puso especial cuidado en todos sus tratos con los oficiales del ejército chileno y continuó monitoreando sus actividades pero bajo ninguna circunstancia intentó influir en ellos. En octubre de 1972 existía el consenso en el Gobierno de los Estados Unidos de que los militares intentaban dar un golpe en algún momento, pero que no era necesario el apoyo de los Estados Unidos para el éxito del mismo y que la ayuda o intervención de los Estados Unidos en un golpe debiera evitarse.
El 21 de agosto de 1973 la Comisión 40 aprobó un desembolso presupuestario suplementario de un millón de dólares para aumentar la ayuda a los partidos políticos de oposición, lo que durante el período de Allende sitúa la cantidad total del gasto en operaciones encubiertas en aproximadamente 6,5 millones de dólares. A finales de agosto la Central solicitó autorización para brindar la máxima ayuda posible a las actividades de la oposición destinadas a promover la entrada de los militares chilenos en el gabinete de Allende. La renuncia del Comandante del Ejército, el General Carlos Prats (cuyas acciones eran firmemente fieles a la Constitución) y su sustitución por el General Augusto Pinochet (no un conspirador golpista, pero aparentemente proclive a consentir un golpe) pareció conferir una mayor unidad a las Fuerzas Armadas y fortaleció la institución en cuanto grupo de presión política. El Gobierno de la UP parecía temer un posible golpe militar y no estaba seguro de cómo reaccionar ante tal temor.
La Central se dio cuenta de que los objetivos de la oposición habían evolucionado hasta un punto inconsistente con la actual política de los Estados Unidos y buscó la autorización de Washington para respaldar una acción tan agresiva. Si bien el Embajador de los Estados Unidos en Chile estuvo de acuerdo con la necesidad de que Washington evaluara su política actual, no coincidió con la propuesta de la Central, temiendo que pudiera conducir al compromiso fáctico de los Estados Unidos con un golpe. Como respuesta, el Cuartel General de la CIA volvió a afirmar ante la Central que no tenía que haber ningún tipo de implicación con los militares en ninguna iniciativa de acción encubierta; no había apoyo para promover un golpe militar.
El 10 de septiembre de 1973 -el día anterior al golpe que terminó con el Gobierno de Allende- un oficial del ejército chileno informó a un agente de la CIA que se estaba planificando un golpe y solicitó la ayuda del Gobierno de los Estados Unidos.
Se le respondió que el Gobierno de los Estados Unidos no otorgaría ningún tipo de ayuda porque se trataba estrictamente de una cuestión interna de Chile. El agente de la Central le dijo también que esta petición sería transmitida a Washington. La CIA supo de la fecha exacta del golpe poco antes de que tuviera lugar. Durante el ataque al Palacio Presidencial y sus inmediatas consecuencias las actividades de la Central se limitaron a rendir informes de situación y de inteligencia.
La muerte de Allende tuvo lugar después de que el Presidente rechazara una oferta de los militares de sacarle a él y a su familia fuera de Chile. La evidencia disponible apunta a que el Presidente Allende se suicidó a medida que los golpistas entraban en el ala de sus oficinas. Una fuente fiable en lo que atañe a la muerte de Allende fue el Dr. Patricio Guijón, integrante del equipo médico del Presidente. Guijón estaba con Allende en el Palacio Presidencial de La Moneda durante el ataque y declaró que vio cómo Allende se disparaba con un fusil. La Comisión Nacional Chilena para la Verdad y la Reconciliación también concluyó en 1991 que Allende se quitó la vida. No hay información que indique que la CIA estuviera involucrada en la muerte de Allende.
Leer: 5º Parte - La implicación de las empresas estadounidenses
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