"No vi el momento en que matan a Roslik, pero sentí bien claro cuando ese Pocho Coubarrere gritó '¡Pará! ¡que éste ya dio!' y con eso entendí que Roslik había muerto", denunció ayer el ciudadano brasileño Antonio Pires da Silva Junior, quien regresó a Uruguay por primera vez después de aquella represión en San Javier en 1984.
Sentado en una silla de ruedas, con su flaco cuerpo arqueado sobre uno de los posabrazos, víctima de una grave enfermedad, Antonio Pires da Silva Junior, acompañado por el activista en derechos humanos Jair Krischke, narró ayer a la prensa uruguaya por primera vez el calvario que sufrió hace veinticuatro años.
Pires da Silva fue detenido junto a una decena de uruguayos con apellido de origen ruso en la localidad de San Javier en abril de 1984. Fue torturado junto al doctor Vladimir Roslik y escuchó el momento en que se produjo el deceso de quien se transformaría en el último muerto de la dictadura militar. "Yo era torturado en un sector y en otro adjunto era torturado el doctor Roslik. Torturaban a Roslik y le preguntaban por mí. Me torturaban a mí y me preguntaban por Roslik. Querían que uno delatase al otro. Pero yo no sabía nada, sólo lo conocía como médico. Me llevaron afuera y me hicieron un falso fusilamiento", relata emocionado. "Mientras nos torturaban cuenta yo escuché el nombre del que mandaba, era el Pocho Coubarrere. Esa es una de las personas más importantes de la muerte de Roslik (...) No vi el momento en que matan a Roslik, pero sentí bien claro cuando ese Pocho Coubarrere gritó "¡Pará! ¡que éste ya dio!" y con eso entendí que Roslik había muerto". Antonio Pires da Silva Junior nació en Brasil pero había vivido junto a sus padres en Tacuarembó y San Javier. Conocía al Dr. Vladmir Roslik que atendió a su familia. Habían regresado a su país luego de la represión de 1980, pero tras la muerte de su padre, de igual nombre y a quien apodaban "Café Café", Antonio volvió a San Javier. Aquella madrugada del 15 de abril Antonio fue detenido y torturado. Un comunicado de la Dinarp lo transformó en "chivo expiatorio" del asesinato de Roslik y lo acusó, bajo el "alias" de su padre, de ser, junto al médico muerto, uno de los encargados del tráfico de armas que en lanchas y aviones traía el "aparato armado del Partido Comunista". Antonio fue procesado por la Justicia Militar y terminó recluido en el Penal de Libertad, pero su situación fue denunciada ante la prensa de Porto Alegre por Jair Krischke y, en forma insólita, Pires da Silva fue liberado el 5 de setiembre en la plaza internacional de la fronteriza ciudad de Rivera. Krischke explica: "Los militares expulsan a Antonio. Fueron al Penal de Libertad, lo sacaron y lo dejaron en Rivera, con 80 pesos en el bolsillo. Cuando lo liberaron todavía tenía en su cuerpo las quemaduras de la tortura, pero ni el parte forense ni su denuncia ante la policía brasileña aparecen.
En 1984 la coordinación seguía", advierte. Pires da Silva Junior, quien en los últimos 24 años ha luchado contra toda tortura y realizado huelgas de hambre por la causa de los derechos humanos, viajo a Montevideo para cobrar una reparación otorgada por el Estado uruguayo y legalizar ante un escribano público su testimonio para que pueda ser utilizado si se abre el caso Roslik
La República
07/08/08
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