Hasta 1768 no hubo boticas, droguerías ni farmacias - como las dos primeras fueran llamadas posteriormente - en la joven Montevideo. Y la costumbre quería que los mismos médicos suministraran a sus enfermos y pacientes las medicinas que estos necesitaban. Pero debían proporcionárselas gratuitamente ...
Esta práctica, como es comprensible desde la perspectiva de hoy, no le hacía ninguna gracia a los "cirujanos", como solía llamárseles a los médicos de San Felipe y Santiago de ese entonces. Y se conservan testimonios escritos que documentan las quejas, disgustos y lamentaciones de los profesionales por semejante situación. Encima de que ganaban honorarios o sueldos muy bajos, según parece y relata la crónica de esos tiempos, tenían la obligación de surtir a sus enfermos como hasta hace poco se hacía con las muestras gratis, pero con la diferencia de que entonces las pagaba el galeno de su bolsillo.
Hubo un cirujano, muy conocido en su tiempo, un doctor Cardoso, que se pasó años protestando contra esta situación, hasta que en 1766, al final de su carrera se salió con la suya: logró que se le pagaran aparte los medicamentos, al menos los que le suministraba el hospital público; pero eso no lo resarció de los adelantos que, durante años, le hiciera de su bolsillo a las Arcas Reales, entregándoles medicamentos a cuenta, que por supuesto se le pagaron tardiamente o nunca.
Su sucesor, un cirujano de nombre Joseph Plá logró un importante progreso para la castigada profesión de los galenos: que los medicamentos se le enviaran gratuitamente desde Buenos Aires, donde si había boticas desde hacía tiempo; y estos eran tomados de la botica que fuera de los expulsados jesuitas.
Esta práctica perjudicial para los médicos ocasionó una derivación seguramente inesperada: en tren de ahorro, los médicos prefirieron muchas veces recetar medicinas muy simples, yuyos, tecitos o brebajes al alcance de cualquiera, que medicinalmente no surtirían mucho efecto ni servirían demasiado para curarse pero al menos aliviaban los gastos del propio galeno.
Ya en esos tiempos tan primitivos - Montevideo había cumplido apenas la cuarentena - aparece un gérmen de beneficios sociales en materia de asistencia médica: se dispone que los soldados de la guarnición, los presidiarios y los obreros que trabajan en las fortificaciones de la ciudad, así como sus familiares, recibirán gratuitamente los medicamentos.
"Boulevard Sarandí" de Milton Schinca.
(Los días de la fundación y la colonia - 1726-1805)
Anécdotas, gentes, sucesos del pasado montevideano.
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