7/7/08

Los fusilados de abril


En ""Los fusilados de abril", de oportuna reedición, la escritora Virginia Martínez reconstruye minuciosamente las dramáticas circunstancias que rodearon al salvaje asesinato de ocho militantes comunistas por parte de las fuerzas represivas, en la pesadillesca jornada del 17 de abril de 1972.

En este documentado libro, la autora recrea una escenografía de terror, instalada en uno de los tiempos más sangrientos de nuestra historia contemporánea.

Apenas algo más de un año antes del golpe de Estado, nuestro país se debatía en cruentos enfrentamientos, violencia política y una estremecedora escalada represiva contra el movimiento popular, los partidos de izquierda y los sindicatos.

Juan María Bordaberry continuó con la política del garrote inaugurada a fines de 1967 por Jorge Pacheco Areco, gobernando ­aún antes de la ruptura institucional­ mediante medidas prontas de seguridad, suspensión de garantías individuales, masivos encarcelamientos, torturas, ilegalización de organizaciones políticas y sociales y censura de prensa.

La luctuosa jornada del 14 de abril de 1972, apenas dos meses después de la asunción del mandatario colorado, fue el comienzo de uno de los tramos más duros del proceso que condujo a nuestro Uruguay al abismo autoritario.

La reveladora crónica de Virginia Martínez da cuenta de las convulsas horas que se vivieron ese día, desde los mortales atentados guerrilleros contra militares y civiles vinculados al aparato represivo del Estado, hasta los asesinatos perpetrados por las denominadas fuerzas conjuntas.

En el marco de ese auténtico caos, un episodio marcó a fuego el tortuoso itinerario de nuestro país rumbo a la dictadura: la toma por asalto de la sede central del Partido Comunista por parte de un comando armado del escuadrón de la muerte.

El patético episodio evidenció la impunidad con la que ya operaban los grupos de ultraderecha y el odio visceral que por entonces devoraba a la sociedad uruguaya.

Mediante numerosos testimonios, la escritora recrea todo lo sucedido en el local del PCU, mientras ­paradójicamente­ en el Palacio Legislativo, la Asamblea General debatía una propuesta del gobierno para la declaración de guerra interna.

Desarrollando dos relatos paralelos, la autora describe el estupor experimentado por los militantes comunistas que padecieron la ilegal agresión -que jamás fue investigada por el gobierno de la época- y la tensa sesión legislativa.

Virginia Martínez retrata la claustrofóbica atmósfera de ese 14 de abril, salpicado de enfrentamientos armados y graves denuncias parlamentarias, que ­mediante pruebas irrefutables­ pusieron al desnudo las actividades y delitos cometidos por las organizaciones fascistas que operaban en el país.

Uno de los planteos más enérgicos fue el del senador frenteamplista Zelmar Michelini -asesinado cuatro años después en Buenos Aires- quien advirtió que se avecinaba un auténtico baño de sangre.

Las acusaciones están registradas en las actas parlamentarias. De estos documentos surge nítidamente la responsabilidad, directa o indirecta, del gobierno de Bordaberry.

Según Virginia Martínez y otros testimonios recogidos en esta obra, el copamiento de la sede central del Partido Comunista fue una suerte de ensayo de la posterior masacre perpetrada en el seccional 20 de dicha fuerza política de izquierda.

La aprobación de facultades excepcionales al Poder Ejecutivo arrojó aún más leña al fuego, permitiendo a militares y policías actuar con absoluta discrecionalidad y desarrollar operaciones sin previa orden judicial.

La pesadilla registrada en este libro testimonial, transcurrió entre el domingo 16 y la madrugada del 17 de abril de 1972, cuando ocurrió efectivamente la masacre.

El relato, de trazo realmente desgarrador, es una auténtica crónica del espanto, que denuncia la barbarie del monstruo autoritario que ya crecía en el vientre de la sociedad uruguaya.

La narración registra, hora por hora, lo sucedido el domingo previo al genocidio, cuando el seccional 20 del Partido Comunista, emplazado en el barrio Paso Molino, sufrió reiterados allanamientos y varios de los militantes fueron detenidos sin motivos, al amparo de las medidas excepcionales que permitían a la represión actuar al margen de las normas constitucionales.

Por esos días, la población capitalina vivía aterrorizada, por la sucesión de atentados fascistas contra locales partidarios y dirigentes opositores y la presencia callejera siempre amenazante de efectivos uniformados.

Ese domingo 16 de abril permanece impreso en la memoria colectiva de numerosos vecinos, quienes, desde muy temprano, ya advirtieron que algo terrible se avecinaba.

Las calles del barrio eran permanentemente patrulladas por vehículos militares y policiales que trasladaban personal armado a guerra y en actitud visiblemente intimidatoria, lo que provocó un auténtico estado de conmoción.

El relato, que reconstruye esta trágica historia real acaecida hace más de treinta y tres años, da cuenta de una ciudad virtualmente sitiada como si se tratara de una ocupación por parte de una fuerza militar extranjera.

Varios testimonios recabados para este trabajo, contradicen la versión oficial sobre lo sucedido, tanto antes como después del bárbaro ataque perpetrado contra el local partidario.

No es un detalle menor que los medios de prensa estaban sometidos a una severa censura, que les impedía informar libremente sobre las actividades de las fuerzas conjuntas.

La estricta mordaza sembraba la confusión entre la población, que, salvo excepciones, estaba imposibilitada de acceder a información fidedigna en torno a qué estaba realmente sucediendo en nuestro convulsionado país.

Varios apagones seguramente provocados como parte del plan, incrementaron considerablemente la tensión y el temor que agobiaba a la perpleja población de Montevideo.

Sin embargo, aunque intuían que algo inusual estaba por suceder, ni siquiera las víctimas pudieron imaginar la magnitud del drama que, pocas horas después, se abatiría sobre ellas.

Ante la falta de una versión oficial medianamente confiable sobre los hechos, la autora acude a testimonios particulares ­algunos de ellos pertenecientes a sobrevivientes- que permiten recrear los momentos más estremecedores de la matanza.

Las fuentes interrogadas por la investigadora, que están claramente identificadas y en su mayoría no son miembros del Partido Comunista sino pobladores del barrio, garantizan la necesaria objetividad en la que se sustenta este trabajo.

Las afirmaciones de los testigos oculares y otras personas consultadas que debieron refugiarse en sus casas para evitar transformarse en blancos de la salvaje represión, confirman que los obreros comunistas fueron asesinados sin piedad.

Un detalle que no es ciertamente menor, es la probada participación en el cruento operativo de personas vestidas de civil, que, al igual que los uniformados, disponían de poderoso armamento.

La sangrienta jornada, cuidadosamente camuflada para evitar la condena pública, incluyó también masivas detenciones de otros militantes o presuntos sospechosos, cuyos derechos humanos fueron groseramente violados en los centros de detención.

Obviamente, la investigación no se agota en la mera descripción de la masacre de los ocho obreros comunistas, sino que trasciende a la mera crónica de lo sucedido en la luctuosa jornada del 17 de abril y los días sucesivos.

Los hechos posteriores demuestran- con absoluta contundencia- el dramático curso que estaba tomando la situación. En tal sentido, cabe recordar la grave responsabilidad política del gobierno encabezado por Bordaberry, que jamás investigó lo sucedido.

Las denuncias parlamentarias que con el acopio de pruebas confirmaron los asesinatos, colisionaron contra las evasivas y subterfugios de las autoridades, que difundieron una versión inmoralmente distorsionada de los hechos.

Tampoco fue posible integrar una comisión que pudiera trabajar para esclarecer los hechos, por la permanente actitud cómplice del oficialismo colorado y sus aliados estratégicos.

"Los fusilados de abril" es un libro de lectura imprescindible, que contribuye a superar las fracturas de la memoria en torno a uno de los episodios más trágicos de nuestro pasado reciente.

Cuatro años después de su primera edición, este trabajo conserva toda su fuerza de denuncia, en un momento histórico crucial para la épica lucha por la verdad y la justicia. *

(Edición de la Banda Oriental)

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