12/6/08

María Herminia Brenta de Erro



La viuda de Enrique Erro recibió a LA REPUBLICA en su casa de La Paz. Afirma que hay motivaciones políticas en el robo de todas las placas de bronce de la tumba de su marido. Recordó los años del desafuero, el golpe de Estado, la cárcel en Argentina, el asesinato de Zelmar y Toba y el exilio en Francia. No dejó de hablar del Pepe Mujica, de Tabaré Vázquez y hasta de Bordaberry y su hijo.

María Herminia Brenta de Erro tiene 89 años. Cumplirá los 90 el próximo 18 de enero ("un día después que Tabaré Vázquez", acota con complicidad). Convocó a LA REPUBLICA a su casa paterna de La Paz, en la misma pieza en la que nacieron ella y su hermano, comenta.

Quiere denunciar que han profanado la tumba de Enrique Erro en el cementerio de La Paz. Allí, donde está el panteón de los Brenta, hace 15 días alguien robó las siete placas de bronce y hasta una de acrílico que homenajeaban al dirigente político. No duda del móvil político en el hurto.

Se sienta en una silla clásica, forrada en rojo y ocre, con apoyabrazos en los que recuesta una muleta de aluminio que usa para desplazarse por un problema de cadera. Está enojada por lo ocurrido, pero se expresa con una tierna firmeza. En su presencia hay algo de "la pasionaria" Dolores Ibarruri. Puntualiza cada frase sin dudar. Se refiere a su marido por su apellido. Sólo habla de Enrique cuando menciona a su hijo. Recuerda los mínimos detalles de aquellos días del desafuero, de los golpes de Estado en Uruguay y en Argentina y del exilio en Francia.

A María Herminia le gusta recordar. De su lúcida memoria va rescatando las imágenes del joven Pepe Mujica, la conversaciones de café entre su marido y Zelmar Michelini, los años duros de cárcel en la Argentina... A María Herminia le gusta opinar, y no deja de hacerlo sobre el presente y el futuro.



"Tiene un tinte político"
"Me sorprende enormemente que haya pasado esto después de tantos años. Desde el año 1958, cuando murió mi tío y se puso una gran placa, hemos enterrado allí a mi familia sin que nunca nadie hiciera algo semejante. Había varias placas recordatorias de mi marido. Se llevaron todo...

-¿Cuándo ocurrió la profanación?

-Entre el jueves 16 y el domingo 19 de octubre. El miércoles un familiar fue a poner flores por su madre, que yo ofrecí que la pusieran en el panteón, y puso flores. Estaba todo en orden, pero el domingo cuando va un hermano de ella se encuentra con que no había ninguna placa.

-¿También robaron los panteones de alrededor?

-No. Solamente este, porque se estuvo recorriendo y panteón por medio está otro panteón viejo como el nuestro, de la familia Bianchi Antuna y toda las placas de bronce estaban, hasta unas plaquitas chiquitas de bronce que se las pueden poner en el bolsillo.

-Usted considera que fue un atentado...

­Sí, eso pienso, porque se llevaron hasta la placa de acrílico que le habían puesto a Luis Imaz, el que fue también diputado del Frente Amplio con Erro y que está enterrado en el panteón nuestro. Hasta la placa de acrílico se llevaron

-Estas placas desaparecen en un momento particular y en días particulares, cuando hay varios juicios contra civiles y militares de la dictadura que Erro combatió

-Yo a esto le veo un tinte como político. Porque justamente, tantos bronces que hay en otras tumbas y hasta jarrones de bronce, que quedaron allí.



Erro, Zelmar y el golpe
-El pasado 1º de octubre se cumplieron 22 años de la muerte de su esposo, Enrique Erro. ¿Usted qué siente cuando se entera que hay militares de aquella dictadura que van presos y existe la posibilidad de que el propio dictador Juan María Bordaberry sea procesado?

-¡Lo encuentro espléndido! Esto de que se esté haciendo juicios después de tantos años. Que se esté sacando a luz todo lo de los años esos, desde el 73 en adelante, hasta el 85, cuando vino Sanguinetti y quedó la cosa ahí, más o menos.

-¿Cómo recuerda a esta distancia de años aquellos días del intento de desafuero de Erro?

-Recuerdo todo. El desafuero fue rechazado en la Cámara y entonces, por culpa de Erro dieron el golpe de Estado...

-¿Fue por culpa de Erro que dieron el golpe de Estado?

-Sí, dieron el golpe de Estado, lo dieron porque tenían ganas de darlo ellos, no por culpa de Erro.

-El día del golpe de Estado, Erro se salva de ser detenido porque estaba en Buenos Aires...

-Justamente, había ido a una conferencia de Bibliotecas Populares, porque Erro era presidente de la Biblioteca Popular Artigas en Colón. Un amigo de Argentina, que presidía la Biblioteca Popular de Córdoba, lo invitó porque no se cuántos años cumplía de fundada esa biblioteca. Mi marido fue, y justo dan el golpe, que estaba todo preparado. Erro se fue con Imaz cuando ya se runruneaba que todo eso podía pasar. A los dos días fue Juan Chenlo, otro de los diputados de Erro, a decirle que esperara para ver qué pasaba. Detrás de él, también viajó Zelmar Michelini que fue a decirle a Erro que no volviera, cuando ya tenía los pasajes del aliscafo en el bolsillo para venirse. Michelini también se salvó por ir a convencer a Erro que se quería venir. Yo me quedé acá...



"Sólo conocíamos al Pepe"
-El desafuero se pidió porque Erro era acusado por los militares y Bordaberry de una supuesta conexión con la guerrilla. ¿Qué relación tenía Erro con los Tupamaros?

-¡Por favor! De los Tupamaros, al que Erro conocía desde chiquito era al Pepe Mujica que siempre había sido blanco. La mamá tenía un club de la Lista 4 en Paso de la Arena, en la casa de ellos mismos. Nosotros íbamos al club de Luce, como se llamaba la mamá, y ella venía al club que nosotros teníamos en Rondeau y Cerro Largo donde primero teníamos la Lista 41 del partido blanco y, cuando Erro se fue, pasó a ser de la alianza con el Partido Socialista en la Lista 4190 y después la sede de la Unión Popular, que quedó como Lista 4190 siempre...

-O sea que con el único tupamaro que Erro tenía relación era con el hoy ministro José Mujica.

-Que yo sepa era la única relación que tenía y desde años.

-¿Y cuál era para usted la razón por la que se acusaba a Erro?

-¡Yo que sé! ¡Si parecía que tuviéramos a todos los tupamaros acá adentro!

-¿Y cuándo se fue usted con Erro para Argentina?

-El 31 de agosto de 1973.

-¿Cómo era vivir en aquel exilio porteño?

-Fue una etapa dura en los primeros tiempos. Estábamos con Blanca (la hija) y con Tania, la nena que era chiquita, tenía 14 meses. Nos quedamos en el Hotel Roy.

-Y Erro no era de callarse...

-No se callaba nunca. De mañana, cuando llegaba el Vapor de la Carrera, no se podía entrar al Hotel Roy de la cantidad de gente que llegaba de Uruguay para hablar con Erro. Llegaban a la deriva, sin saber a dónde ir a dormir o dónde comer. Había unos curas de la Iglesia de San Miguel, que eran una gente progresista, y le habían ofrecido lugares en los colegios para poner a aquella gente que salía de Montevideo. Así fue arreglándole la cosa a tantos...



Un "preso del Ejecutivo"
-La referencia de Erro era Zelmar...

-Ah sí, sí, sí... Zelmar iba todos los días al hotel a hablar con Erro. Zelmar estaba en el Hotel Liberty en Corrientes y Florida, y nosotros en Corrientes y Esmeralda, a sólo una cuadra.

-¿Y Wilson?

-Wilson, yo no sé dónde estaba. Creo que tenía algún contacto, como con Gutiérrez Ruiz, pero la relación era con Zelmar. Se veían constantemente, en el café que había en Corrientes y Florida o en otro que había en Lavalle y Esmeralda, creo. Iban a tomar un café y a conversar.

-¿Cómo era la resistencia esos días?

-Imaginate que vivían siempre pensando en cómo tirar abajo la dictadura, pero, claro, la gente se seguía yendo para Buenos Aires, donde parecía que había más uruguayos que argentinos.

-Erro estaba preso cuando el golpe de Estado en Argentina.

-Sí, estaba preso desde el 7 de marzo de 1975.

-¿Bajo qué cargo lo encarcelaron?

-Ninguno. No le preguntaron ni cómo se llamaba. Era un preso del Ejecutivo o algo así. Primero lo metieron en la Federal, en Devoto, y después lo pasaron a Rawson, de ahí lo llevaron al Chaco y, luego, de nuevo a Rawson.

-Nunca fue condenado ni acusado aunque estaba entonces el gobierno legal de Isabel Perón.

-Perón ya se había muerto. Fue ella la que dio la orden de detención. Eso se arregló con los de acá, con el Gavazzo y los demás. Nunca hubo un documento que lo demostrara, pero era algo que se veía, que había una relación muy estrecha de aquel gobierno argentino y la dictadura uruguaya. Ya ve que al poco tiempo sacaron a la Isabelita también.

-Usted mencionó recién a Gavazzo. ¿Llegó a verlo o a conocerlo en Argentina?

-No, nunca supe que estuviera delante de un asesino de esos.



"El primero de la lista"
-¿Cuándo liberan a Erro?

-Liberado estaba desde el 5 de noviembre de 1976, pero lo mantuvieron en la Federal hasta el 13 de diciembre, que fue cuando se fue para Francia.

-Erro estaba preso, pero usted estaba en aquel Buenos Aires cuando asesinaron a Michelini y a Gutiérrez Ruiz.

-Fue una cosa terrible. Yo fui inmediatamente a las Naciones Unidas para pedir protección para Blanca y la nena chiquita. Mi hijo ya estaba en Francia, había salido de preso en Uruguay y se había ido para París.

-¿Cómo se enteró Erro de la muerte de su amigo Zelmar?

-Lo supo enseguida, por las visitas que recibían otros presos. Erro la única visita que tenía era yo y llevaba a veces a la nena, porque sufría de no ver al abuelo. Cuando la muerte de Michelini estaba en la Federal. Erro estaba azorado por lo que les habían hecho tanto a Michelini como a Gutiérrez Ruiz. Fue un choque muy grande para él.

-¿Le comentó algo al respecto?

-Lo que quería era que tratáramos de irnos para Francia. Cuando yo fui a Naciones Unidas para pedir protección me recibió el doctor Kresne, que era alemán, se puso las manos en la cabeza y me decía: "¡Hay segnora! (imita el acento alemán). Si hay un momento en que hay que alegagse de que una pegsona este pgesa es este, pogque su magido era el pgrimero de la lista...".
-Cuando sueltan a Erro, se van para París.

-El se fue. Yo me quedé hasta marzo del 77, porque resulta que nosotros habíamos comprado una casita para evitar andar pagando alquiler. Vendimos un terreno que teníamos en una playa por Parque del Plata. Con eso y un poco más que pudimos juntar compramos la casita en Martínez. Todos le decían que no fuéramos para tal lado o para el otro porque podía haber mucha gente de mal vivir o mucho milico. Nos dijeron que fuéramos para el norte de Buenos Aires.

Ahí estuvimos tres años y medio hasta irnos a Francia.

-En Europa Erro también luchaba contra la dictadura.

-¡Ah, sí! Estuvo en Venezuela, México y recorrió por todos lados... A los viajes iba él, yo estaba con la nena, Tania, que todavía era chica, sólo tenía 4 años. Y teníamos dos perros, el "Chiquito" y el "Tupá", que había que atenderlos. Después sí lo acompañé, cuando era una época más tranquila.



"Erro estaría contento"
-Erro muere el 1º de octubre de 1984, antes que en Uruguay se volvieran a realizar elecciones. No pudo ver el regreso a la democracia.

-El tenía esperanzas de volver. No sabía lo que tenía. Hizo una leucemia, pero le habían dicho que tenía várices, no se cuánto. A mí misma no me habían dicho lo que en realidad tenía. El que sabía todo era Enrique, el hijo. Lo atendía el doctor Dighiero y no quisieron decirle para que no se cayera.

-Si a usted le dieran hoy la posibilidad de testificar en el juicio que por el golpe de Estado le están haciendo a Bordaberry, ¿qué le diría al juez?

-¡Ah, no sé! Le diría lo que me saliera en ese momento. Creo que le gritaría: ¡Asesino! Es lo menos que se le podría decir.

-Bordaberry se defiende diciendo que cuando el golpe de Estado él ya no tenía poder. Su hijo afirma que el golpe ya se había dado el 9 de febrero.

-Yo no escuché el debate. Lo oí a pedazos, no lo escuché todo, porque a mí me da tanto asco ese Bordaberry, tanto asco... No lo pude ver en la televisión, pero después lo leí, y qué quiere que le diga: es digno hijo del padre.

-Si le pudiera decir algo a quienes robaron las placas de bronce de la tumba de Erro, ¿qué le diría?

-Que son unos profanadores de tumba sin respeto y unos ladrones, porque ¡hay que ir a robarle a los muertos!

-Desde sus casi 90 años ¿qué piensa del futuro de Uruguay?

-Pienso que ahora tiene una vía diferente. Otro camino que se va cumpliendo.

Yo tengo mucha fe en Vázquez, porque sé que es un hombre muy honrado y honesto, que sólo por ser un oncólogo uno se da cuenta lo que sabe de luchar contra esa desgraciada enfermedad.

Yo tengo mucha fe.

Tanto en él como en el Pepe, al que conozco desde que tenía 17 años cuando era de la juventud blanca.

¡Qué contento estaría Erro si lo viera al Pepe de ministro!


La República
Roger Rodriguez
02/11/06

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