6/6/08

Fraude electoral - Di Candia (II)

Un acto electoral pautado por rispideces, falsedades y violencias

Como pocas veces en la historia, las semanas previas a las elecciones del 71, se vieron enturbiadas por actos que los orientales, votadores por naturaleza, desconocían.

Como era previsible, teniendo en cuenta simplemente el grado de las radicalizaciones ideológicas en que estaba dividido el país, la propaganda político-partidaria expuesta a la opinión pública durante los dos meses previos a las elecciones del 71, estuvo plagada de excesos, exageraciones y falsedades. Un repaso de algunos de los titulares del diario frenteamplista El Eco, orientado por Federico Fasano, surgido luego de la clausura de Ya y poco antes del cierre definitivo del también izquierdista La Idea, puede dar una noción de aquel clima. Complot en Secundaria. - Muerto por la espalda (en referencia al estudiante Spósito). -Amenazan con volar el cine Pocitos. - Pacheco se derrite como un helado. - Obispos: sí al Frente. - Reelección: presionan a empresas. - Inauguran campo de concentración. - Nos quieren clausurar. - Prohibirían a Pacheco el uso de los símbolos patrios. - Se quiere enloquecer a los presos políticos.- Abdala: "Pacheco está con la rosca".- Bárbaros: a 25 días de los comicios nos clausuran. (Este título llenaba media página de la portada del diario, que pese a haber sido clausurado logró editar cinco mil ejemplares y sacarlos por la azoteas). ¿Cómo olvidar su pasado anodino, su infidencia, su viaje a Grecia y su porteñismo oligarca? (nota dedicada al doctor Jorge Batlle).- La vergüenza del régimen: los campos de concentración. - La historia negra y triste de la JUP. Los artículos que servían de apoyo a los textos seguían la línea tremendista de sus titulares. Uno de ellos, tal vez de los más recordados, hacía alusión a un acto del diputado reeleccionista Wilson Craviotto (al que el diario El Eco identificaba solamente con las iniciales WC) en el cual alguien con la intención de que su gracia pasara a la posteridad, le había arrojado una víbora al estrado. La foto de página entera mostraba al diputado con el ofidio frentista en la mano.

Tampoco se quedaban atrás los medios opuestos a la recién nacida coalición de todas las fuerzas de izquierda. Aunque su lenguaje era otro, la forma de intentar engañar a la población, sugiriendo que un posible gobierno del Frente Amplio iba a ser algo parecido al advenimiento del Apocalipsis, daba una idea de que en materia de hipérboles nadie se quedaba atrás. Por lo pronto, todos los diarios blancos y colorados, empezaron a llamar al Frente Amplio Frente Comunista buscando que la asimilación del nuevo nucleamiento con un partido al que a pocos años de finalizado el stalinismo, todavía era fácil identificar con la falta de libertades, la violencia y la fuerza, sirviera como efecto negativo. El diario El País solía ir aún más allá y a la actriz China Zorrilla, que se había proclamado votante del Frente Amplio, la denominaba China Comunista, en alusión al país asiático. Por otro lado, los eslóganes elegidos para la campaña, hacían referencias a la salvación del Uruguay, el cual, se sugería veladamente, caería al abismo de ganar las izquierdas. Hay que evitar que los malos uruguayos destruyan a la patria insistían los nacionalistas de la línea herrerista, mientras la marcha que identificaba a su binomio presidencial lo repetía: "Vienen los orientales cargando a fondo / para salvar la patria con Aguerrondo". Los partidarios de la otra fórmula nacionalista, Wilson Ferreira-Carlos Julio Pereyra, hacían también hincapié en el estado de convulsión generalizado, del cual ellos no se sentían responsables. Su eslogan era"cambia el país para vivir en paz". Las informaciones de ambos extremos del espectro político, ya fueran verdaderas o simplemente tendenciosas, no se daban respiro. A mediados de noviembre el diario frenteamplista El Eco informaba refiriéndose al pachequismo de una "gran piñata por la listas", asegurando palabra más palabra menos, que las huestes maragatas de Cersósimo encabezadas por el jefe de Policía de San José habían invadido la sede central de la Unión Nacional Reeleccionista destrozando carteles, sillas y toda clase de objetos a causa de que Pacheco había desplazado a su líder al tercer lugar del Senado poniendo en su lugar al ex quincista Carlos Fleitas. En los mismos días, El País contaba a sus lectores que en un acto del Frente que había tenido lugar en la explanada del Banco de Previsión, el general Líber Seregni, luego de hacer uso de la palabra, había tomado ostentosamente un ómnibus para dirigirse a su casa aplaudido por sus seguidores a causa de un acto tan popular, pero que a las cuatro cuadras se había bajado para subirse a su auto, estacionado subrepticiamente.

En los primeros días de noviembre, las rispideces aumentaron todavía más e incluso los hechos alcanzaron situaciones de gran violencia, una de ellas culminada con el terrible resultado de un niño muerto. Los hechos sucedieron en Rocha y quien procura en estas notas dar una versión objetiva de lo ocurrido, va a repetir datos que le han proporcionado numerosos testigos de uno y otro pelo partidario. La caravana frenteamplista —la primera que recorría el país— encontró una enconada resistencia cívica al llegar a determinados departamentos con inmensa mayoría de seguidores de los partidos tradicionales. En la ciudad de Treinta y Tres un grupo de señoras entre las que se encontraba la esposa del escribano Basilisio Saravia, caudillo colorado local, no solamente abucheó el acto sino que realizó un acto de higiene política que no tiene igual en el país, el cual le fue contado a este cronista por Diana Saravia, en ese momento diputada por aquel departamento, en una entrevista publicada en Búsqueda en diciembre de 1990: "Los oriundos de Treinta y Tres suelen ser muy radicales en sus juicios. En una elección, luego de un acto del Frente Amplio, un grupo de personas lavó el lugar donde se había realizado con agua y jabón". Las pasiones de los treintaytresinos eran conocidas: poco antes habían expulsado del departamento con prohibición de volver, al conjunto de música popular que le había dado más glorias al solar, el dúo Los Olimareños. Pero en esa ocasión la ola de intolerancia se había extendiendo hacia Rocha. Al llegar la caravana del Frente a la ciudad de Lascano, la reacción se repitió, impulsada esta vez por varias damas locales a las que daba apoyo logístico una durísima prédica radial de uno de los sacerdotes del lugar. El acto igual se realizó, en medio de una lluvia de cascotazos y enfrentamientos personales. Envuelta en ese clima, la gira tomó la carretera hacia Rocha, pero al pasar por el pueblo 19 de Abril, de nuevo se suscitaron incidentes. Hubo intercambio de disparos y uno de ellos —nunca se supo de qué lado— penetró por la ventana de una casa y privó de su vida al niño Osvaldo Amonte, de once años. Hubo varios detenidos, pero era de esperar que al llegar a la capital Departamental, donde el Frente era muy minoritario, volvieran a repetirse los problemas. Lamentablemente ocurrió así. Cuando el general Seregni se encontraba en el estrado, una persona de nombre Alejandro Blasco, de quien se dijo estaba con alguna copa de más y al cual (a este periodista le consta) se le había dado abundante manija, atacó al líder del Frente utilizando una sevillana. El asunto no pasó a mayores, pero fue una clara demostración de que las intolerancias verbales que habían caracterizado la propaganda electoral, estaban pasando rápidamente a cosas mucho peores. Una de ellas, por lo burdamente calumniosas, por sus imprevisibles consecuencias, se recuerda todavía hoy. A mediados de noviembre y luego de haber sido clausurado por diez ediciones, el vespertino El Eco publicó una edición monstruo de ochenta páginas en cuya portada se denunciaba con inmensos titulares que la campaña electoral de Wilson Ferreira Aldunate era financiada por la ESSO. El texto explicaba que obraba en poder del diario la fotocopia de un cheque de esa empresa estadounidense que se había utilizado para pagar los gastos de propaganda. Esta denuncia motivó que el líder nacionalista negara las acusaciones e iniciara un juicio contra los responsables del diario. Federico Fasano explicó posteriormente en su libro Paren las rotativas (Ed. Octubre, 1973) que mientras él se encontraba ausente en Buenos Aires, uno de sus cronistas había obtenido de un canal de televisión esa información confidencial que involucraba al movimiento Por la Patria. El hecho es que la copia del cheque nunca apareció y de poco valieron las disculpas. Lo único que puede deducirse de este triste episodio es que aquel periodista de El Eco, fue engañado deliberadamente por personas allegadas a uno de los tres canales (es sabido que todos ellos eran oficialistas y antifrentistas) con el fin de que el diario en el cual trabajaba hiciera un papelón. Para intentar reponerse de ese fiasco periodístico, el incansable Fasano obtuvo poco después, mediante el simple recurso de la sustracción, las fotocopias de recibos por doce millones de pesos entregados a Jorge Batlle por la firma Corbex para financiar su campaña. El libro Paren las rotativas lo cuenta de esta manera. "La furia de Jorge Batlle ante al masazo fue tal —según me contaron amigos infidentes de Acción— que sus gritos contra el popular Chito Cardozo que le había firmado los recibos a Corbex, se oían a decenas de metros de distancia. (...) ¿Cómo obtuvieron los de El Eco los recibos de la donación? gritaba Jorge Batlle contra "la cuarta de fierro" de donde sustrajimos la documentación". El error de la acusación contra Ferreira Aldunate hizo perder fuerza a esta otra denuncia, en caso de ser cierta, pero lo que quedó claro fue que a esa altura de la campaña electoral, para muchos ya no existían los escrúpulos y que todo recurso era válido. Una prueba más que consistente, la brindaron los avisos de enorme valor comercial que empezaron a llenar de páginas enteras los diarios El Día, Acción y El País, y a consumir minutos y minutos de los espacios televisivos. Quienes habían estado en Chile en fecha reciente, decían que eran exactamente iguales a los que la oposición había divulgado en ocasión de la elección del Presidente socialista Salvador Allende en 1970. Teniendo en cuenta la reconocida intervención de la CIA en su derrocamiento, no era difícil adivinar de dónde provenía esta catarata publicitaria que llegaba ahora a nuestro país. Los avisos televisivos alcanzaron extremos tan imaginativos que no era fácil tomarlos en serio: muros como el de Berlín atravesando Montevideo por la mitad como un augurio de lo que podía significar un gobierno del Frente Amplio, la advertencia de que votar a la izquierda era autorizar a que los niños fueran separados por la fuerza de sus familias y llevados a estudiar a Moscú, los tanques soviéticos que habían arrasado Hungría y Checoslovaquia, dueños ahora de nuestra capital. Los anuncios de página entera de los diarios presagiaban parecidas catástrofes. Comenzaron a salir al despuntar noviembre y eran del siguiente tenor. Uno de ellos, exponía una gran foto de la tan cuestionada invasión soviética a Hungría de la cual se cumplían años en ese mes y su texto decía: "4 de noviembre de 1956. 4.000 tanques blindados, escuadrones de bombarderos y 200.000 soldados de tropas comunistas de Rusia, invaden la república de Hungría y aplastan el movimiento liberal. ¡ALERTA URUGUAY!" Otro aviso traía una foto de un enorme general José Artigas de pie, acompañado de estas reflexiones: "La Patria está en peligro. Usted tiene que votar para salvarla del totalitarismo. Ellos piensan borrar el mapa del Uruguay como nación libre e independiente. Lo han hecho ya en otros países donde implantan la miseria, el terror y la esclavitud. Son los especialistas del miedo, del sojuzgamiento, de la planificación de la escasez. Ellos votan para que usted no pueda votar nunca más. ¡DETENGALOS!" Un tercer anuncio de prensa escrita y hago la salvedad que todos han sido copiados textualmente de la prensa de la época, decía, debajo de una foto del muro de Berlín donde se veía a una señora teniendo en alto a un niñito para que pudieran verlo los que estaban del otro lado, imposibilitados de salir: "¿Usted quiere que sus hijos conozcan así a sus abuelos o que no lleguen a conocerlos jamás? ¡ALERTA URUGUAY!"

Una encuesta vino a enturbiar todavía más el complicado escenario preelectoral. La empresa Gallup que en ese momento era la única encuestadora, publicó un informe según el cual las cifras favorecían netamente al Partido Colorado y a la reelección de Pacheco Areco y daban una gran votación al Frente Amplio. Esto provocó una inmediata reacción del grupo ferreirista Por la Patria que ordenó la publicación de media página en todos los diarios exteriorizando su ira. El título principal era muy duro y de por sí demostraba un gran enojo: "¡LA ENCUESTA GALLUP MIENTE!" Luego seguía un texto que exhortaba: "La Junta Nacional de Por la Patria denuncia la falsificación de la muestra hecha por Gallup y el ocultamiento de datos. ¡DESMIENTA GALLUP!" La encuestadora no contestó nada pero contó con un aliado imprevisto: el grupo que auspiciaba la fórmula del general Mario Aguerrondo y Alberto Heber, el que en otro anuncio apoyó discretamente a la encuesta afirmando que según ella, la alianza herrerista era la que había tenido mayores aumentos porcentuales en cada medición.

Una semana antes de las elecciones pasó fugazmente por Montevideo el músico de jazz más grande de la historia: Duke Ellington. Tenía setenta y dos años, tocó en el Palacio Peñarol y la barahúnda electoral lo hizo pasar desapercibido. Ese mismo día, por medio de las radios, la prensa escrita y la televisión, se exhortó a las mujeres uruguayas a realizar una marcha hasta la Catedral para orar todas juntas por la paz del país. No pudieron entrar porque se los impidió una tenaz resistencia de dos sacerdotes católicos, Elizaga y Ponce de León y un pastor protestante, Emilio Castro. Hubo empellones y lo que tenía que ser una invocación a la concordia terminó con gritos e irritaciones. Todavía seguían secuestrados por los tupamaros Ulises Pereyra Reverbel, Carlos Frick Davies, Ricardo Ferrés (uno de cuyos hijos había fallecido en un accidente pocos días antes) y Jorge Berembau. A estas injustas situaciones y a otros problemas se refirió el Presidente de la República Jorge Pacheco Areco, en una alocución en cadena que también tuvo su aspecto político. En una de sus partes sustanciales decía: "Este voto debe ser usado con más cuidado que un fusil o una pistola. Debe usarse para guardar la democracia. Debe usarse para condenar la sedición y luchar por la paz. Hay que recordar al alma honrada de los uruguayos que a pocos días del acto electoral un grupo de hombres sigue secuestrado. Hay que desconfiar de quienes callan estas cosas".

A pocas horas de las elecciones, como suele ocurrir, los triunfalismos de todos los partidos permitían augurar a quienes los proclamaban resultados favorables que rara vez se cumplían. El acto final del Frente Amplio en la avenida Agraciada fue tan grande que el diario El Eco tituló, poniéndose los lentes de aumento: "¡MEDIO MILLON! ¿Y ahora quién nos para?" El propio Federico Fasano comentaría en su libro: "A las 8 de la noche subo con los fotógrafos a la casa de un amigo ferreirista, el doctor Alberto Volonté, que hidalgamente me permitió sacar las fotos de la pueblada. Su apartamento está ubicado en los últimos pisos del cine Rex en 18 de julio y Julio Herrera y Obes. (...) La visión desde el apartamento de Volonté era electrizante. Me hacía acordar a las concentraciones argentinas en Plaza de Mayo cuando el general Perón se dirigía a las multitudes". En páginas interiores, había otro título voluminoso que rezaba, en el estilo habitual de la publicación: "¡Pacheco, banana, mirá qué caravana!" La realidad posterior demostraría que los votos obtenidos por el Frente en Montevideo iban a ser muchos menos de la mitad de aquella cifra anunciada por el diario. El mismo Fasano escribiría, luego del acto electoral: "Nos equivocamos todos, se equivocó la Gallup, se equivocaron los observadores, se equivocaron las encuestas".

Los últimos días, incluido el de los comicios, ya que no existía la veda electoral, todos los medios siguieron bombardeando a los votantes con una publicidad en muchos casos virulenta.

Veinticuatro horas más tarde, con los resultados a la vista, iban a comenzar las alegrías para algunos, las decepciones para otros y las dudas para otra gran cantidad de electores.


Leer tercera parte: Acusaciones, dudas y atentados en un escrutinio muy conversado

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