"Yo no soy responsable de la libertad de Tróccoli ni de no haber respetado un plazo que no conocía", sostuvo el embajador uruguayo en Italia, Carlos Abín, sobre quien pesa un pedido de renuncia del abogado especialista en derechos humanos, Óscar López Goldaracena. El diplomático apuntó hacia el Poder Judicial como el culpable de que el pedido de extradición del militar jamás llegara al Tribunal de Salerno, donde le darían curso, y señaló que "la cuenta es muy sencilla", ya que de un total de 90 días, el documento "durmió 52 en el juzgado de origen" y explicó: a Italia "llegó el día 88 (de 90) y había que lograr un milagro".
EMILIANO COTELO:
El abogado Óscar López Goldaracena, especialista en derechos humanos y patrocinante en la causa de los traslados clandestinos de detenidos desaparecidos que fueron apresados en Argentina y traídos a Uruguay, pidió en forma pública la renuncia del embajador uruguayo en Italia, Carlos Abín.
Esto ocurrió luego de que algunos medios difundieron una versión que sostenía que el diplomático se había declarado responsable por la demora en la entrega de la documentación, que pedía la extradición del capitán retirado de la Armada Jorge Tróccoli, acusado de violar derechos humanos y arrestado en Italia.
Según informó ayer Canal 4, el embajador Abín llegará a Uruguay en los próximos días para brindar explicaciones en la Cancillería sobre la demora en las gestiones, que motivó que la justicia italiana dejara en libertad al militar.
La detención del marino, ocurrida en Salerno, Italia, reactivó en ese país la investigación en torno a los crímenes cometidos contra ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor, por lo cual Tróccoli, que estaba detenido en la prisión de Regina Coeli, enfrenta allá dos instancias judiciales. Se lo indaga por el secuestro y la desaparición de seis militantes de los Grupos de Acción Unificadora (GAU) ocurridos en Buenos Aires en 1977.
¿Qué fue lo que ocurrió exactamente? ¿Hasta qué punto la responsabilidad es del embajador en Italia? ¿Qué otras demoras estuvieron en juego para que el trámite terminara en el fracaso? Hace días que el asunto está sobre la mesa y ahora alcanza estas derivaciones, se llega a pedir la renuncia del embajador uruguayo en Italia.
Para entender lo sucedido, estamos en comunicación con el embajador Carlos Abín, que se encuentra en Roma.
A partir de la información de prensa nos planteábamos una cantidad de preguntas sobre qué era lo que había ocurrido. Vamos a repasar las fechas:
- El 13 de febrero, después de la Feria Judicial Mayor, el juez Luis Charles elevó a la Suprema Corte de Justicia (SCJ) un paquete con 600 fojas para que las tradujera al italiano y cursara el pedido de extradición.
- El 14 de febrero la SCJ hizo un llamado a interesados para traducir aquellos papeles.
- El 13 de marzo, tras distintas alternativas, el trámite terminó, fue a la Cancillería uruguaya y llegó a Italia el 18 de marzo, cuando el plazo para presentarlo ante la justicia italiana vencía el 23.
- Pese a que llegó a Roma el 18, no se presentó antes del 23, sino el 29, con lo cual llegó fuera de fecha y se produjo la liberación del capitán Tróccoli.
¿Cuáles son sus explicaciones en la parte que a usted le corresponde de todo esto?
***
CARLOS ABÍN:
Ante todo quiero decir dos cosas. Primero, yo no he hablado hasta el presente porque estoy sujeto a las jerarquías del ministerio, recién desde ayer de tarde, cuando hablé con el ministro, estoy autorizado a hacer declaraciones públicas. En su momento hice un informe al ministerio, que está en Montevideo desde hace ya unos cuantos días y que el ministro conoce.
En segundo lugar, hay algunas expresiones o manifestaciones que no sé dónde surgen, que no son correctas. Lo voy a decir de la manera más clara de que soy capaz: yo no soy responsable de la entrega fuera de plazo del expediente, yo no soy responsable de que el señor Tróccoli esté en libertad. Asumo la responsabilidad de todo lo que se hizo o se dejó de hacer en la embajada, que se hizo por decisión mía, con mi orientación o lo que hice personalmente. Lo digo para evitar que se quiera cortar el hilo por algún punto más delgado que el mío y se le quiera echar la culpa a algún funcionario. La responsabilidad de la embajada es mía.
Usted manejó fechas. Según me dicen, el plazo máximo, que era de 90 días, vencía el 23 de marzo. El expediente fue del juzgado de origen a la Corte el 13 de febrero. La cuenta es muy sencilla: de un total de 90 días, 52 durmió en el juzgado de origen. Yo no quiero atribuir responsabilidad, pero si era una cosa importante, como lo era, se podría haber habilitado la feria y activado el proceso de traducción mucho tiempo antes. De 90 días 52 durmió en el juzgado de origen, había feria, etcétera.
EC - Usted remarca que hubo una demora que pudo haberse evitado en el propio juzgado, antes de que el expediente fuera remitido a la SCJ.
CA - Yo saco conclusiones personales, subrayo las fechas para que se tengan presentes. El 7 de marzo se entregó para traducción, ya se estaba en más de 70 días sobre los 90, y el expediente, de 661 páginas, aún no había sido traducido. Parece que la traductora cuando vio las dimensiones de la cosa, dijo que no podía hacerlo, y hubo que llamar a otros traductores. El 13 de marzo, día 80, se entregó el expediente al Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE).
O sea, el 90% del plazo el expediente estuvo en manos del Poder Judicial, de sus distintas oficinas, traductores, etcétera y el 14 de marzo el MRE lo envió. Estuvo perfecto, lo hizo a velocidad relampagueante y de la manera correcta, porque lo envió por valija diplomática especial, a través de un courier, que es lo que se hace habitualmente.
EC - ¿El expediente fue remitido a la embajada en Roma por valija diplomática? Hay versiones distintas sobre ese punto.
CA - La valija diplomática se envía con una cierta periodicidad. Cuando hay que enviar algo cuyos plazos no coinciden con esa periodicidad, que es más o menos bimensual, se manda en una valija especial. Estamos hablando del 14 de marzo, era el viernes antes de Semana de Turismo, o lo mandaban el 14 de marzo o lo mandaban a fin de mes. Lo recibieron el 13 y lo enviaron el 14.
EC - La segunda puntualización importante: cuando la cancillería remitió a Roma el expediente, ¿usted recibió algún tipo de advertencia en cuanto a que se estaba cerca del vencimiento de los plazos, que había que actuar con premura?
CA - Quien debió advertir esto es quien tiene el control del trámite y conoce el plazo, que es el Poder Judicial. Sin embargo, la comunicación del Poder Judicial dice que se envía el expediente "a sus efectos". Habría bastado con agregar "adviértese que el plazo vence tal día", medio renglón escrito a máquina, para que la situación hubiera sido totalmente diferente.
EC - ¿Usted recibió algún tipo de anotación, de advertencia de la cancillería sobre los plazos?
CA - No, la cancillería cuando envía esas cosas por valija especial normalmente pone "para su urgente tramitación". Pero nadie en cancillería no podía hacerlo, porque debe hacerlo el que controla el trámite, en este caso el Poder Judicial.
Si usted tiene un plazo de 90 días, envía el expediente cuando van 80 y calcula que llegará el día 84 u 85, lo menos que puede hacer es advertirle al pobre que va a tener que terminar el trámite, que vence tal día. No costaba nada, era una frase de medio renglón agregada a la comunicación. Esto no es responsabilidad del MRE, porque quien controla el trámite, quien sabe cuál es el plazo, quien insta el trámite, es el Poder Judicial. En esto, el MRE y la embajada son solo un correo, simplemente tienen que hacer el trámite de entregar.
EC - De todos modos, era un caso muy notorio, no podía escapar a su conocimiento. Seguramente usted mismo conocía cómo corrían los plazos y cuáles eran las fechas.
CA - No, yo no conozco ni puedo calificar eso. El tema de la detención de Tróccoli, que primero se presentó, después lo liberaron, lo volvieron a agarrar, tenía dos causas y por una lo liberaron, pero quedó detenido por la otra. Yo no sé cuándo se empieza a contar el plazo, no puedo ponerme a determinar eso, no tengo cómo hacerlo.
EC - Cuando usted recibió los papeles, el 18, en Roma, no sabía cuál era la fecha tope para presentarlos.
CA - No. Esto llegó a Roma el 18 de tarde, y el plazo no vencía el 23, porque si se mira el almanaque, el 23 fue domingo, el 22 fue sábado, de modo que vencía el viernes 21. El expediente me llegó a la embajada el martes 18 de Semana Santa o de Turismo y el plazo vencía el viernes 21. Pero además, ese no era para mandar el expediente al Ministerio de Relaciones Exteriores italiano, sino que esa cartera debía tramitarlo internamente y hacerlo llegar al juzgado. El plazo se cumple si el expediente llega al juzgado, al Tribunal de Salerno, que queda a 250 kilómetros de Roma, el 21.
[Aquí llegó el día 85 cuando el plazo vencía el 88] y había que lograr ese milagro. Si uno no conoce la necesidad no puede hacer el milagro, nadie lo advirtió; se podría haber hecho con una llamada, de mil maneras.
EC - Usted dice que el expediente llegó a la embajada en Roma el día...
CA - En realidad el día 85, pero si contamos que sábado y domingo, 22 y 23, no eran hábiles para esto, quedaban tres días.
EC - Llegó el día 85 y había que entregarlo en el 88 en el juzgado de Salerno.
CA – Y eso no lo podemos hacer nosotros. Lo único que podemos hacer es presentarlo al Ministerio de Relaciones Exteriores italiano, que tiene que hacer el giro interno y hacerlo llegar al juzgado el viernes 21 a más tardar. De modo que basta explicarlo para ver que, aunque nos hubieran advertido las fechas, era una tarea imposible. Me llegó el expediente en Semana Santa o de Turismo, con un plazo que vencía el viernes santo, con tres días, con la gente de vacaciones aquí, las oficinas cerradas, Italia sin gobierno y en campaña electoral. ¿Qué le parece?
EC - ¿Cómo son los feriados en Italia en Semana Santa?
CA - Depende, por ejemplo los colegios dan la semana libre, y eso determina que todo el mundo se vaya de vacaciones, que prácticamente no haya actividad. Las oficinas en realidad no cierran, pero a nosotros nos creaba una gran incertidumbre dejar un expediente de esas dimensiones y esas características en una oficina en la que estaban en otra dimensión.
Además no teníamos claro cuál era la oficina. De hecho, cuando llegó el expediente mandé al cónsul personalmente –para asegurarme de que el expediente entrara bien, siempre sin conocer el plazo–, y él estuvo una mañana en el Ministerio de Relaciones hasta que logró hacerlo entrar de una forma que consideramos segura, es decir, bajo recibo y en la oficina que después de todas las averiguaciones quedó claro que era la que correspondía.
EC - Eso ocurrió recién el 29.
CA - No, el jueves 27.
EC - Ya habían pasado cuatro días del vencimiento del plazo. Una pregunta: el 18, cuando la embajada recibió los papeles de Montevideo, ¿usted estaba en funciones?
CA - Sí, estaba en funciones, pero no estaba en la embajada, porque además de todo esto, la embajada estaba en obras. Teníamos una guardia de funcionarios diplomáticos, porque se hizo una obra en la que se cambiaron 14 ventanas, el piso, la instalación eléctrica –que estaba a punto de prenderse fuego–. Y como esa es una semana de muy baja actividad, como ocurre también en Uruguay, dejamos que la gente terminara y limpiara –estaban todos los escritorios amontonados en el medio de cada pieza para pintar, un caos–, y se hicieron guardias. La gente estaba cuando llegó el expediente.
EC - ¿Y usted cuándo tomó contacto con él?
CA - Yo tomé contacto con el expediente el martes 25, lo tomé para hacer la segunda revisación. La primera se hizo en la embajada, hoja por hoja, porque el expediente llegó en una bolsa de tela, mojada en una punta, era un expediente de siete kilos, de 1.367 páginas.
Cuando llega cualquier expediente o cualquier exhorto que hay que entregar a una oficina del Estado receptor, revisamos hoja por hoja para asegurarnos de que no tenga ningún deterioro. Más en este caso, un expediente tan grande, se revisó dos veces: la primera el cónsul y la segunda, yo con el cónsul, porque había algunas dudas. Hay que revisar que no falten hojas, que no hayan sido sustraídas, que no se hayan perdido en el viaje, que ninguna se hubiera deteriorado, mojado, que estuviera bien foliado.
No hay que olvidar que el abogado de la otra parte juega, yo busqué un criterio de máxima seguridad, porque si faltaba una hoja o estaba mal foliado, si había cualquier problema de tipo formal, sin entrar a analizar el contenido, podía dar lugar a una impugnación y a un rechazo.
EC - De todos modos, cuando usted tomó contacto con el expediente el plazo ya había vencido, el 25.
CA - Sí, pero no sabía que el plazo había vencido. Ya no sé cómo explicarlo.
EC - La persona que lo recibió en primer lugar en la embajada tampoco lo notó.
CA - Tampoco notó ¿qué?
EC - Que el plazo estaba por vencer.
CA - ¿Cómo íbamos a saber que el plazo vencía si nadie nos lo dijo? ¿Cómo podía saber yo que el plazo vencía?, ¿de dónde sacaba el dato?
EC - Y después, cuando accedió al documento…
CA - Hay dos criterios: el criterio de seguridad o el criterio de velocidad. Yo opté por el criterio de seguridad porque no tenía noción de que había un criterio de velocidad, un plazo que estaba venciendo. Nos tomamos el tiempo para revisar el expediente, no quisimos presentarlo un fin de semana, jueves y viernes de Turismo, con un feriado extra –porque en Italia el lunes después de Pascua, también es feriado–, no quisimos dejar un expediente de esa importancia sin una adecuada revisación y en una oficina sin saber qué iba a pasar después. Aun cuando nos hubieran dicho que vencía el 23 y hubiéramos hecho todo lo posible, no habría llegado al Tribunal de Salerno, que era adonde tenía que llegar.
EC - De modo que no son correctas las versiones que habían circulado, según las cuales usted asumía responsabilidad e incluso iba a venir a Montevideo a dar explicaciones al grupo de Familiares.
CA - Son dos cosas distintas, fáciles de entender. De lo que hizo la embajada –elegir el criterio de seguridad en esas condiciones en detrimento del criterio de velocidad, ignorando al vencimiento del plazo–, de cómo se hizo, de que se revisara el expediente –y puedo asegurar que estaba completo, entero y no le faltaba nada–, esas cosas las ordené yo, las hice yo, las dirigí yo. Pero no me hago responsable, no puedo hacerme responsable, de la presentación tardía, fuera de un plazo que vencía sin que yo lo conociera, por lo tanto no soy responsable de la consecuencia espantosa de eso, particularmente espantosa para mí por razones personales e históricas, de que este señor esté en libertad.
La verdad es esa, me manejé a ciegas en cuanto al vencimiento del plazo y lo lógico era que adoptara todas las precauciones. Lo volvería a hacer en las mismas condiciones. En una semana muy complicada desde el punto de vista de las oficinas y del trabajo, cuando todo el mundo está de vacaciones, no hay gobierno, en plena campaña electoral, ¿iba a tirar un expediente? Solo si hubiera tenido la noción, la conciencia de una urgencia espantosa.
Insisto: tenía que conseguir que siguiera su trámite dentro del ministerio italiano y terminara en el tribunal el viernes 21. Era imposible, el tiempo no daba en ningún caso, supiera o no yo el vencimiento. Si el expediente hubiera llegado una semana antes no habría pasado nada de esto, pero estuvo 80 de los 90 días en manos del Poder Judicial; ¿qué hubiera costado mandarlo una semana antes?
EC - Algunos oyentes plantean: ¿cómo se entiende que en la era de internet, del correo electrónico, del chat y de Skype no haya posibilidad de contactos informales entre Poder Judicial, cancillería, embajada en Roma, que advirtieran sobre las fechas que estaban en juego?
CA - Exacto, que lo llamen a uno y le digan: "Che, mirá que esto vence tal día". Porque nosotros no debíamos solamente presentarlo, sino además presionar en una oficina que en ese momento no funcionaba en realidad, para que hiciera la vuelta interna en el ministerio italiano, que no sé cuál es, y después lo hicieran llegar en Salerno, porque el 21 el expediente tenía que estar en Salerno, no en el Ministerio de Relaciones.
Si hubiera actuado de otra manera, si no me hubiera preocupado, me habría sacado el expediente de arriba, lo habría entregado, lo habría tirado en una oficina italiana, entonces la culpa habría sido del Estado italiano, y mire el lío que tendríamos. Pero yo no sabía que vencía el plazo, entonces preferí hacerlo de un modo bien seguro, controlar bien todo el expediente.
EC - Usted es un embajador político, fue nombrado en este período de gobierno, viene de la Vertiente Artiguista. Supongo que esta situación en la que queda con el grupo de Familiares de Desaparecidos es para usted es muy incómoda. ¿Qué pasos piensa dar en ese sentido?
CA - Quiero aclarar que a mí nadie me pidió que fuera a dar explicaciones a Montevideo, di las explicaciones mediante un informe escrito, que está en poder del ministro y que le pareció correcto. Allí sustancialmente digo, en forma más objetiva y con menos calentura, lo que estoy diciendo ahora. Yo ofrecí la posibilidad de ir a hablar con los familiares.
Este asunto en el que me veo envuelto involuntariamente es particularmente doloroso para mí, no porque Carlos Abín se vea involucrado en el tema y acusado de la demora, sino porque no existe en todo el MRE y en todo el cuerpo diplomático uruguayo nadie más interesado que yo ni más comprometido emocionalmente con el hecho de que Tróccoli esté preso, sea juzgado y castigado por los crímenes. Yo integré los GAU, allí me formé políticamente con Héctor Rodríguez, estuve desde 1969 hasta la autodisolución en 1984, muchas de las personas torturadas o desaparecidas por este señor son o eran amigos míos. Solo el hecho de la libertad de este hombre me provoca una verdadera conmoción que no puedo describir.
EC - ¿Va a venir a Montevideo a tener esa reunión?
CA - Voy a ir a Montevideo. Ayer hablé con el ministro, yo le había ofrecido esa posibilidad, y por supuesto voy a ir a hablar, a muchos de los familiares los conozco. Estoy muy afectado y creo que tengo que dar la cara y explicar básicamente esto mismo. Si no me hubiera interesado el asunto, habría tirado el expediente en el Ministerio de Relaciones italiano y no me habría preocupado más, pero quise asegurarme de que todo estuviera correcto, de que se presentara sin riesgo, en la oficina adecuada, pero ignoraba que había un vencimiento.
Yo no soy responsable de la libertad de Tróccoli ni de no haber respetado un plazo que no conocía. No soy responsable de la tramitación frustrada de un expediente para el cual había 90 días y a mí llegó cuando quedaban tres.
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