26/5/08

GILBERTO VÁZQUEZ

GILBERTO VÁZQUEZ LA OPERACIÓN PSICOPOLÍTICA DE UN LOCUAZ TERRORISTA DE ESTADO
Fugó, habló y lo pescaron. La del nuevamente preso Gilberto Vázquez no es una verborragia cualquiera. El militar, el ex integrante de "la pesada", eligió hablar nuevamente, no ya desde "la clandestinidad" de sus días de fugado del Hospital Militar, sino desde su estadía actual: la Cárcel Central.
"¿El Coronel Gilberto Vázquez acaba de decir que hay mucho malestar en las Fuerzas Armadas; habló de inestabilidad institucional...?", inquirió la periodista al abordar al subsecretario de Defensa Nacional, José Bayardi, a poco de culminar los actos conmemorativos de la Jura de la Constitución, en la plaza Matriz, el martes 18. Bayardi respondió que no iba a "entrar en el juego" del militar que estuvo prófugo 96 horas, y recordó que están abiertas aún investigaciones (en el ámbito militar y policial), que empezó a funcionar un Tribunal de Honor del Ejército y que el asunto sigue su trámite en un Juzgado. Mientras tanto; ningún hecho extraño a la rutina fue denunciado en el interior de la institución militar.
Fuentes judiciales dijeron a CARASyCARETAS que es altamente probable que el Juez disponga el procesamiento de este militar por posesión de documento falso, aunque esto no complicaría el proceso de su extradición (es un delito menor; y el estudio del pedido argentino se prolongaría aún alrededor de dos años). El impacto mediático de Vázquez Bisio se cerró en realidad el viernes 14, cuando varios medios de prensa consignaron sus declaraciones desde la Cárcel Central. Su reivindicación del terrorismo de Estado y el reconocimiento de que no sólo gozó de la amistad sino que fue en cierta medida un protegido (le pagó su fiesta de boda, por ejemplo) del tenebroso criminal argentino Aníbal Gordon, que comandó el centro de detención bonaerense Automotores Orletti, amortiguó la consistencia de sus propias denuncias. Tuvo incluso un efecto boomerang para este, por ahora, Coronel. Ninguna autocrítica surgió en sus labios de los nefastos años de plomo, salvo que "la dictadura duró demasiado".

ANÍBAL, EL NUMBER ONE
El grandilocuente Vázquez Bisio no respondió a preguntas centrales de la prensa: ¿por qué quedó, solo cuando se escapó?; ¿qué pasó en Orletti, donde desaparecieron tantos uruguayos?; ¿participó en los ¿"vuelos de la muerte" que trasladaron a compatriotas desde Buenos Aires a Montevideo?
El militar reconoció que estuvo en algunas de esas "operaciones", pero por ahora no piensa hablar más. Insistió en que nada tiene que ver con la desaparición de la nuera de Juan Gelman. Pero después se refirió a Gordon como "un hombre fuerte lleno de valores [sic]. Pagó la fiesta de mi casamiento en 1977". Cuando se habla de la represión del pasado y los negocios, la primera figura que aparece en toda conversación es la de Gordon y su avidez por el dinero.
"Me tocó combatir mucho, derramar mucha sangre, pero si no hubiera sido así, Uruguay terminaba como Angola", sentenció en un momento. "Nosotros pusimos sacrificio y sangre para frenar a gente que estaba dispuesta a subvertirlo todo por medio de la violencia", dijo con orgullo en una lectura bipolar de la historia (buenos contra malos y todos armados). Cuando le preguntaron las razones por las cuáles durante la dictadura (es decir, desde junio de 1973) hicieron desaparecer o mataron a militantes que habían actuado en la legalidad, se limitó a decir que eso obedeció a motivos ajenos a su voluntad. Es decir: no tiene culpa de nada; fue obediente a sus mandos de entonces, que según sus dichos lo compelían a reprimir sin reparar en límites. Aunque manifestó: "Siempre traté de que la violencia [con los detenidos] fuera casi quirúrgica, la mínima imprescindible".
Vázquez Bisio dijo que discrepa con el "silencio austero" autoimpuesto por los militares desde 1985 sobre los hechos del pasado. Justificó su fuga en que necesitaba "romper el silencio y no quería complicar al general Manuel Saavedra, que es amigo de toda la vida". Sugestivamente hoy Saavedra tiene su destino incierto porque le dispensó un trato privilegiado y no nombró a ningún custodia cuando el uniformado fue al Hospital Militar para ser tratado por un supuesto malestar, creando las condiciones para su huida de la Justicia.

"HICIMOS LAS COSAS BIEN"
Los motivos centrales de la fuga parecen ser otros. El militar afirmó: "Hay que seguir adelante porque el tema de fondo es otro. Yo estoy decidido a seguir hasta el final, porque además esto es la continuación de la guerra por otros medios". Fue el estratega alemán Karl von Clausewitz (1780-1831) quien en su obra De la guerra dijo por primera vez que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Todo hecho bélico es, por lo tanto, privativo -en última instancia- de circunstancias que se desarrollan en el ámbito de la política. Fuentes militares dijeron a CARASyCARETAS que Vázquez Bisio reconoció que la suya es "una operación psicopolítica"; sale a la prensa por razones políticas: debilitar al gobierno, hacer caer a quienes conducen al Ejército, revisar el pasado inyectando optimismo a los retirados: se hizo lo que había que hacer ("estoy orgulloso, hicimos las cosas bien").
Entonces ironizó con respecto al Presidente Tabaré Vázquez, dijo que es él, el militar que hoy está en el banquillo de los acusados, quien sustenta una moral acrisolada y no el Comandante de su fuerza militar, y transmitió una visión oscura acerca de lo que pasa dentro de los cuarteles. Según la versión del diario El País del viernes 13, las Fuerzas Armadas están actualmente "en una confusión total". "Yo no falté al honor, el que faltó al honor fue el Comandante Teniente general Carlos Díaz", al que acusó de "mentir" porque volvió a sostener que le propuso una posible salida para su extradición, negada por el Jefe militar y otro de los generales que estaban en una reunión de camaradería, Walter Díaz Tito. Entonces Vázquez Bisio vuelve a invocar al general Saavedra ("no salió a desmentir, por algo será"), complicando más el panorama a este oficial superior que nada hizo para garantizar su calidad de detenido cuando dejó la División I para ir al Hospital Militar.
Cuando se refirió al Presidente Vázquez recurrió a la ironía: "El único logro de este gobierno son los derechos humanos: el Presidente sigue pescando, se ocupa de su hobby [la medicina], por el que recibe 100 mil pesos, y de la pesca. Le dedica sólo dos días de la semana a la presidencia y mientras tanto los niños mendigan y luego roban. ¿Qué otra cosa pueden hacer?"

TACHO Y PICANA
Vázquez Bisio, que no tuvo ningún apoyo organizativo en su fuga, no sólo criticó el "silenció austero" de sus camaradas de armas, sino que dio una versión diferente acerca de lo que pasaba en 1975 y 1976. Se distanció por lo tanto de lo sostenido en forma corporativa por las Fuerzas Armadas en cuanto al final de la guerrilla fijada en 1972 {Délas Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental, dos tomos, 1976). Para este retirado, "En 1976 la guerrilla y quienes querían imponer un sistema político de tipo socialista no estaban quebrados. Sólo los tupamaros estaban desarticulados (no derrotados), pero había otros grupos con voluntad de combatir", dijo. Mencionó al Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), a cuyas filas pertenecieron buena parte de los desaparecidos en Buenos Aires; "Por suerte les salimos al cruce a tiempo, porque si no, el baño de sangre hubiera sido peor", dijo a Búsqueda el jueves 13.
Y entonces reconoció que "el peor enemigo de la época a juicio de las Fuerzas Armadas era el Partido Comunista, cuya estructura en 1975 se encontraba intacta". Según el retirado, el PCU "era una fuerza de temer", destacó su subordinación a la entonces Unión Soviética, poseedora de "una organización más vertical y organizada que la que teníamos los propios militares", subrayó. El anticomunismo de Vázquez Bisio -que lo llevó a ser Teniente de Artigas de muy jovencito y a estar en la inteligencia en los tiempos que los represores definen como "del tacho y la picana"- se exhibió por demás ululante al referirse en detalles, en su óptica, a un PCU financiado, organizado, con aparato armado poseedor de avanzados fusiles y morteros, pero que nunca operó.
Definió al MLN -organización con la que los militares se enfrentaron a balazos por años, que conoció la tortura sistemática y que después tuvo durante una década en situaciones de cautiverio extremo a diez de sus principales figuras- como "muchachos líricos sin mucha idea de en qué se metían"; sostuvo que el hoy Senador Eleuterio Fernández Huidobro fue "su cerebro militar" y reflexionó: "Hicieron lo que pudieron y cuando dan una palabra, la verdad es que la cumplen". No tuvo palabras de consideración para con su Jefe en los años duros. Dijo que el Teniente Coronel José Nino Gavazzo: "Era el primero en llegar y el último en irse; era un obsesionado por el trabajo y por el combate [...] Creo que llegó un momento en que se rayó" (Búsqueda); "Gavazzo no tiene inteligencia ninguna, pero es tenaz" (El País), afirmaciones que abren interrogantes sobre las desavenencias de estos uniformados que protagonizaron hechos tan graves.
En la conferencia de prensa colectiva se le preguntó acerca de su obsesión por el PCU y su aparente simpatía por el MLN. ¿Cómo se explica esto? Y Vázquez Bisio fue directo: "los tupas no son los que joden", dijo, y señaló que la revisión acerca de lo que pasó en los tiempos de terrorismo estatal tiene su origen en otros grupos frentistas. Y dijo, nostálgico, que integró en su momento "el núcleo duro" del Ejército.

QUIEN FUE ANIBAL GORDON
Aníbal Gordon, 'Coronel Labanda', 'Coronel Felipe Salvador Silva' y 'Marcelo Quintana' fueron algunos de los nombres con los que se mimetizó este capo mañoso argentino, surgido de las entrañas de la ultraderecha peronista, que combinó el robo y los 'secuestros express' con la represión política más brutal al integrar primero los Comandos de la Triple A y después grupos de tareas que ejecutaron tres décadas atrás una "operación exterminio", cuyo desenlace fueron alrededor de 30 mil detenidos-desaparecidos, entre ellos muchos uruguayos que estaban exiliados en Buenos Aires cuando imperaba en nuestro país una dictadura (1973-1985).
Gordon fue Comandante del centro clandestino de detención y muerte Automotores Orletti, que funcionó entre el 14 de mayo y el 3 de noviembre de 1976. En ese lugar lo habría conocido Gilberto Vázquez Bisio, convertido después en su amigo y su protegido. Gordon lideraba una banda mafiosa que inicialmente asaltó bancos, organizó estafas y maniobras extorsivas, y después operó como orgánico de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), donde tenía un rango jerárquico importante (era IM5, equiparable al grado de Coronel del Ejército) desde los tiempos en que ese servicio era comandado por el General Rene Otto Paladino, que a instancias de José López Rega armó la Triple A, preámbulo del embate represivo definitivo cuando el golpe de 1976. Uno de los ideólogos de aquel tiempo fue el General Ramón Camps, que proclamó: "Si entre cien secuestrados y muertos se logra encontrar a diez culpables, está justificada nuestra metodología". ¿Cuál era ésta? La secuencia secuestro, tortura y mue rte de aquellos sospechosos de ser "subversivos".
El periodista uruguayo Enrique Rodríguez Larreta fue uno de los presos de Orletti que pudo escapar a la muerte y desde Europa hizo la primera denuncia de este "chupadero", según el lenguaje de los genocidas. Esta fue su descripción de Aníbal Gordon: "El Jefe del destacamento [...] es un oficial de alto grado, al que sus subordinados mencionan como 'El Jova' o 'El Jovato', lo que en argot bonaerense significa 'El Viejo'. Al llegar al local en el que permanecimos detenidos fue él quien nos pidió los datos identifica torios. Pude apreciar a través de la bolsa que me cubría la cabeza que era un hombre de unos 50 o 55 años, de alrededor de 1 metro 75 de estatura, de complexión fuerte, rasgos marcados, pelo recortado y algo canoso. Vestía botas, pantalones de montar, ropa de abrigo típicamente militar" (enero de 1977, Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados).

ANIBAL EN URUGUAY
Una feroz lucha de poder en el interior de la dictadura argentina hizo que Aníbal Gordon y parte de su banda (unos diez hombres) llegaran a Uruguay, donde según distintas versiones estuvieron relacionados con el negocio de la distribución de la carne y hasta fundaron su propia agencia de seguridad privada, después adquirida por una compañía argentina. En abril de 1986 Germán Araújo denunció en el Senado que el ex Jefe naval Hugo León Márquez protegió a Gordon, le dio documentos a nombre de Marcelo Quintana que lo convirtieron en oficial de la inteligencia naval y lo autorizó a usar una vivienda en la zona de La Paloma. En el verano, el Oficial Quintana asesoraba a la Prefectura de Punta del Este y llegó a extorsionar a propietarios de boites del lugar, que radicaron las respectivas denuncias en la Policía sin que pasara nada. Después de unos años de existencia rumbosa, el capo mañoso buscó otro refugio. Hoy está muerto y sigue siendo una figura mítica del terrorismo de Estado para la ultraderecha que sigue nostálgica en la guerra fría.
Luis Casal Beck (Caras y Caretas)

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