2/1/09

El 68 uruguayo (XIII)

El 68 uruguayo. Tercera Parte. Capítulo 3. Se intensifican las movilizaciones populares.

En esos días, los cañeros de UTAA han llegado de nuevo a Montevideo en una nueva marcha “Por la tierra y con Sendic”.
Su arribo estuvo precedido por numerosos incidentes policiales que se iniciaron desde la instalación misma del campamento cañero en Bella Unión.
El día 14 de abril, a consecuencia de una infección tetánica había muerto una joven madre que participaba de la marcha, pese a su delicado estado de salud, María Lourdes Pintos.
La caravana había recorrido todo el país con el apoyo, de distinta intensidad, de diversas fuerzas sociales, políticas y de la Iglesia. (1)




La situación en la Enseñanza Secundaria
En febrero los profesores efectivos e interinos de Enseñanza Secundaria eligieron tres de los siete miembros del Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria. En la elección resultó triunfadora la lista encabezada por Washington Viñoles, un docente con trayectoria sindical y que, por primera vez en la historia de la enseñanza media, ingresaba a contienda electoral en el organismo con el respaldo sindical de la Federación Nacional de Profesores.
Viñoles obtuvo 1.045 votos frente a la lista que tradicionalmente resultaba vencedora (“Hacia la reforma”) encabezada por el Prof. H. D’Elía que obtuvo 814 sufragios. La lista encabezada por el Prof. Praderi, de extrema derecha, obtuvo 140 votos. En total se emitieron 3.260 votos, la participación más alta registrada hasta entonces. (“El País”, 18 de marzo de 1968).
De acuerdo a la Ley Orgánica vigente, el director general se elegía en el propio Consejo, integrado con los representantes de la Universidad de la República, la Universidad del Trabajo y Enseñanza Primaria.
Normalmente la designación recaía en el primer titular de la lista más votada. Luego esta resolución era homologada por el Poder Ejecutivo quien solicitaba la venia correspondiente del Senado.
Inmediatamente después del triunfo del Prof. W. Viñoles, el diario “El País” editorializa convocando a todos los demócratas de Enseñanza Secundaria para unirse contra él. (30 de marzo, pág. 3).
A lo largo del año 68 los profesores de Enseñanza Secundaria vieron postergados, una y otra vez, el reconocimiento por parte del gobierno del director democráticamente elegido por los docentes, de acuerdo a las normas legales vigentes en el organismo.
A mediados de abril el gremio anuncia que habrá huelga en Secundaria si no respetan la elección (“El Día”, 22 de abril). Posteriormente, surge la candidatura del Profesor Arturo Rodríguez Zorrilla, que cuenta con el respaldo del sindicato.
En el Senado, la mayoría de la Comisión de Administración, que estudiaba el otorgamiento de la venia, cita al Prof. Rodríguez Zorrilla “a efectos de conocer su opinión acerca del sistema democrático-republicano “. El fundamento de esta pretensión lo dio el Senador blanco Dr. Penadés, al atribuir a Rodríguez Zorrilla que “en ciertos artículos publicados en «Epoca» atacaba a las instituciones democráticas“.
El veto de las derechas al Prof. A. Rodríguez Zorrilla se mantendrá agravando la situación conflictiva. Los paros y la asambleas docentes serán frecuentes y también esto será un factor que alimentará la movilización estudiantil que, aunque centrada inicialmente en la reivindicación del boleto, tendrá como trasfondo, también, la movilización de los profesores contra la intolerancia de la mayoría de derecha que controlaba el gobierno y el Senado.
Secundaria era también escenario de otras tensiones y conflictos: desconocimiento de los egresados del IPA en la provisión de los cargos docentes, nombramiento de adscriptos por designación directa, mala remuneración del profesorado agudizada por la irregularidad y el atraso continuo de los pagos. (2)
Ya desde meses antes se vivían situaciones de violencia contra locales liceales, protagonizados por grupos que actuaban con tolerancia de la policía.
Es en este cuadro de crisis general y movilización de docentes y funcionarios que es posible comprender una de las medidas más interesantes y a la vez más criticadas por la derecha: los contracursos.
Estos se van a desarrollar tanto en Secundaria, como en la UTU y en la Universidad. Expresaban la vitalidad profunda de la resistencia que desde el área de la educación pública se levantaba contra el proyecto autoritario.
El 26 de octubre La VII Asamblea Nacional de Profesores (prevista en el artículo 40 del Estatuto, es decir, en la que participan obligatoriamente todos los docentes) “declara que: Los «contracursos» (o «cursos libres» o «cursos de capacitación social») constituyen una forma plausible de «contacto entre estudiantes y profesores», tendientes a “contribuir a elucidar y satisfacer necesidades de diversa índole, vivamente sentidas por los jóvenes educandos y que éstos, de hecho, no consideran pertinente o posible tratar en el marco de los cursos regulares, cuya realización estará garantizada en la medida que tengan plena vigencia los “principios de autonomía y libertad de cátedra” (“La Fuerzas Armadas al Pueblo Oriental. De la subversión”). Junta de Comandantes e.. Jefe, Tomo 1°, 1978. Pág. 634).



Incidentes el 1° de Mayo
En este período las diferencias entre las distintas tendencias del movimiento obrero se tornan muy ásperas. El 1° de Mayo, una multitud se había congregado en el mitin de la CNT. Una poderosa columna donde se juntaban sindicatos, agrupaciones y militantes identificados con la tendencia combativa dinamizan la manifestación.
Frente a la Embajada de los EE.UU., en la Avda. Agraciada (hoy Libertador), entre Mercedes y Uruguay, se producen incidentes entre manifestantes de algunos grupos de la tendencia, los cañeros de UTAA y acompañantes solidarios con su marcha enfrentados a grupos de seguridad del P.Comunista, alineados como contención, frente a la Embajada.
Este incidente no fue primero ni único entre las distintas corrientes durante ese período y los años que siguieron, pero en 1968 fue uno de los más graves, sobre todo por el número de personas que directa o indirectamente se vieron involucradas, queriéndolo o no. Posteriormente la policía carga contra el mitin y lo disuelve, en medio de enfrentamientos.



Conflicto en la banca oficial
“No hay alternativa. La fuerza no hará trabajar a quien no quiera trabajar”.
C. Quijano. “Marcha”, 5 de julio, pág. 32.

“Los paros seguirán hasta que el deterioro del bolsillo comience a hacerse sentir; porque seguiremos aplicando sanciones de carácter económico. Cuando el presupuesto esté suficientemente deteriorado veremos quién sigue con deseos de hacer paros o, aun, de arriesgar la pérdida del empleo. El caso del Banco de Seguros es muy ilustrativo; se trata de un servicio importante pero no esencial. Si los funcionarios siguen haciendo paros deteriorarán las finanzas del Banco hasta que este se funda. Y cuando ello ocurra, se quedarán sin trabajo, mientras que el Estado no sufrirá un perjuicio fundamental”.
Ministro del Interior Eduardo Jiménez de Aréchaga.

“Yo tengo soluciones para el conflicto de ANCAP de OSE, de UTE, y no recuerdo para cuál otro conflicto; pero con los bancarios nada, no doy un paso atrás y si tiene que morir un bancario, morirá “.
Presidente Jorge Pacheco. Junio de 1968. Citado por Julio Herrera Vargas, Ob. cit., pág.36

En abril, en la banca oficial ha triunfado la lista de la tendencia. El que esto escribe es elegido presidente del Consejo Directivo del Sector Banca Oficial de AEBU.
A partir de mayo, la dirección, en una nueva mayoría, impulsa la movilización del sector, que agrupa alrededor de 8 mil trabajadores. Las asambleas se suceden cada vez con una participación más amplia. En ellas se rechaza la fórmula salarial propuesta por el gobierno, que consagra en los hechos una rebaja del salario real.
Con el propósito de hacer recaer sobre AEBU las responsabilidades del conflicto el gobierno decide, en las primeras semanas de junio, el cierre de los Bancos Oficiales, pese a que, en ese momento, no se estaban llevando a cabo medidas gremiales.
En las semanas siguientes fueron reiteradas las expresiones de intransigencia, tanto del Presidente de la República como del Ministro del Interior, Jiménez, en relación a encontrar soluciones para el conflicto en la Banca Oficial.

* * *

En mayo de 1968 nos mandó llamar Julio Herrera Vargas, integrante del directorio del Banco de la República.
Unas semanas antes, nuestra agrupación sindical había ganado las elecciones en el sector de trabajadores de la banca oficial y nos correspondía la responsabilidad de ejercer la presidencia del Consejo Directivo.
Allá fuimos.
Existía una situación conflictiva en el gremio originada en la caída del salario real y en la intransigencia del gobierno en reparar esa situación. Como vimos, antes las movilizaciones habían determinado la destitución de compañeros, la declaración de medidas de seguridad y encarcelamiento de dirigentes sindicales.
El gremio reivindicaba ajuste de acuerdo al aumento del índice de precios al consumo, jerarquizando la importancia de contemplar los sectores de más bajos ingresos, de manera que todos accedieran a un salario mínimo vital (lo que hoy se llamaría una canasta familiar básica).
La distancia entre las demandas gremiales y la decisión del gobierno era grande, por lo que se esperaba una situación conflictiva.
Herrera Vargas nos dijo: “Miren muchachos, aquí hay tres posiciones: la del gobierno, la del sindicato y la que ha elaborado la administración del BROU, con apoyo del Directorio que yo integro.
Nuestra fórmula salarial no es igual a la de ustedes pero es mejor que la del gobierno. Al gremio le resultará mejor apoyar una propuesta del directorio del BROU que aparecer empecinados defendiendo su concepto de salario mínimo.
Hay gente con mucho poder; en el gobierno y fuera de él, interesada en agravar este conflicto. Será el pretexto para nuevas medidas autoritarias y antipopulares cuyo alcance hoy es difícil de estimar”.
Palabra más, palabra menos, en esos términos se expresaba Julio Herrera Vargas en mayo de 1968. Ese día registramos sus expresiones, pero no nos convenció.
Por varias razones. En primer lugar no lo conocíamos suficientemente. Ese fue un error. No estábamos en condiciones de calibrar hasta qué punto eran serias las contradicciones existentes en el seno del gobierno colorado.
En segundo lugar, la agrupación político sindical que representábamos, la lista “19”, encarnaba la expresión más radical de protesta surgida en el gremio y también la desconfianza de un sector de trabajadores a las “soluciones realistas”, que no eran tales, en las que luego las autoridades incumplían sus compromisos . (3)
Para el 13 de junio estaba convocada la asamblea general del gremio. La dirección de tendencia llevaba la propuesta de “entroncar” (así se decía) el conflicto de la banca oficial con el que se gestaba hacia julio por el presupuesto para la Administración Central y la Enseñanza.
Evitar el aislamiento, conjuntar conflictos, ir agrupando en la acción a los sectores más movilizados, ese era, aunque algo toscamente delineado, el rumbo estratégico.
La propuesta de entroncar ambas movilizaciones, unificando la acción de los gremios, en la línea del tantas veces mentado “plan de lucha del 65”, respondía al hecho de estar enfrentando un enemigo común, a una decisión política de carácter general por parte del gobierno.

La asamblea fue interrumpida por el decreto de Medidas Prontas de Seguridad. El texto del mismo no deja dudas en cuanto a quién van dirigidas las medidas.

NOTAS
(1) Sobre la experiencia de UTAA y las marchas cañeras existen abundantes referencias de memoria oral, en artículos periodísticos o evocaciones más o menos imprecisas. Un análisis documentado del tema muestra la existencia de distintas visiones en cuanto al significado de su presencia en Montevideo y su participación en las luchas que se desarrollaban en la capital.
La versión de Mauricio Rosencoff en su obra “La rebelión de los Cañeros” (Editorial Aportes. Mdeo 1969) pone el acento en la unidad por encima de cualquier diferencia de orientación (págs. 102 y 103). No se hace allí ninguna mención a debates ni a los incidentes durante la marcha, particularmente los del 10 de mayo del 68.
Otra versión, de origen también MLN, es la contenida en el “Documento 3”: “Doscientos cañero actuando como foco de repudio activo a la embajada de los EE.UU. obligó a una manifestación de miles de trabajadores el 1 Mayo a enfrentarse a la policía cuando los planes de los, al parecer, omnipotentes dirigentes de la CNT eran muy otros”.
Todo parece indicar que la versión oficial del MLN, contenida en este documento, expresa sólo parcialmente la realidad de los hechos.
De todos modos el concepto de “foco” aparece también aquí, ahora operando en otro terreno, el de la movilización sindical. Parece claro que este concepto no resulta el más adecuado para dirimir las controversias entre las distintas corrientes del movimiento obrero.

(2) El atraso en los pagos era habitual para todos los organismos de la enseñanza pública, motivando reiteradas denuncias por parte de la FUM (Federación Uruguaya del Magisterio).

(3) Apenas unos días después, Julio Herrera Vargas, en una actitud sin precedentes por parte del Presidente de la República, fue separado de su cargo de director del BROU, por oponerse a las medidas represivas contra el gremio adoptadas por el P. Ejecutivo. El día que salió de sede central en la calle Cerrito, en un hecho también sin precedentes e indicador de los tiempos que corrían, fue acompañado por cientos de trabajadores del BROU que lo saludaban y se solidarizaban con su conducta.
Herrera Vargas denunció luego en el Paraninfo de la Universidad los entretelones de la devaluación del 29 de abril de 1968, en el que aparecía involucrado el Dr. Jorge Batlle. Las denuncias de J. Herrera Vargas causaron una gran conmoción.
Desde “Acción” se organizó una campaña de descalificación personal del denunciante, basándose en que era propietario de un caballo de carrera. Julio Herrera Vargas pertenecía a la lista 99 liderada por Zelmar Michelini y en cuya representación ejercía su cargo de director en el BROU.


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