3/1/09

El 68 uruguayo (XII)

El 68 uruguayo. Tercera parte. CAPITULO 2. Devaluación, infidencia y crisis política


La inflación, fuertemente alentada por los especuladores, contribuyó, por un lado, al empobrecimiento de los que recibían asignaciones fijas: asalariados, jubilados, pensionistas, etc. Al mismo tiempo contribuyó a acentuar el malestar político. Es significativo, en ese sentido, el documento que trascribimos a continuación.

“Lamentablemente, en estas circunstancias, la conducción nacional, en lugar de alentar el reordenamiento se ha dedicado a desatar el caos. Un gobierno que tomó el poder con la consigna de gobernar con su divisa, pero que perdió el respaldo de su propio partido; un gobierno que, en 18 meses de actuación, hizo circular 36 ministros de todas la orientaciones y vocaciones, desde líderes políticos hasta personeros de grandes intereses financieros, delincuentes comunes.
Un gobierno débil y desnorteado que generó el desconcierto y el caos a nivel nacional y al de cada actividad particular; un gobierno que, por su propia ineficacia, alentó o los más oscuros sucedáneos del poder de autoridad. Un gobierno coherente solo en su fidelidad a los intereses del grupo de Jorge Batlle, cuyo mando paralelo - ejercido por sus personeros financieros en el gabinete - orienta una política económica reaccionaria que conoce de infidencias y una política internacional que conoce de entregas”.
Firman, entre otros: Alberto Volonté, José Claudio Williman (h.), León J. Morelli. (“Marcha”, 20 de julio de 1968).



Devaluación e infidencia
El episodio de la “infidencia” constituyó un tópico que dio lugar a una investigación parlamentaria y después referencias en los debates, ampliamente difundido por la prensa, durante 1968 y los años siguientes, en particular por los órganos vinculados al P. Nacional (“El Debate”, herrerista, en primer término) y a la izquierda.

En la síntesis del episodio que realizamos a continuación no hemos incorporado elementos de esa infinita - y a veces hasta pintoresca - cobertura periodística. Nos hemos atenido exclusivamente a la investigación oficial realizada por el Senado de la República.

En la mañana del lunes 29 de abril, tras una semana de intensas presiones sobre el mercado cambiario, el P. Ejecutivo resolvió devaluar, llevando el precio del dólar de 200 a 250 pesos.

La convicción de que tras la devaluación del 29 de abril se consumaban maniobras especulativas llevó al Senado a la designación de una comisión investigadora “sobre el origen y proceso de la devaluación monetaria”. Fue integrada por los Senadores Wilson Ferreira, Juan C. Mastalli, Carlos J. Pereira, Juan L. Pintos, Francisco M. Ubillos, Agustín Caputi y Alfredo Lepro, que la presidió. En los trabajos de la comisión participaron también otros dirigentes del P. Colorado, como Zelmar Michelini y Amílcar Vasconcellos.
La Comisión Investigadora se reunió diariamente entre el 23 de mayo y el 2 de julio. Las actas de sus debates y los testimonios que la Comisión recibió están contenidos, junto con la versión taquigráfica del plenario del Senado en que se examinó el tema, en 223 páginas del Tomo 263 del Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores.

Por amplia mayoría, la C. Investigadora primero y el Senado después, concluyeron: “fue ésta una devaluación impulsada por los sectores de la especulación, crearon deliberadamente las condiciones que les permitieron tener un aprovechamiento indebido, (…) fuerte presión compradora (…) fue la culminación de las actividades ilícitas realizadas por los especuladores, que empujaban al gobierno hacia la devaluación.
Surge claramente, a través de las declaraciones de aquellos que no eran partidarios de la medida en virtud de sus consecuencias sobre los precios y por consiguiente como factor inflacionario, que pudo y debió organizarse la defensa de las reservas en divisas, adoptando las medidas del caso y combatiendo la especulación.
“(…) De acuerdo a lo expuesto puede afirmarse que la devaluación decretada el 29 de abril, fue inoportuna, apresurada, inconveniente y dañosa para la economía nacional
(…)Dañosa para la economía nacional, porque desalienta la inversión reproductiva, desestímula la producción nacional y trae la intranquilidad y el desasosiego a un país que necesita, ahora como nunca, estabilidad económico-financiera y paz social“. Sala de la Comisión. 24 de junio de 1968. Firman: Wilson Ferreira Aldunate, Juan C. Mastalli, Carlos J. Pereira, Juan L. Pintos, Francisco M. Ubillos. Discordes: Alfredo Lepro y Agustín C. Caputi.



Alto nivel. Alta Gracia
Según surge de los documentos del Senado, el proceso de decisión de la devaluación del 29 de abril tuvo varias irregularidades.

Uno de los Directores del Banco Central del Uruguay (BCU), el Sr. José Guntín García, expresa que la devaluación fue decidida, previa anuencia del P. Ejecutivo, en una reunión realizada en la casa del Presidente del BCU, Cdor. Enrique Iglesias, el día sábado 27 de abril. Los otros tres directores del BCU, que estaban en contra de la devaluación, no fueron convocados: Raúl Acosta y Lara, Daniel Rodríguez Larreta y el Vice Presidente Cdor. Juan Bracco.

Este último, que había venido ejerciendo la presidencia del Banco hasta pocos días antes, por viaje del Cdor. Iglesias,fue enviado sorpresivamente a una reunión de expertos en Alta Gracia.

Según Guntín además del director de la OPP, de él mismo y del Cdor. Buchelli, a partir de determinado momento ingresa a la reunión el Dr. Jorge Batile. Después se hizo presente el Cdor. Laffite, con quien se analizaron “diversas hipótesis de detracciones a distintos productos”.

Senador F.M. Ubillos: ¿“Relativas a la devaluación?”
Director José Guntín: “Sí, claro”.
Senador F.M. Ubillos: “ conversación se mantuvo en presencia del Dr. Jorge Batlle? “.
Director José Guntín García: “Sí, él estuvo presente “. (pág.49).



Devaluación delictuosa
El 27 de mayo testimonia el Vicepresidente del BCU, Cdor. Juan M.Bracco.

Senador Z. Michelini: “(…)Ha trascendido que el Cdor Bracco habría concurrido a una reunión de su grupo político (la Unión Colorada y Batllista) que en la misma habría manifestado que esta devaluación era «delictuosa». ¿Es así?
Cdor. Bracco: “Sí señor Senador; dije eso “.
Senador Michelini: “ quiere decir exactamente eso de «devaluación delictuosa» ?
Cdor. Bracco: “Puede haber delito - en el caso - cuando se hace una devaluación, comunicándosela, previamente, a determinadas personas para que compren y ganen la deferencia.
Aquí habría una infidencia que configuraría, evidentemente, un delito, ya que produce una ganancia indebida.
El término puede interpretarse, también, en el sentido que se llevó a cabo una devaluación, con precipitación, sin medir, como corresponde, las reales consecuencias; en este tono se está cometiendo un delito económico empobreciendo a la gente, según el porcentaje de devaluación determinado. Los trabajadores, por ejemplo, ven rebajados sueldos y, en definitiva, se está encendiendo una verdadera hoguera en el país. Ahí está, a la vista, para ejemplo, lo que ocurre con el remarque de precios.
Lo único que sé es que, a las reuniones que tuvieron lugar con motivo de la devaluación, asistieron el Cdor Iglesias y el Sr Guntín. Los otros tres miembros del directorio del BCU estábamos en la ignorancia más absoluta de lo que se estaba tratando, circunstancia que estimo como una verdadera desconsideración(…)”. (Pág.77).
Más adelante agrega el Cdor. J. Bracco: “(…) El Sr Guntín no estaba autorizado (para intervenir) en las conversaciones sobre devaluación como miembro del Directorio de BCU”.
Posteriormente la Comisión Investigadora interroga al Sr.Raúl Acosta y Lara, Director del BCU:
Ubillos: “(…) ¿Cuándo surgió la intranquilidad?”.
Acosta y Lara: “(…) En lo que me es particular creo que fue con la noticia que dio «BP Color» el domingo”.
Ubillos: “¿Ud. cree que esto tuvo alguna influencia?”.
Acosta y Lara: “Para mí, decisiva “.
Ubillos: “ que hubo infidencia?”
Acosta y Lara: “El «BP Color» hablaba de cotización «oficial» y no sé si eso era causado por una noticia o una certeza. En lo que me es personal fue decisivo en el sentido que había que fijar nuevo tipo de cambio, pero que no se podía abrir el lunes con cambio de $ 200”.
Wilson Ferreira Aldunate: “(…) ¿antes de aparecer la noticia, el Sr Director entiende que el tema era opinable y que la aparición de aquella hizo el punto irreversible? “.
Acosta y Lara: “Sí, señor senador”. (Pág. 84).



“No soy un ciudadano cualquiera”
El 28 de mayo, después de un intento que se frustra por un incidente (que se decide no registrar en la versión taquigráfica) comparece a su solicitud el Sr. Jorge Batlle, que en ese momento no ejercía ningún cargo oficial.

Sr.Batlle: “(…) Desde muy joven he estado vinculado a los problemas del Estado. Por la mesa de nuestra casa, mis hermanos y yo hemos visto desfilar personas y problemas por decenas y durante años y siempre hemos sabido defender y cuidar al Estado. Nunca, nadie, podrá haber dicho jamás de ninguno de nosotros, que circunstancialmente haya aprovechado en beneficio personal y mucho menos patrimonial, hechos de esta naturaleza”.

“Yo hablo en defensa de un apellido que llevo (…). No lo hago en calidad de testigo aquí no vengo como tal, pero tampoco soy un ciudadano cualquiera de la calle. Soy un dirigente político que vengo aquí por mi voluntad (…) Yo soy un líder político importante dentro del P Colorado. Pregunto ¿qué razón hubiera habido para que no me llamaran?

Senador Ubillos: “Lo que se admitió es que el Dr Jorge Batlle - aunque fuere en forma accidental - fue testigo presencial de una reunión en que se habló de devaluación.

Señor Batlle: “No, señor senador; no es cierto“.

Sr. Ubillos: “Figuran aquí las declaraciones (del Sr Guntín y Laffite). Puede traerse la versión taquigráfica”.
Sr. Batlle: “No sé qué es lo que han declarado(…) Estando yo allí no se habló de devaluación “. (Pág. 96).
La maniobra especulativa estuvo favorecida por la difusión pública, el domingo 28, de un titular del diario “BP Color”: “Desde mañana lunes el dólar oficial se cotizará a 250 pesos“. El director del matutino, Sr. César L. Aguiar, fue citado a declarar.

Senador Mastalli: “La publicación (BP Color) dice lo siguiente: «Información que fue recogida ayer por BP Color de altas fuentes de gobierno» (…). Quisiera que me explicara esto “.

Sr. Director de “BP Color”: “Eso es una licencia, diría poética. Confieso que ni me acordaba de la referencia”.

Senador Carlos Julio Pereira: “¿Lo de 250 pesos es también una licencia poética?”. (Pág. 118).

Aunque cuando se inició el debate algunos sectores colorados no lo aceptaran, finalmente el Senado aprobó por unanimidad el pasaje de todos los antecedentes a la justicia (“criminal” se mocionó inicialmente y luego se ajustó), “enviándolos a la justicia correspondiente”.

En el debate en el Senado se produjo un clima de indignación cuando se fueron conociendo los detalles de las maniobras cometidas con la devaluación del 29 de abril.

El episodio de la infidencia, especie de símbolo de la capacidad de maniobra política del sector financiero especulativo, marcó un hito, una referencia ampliamente conocida e impune, en la formación de la opinión pública y en la descalificación de algunos dirigentes políticos. Aunque la Investigadora del Senado actuó con seriedad y transparencia, el desprestigio fue más allá de los vinculados o presuntamente vinculados a la devaluación “Inoportuna, apresurada, inconveniente y dañosa para la economía nacional” del 29 de abril.
Este es uno de los acontecimientos en que unos años después montarán parte de su discurso los mandos militares y la derecha golpista en su escalada hacia el poder.

Pese a que en su momento el episodio fue centro de atención importante en la vida del país, la historiografía reciente suele omitirlo.

Julio Herrera Vargas, separado de sus funciones como director del Banco República, dictó una serie de conferencias explicando detalladamente cada uno de los pasos. Las salas repletas, en distintos locales universitarios, evidenciaron el interés que la denuncia produjo sobre todo entre la gente más joven.

El episodio estuvo en la primera plana de los diarios y semanarios durante varias semanas. Librerías “Ruben” realizó - o por lo menos así rezaban los anuncios - una “edición al costo” de la conferencia de Herrera Vargas en el Paraninfo. Aunque el texto ya se había publicado en varios diarios y semanarios, la edición, de 10.000 ejemplares se agotó en pocos días.

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