29/10/08

Manuel Contreras: General a sueldo de la CIA

Un informe preparado por la CIA reveló que en 1975, la agencia de inteligencia pagó al entonces director de la DINA, Manuel Contreras; mantuvo como agentes a uniformados asesinos y torturadores; financió por "razones humanitarias" al grupo que asesinó al general René Schneider en 1970, y recabó inteligencia en octubre de 1973 sobre las instrucciones que dio el general Sergio Arellano Stark para ejecutar a 21 prisioneros políticos.

Legisladores de la Cámara de Representantes y del Senado norteamericano solicitaron al director de la CIA entregar un informe “describiendo todas las actividades de oficiales, agentes encubiertos y funcionarios de la comunidad de inteligencia respecto a:

1.- El asesinato del presidente Salvador Allende en septiembre 1973;

2.- La asunción de Augusto Pinochet a la Presidencia de la República de Chile; y

3.- Las violaciones a los derechos humanos cometidas por agentes de Pinochet.”.

El “Informe Hinchey” de la CIA, en respuesta a la solicitud, se elaboró en base a la revisión de archivos de la CIA, informes parlamentarios sobre las actividades de EE.UU. en Chile (1960-1970), las memorias de personajes claves (Richard Nixon y Henry Kissinger). “Este informe es un primer paso importante de la CIA que permite una visión transparente sobre un pasado vergonzoso (...) el siguiente paso sería la desclasificación de toda la documentación sobre la que se basa el informe Hinchey”, afirmó Peter Kornbluh, director del Proyecto de Documentación sobre Chile del National Security Archive.

El Informe Hinchey abarca más aspectos de la intervención de la CIA en Chile de los que se le solicitaran. No obstante, las pruebas evidentes de participación directa en la preparación y ejecución del golpe militar y en la represión posterior, la CIA concluye falazmente: “No encontramos información de que la CIA o la Comunidad de Inteligencia estuviera involucrada en la muerte del presidente chileno Salvador Allende”.

Además, sostiene que el principal esfuerzo de la CIA en contra de Allende tuvo lugar antes, en 1970, en el fracasado intento de bloquear su elección y asunción a la Presidencia.

Pero, la realidad señala, en forma irrefutable, que la CIA apoyó a la Junta Militar después del derrocamiento de Allende. Además, ”muchos de los oficiales de Pinochet estuvieron involucrados en sistemáticos y masivos abusos a los derechos humanos después del golpe. Algunos de ellos eran agentes de la CIA o de las fuerzas armadas de Estados Unidos”, sostiene el informe.

Las operaciones encubiertas de la CIA, señaladas en el reporte indicado, incluyen el financiamiento del Partido Nacional, la DC y el Partido Radical para evitar la elección de Allende en 1964 y 1970; acciones de propaganda; apoyo económico a medios de prensa como El Mercurio y a los planes de grupos golpistas en 1970, para evitar la ratificación de Allende en el Congreso como presidente.

Todas estas actividades están incluídas en el Informe Church del Senado estadounidense en 1975 sobre “Acciones Encubiertas en Chile 1963-1973”. Sin embargo, el Informe Hinchey incluye otros antecedentes: la CIA tenía como agente permanente a sueldo al director de la DINA, Manuel Contreras, y de hecho le efectuó un pago en 1975, y que el general Sergio Arellano Stark ordenó la ejecución de 21 presos políticos en octubre de 1973, en el recorrido criminal de la Caravana de la Muerte.

Además, la CIA informa que mantuvo como agentes en Chile a numerosos violadores a los derechos humanos, aún teniendo conocimiento de sus actividades criminales. Ante estos hechos, Peter Kornbluh afirma que: “El encubrimiento de los vínculos de Estados Unidos con la represión en Chile se está finalmente revelando. La admisión de la CIA de su conocimiento, y relaciones con torturadores de Pinochet ayudará a los ciudadanos en EE.UU. y Chile a saber la verdad sobre una historia sórdida”.



Financiando el golpe militar
Cuando Allende asumió la Presidencia (noviembre de 1970), el objetivo de Estados Unidos, según el informe de la CIA, era mantener a la oposición activa, en la perspectiva de que se sumaran a los planes golpistas. Para ello, en 1971, fueron aprobados nuevos aportes económicos y materiales para renovar el apoyo al PDC. Un año después, otro proyecto simila fue aprobado para los partidos Nacional y Radical Democrático. El 21 de agosto de 1973, se aprobó un millón de dólares para aumentar el apoyo a los partidos políticos de oposición.

Con esto, llegaba a aproximadamente 6,5 millones de dólares el monto total destinados a operaciones encubiertas durante el gobierno de Allende. Mientras tanto, la CIA continuaba recabando inteligencia sobre los oficiales chilenos que se oponían al gobierno de Allende. Acciones que encubre con la falaz afirmación de que “no se hizo esfuerzo alguno por apoyarlos de ninguna manera”.

Su éxito de captación de golpistas se expresan en octubre de 1972, dado que, según señala el informe, en esa fecha había consenso en el gobierno norteamericano de que las fuerzas armadas chilenas tenían la intención de dar un golpe militar en algún momento. El 10 de septiembre de 1973, un día antes del golpe militar que derrocó al presidente Allende, el Informe Hinchey señala: ”…. Durante el ataque al Palacio Presidencial y sus secuelas inmediatas, las actividades de la estación de la CIA [en Chile] fue ofrecer inteligencia e informes de situación”.



Fue agente a sueldo de la CIA
El Informe Hinchey señala que entre 1974 y 1977, la CIA mantuvo contacto regular con el entonces director de la DINA. El gobierno de Estados Unidos aprobó esta relación mercenaria con Contreras ya que “dada su posición como jefe de la principal organización de inteligencia en Chile, era necesario para cumplir la misión de la CIA, a pesar de las preocupaciones de que esta relación pudiera exponer a la CIA a acusaciones de estar colaborando en al represión política interna.”.

Para encubrir esa realidad, cínicamente se sostiene: ”…En sus contactos con Contreras, la CIA lo instó a adherir a la circular del 17 de enero de 1974, emitido por el Ministerio de Defensa, que delineaba las directrices para tratar a los prisioneros en una manera consistente con la Convención de Ginebra de 1949”. Sin embargo, esta circular, según admitió la propia CIA en el mismo informe, no era más que un “truco de relaciones públicas” de la dictadura militar, que “las fuerzas de seguridad chilenas no respetaban”.

Los escrúpulos humanistas del gobierno norteamericano y sus agentes represores son voladores de luces. En abril de 1975, un comité inter-agencia de Estados Unidos ordenó a la CIA continuar su relación con Contreras, a pesar de llegar a la conclusión de que el jefe de la DINA era ”el principal obstáculo a una política de derechos humanos razonable dentro de la Junta”.

El Embajador de Estados Unidos. en Chile instó al Subdirector de la CIA a recibir a Contreras en Washington (agosto de 1975) “en el interés de mantener buenas relaciones con Pinochet”. Mientras que, según señala el informe, ”en mayo y junio de 1975, elementos dentro de la CIA recomendaron establecer una relación pagada con Contreras para obtener inteligencia basada en su posición privilegiada y acceso a Pinochet…”.

La CIA quería de Contreras información sobre la colaboración de los servicios de inteligencia del Cono Sur (Operación Cóndor): ”la cooperación informal, el rastreo, y al menos en algunos casos, el asesinato de opositores políticos”. En octubre de 1976, dice el informe, ”Contreras confirmó la existencia del Cóndor como una red de intercambio de inteligencia, pero negó que haya tenido algún rol en asesinatos extra-judiciales”.

Luego del asesinato en Washington de Orlando Letelier y Ronni Moffit en 1976, ”el posible rol de Contreras en el asesinato de Letelier se convirtió en un tema”. Según afirma la CIA, sus contactos con Contreras a fines de 1976 eran “muy infrecuentes”. ”Durante 1977, la CIA se reunió con Contreras alrededor de media docena de veces; tres de esos contactos eran para pedir información sobre el asesinato de Letelier”. El informe concluye afirmando que ”el 3 de noviembre de 1977, Contreras fue trasladado a una función no relacionada con inteligencia, así que la CIA cortó todo contacto con él….Los contactos cesaron cuando el general comenzó a perder el acceso privilegiado a la Junta Militar tras el asesinato de Orlando Letelier, en 1976”.

A pesar de que el informe describe la relación Contreras-CIA como "correcta, aunque no cordial y suave" y que el jefe de la DINA era considerado el mejor "activo" o informante en Chile, Contreras para ocultar su culpablidad, vincula a la CIA con el asesinato de Prats. En efecto, desde el penal de Punta Peuco reiteró el 9 de mayo pasado que Michael Townley no fue agente de la DINA, sino de la CIA: "jamás fue agente de la DINA, porque para serlo necesitaba ser miembro de la Defensa Nacional y él no lo era, en cambio, sí era agente de la CIA desde febrero de 1971". Y, al consultársele quién dio la orden para asesinar al general Prats, afirmó: "La orden para que asesinaran al general Prats y a su esposa en Buenos
Aires la dio la CIA". El motivo de esa decisión, dijo, fue "desestabilizar al gobierno militar y para eso ordenó asesinarlo el 30 de septiembre de 1974", e insistió en que la bomba colocada bajo el automóvil del general Prats fue detonada por Mariana Callejas, ex cónyuge de Townley.



Participación de la CIA en asesinado de Schneider
El hecho que el jefe de la inteligencia chilena, considerado uno de los hombres más cercanos y de confianza del ex dictador Augusto Pinochet, haya colaborado con la CIA, sacudió a los medios políticos, académicos y periodísticos en EE.UU. "Es la primera vez que la agencia descubre a uno de sus informantes pagados", dijo Peter Kornbluh, jefe del Proyecto Chile de los Archivos de Seguridad Nacional. Además, agregó: "El reporte demuestra que la CIA estaba perfectamente feliz teniendo trato con un notorio violador de los DD.HH y también muestra la distorsión imperante en los gobiernos de Nixon y Ford y de su secretario de Estado Henry Kissinger"
.
Pero Contreras no fue el único agentes uniformado chileno a sueldo de la CIA. La agencia reconoce que mantuvo como informantes a varios militares chilenos que "sin duda estaban activamente comprometidos en cometer y encubrir serios abusos a los DD.HH".

El asesinato del comandante en jefe del ejército, René Schneider, demuestra tal afirmación. En efecto, el gobierno de Estados Unidos y la CIA concordaban con los grupos golpistas en Chile en 1970 que el principal obstáculo a un eventual golpe militar era Schneider, y que asesinarlo era un paso necesario.

Para ello, la CIA tomó contacto con grupos de militares golpistas en 1970. Uno era el nucleado en torno al general ® Roberto Viaux, apoyado por suboficiales y oficiales, además de
varias organizaciones civiles de ultra-derecha.

La CIA contactó a Viaux el 9 de octubre de 1970. El ex general pidió armas, gas lacrimógeno y otros materiales, además de un seguro de vida para sí mismo. Al revisar sus planes golpistas, la CIA determinó que su grupo no tenía posibilidades de ejecutar un golpe militar con éxito. Entre el 17 y 18 de octubre, la CIA le dijo al grupo de Viaux que cualquier acción tendiente hacia un golpe militar sería prematuro.

El representante de Vieux le informó que el golpe estaba planificado para el 21-22 de octubre, y que el primer paso sería el secuestro del general Schneider. El día 22, los golpistas intentaron secuestrar a Schneider, asesinándole en la acción.

Por otra parte, la CIA había establecido contacto con otro grupo liderado por el general Camilo Valenzuela, ”un grupo bien conocido por la CIA y reviewuado como capaz de llevar a cabo con éxito un golpe”. El 22 de octubre, la CIA entregó a este grupo, que también creía que el secuestro de Schneider era vital para su plan, 3 subametralladoras, municiones y 8 a 10 granadas de gas lacrimógeno. La relación de la CIA con grupos fascistas es evidente.

En noviembre de 1970, señala el Informe Hinchey, ”un miembro del grupo de Viaux se recontactó con la Agencia y pidió asistencia económica para el grupo. Aunque la Agencia no había contraído compromisos económicos con ellos, ”en un esfuerzo por mantener en secreto el contacto previo con este grupo, y por razones humanitarias, se le entregó 35 mil dólares”.



Desde la Moneda se protege a los traidores
El diputado del PS Juan Pablo Letelier, junto con expresar su sorpresa sobre la información que señala que la CIA había pagado y reclutado al ex director de la DINA, aseguró que Contreras es uno de los “artífices principales” del atentado que le costó la vida a su padre, el ex canciller Orlando Letelier y a su secretaria Ronnie Moffit y que era un “general traidor” porque trabajaba para una potencia extranjera y que dentro de sus “mentiras”, hay una cuota de verdad en el sentido que “sí, el tenía contactos con la CIA, pero no dijo que era un general pagado”.

En cambio, Contreras calificó la información que lo sindica como informante remunerado, como una "venganza" de la CIA. En evidente contradicción con tales acusaciones y en actitud ya tradicional de defensa de los ”traidores” a sueldo, el subsecretario del Interior, Jorge Burgos (DC), aseveró que "probablemente hay prescripción legal" del delito en que ha incurrido el ex director de la DINA, al recibir pagos de la CIA. El mentiroso vocero de Gobierno, además expresó que en los documentos desclasificados el único chileno involucrado es Manuel Contreras. "Especular sobre otros nombres me parece ocioso en este momento, lo concreto es que hay una desclasificación que involucra al ex jefe de la DINA. Mientras que el presidente Lagos, ”callado el loro”, mantiene un sospechoso silencio cómplice.

Sergio Ramírez

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