15/8/08

Idea Vilariño


"Idea Vilariño, poeta, crítica de literatura, compositora de canciones, traductora, educadora: es difícil decir cuál de estas facetas de su trayectoria influyó en más personas. Nacida en Montevideo el 18 de agosto de 1920, antes de haber cumplido los treinta años era ya ampliamente conocida en el Río de la Plata por su talento en muchas de esas disciplinas. Durante la última mitad del siglo XX críticos y profesores de todo el mundo de habla hispana así como traductores de Austria, Brasil, Italia y Estados Unidos difundieron en abundancia su poesía.

Es un caso singular. Por su personalidad y convicciones, Idea Vilariño rechazó durante largo tiempo toda posibilidad de promocionar su nombre. Los editores la urgían a promover sus libros y ella se rehusaba. Más aun, mantuvo un silencio casi completo respecto a su obra, hasta el punto de negarse con regularidad a entrevistas de cualquier tipo. Sólo en 1997 aceptó contestar las preguntas planteadas por Rosario Peyrou y Pablo Rocca, en las que se basa el video Idea, estrenado en mayo de 1998, y que ahora puede encontrarse en bibliotecas. Si bien Vilariño aceptó diversos premios e invitaciones tanto en su país como en el extranjero, nunca quiso comentar sus poemas ni escribir sobre su obra poética.

Pese a esa falta de promoción, la poesía de Idea atrae cada día más lectores. Más allá de los índices públicos que dan testimonio de su fama, en Montevideo puede advertirse por todas partes su inmensa popularidad: los artesanos copian sus versos en señaladores de libros, tapices y tarjetas que venden en mercados y negocios; referencias a sus poesías en grafitos..."



LOS ORIENTALES
De todas partes vienen,
sangre y coraje,
para salvar su suelo
los orientales;
vienen de las cuchillas,
con lanza y sable,
entre las hierbas brotan
los orientales.

Salen de los poblados,
del monte salen,
en cada esquina esperan
los orientales.

Porque dejaron sus vidas,
sus amigos y sus bienes,
porque es más querida
la libertad que no tienen,
porque es ajena la tierra
y la libertad ajena
y porque siempre los pueblos
saben romper sus cadenas.

Eran diez, eran veinte,
eran cincuenta,
eran mil, eran miles,
ya no se cuentan.

Rebeldes y valientes
se van marchando,
las cosas que más quieren
abandonando.

Como un viento que arrasa
van arrasando,
como un agua que limpia
vienen limpiando.

Porque dejaron sus vidas...

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