8/12/08

Fasano: "Las memorias que me dio el traidor Amodio hace 34 años no dañan al MPP, lo benefician"







"La campaña de la derecha resucitando las memorias del desertor Amodio para atacar a la fuerza más votada del EP no son ninguna primicia; yo las entregué a Seregni y a Wilson y fueron difundidas hace muchos años"

Una intensa campaña informativa de prensa, radio y televisión se encuentra en curso para intentar desprestigiar al sector más votado del Encuentro Progresista, el liderado por el senador Mujica, Movimiento de Participación Popular (MPP).

El eje de la campaña se basa en revelar como primicia un documento inédito escrito por el tupamaro Héctor Amodio Pérez desde su prisión en unas decenas de hojas de cigarro, donde relata en tono crítico la historia del MLN.

Por ser nuestro director, el Dr. Federico Fasano Mertens, el único periodista que se entrevistó con Amodio Pérez en el cuartel Florida donde se encontraba detenido, y el único al que Amodio le entregó ese relato escrito en hojas de cigarro, es que lo entrevistamos para aclarar la situación.



La declaración de Fasano
Seguidamente reproducimos textualmente las declaraciones de ayer de Federico Fasano:

"La derecha ya no sabe qué inventar para impedir el inexorable triunfo del Encuentro Progresista en las elecciones de octubre. Ahora revelan como primicia el documento de Amodio Pérez para intentar desprestigiar al MPP, gran reclutador de adhesiones ciudadanas para la histórica encrucijada de octubre. No existe tal revelación, ni existe tal primicia y ni siquiera el documento del traidor Amodio perjudica al MPP, más bien lo enaltece, porque aunque se trate de un desertor, éste en los relatos que me confesó en setiembre de 1972 en el cuartel Florida, no pudo ocultar ni el heroísmo, ni el idealismo ni la honestidad que guiaron las acciones de aquellos redivivos Robin Hood orientales que ofrecieron sus vidas y su libertad en aras del nuevo Uruguay que hoy comienza a despuntar.

Esos relatos contenidos en hojas de cigarrillo que Amodio me entregara durante la conversación que mantuve con él durante 9 horas en la madrugada de aquel miércoles 27 de setiembre de 1972 -van a ser dentro de unos días 34 años- se las entregué al día siguiente a los dirigentes que me habían mandatado a entrevistar al desertor tupamaro. Ese día, jueves 28 de setiembre, el Parlamento prorrogaba la suspensión de garantías constitucionales, mientras yo me entrevistaba en la Presidencia de la Cámara de Diputados con el presidente del cuerpo, el diputado Héctor Gutiérrez Ruiz, y con el senador Wilson Ferreira Aldunate. En esa reunión les hago entrega del texto manuscrito en letras casi de imprenta que me había dado Amodio y establecemos las condiciones de seguridad para mi nueva reunión con el guerrillero para desenmascarar a los golpistas que lo apoyaban. Acto seguido me reúno en la casa de Seregni con el general, con Arismendi, con Cardoso, con Michelini, con Juan Pablo Terra y con Héctor Rodríguez. Les hago entrega de una copia del manuscrito de Amodio y acordamos que vuelva a reunirme con él, con el fin de obtener el nombre de los militares complotados y denunciar el intento de golpe de Estado en el Parlamento probando la connivencia de altas jerarquías militares con el traidor Amodio, su compañera Alicia Rey y el también desertor Píriz Budes, de quien Amodio me habló afirmando que "él era el gran traidor".

Todas las partes acuerdan con Ferreira Aldunate que éste a través del comandante en jefe del Ejército, el legalista general César Martínez, protegerá mis actividades dentro del cuartel Florida. Protección ésta que Wilson cumple cuando soy secuestrado el viernes 6 de octubre por efectivos de civil que irrumpen a las 6 de la mañana en mi apartamento de Julio Herrera y 18 de Julio, y delante de mi mujer y mis cinco hijos me encapuchan y me llevan con destino desconocido.

Enterados del secuestro, Wilson y el Toba van a mi casa, tranquilizan a mi esposa y dicen que moverán cielo y tierra para encontrarme. No eluden su preocupación en caso de que los secuestradores fueran del "Escuadrón de la Muerte" que ya había asesinado a varios tupamaros.

Cuando al contestar encapuchado a mi interrogador le digo que si es un militar está violando las instrucciones del ministro de Defensa que en pleno Parlamento se había comprometido a no encapuchar a los prisioneros y muchos menos a secuestrarlos, éste se dirige hacia mí, me arranca la capucha y me dice que es el jefe del Servicio de Inteligencia del Estado, coronel Ramón Trabal, y que yo no fui secuestrado sino que estoy preso por orden del presidente Bordaberry por visitar de incógnito y de noche los cuarteles del Ejército Nacional. Al comprobar que se trataba de una operación "legal", más allá de la ilicitud de mi detención y la forma en que se realizó, me negué a contestar y requerí la presencia inmediata del general César Martínez, que era lo convenido con Wilson en la casa de su madre frente al monumento al Gaucho, el miércoles 4 de octubre, reunión en la que participó mi gran amigo Santiago Iruleguy, redactor responsable de mis diarios sesentistas. Luego de algunas negativas de Trabal, el general antigolpista César Martínez fue convocado y me liberó de mi negativa pactada de no revelar a los que me detuvieran los nombres de los militares golpistas complotados con Amodio Pérez.

El general Martínez aún poseía cierta cuota de poder para actuar y fue allí que conté todo lo que había descubierto en el cuartel Florida y comenzaron las detenciones de oficiales que negaron que yo estuve alguna vez en esa unidad militar.

Mientras tanto Ferreira se entera por el general Martínez que yo había sido detenido por Trabal que ignoraba mi incursión en el Florida.

Wilson llama a Bordaberry y le exige mi liberación o denuncia todos los hechos en el Parlamento. Horas después soy liberado aunque sometido a la Justicia Militar como testigo de cargo frente a los delitos cometidos por uniformados.

Al día siguiente el general Martínez me lleva al cuartel Florida para que pruebe mi presencia en esa unidad, presencia desmentida por el jefe del Florida, la guardia de esa noche y toda la oficialidad.

Antes de ingresar a la habitación donde me entrevisté durante largas y tensas horas con Amodio, describo con lujo de detalles los cuadros y los muebles que allí se encontraban y señalo la puerta de ingreso al despacho donde se realizó la entrevista. Había memorizado prolijamente todos los detalles, éstos coincidieron con la realidad y la desmentida militar se desplomó como un castillo de naipes.

Pero el golpe ya estaba en marcha. Lo único que logramos al desbaratar esta maniobra fue postergar por unos meses la ocupación militar de las instituciones. Los militares detenidos no fueron enjuiciados sino trasladados a unidades del interior del país.

También desmintieron que los escritos que yo entregué a los dirigentes frentistas y wilsonistas, pertenecieran a Amodio Pérez. Este hecho quedó comprobado meses después cuando el senador Dardo Ortiz y los legisladores entrevistaron en presencia del coronel Trabal al detenido Amodio Pérez. Dardo Ortiz le pide a Amodio que le escriba una frase a lo que Trabal accede desconociendo lo que el senador tramaba. Recibido el papel con la frase de Amodio, el senador Ortiz la coteja con una carta de puño y letra que Amodio me había enviado a mí y con los documentos que había escrito en el Florida y comenta que pertenecen a la misma persona.

Ahí se produce el primer intento de desacato militar al no dejarlos Trabal salir a los legisladores si no entregaban el papel con la frase escrita por Amodio. Finalmente el incidente es superado. Los hechos son denunciados por primera vez en el Parlamento el 8 de mayo de 1973, sesión en la que Ferreira Aldunate declaró, y consta en las actas parlamentarias, que "debo decir que Fasano contribuyó eficazmente a desbaratar una conjura contra las instituciones y el sistema político del país". A lo cual Michelini agregó: "Digo sí, que yo estoy obligado porque conocí de cerca estos hechos, a poner de manifiesto la conducta intachable en la emergencia del señor Fasano. Estoy absolutamente seguro que gracias a su intervención se precipitaron los sucesos que, finalmente, hicieron abortar esta situación. Llega el momento en que siento la obligación de hacer esta constancia para salvaguardar la conducta, repito, intachable y muy digna del señor Fasano, como también, es justo decirlo, la conducta del entonces comandante en jefe de las Fuerzas Armadas".

Ferreira Aldunate contestó con un sonoro "apoyado", a lo cual el senador Juan Pablo Terra agregó: "Una breve interrupción deseaba formular al solo efecto de apoyar las palabras del señor senador Michelini en cuanto a lo que fue la conducta del señor Fasano en la oportunidad. El señor Fasano en ese momento se me apersonó y me informó de todas las maniobras que estaban en gestación, poniendo en mis manos aquellos documentos que eran los originales y que yo personalmente hice fotocopiar".

Sobre todos estos episodios yo escribí un libro en abril de 1976 que iba a ser editado en Argentina, donde me encontraba refugiado, bajo el título "Los idus de setiembre".

El asesinato de Michelini y Gutiérrez Ruiz días después de culminado el libro, mi participación en las gestiones para liberar a nuestros dos mártires cuando aún se encontraban con vida, que realicé ante el general Albano Harguindeguy en el domicilio del alfonsinista Jorge Roulet en la calle Las Heras de la Capital Federal, el intento de secuestro contra mi persona dos días después de encontrados los cadáveres de ambos legisladores, mi presencia en la morgue a reconocer sus cuerpos supliciados y mi presurosa huida a México, determinaron que el libro no fuera publicado y yo me embarcara en otras historias de la liberación latinoamericana que fueron postergando su edición, hasta que finalmente decidí que su publicación no aportaba nada en esos momentos de territorio ocupado por el adversario histórico.

Ese libro sigue inédito, como los otros dos libros que publiqué y fueron secuestrados por la dictadura, "Paren las rotativas" y "Después de la derrota".

Pero el contenido de la historia que me entregó Amodio no es inédita. La comenté en múltiples foros e incluso a periodistas uruguayos que sí escribieron libros al respecto, como Alfonso Lessa, Alvaro Alfonso y muchos otros.

El intento de presentar estas actas entregadas a mí por Amodio, de su propio puño y letra, como una primicia, es un blooper inconsistente, de gente que ya no sabe qué hacer a sólo 7 semanas de los comicios para distraer la atención de los temas que importan.

No se dan cuenta además los intrigantes que la historia que me dio Amodio favorece al MPP en lugar de perjudicarlo, porque en sus memorias no se encuentra una sola acusación de corrupción o de indignidad o felonías contra el MLN. Incluso dice textualmente en el documento que me entregó Amodio y que ahora quieren usar contra el MPP: "Lo que hay que rescatar para poner las cosas en su sitio, es que en el MLN se reunieron muchos hombres y mujeres que dieron reiteradas muestras de generosidad, humildad, desprendimiento y amor al Uruguay y a su pueblo. Muchos de ellos, su inmensa mayoría, desconocidos. Héroes anónimos que la Historia, que es implacable, y a la que no alcanzan las buenas intenciones, no los recogerá en sus libros. Pero ellos, los desconocidos, lucharon y murieron con fe y amor por los objetivos del MLN que desgraciadamente los sobrevivieron y que esperan hoy como ayer que los uruguayos los logren para su propia felicidad".

Amodio, como pueden ver, se cuidó muy bien de atacar al MLN. Tanto en las 9 horas que estuve con él en el Florida como en las memorias que me entregó esa madrugada; su objetivo era desmentir su traición, revelar que la cárcel del pueblo no la había entregado él sino Wolff, o más bien Wassen Alaniz. El documento cuenta una historia del MLN donde él es el bueno y Sendic el malo. Es la historia de Amodio contra Sendic, pero no hay una sola palabra contra Sendic y contra su humanismo inobjetable sino contra su táctica y su línea política. Amodio es un militarista nato y Sendic un político nato y todos esos escritos de Amodio intentan probar que él tenía razón y que Sendic estaba equivocado. Sus memorias, redactadas para que fueran publicadas, fueron la base de su traición que consistió en atacar políticamente a Sendic, el insobornable, y de apoyar un golpe de Estado militar bueno o peruanista a cambio de su libertad y la de su compañera, la experta tiradora Alicia Rey.

Hacer una campaña agitando el fantasma de Amodio sobre los materiales que me entregó hace 34 años, sugiriendo que revelan iniquidades del MLN cuando revelan todo lo contrario, ya que su traición no pasó por lo que escribió sino por lo que hizo, eso sí es una iniquidad, que además conduce a la nada".

La República
13/09/04





1 comentario:

Anónimo dijo...

buneo, si lo dice Facista,... digo Fasano (perdon), debe ser totalmente alreves!!! cabe prguntarse que beneficio saca el fede de esto... porque mira que este no da puntada sin hilo!!