A los 24 años supo que sus padres eran otros y que habían sido asesinados
Macarena Gelman, una de las víctimas del Plan Cóndor, aun busca los restos de su madre
Es una historia como las tantas que se conocieron sobre la sufriente América latina de los años del horror, de las dictaduras, cuando el llamado Plan Cóndor hacía estragos en una atemorizada sociedad. En agosto de 1976, María Claudia García Iruretagoyena, una ciudadana argentina de 19 años, embarazada, fue secuestrada junto a su esposo, Marcelo Gelman y trasladada al centro clandestino de reclusión Automotores Orletti, de Buenos Aires. Marcelo, hijo del poeta Juan Gelman fue asesinado y arrojado en un tonel a la zona de delta del Tigre, en Argentina, en cambio María Claudia fue trasladada a Uruguay.
En su vientre, una niña experimentaba sus primeros movimientos rodeada del líquido amniótico. Una vez llegada a Montevideo, María Claudia permaneció recluida en la sede del Servicio de Información y Defensa, hasta que el 1º de noviembre de 1976 dio a luz a Macarena en el hospital militar. Permaneció con su hija hasta el 22 de diciembre, fecha en la que fue trasladada a la "Base Valparaíso", donde se decidió su asesinato y desaparición.
El cóndor desplegaba sus garras en toda su dimensión: eran épocas de dictadura en ambas márgenes del Río de la Plata: en Argentina gobernaba una Junta Militar y en Uruguay, los militares amotinados en junio de 1973, llevaban adelante el llamado proceso cívico-militar. La coordinación represiva estaba en su apogeo.
Macarena fue entregada a la familia de un policía uruguayo y pudo ser ubicada en el año 2000 tras pacientes investigaciones llevadas adelante por su abuelo paterno, el poeta argentino Juan Gelman.
A Macarena, que se crió bajos unos supuestos familiares que daban cuenta de unos padres que la cobijaron y la amaron, se le dio vuelta la vida cuando supo la verdad. Ella no era la hija del matrimonio compuesto por Ángel Tauriño y Esmeralda Vivían de Tauriño, sino de otros padres: Marcelo Gelman y María Claudia García Iruretagoyena. Y era, además, nieta de alguien conocido a nivel mundial por sus trabajos literarios: el poeta Juan Gelman, premio Reina Sofía de poesía y premio Cervantes de la lengua española.
La joven, que con 24 años conoció la verdad, ahora quiere saber el resto de la historia y para ello debe sortear obstáculos de todo tipo, incluso la decisión de un gobernante, el ex presidente de Uruguay entre los años 2000 y 2005, Jorge Batlle, que decidió incluir el caso de María Claudia bajo el amparo de la Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, que en Uruguay sigue pesando como una losa de cemento cuando se quiere saber qué fue lo que pasó en los años de plomo.
Ante el cierre de opciones en la Justicia uruguaya, luego que un Tribunal de Apelaciones criticó formalidades del proceso, Juan Gelman y su nieta, Macarena, denunciaron la situación ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que en 1992 se había pronunciado contra la Ley de Caducidad, pero ésta todavía no se expidió.
Desde que Macarena recuperó formalmente su identidad ha requerido saber qué fue lo que ocurrió con su madre. Un informe del Ejército uruguayo elaborado por orden del gobierno del socialista Tabaré Vázquez señaló que María Claudia estaba enterrada en el Batallón de Paracaidistas Nº 14 del Ejército uruguayo. Allí, el en ese momento comandante del Ejército, general Ángel Bertolotti, le indicó un sitio donde estarían los restos de su madre, pero la información resultó falsa. Quienes han dado la información hasta ahora han actuado con extrema crueldad al negarse a brindar datos certeros y solo han sembrado pistas falsas que han engañado al propio presidente de la República de Uruguay, Tabaré Vázquez.
Es por eso que Macarena ha acudido a la Justicia de Uruguay, siendo ésta la primera vez que lo hace. El caso Gelman es uno de los casos de violación a los derechos humanos más terribles en el marco del llamado Plan Cóndor. No existe una explicación, sólo la intención de apropiarse del niño que aguardaba María Claudia, para explicar su traslado a Uruguay. Macarena, ahora denunciante, también es víctima del crimen de lesa humanidad. Con seis meses de gestación estaba en el vientre de su madre cuando fueron secuestradas, presas, trasladadas y desaparecidas. Lo estuvo durante 24 años, hasta que recuperó su identidad.
Y ahora, por primera vez, Macarena habla con un medio de prensa y lo hace con Contrapunto. Esta entrevista fue, además, emitida en Telemundo de Canal 12 el martes 26
Empecemos por la presentación ante la Justicia uruguaya. ¿Te has presentado para pedir que se investigue el secuestro, traslado ilegal, cautiverio y desaparición de tu madre, María Claudia, es así?
Es cierto y principalmente tiene que ver con que después de haber pasado un tiempo prudencial y de haberse agotado todas las instancias que se dieron en el anterior gobierno (Jorge Batlle), con la Comisión para la Paz, y las investigaciones de este gobierno (Tabaré Vázquez) desde sus comienzos, no han dado un resultado positivo en el sentido de saber cuál fue el destino de mi mamá ni se ha sabido qué fue lo que pasó con ella. A grandes rasgos hay información, pero realmente me parece que no hay otra instancia posible que presentarme ante la justicia para saber la verdad.
Quieres que la justicia abra el camino para que se sepa la verdad que te ha sido esquiva durante todo este tiempo.
Sí, ese es el objetivo.
Estás cansada que te mientan, que te oculten los hechos.
Sí, un poco ¿no? Hace 8 años que me enteré de todo esto y no quiero pensar que es lo que siente la gente que hace 30 años que está esperando o buscando la verdad.
Tú adheriste como convocante a la campaña de recolección de firmas para anular la Ley de Caducidad a través de una reforma constitucional. Esta presentación judicial, ¿se enmarca en esa campaña?
Es una iniciativa personal, una necesidad personal de conocer la verdad, porque hasta ahora lo que ha impedido investigar es la Ley de Caducidad.
Sí, claro, el presidente Jorge Batlle incluyó el caso de la desaparición de tu madre dentro de la ley de Caducidad y no hay posibilidades de excluirla. Además te has presentado ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
La presentación ante la OEA fue una iniciativa de mi abuelo paterno a la que yo me plegué y eso tenía que ver con los obstáculos que había en Uruguay para investigar, por lo que se pedía que se removieran esos obstáculos.
Vayamos atrás en el tiempo Macarena, tú naciste el 1 de noviembre de 1976. Con tu madre, tu madre de sangre, María Claudia, según los datos que hay, solo estuviste casi dos meses…
Se supone que el 22 de diciembre fue la última vez que se nos vio juntas. Después es un misterio lo que pasó, no se sabe nada más.
¿Te ha quedado en la piel, en algún lugar de tu ser un recuerdo de tu madre, quizás su voz, un olor?
(Los ojos se le ponen vidriosos) Eso es muy difícil: supongo que el amor que ella sentía por el bebé que ella había tenido. Es muy difícil, esos fueron los únicos días que compartí con ella y el hecho de no saber que pasó me duele mucho…
Es que no saber que tuviste el abrazo de tu madre, el beso que una madre prodiga su hija, que uno supone que lo hubo aún en condiciones adversas debe ser muy doloroso.
Sí, por lo que se ha sabido a ella la cuidaron y las condiciones en que ella estaba detenida era un poco diferente a los que estaban allí, en ese lugar. Se supo que me habían comprado ropa (se quiebra); supongo que ese abrazo fue posible…
Pero de eso te enteraste hace poco, tú recuperaste la identidad, supiste la verdad en el año 2000. Estuviste 24 años viviendo como otra persona, ¿cómo llevas esa mochila? El solo hecho de preguntártelo me eriza la piel, me sensibiliza al extremo.
En realidad, los 24 años que pasé sin conocer la verdad…, nada, no sabía nada absolutamente, vivía como cualquier niño, mis padres eran un poco mayores, eso por ahí podría llamar la atención.
¿No te llamó la atención a ti?
Nunca, no.
Te parece hablar de esos 24 años, ¿cómo fue tu vida?
Sí, estudiaba, iba a un colegio católico -Clara Jackson de Héber- desde los cinco años hasta los 18 años, hasta que terminé. Y bueno, mis padres eran y son mis padres, son quienes me criaron; no puede haber otra interpretación de mi parte. Los quise, lo quiero y los querré siempre (se quiebra una vez más) Yo recibí amor toda la vida, cuidados, no sé, eso queda, en realidad, hasta ahora. Es que esos 24 años son la mayor parte de mi vida.
Y cuando te enteraste, ¿quién fue que te lo dijo: tu madre adoptiva, el monseñor Pablo Galimberti?
A pedido de Juan Gelman, Pablo Galimberti estableció contacto en primera instancia con Esmeralda Vivían de Tauriño —madre adoptiva de la joven— para explicarle que, de acuerdo a la investigación del escritor argentino, Macarena era la hija de María Claudia García de Gelman, asesinada a fines de 1976.
El sacerdote reveló que la madre adoptiva ignoraba, hasta principios del año 2000, las circunstancias del nacimiento de Macarena.
La que me lo dijo fue mi madre: ella me dijo que no era hija ni de ella ni de mi papá y me contó, más o menos, la forma en que había llegado a ellos y el resto de la historia, en qué situación sucedió todo esto, fue el monseñor Pablo Galimberti quien me lo contó. Yo hasta el momento en que fui a hablar con él, lo único que sabía era que no era hija de mis padres y que había una persona que tenía la firme convicción de que era su nieta y que me estaba buscando.
Tras el asesinato de María Claudia García, Macarena fue dejada en un canasto en el domicilio del policía. El matrimonio no tenía hijos.
No tenías la mínima idea de la dimensión que el tema iba a cobrar después.
Para nada, no, para nada.
¿Habías oído hablar alguna vez del poeta Juan Gelman?
No, absolutamente nada.
Te tuviste que poner al día…
Sí, un poco.
Me dijiste que estuviste estudiando en el colegio Clara Jackson de Héber y después, ¿qué hiciste?
Después ingresé en la facultad de Ciencias, estudié un tiempo ahí, después papá se enfermó y ahí se cortó la parte del estudio casi totalmente, aunque nunca lo abandoné totalmente, seguí haciendo algo. Después me anoté en la facultad de Química
¿Prosigues ahora en la facultad de Química?
Sí, estoy haciendo bioquímica clínica, pero como puedo, porque realmente me ha costado mucho retomar el estudio, la concentración en los estudios se me hace muy difícil.
Trabajas además.
Sí, además trabajo.
Quiere decir que tienes toda una serie de actividades…
En realidad, toda una vida, además de todo.
En marzo de 2005 recuperaste tu identidad. Desde esa fecha oficialmente te llamas María Macarena Gelman García Iruretagoyena, eso también es parte de ese camino para juntar esas dos vidas: la que tuviste hasta los 24 años y la que tienes ahora, desde el año 2000.
Me parece que mis padres se lo merecían, aparte era muy difícil, conociendo toda la historia no hacerlo. Daba la sensación de que estaba ocultando algo y después de madurarlo, de procesarlo, de charlarlo, de muchas noches de insomnio, decidí iniciar la acción de filiación que se terminó de presentar en el 2004, hasta que en marzo del 2005 salió la sentencia que anulaba la partida de nacimiento y toda la inscripción anterior y se me inscribió en el Registro Civil como hija de mis padres biológicos.
Tú me dices: luego de procesarlo, de charlarlo, ¿con quién lo hacías, a quien tenías o a quien tienes como bastón para moverte en esos temas?
Por suerte tengo bastante gente que me ha apoyado mucho en todo esto, tanto aquí, en Uruguay, como en Argentina. En Argentina, los amigos de mis padres biológicos, por ejemplo, han sido fundamentales. Ellos hoy tienen alrededor de 50 años y el apoyo, el consejo de ellos, ha sido fundamental.
¿Viajas seguido a Buenos Aires?
Sí, bastante seguido, varias veces al año, cada dos meses, allí tengo amigos, tengo un ambiente, una barra de amigos, tengo familia: abuela, primos.
¿Y tu familia por parte de tu madre biológica?
Tengo un abuelo que vive en España con el hijo, con mi tío, y a ellos los vi en una oportunidad cuando viajé hasta allí. El año pasado mi abuelo vino a Buenos Aires y nos encontramos todos. También estaba mi abuelo paterno.
Lograste unir nuevamente a toda la familia…
Sí, todo lo que se pudo.
Macarena, hay una fecha que a todos los uruguayos nos impactó mucho. Fue aquel 2 de agosto de 2005, cuando ingresaste a un predio militar junto al entonces comandante del Ejército el general Ángel Bertolotti, y el Secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández. Ellos te llevaron a un lugar donde te dijeron que allí, en un espacio específico estaba enterrada tu madre. ¿Qué sentiste?
Fue indescriptible, empecé a llorar, no podía parar. Es como…, bueno, la sola posibilidad de encontrarla, más allá de conocer la historia…, es como la prueba fundamental de que todo esto pasó, porque es muy difícil convencerse, cuesta mucho. Yo durante mucho tiempo, si bien me contaron la historia una y otra vez, se me hacía muy difícil unir a esa persona, que era yo, con esa historia; que el bebé del que se hablaba era yo.
Después eso fracasó, no era cierto, allí no estaban los restos de tu madre, quien dio la información mintió. Le mintió al comandante del Ejército, le mintió al gobierno…
Y me mintió a mí…
Se criticó mucho al gobierno por el hecho que te hayan llevado a ese lugar y que te hayan dicho que en ese lugar estaba tu madre.
Yo fui voluntariamente; yo quise ir. Cuando me enteré de la posibilidad, de que los restos de mi mamá podrían estar allí no me podía surgir otra cosa que ir a ver cómo era el lugar donde estaba. Inclusive el doctor Gonzalo Fernández me ofreció ir otro día, pero yo quise ir ese día porque iban los antropólogos, porque quería escuchar lo que decían, verlo con mis propios ojos y ver como se iba desarrollar esa búsqueda. Pero fui yo la que quiso ir. A mí nadie me llevó de las narices, ni nadie me obligó a ir, nunca me pareció una cosa descabellada ni mucho menos. El problema fue la repercusión que tuvo y todo lo que se tejió en torno a eso. La mentira y la crueldad la cometió la o las personas que mintieron, pero creo que el resto de la gente, como el gobierno o las otras involucradas, actuaron de buena fe: había un deseo de que yo encontrara los restos de mi madre. Es que nadie se podía imaginar que alguien fuera tan cruel como para mentir, para hacer eso, pero evidentemente esa persona o esas personas existen. Y con eso tiene que ver mi presentación ante la justicia: hay alguien que sabe y está mintiendo, será uno o varios, no sé, la prueba de que se haya señalado un lugar quiere decir que hay información: entonces que no mienta más.
Quizás la persona que con más energía salió a buscarte desde el convencimiento y el amor también, fue tu abuelo, un hombre notorio, el poeta Juan Gelman. Háblame de tu abuelo.
No sé qué decirte, para mi es mi abuelo. Más allá de la figura pública, del escritor, él es mi abuelo, lo quiero mucho y por suerte con el tiempo hemos logrado una muy buena relación. Hacemos lo que podemos; todos hacemos los que podemos. Considero que ya perdimos demasiado como para seguir perdiendo.
Le mostraste tus poesías
(Risas) No, me da mucha vergüenza, no puedo…
Todos escribimos poesías cuando somos adolescentes…
Pero no todos se la tienen que mostrar a su abuelo famoso…
¿Te las pidió?
Sí me las pidió e insiste. Las he buscado y no sé si a propósito las he perdido, pero me cuesta muchísimo mostrárselas. Algún día, si las encuentro, lo haré, pero tengo que juntar fuerzas.
El 10 de marzo de 2006 participaste de una actividad pública junto con tu abuelo. Fue en la sede de la gremial de los periodistas de Buenos Aires donde homenajearon a tu abuelo, Juan Gelman, por sus 50 años en el periodismo. Fue la primera actividad pública que hiciste junto a tu abuelo. Recuerdo que leí una crónica que decía que seguiste el acto recorriendo con tu mirada continuamente la escenografía del lugar, donde las imágenes de periodistas desaparecidos, entre ellos tu padre, rodeaban a los presentes, entrelazando historias, bellas y enormes historias de lucha, de vida. ¿Qué sentías ahí? Ese era un ambiente ajeno a ti hasta hace poco tiempo, pero lo tuviste que asumir rápidamente, hacerlo tuyo, que eso, ahora también, es parte de tu vida.
Sí recuerdo, en el lugar había fotos de periodistas desaparecidos, entre ellos la de mi padre biológico. De hecho cuando se encontraron sus restos fue allí, en ese mismo lugar, donde se le hizo, también, un homenaje, pero es como decís, era todo nuevo para mí. Pero claro, el hecho de estar allí tenía que ver con la actividad que se iba a desarrollar, que era homenajear a mi abuelo y cuando se homenajea a un familiar, no veo la razón para no estar, era un motivo de alegría.
Pero eras consciente que tu presencia iba ser un motivo de revuelo. En realidad ya lo habías vivido en Uruguay cuando la diputada Daniela Payseé homenajeó a tu madre en el Parlamento.
Pero fue distinto en Buenos Aires. En el homenaje a mi abuelo yo ya sabía de que se trataba, e incluso me habían propuesto, si me animaba, darle un reconocimiento a lo que obviamente accedí. Pero ya sabía que se trataba y fue un momento muy lindo, muy emotivo para mí. Estaba preparada, pero en cambio para lo del Parlamento uruguayo fui sin pensar en las repercusiones que iba a tener.
Eso fue en junio del 2005. Hasta ese momento no se conocía tu rostro en Uruguay. ¿Qué sentiste cuando al otro día fuiste la portada de todos los diarios?
Acepté la invitación, me pareció muy natural, y recién me di cuenta de lo que significaba cuando llegué al Parlamento y empezó a haber flashes por todos lados y, después, cuando al otro día estaba en todos los diarios.
Macarena, con seguridad que 15 años atrás, con 16 años, ya tenías una inclinación marcada hacia donde querías ir en tu vida. No pensabas, ni se te pasaba por la cabeza estar en una situación como en la que te encuentras ahora…
No, para nada, yo pensaba en lo que iba a estudiar, mi vida transcurría por otros carriles.
Hoy, a los 31 años, ya eres una mujer, ¿cómo te ves en el futuro inmediato?
Hoy con 31 años la mayor parte de mi vida la ocupa esto, estar pendiente de causas judiciales, problemas, por supuesto que trato de hacerlo de la manera más normal posible, de hacer una vida de lo más normal y hacer otras cosas como trabajar o estudiar o ir al teatro a ver algo de carnaval.
Me dijiste “es que yo además de todo tengo una vida”
Sí, es cierto y de hecho la tengo y por suerte, porque es lo que me ha mantenido sana mentalmente, porque después de esto se te da vuelta la vida. Un día sabes que eres una persona, conoces a tu familia y al otro te enteras de que… nada… Bueno, nada no, de hecho la familia, los que me criaron siguen siendo quienes los hicieron. De hecho mi mama me apoyó mucho en esto y en parte eso tiene que ver con la salud que pueda tener, pero, bueno, te cambia todo y es muy difícil volver a reacomodar tu vida. Entonces haces un esfuerzo sobrehumano para que esto no te coma la vida y poder seguir adelante con lo que pensaba a los 16 años.
¿Qué haces ahora, te reconocen por la calle?
Trato de hacer una vida normal. Sí alguna vez me han reconocido, pero fundamentalmente cuando ven el nombre, cuando voy a hacer algún trámite.
¿Se te acerca la gente a decirte cosas o hay una distancia respetuosa?
Hay gente que se me ha acercado y me han dicho cosas muy lindas, con mucho afecto, que es lo que rescato siempre.
¿Macarena, anida el odio en tu ser?
Odio, es muy difícil definirlo, odio es una palabra muy dura. Tengo dolor, odio creo que no; tristeza, muchas veces, creo que odio no.
¿Cómo se cierran estas heridas, este dolor? ¿Será alguna vez posible curar el dolor, la tristeza?
No. Se aprende a vivir con esto o como con cualquier cosa que le pase a un ser humano que le afecte. Creo que no se cura, se aprende a vivir, con el tiempo se sufre menos, uno se endurece pero cerrar las heridas es difícil. Pienso que encontrar los restos de mi mamá podría, en gran medida, no totalmente, mitigar el dolor que tengo. Pero queda la otra parte, de no haberla conocido, que no haya podido criarme. Si la encontrara no se si se cierran las heridas, pero sería una parte fundamental.
Contrapunto
Febrero 2008
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