Zelmar Michelini, hijo del ex ministro de Industria y ex senador asesinado en Buenos Aires, hace años que vive en Francia. Es periodista de la Agencia France Press. De visita en Uruguay por algunos días, fue entrevistado por CARASyCARETAS.
-¿Pueden recordar el episodio del secuestro de su padre, en el que fueron testigos su hermano mayor, Luis Pedro, y usted?
-Sí, claro. Luis Pedro estaba de paso. En realidad mi padre y Luis Pedro habían salido esa noche. Yo estaba solo, llego al hotel, me acuesto, oigo ruidos y pienso que eran mi padre y Luis Pedro que estaban de regreso.
-¿Eso era de madrugada?
-No, serían las dos o tres de la mañana. Oí ruidos que me despertaron. Evidentemente mi padre y Luis Pedro habían entrado en silencio. Ahí me encuentro que hay dos o tres tipos en la pieza nuestra que le dicen a papá que se levante, amenazan, dicen "no miren", a mí me apuntan con una pistola, me dicen que me cubra con una sábana, comienza el registro y agarran cosas. Allí comienza una especie de diálogo. Papá pregunta si puede llevar los remedios. Con un tono agresivo le dicen: "Esa carita linda que tenes la vamos a...". Eso dura doce o quince minutos, no sabría decirte cuánto, es una cosa rápida pero al mismo tiempo muy intensa. Papá hacía preguntas como para saber hacia dónde iba, por eso preguntó por los remedios. Le dicen que los lleve. Yo tengo la idea de que iban para otro lado, después papá me dice que llame a Luisa Popkin, una amiga norteamericana que estaba haciendo los trámites para que papá fuera a testimoniar en el Congreso de Estados Unidos. Ese es básicamente el recuerdo que tengo.
-Al "Oso Paqui" ¿lo reconoció?
-No, no vi prácticamente a nadie. Había un tipo corpulento y no todos hablaban. Se van y nosotros, con bastante rapidez con Luis Pedro bajamos y empezamos activar contactos. Hay una secuencia que empieza el día que a mi padre lo llaman por teléfono y le dicen "o te callas o torturamos a Elisa". Ahí hay un dilema que se extiende unos 10 meses. Papá no se calló y siguió haciendo denuncias. Una vez que él decidió eso y que esa decisión provoca represalias sobre Elisa, se le plantea un problema moral: ¿Cómo, yo sacrifico la integridad física de mi hija y huyo ante la primera amenaza? Para mí es una cosa que estuvo trabajando mucho en mi padre. Se le envía una carta al profesor Golby, una carta que es muy importante porque describe todo el sistema de tortura y además deja muy al desnudo a (Juan María) Bordaberry. Ahí es donde se va tejiendo la trama del drama. Por un lado, mi padre está en Buenos Aires bajo una dictadura -lo lógico habría sido que él hubiera tomado disposiciones para irse de Argentina- pero no lo hizo. Lo que estaba trancado es que viajara con pasaporte uruguayo a Estados Unidos para hacer la denuncia frente al Congreso norteamericano. Hace poco leyendo un libro sobre el Plan Cóndor veo un detalle interesante sobre Pratts; el general chileno se encontraba en la misma situación que mi padre, no tenía pasaporte. Papá se negaba a viajar sin pasaporte uruguayo, podía salir como refugiado pero no quiso. También le ofrecían pasaportes panameños, cubanos, transitorios, para poder salir del país, pero no quiso. Por una cuestión extrema de honor, quería viajar con pasaporte uruguayo. Ese empecinamiento quizás le costó la vida. La misma reacción había tenido Pratts.
-¿Fue torturado?
-Ahí hay un testigo ocular. Fuimos a la morgue mi madre, alguno de mis hermanos y también Federico Fassano. Allí observé a mi madre dándole el último abrazo a mi padre... El médico forense que estaba ahí se refirió con frialdad profesional a unas manchas en el cuerpo de mi padre, como golpes, o simplemente la descomposición del cuerpo. Fassano es mucho más terminante y dice que hubo tortura. Los documentos que se ha logrado recuperar dan cuenta de esa tortura.
-¿Cómo te cae la versión de Gonzalo Fernández a Pedro Bordaberry diciendo que fue una operación de la escuadra parapolicial de Gordon y que el secuestro fue por plata?
-Absurda. Mi padre era senador, era una persona muy conocida en Argentina. En Argentina las decisiones no se tomaban así nomás. Una banda como la de Gordon no se corta por sí sola. Gonzalo Fernández se hizo eco de versiones interesadas. Lo que mostró en su conversación con Bordaberry fue mucha ligereza. Ante Bordaberry aparece dándole crédito a la especie que le conviene a la defensa de Bordaberry.
-¿A qué versiones responde Gonzalo Fernández?
-Gonzalo Fernández sufrió un atropello por parte de Pedro Bordaberry que, abusando de su confianza, le grabó clandestinamente una conversación de carácter privado. Lamento que en esa conversación, según trascendidos que no fueron desmentidos, Gonzalo Fernández haya atacado a nuestra abogada Hebe Martínez, quien, con mucho coraje y tesón llevó adelante las causas contra el dictador Juan María Bordaberry por el Golpe de Estado y el asesinato de mi padre y de Gutiérrez Ruiz. Sin su esfuerzo y su compromiso no se hubiera hecho justicia.
-¿Qué le genera la actitud de Sanguinetti?
-Después de la dictadura, Sanguinetti armó la impunidad para los militares de la misma forma en que antes del golpe había impulsado la represión. Como ministro de Pacheco primero y de Bordaberry después y, años más tarde, como presidente digitado por los militares, tuvo una trayectoria coherente: dio libre curso al Escuadrón de la Muerte, alentó la tortura, sacó las Fuerzas Armadas a la calle y luego les garantizó la impunidad. Más grave aún, durante varios meses -y quizás más tiempo- fue cómplice de la desaparición de Macarena Gelman.
-¿Todavía en democracia?
-Claro! Es más, después del 14 de abril de 1972 en Uruguay se practica la desaparición forzada de la siguiente forma: la gente es detenida pero, durante muchos días, y en algunos casos meses, no se da cuenta de su detención. Es decir que ciudadanos uruguayos, involucrados o no en el accionar guerrillero, desaparecen. Todo el mundo sabe que las Fuerzas Armadas lo detuvieron. Incluso en muchos casos hay testigos oculares, pero las Fuerzas Conjuntas no dan cuenta de su detención porque la política es torturarlos lo más posible. Sanguinetti apoyó, inspiró esa práctica. Es lógico que las FFAA digan "nosotros reprimimos -durante mucho tiempo fue el discurso de ellos- aplicando estrictamente las consignas del poder político". Mi padre siempre decía: "Detrás de un general que tortura hay un civil que manda".
LA TORTURA EN URUGUAY
-¿Sanguinetti prácticamente apañó a los militares torturadores y asesinos?
-Incluso en un libro, Sanguinetti, aunque no tengo la cita exacta, dice que tuvieron que torturar cuando no pudieron aplicar el pentothal a los presos. No digo que hayan sacado un decreto diciendo "tortúrese", pero la tortura se instala y cuando se denuncia que se está torturando el gobierno nunca reacciona.
-¿Tiene indicios de la actuación de la "patota" de la OCOA en Buenos Aires en el asesinato de su padre, Gutiérrez Ruiz, Whitelaw y Barredo?
-Yo estoy convencido y hay una deducción lógica: nadie actuó por la libre, que es lo que siempre sostuvieron los militares. Basta ver la famosa orden del "Goyo" Álvarez, del año 1978, donde lo dice. Hubo una verticalidad que funcionó. Sobran pruebas sobre la actuación de Gavazzo y los otros en Buenos Aires. Estuvieron vinculados al secuestro y asesinato de mi padre, del Toba, Rosario y Whitelaw.
-¿Usted considera que es necesario firmar contra la ley de caducidad?
-Hay que anularla. En primer lugar es una ley inmoral que ampara a asesinos, a torturadores, a militares autores de delitos de lesa humanidad, a violadores de mujeres, a secuestradores de niños. No puede ser que en el ordenamiento jurídico de un país haya una ley. En segundo lugar hay una razón constitucional: la ley de caducidad, tal cual fue aprobada, establece en última instancia que a pedido de la Justicia sea el Poder Ejecutivo el que decida si un caso está comprendido o no dentro de ella. Termina con la igualdad constitucional de todos los ciudadanos ante la ley y viola el principio de la separación de poderes. La Justicia es cosa del Poder Judicial y no del Poder Ejecutivo. En fin, hay una cuestión política. El Frente Amplio nació para defender la libertad, la Constitución, los derechos humanos, la justicia. Al permitir que esta ley siga vigente está traicionando sus principios fundacionales. Sin el trastorno constitucional pachequista y la violación de las libertades de Pacheco y Bordaberry, quizás el Frente no hubiera existido como fuerza política. Hay un elemento determinante que lleva a esa confluencia que es el desorden jurídico, el avasallamiento de las libertades y las torturas. Un gobierno de izquierda tiene que ser fiel a sus principios.
Caras y Caretas
Víctor Carrato y Pablo Tosquellas
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