El ex Senador del Partido Colorado, Profesor Manuel Flores Silva, lleva sobre sus hombros, y con lógico orgullo, lo que para los gobernantes corruptos es sin duda un gran “estigma”: haber heredado la probidad, dignidad, y valentía de su padre. Otros correligionarios suyos, y pongo como ejemplo al Prof. Luis Hierro López, han podido sacudir de sus espaldas y aventar lejos y para siempre esa “herencia maldita” de virtudes paternales con las cuales, sin ninguna duda, no habrían podido avanzar ni destacarse en la brillante carrera de indignos políticos. Para éstos, Manuel Flores Silva fue, y lo sigue siendo, algo más que un estorbo, porque hay virtudes que los corruptos no perdonan, y casualmente son aquellas que este gran político y periodista ha demostrado poseer en lo que va de su larga trayectoria en ambos campos.
Desde la Revista POSDATA, primero, y luego desde POSDATA FOLIOS, combatió la corrupción en la forma que se debe hacer: investigando en profundidad, seriamente, poniendo sin temores la mira en las cúpulas del poder político y en todos los estamentos y centros de poder donde la pudrición se estaba enquistando, nominando a los corruptos sin amedrentarse por sus investiduras, denunciando los modos operativos de los narcotraficantes y lavadores de dinero en connivencia con algunos policías, y presentando siempre pruebas documentadas y testimonios incuestionables. No combatió la corrupción desde esas ópticas cuasi filosóficas que analizan causas y efectos –con muy buenas intenciones- pero que en definitiva no solo no sirven para impedir el avance de este azote, sino por el contrario, permite que los grandes inmorales gocen ante la aparición de sesudos ensayos que sirven a sus intereses por inducir a que la gente crea que con su aplauso al contenido de los mismos, ellos están en el bando de los seres impolutos. Es más, en este país se llegó al extremo de que un defensor a ultranza de correligionarios envueltos en actos de corrupción (en los que sobraban las evidencias pero que no se llegó a la condena por una manifiesta obstrucción a la Justicia), haya escrito unos libritos de análisis y repulsa a este flagelo que pueden considerarse –merced a quien fue su autor- unos magníficos tratados de la Hipocresía y el Cinismo. Me estoy refiriendo a Washington Abdala, quien hoy, al ocupar una banca en el Parlamento, es una de las máculas más grandes y vergonzosas que haya tenido ese recinto a lo largo de su historia. Y al situar la amoralidad de este individuo -con perfección geométrica- en las antípodas de Manuel Flores Silva, le estoy haciendo a éste el más merecido homenaje.
En esta introducción al tema, quizás algo extensa pero necesaria, nos hemos referido a tres hombres del Partido Colorado, dos de los cuales fueron los más importantes aliados de Julio M. Sanguinetti en su empeño por demoler este Partido: Hierro López y Abdala. Y fueron ellos precisamente, quienes durante algunos años se ensañaron en destruir a Flores Silva en lo que fue, a mi criterio, la más brillante manifestación de su esencia de periodista: POSDATA. Esta Revista de edición semanal nace a finales de 1994, es decir, pocos meses antes de la asunción de Julio M. Sanguinetti a su segunda Presidencia, lo que ya auguraba un tremendo éxito en función de la abundancia de material que sin duda llegaría a la Redacción en el siguiente quinqueño. Y así fue, material hubo y de sobra. Pero no fue una Revista dedicada al solo tema de la corrupción. Fue una Revista de altísima calidad por la amplia gama de secciones, por el gran interés que despertaba el nivel de su contenido, e incluso por una presentación -inusual en nuestro medio- que la colocaba a la altura de las mejores del mundo. POSDATA era cultura, arte y fuerza; cada número fue un misil pintado por Van Gogh apuntando a la conciencia del lector. Pero el poder corrupto, no admite despertares de conciencia.
Llegado al punto, es fácil inferir la causalidad del mandato imperativo que, a nadie le quedaron dudas, surgió desde lo más alto de la cúpula del poder político: silenciar a Manolo (cariñosamente llamado así por amigos y enemigos) validando todos los medios. Y se utilizaron los más innobles y abyectos, aquellos que son de uso exclusivo de los seres despreciables.
El 2 de Abril de 1998, Manuel Flores Silva es detenido junto a su hermano Felipe, Administrador de la revista, y a Eduardo Alonso, Subdirector de la misma. Cuatro días antes Manuel Flores Silva había comenzado a alertar al entonces Ministro del Interior Luis Hierro López y a Hugo Granucci, Director General de esa Secretaría de Estado, sobre hechos comprobados de que algunos policías estaban amedrentando gente para que accionara judicialmente contra POSDATA. Diez horas después de su detención, y luego de interrogatorios llevados a cabo al margen de todas las normas, los hermanos Flores Silva y Eduardo Alonso fueron procesados por “estafa y libramiento de cheques sin fondos”. Cabe acotar que Felipe Flores Silva y Eduardo Alonso nunca firmaron un solo cheque de la empresa, y los diferidos que estaban firmados por Manuel Flores Silva fueron presentados antes de fecha como consecuencia de la acción intimidatoria de algunos policías, e incluso en algunos casos, estos cheques estaban inhabilitados al cobro por no haberse cumplido con la entrega de la mercadería que había generado la deuda. Voy a transcribir el copete de una crónica del proceso publicada en la edición especial de POSDATA, de fecha 17 de Abril de ese año, en cuya tapa se leía en letras de molde rellenas de ironía: “LA GRAN ESTAFA”, y en un costado: “El intento de silenciar a Posdata”. Decía así: “Una empresa periodística con problemas financieros. Una solicitud de concordato. Varias denuncias penales. Una inusual y agresiva acción policial, hoy bajo la lupa de una investigación oficial. Un proceso judicial tan veloz como desprolijo. La prisión de los directivos de Posdata. Un auto de procesamiento que no se conoce hasta 11 días después de las detenciones. Un juez que deja de lado su habitual reserva y sale a los medios a defender su sentencia y polemizar con los imputados. Una fiscal que no le va en zaga al magistrado y concede entrevistas a la prensa. El episodio convertido en un hecho político que involucró a las más altas autoridades del gobierno. Tras el escándalo, los imputados vuelven a declarar ante el Juez y la Fiscal, quienes parecen advertir ahora que el proceso no contó con las debidas garantías”. Más adelante, en esa misma nota, se publican unas declaraciones del Dr. Gonzalo Fernández en el programa En Perspectiva, de CX 14, en donde manifestó su sorpresa por la “inusual rapidez” con que se pronunció el Juez Contarín, y añadió: “Dígame usted que empresa que gira por un volumen de más de 4 millones de dólares satisfactoriamente y luego sufre un endeudamiento que rebasa apenas el 10 o 12 % del volumen total de giro, incurre en una estafa. Ese es el endeudamiento propio del giro que tienen todas las empresas en la dinámica de los negocios”. Y ante otra pregunta del periodista, el Dr. Gonzalo Fernández respondía aludiendo a la situación de Granja Moro (el gran escándalo de corrupción de la época) empresa que con una deuda de 90 millones de dólares y juicios por estafa presentados por organismos internacionales y entidades públicas nacionales, no había tenido hasta ese momento ni procesamientos ni investigación judicial. Y este comparativo expuesto tan oportunamente por el sagaz defensor de los directivos de Posdata, permitió a la opinión pública entender, con mayor claridad, la causa de tan infame proceder: Manuel Flores Silva combatía a los corruptos, debía ser encarcelado; los empresarios de Granja Moro eran corruptos amparados por el poder político corrupto, debían seguir en libertad.
Pero Manuel Flores Silva siguió escribiendo desde la cárcel; desde cárcel Central, primero, y luego desde el “Tacoma”, demostrando que mantenía intacta una de sus principales virtudes: el coraje. Luego de un mes fue liberado, y a pesar del lógico debilitamiento financiero producto de estos episodios, POSDATA subsistió al impulso de la fuerza incontenible de quien quiso demostrarle al mundo que esos francotiradores de infamias que operaron desde el poder político -con el apoyo logístico de sus fieles sirvientes de la Justicia, entre otros el Dr. Peri Valdéz- habían fallado en el vil intento de destruir su honor y dignidad. Y POSDATA sobrevive y se fortalece, su Director, su hermano Felipe y todo el equipo, siguen mostrando su frente en alto. Y una vez más, los que tuvieron que agachar la cabeza fueron aquellos que desde el poder político corrupto protegieron a la mafia policial que actuó en coordinación con un denunciante que resultó ser, además de extorsionista, usurero y falsificador –tal cual lo investiga y denuncia POSDATA 15 días después- el representante en el Uruguay del narcotraficante y lavador de dinero Raúl Vivas, quien hoy está cumpliendo en los Estados Unidos una condena de 505 años de prisión.
Luego de un año, la situación económica del país hace que esta Revista, orgullo nacional, se vea forzada a desaparecer. Pero Manuel Flores Silva no estaba dispuesto a que lo silenciaran ni los corruptos ni las adversas coyunturas económicas, y unos meses después aparece POSDATA FOLIOS, con bajo presupuesto, sin páginas satinadas, en modesto papel de diario, una sola tinta, casi sin personal, sin sede física, pero sin haber resignado ninguna de las cualidades que habían hecho a la grandeza de la Revista.
Y los políticos corruptos, los policías corruptos, los empresarios corruptos, volvieron a temblar.
Luis Hierro López tuvo que soportar la vergüenza -de tenerla- de la publicación (1-3-2002, No. 11) de una valiente denuncia del Inspector Mayor de la Policía, Eduardo Pereyra Cuadra, sobre un episodio que sin temor alguno de equivocarme me permite afirmar que está en la causalidad de la expansión de la corrupción policial y el consecuente incremento de la delincuencia e inseguridad ciudadana. (Esta denuncia será explicitada en mi próxima nota: “Seguridad, drogas, y valores morales”). Y en ese mismo número de POSDATA FOLIOS se denuncia la mentira que Julio M. Sanguinetti sostuvo hasta el último día de su mandato sobre la “inexistencia” de Macarena, la nieta del poeta argentino Juan Gelman.
Y semana tras semana, POSDATA FOLIOS fue desnudando la corrupción, sin que el temor a las consecuencias le hiciera hesitar un instante a su Director el digitar con fuerza sobre el teclado los nombres de los grandes inmorales: Julio Luis Sanguinetti, Elías Bluth, Noachas, Lauzarot, Ernesto Laguardia, y un largo etcétera que contenía mayoritariamente a políticos del Foro. Extraigo de una nota editorial escrita por él: “Y como hemos dicho en otros momentos EN ESTE PAÍS HAY UNA RAYA EN EL PISO: DE UN LADO ESTÁ LA MAFIA Y DEL OTRO TODOS LOS DEMÁS. Una mafia política, contrabandista, policial, que está protegida mediáticamente y judicialmente.(....).Contra esa mafia estamos, cualquiera sea el Partido que las proteja. QUE EL PAÍS LO SEPA . YA HUBO UN TIRO DE LA MAFIA CONTRA EL JUEZ BASIL . HAY MUCHAS AMENAZAS . QUE EN NUESTRA LUCHA CONTRA LA MAFIA ENCONTREMOS GENTE DEL FORO, ES UN TEMA DEL FORO, NO ES UN PROBLEMA NUESTRO. SI LOS TIENEN ES PORQUE LES SIRVEN.”
A las 15 semanas de su aparición, POSDATA FOLIOS deja de publicarse. En los rostros de los fieles “soldados” de la deslucida tropa de Sanguinetti, se dibujó una sonrisa de alivio y satisfacción.
Cerraré con una frase expresada por Manuel Flores Silva desde la cárcel: “En este país hay dos cosas que no pueden coexistir: POSDATA y la corrupción”. Y esto nos lleva a una reflexión y a una pregunta: POSDATA dejó de existir; en la Cámara alta está Julio M. Sanguinetti y en Diputados Washington Abdala, ambos, vistiendo oportunos fueros, impunes y sonrientes. ¿Cambiaran las cosas en este país?.
Mi respuesta esperanzadora se alimenta en el pensamiento que con frecuencia expreso en el final de mis escritos: POR MUY GRANDE QUE SEA EL PODER QUE DETENTEN LOS HOMBRES SIN MORAL, SIEMPRE SERÁN DERROTADOS POR LA FUERZA DE LA VERDAD Y EL CORAJE.
Solo hay que esperar.
La Columna de Elliot Ness
18/03/06
Miguel M. Liard
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario