4/10/08

Mauricio Rosencof: Bardesio y la foto con Miguel Sofía

El actual director de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Mauricio Rosencof, fue el tupamaro que interrogó a Bardesio en 1972. La siguiente es una síntesis de sus declaraciones a Brecha. "Todo esto viene instrumentado por la cia. El Escuadrón estaba cometiendo atentados por todos lados. En ese momento se nos pide información del 'carozo' de la Policía. Entonces lo valoramos, lo consideramos, y teníamos miedo porque no teníamos antecedentes de esa persona que se había contactado, pensábamos que podía ser 'carne podrida'. Después nos enteramos de que era un agente cubano, Manuel Hevia (Hevia escribió sobre su pasaje por Uruguay en el libro Pasaporte 11333. Uruguay, ocho años con la cia, editado por TAE) que llegó al país entre la gente que se asiló en la embajada de Uruguay -que rompe relaciones con Cuba en el 60- porque no quería la revolución. Hevia termina haciendo la carrera en la Policía uruguaya. Cuando corroboramos la información aportada por el cubano respecto al Escuadrón, decidimos detener a Bardesio. La figura de este 'fotógrafo policial' es clave en el Escuadrón, porque es como cuando vas a la embajada: el jefe de inteligencia no es el primer secretario, sino la mucama.

Lo detuvimos en Sichel [la casa fotográfica de Bardesio, escondite del Escuadrón], y lo trasladamos a una celda de la Cárcel del Pueblo. No se le tocó un dedo, no hubo interrogatorio -salvo al principio-, tampoco presión psicológica. Él no me veía, pero yo sí;; estaba sentado, y lo invitamos con un café, como para empezar a charlar. Entonces me mando una jugada de truco, le tiro verde para recoger maduro: le pregunto qué sabe de fulano de tal, de este otro. Y me contesta: 'No, nada, no lo conozco'. Entonces, le digo: 'Espere un momentito, le van a alcanzar una fotografía: ¿identifica a esa persona que está a su lado, sonriendo y pasándole la mano sobre el hombro?'. Así debió reconocer que era nada más ni nada menos que Miguel Sofía.

Yo a Bardesio le mostraba la pinta de la baraja, y él creía que yo tenía todas las cartas. Y como se había pisado el palito, le dije: 'Mire, qué vamos a estar discutiendo; como ve, yo quiero corroborar la información que tengo, y que en la medida de lo posible usted la amplíe: por ejemplo, queremos saber qué pasó con Castagnetto y con los otros casos. No vamos a estar acá como si estuviéramos en San José y Yi, ¿qué le parece si le damos un cuaderno y un lápiz?'. Y finalmente lo escribió todo. Por eso no hay interrogatorio, es una declaración de corrido escrita por Bardesio.

No le tocamos un pelo, pero teníamos que demostrarlo. Nosotros teníamos comunicación con la corriente blanca, teníamos al amigo Vignolo como secretario de redacción de El Debate, diario al que le proporcionábamos fondos. Allí estaba el Toba [Héctor Gutiérrez Ruiz], y yo lo llamo. Él mismo me sugiere cómo hacer: se simula una ida a la Cárcel del Pueblo. El Toba llega y constata cómo está Bardesio. Le dijimos al Toba: 'Acá está tal cual lo trajimos, nadie le tocó un pelo'. El Toba salió y dio cuenta de cómo lo encontró. Bardesio habló de tortura psicológica, pero alguna explicación tenía que dar cuando tuvo que desdecirse luego de ser entregado a la Policía.

Nosotros consideramos que si él salía, lo agarraba la Policía y lo boleteaba por cuenta nuestra. Entonces instrumentamos un plan, no por casualidad llega al Palacio Legislativo: lo liberamos en las inmediaciones, bañado, afeitado y bien vestido. No por casualidad se encuentra con quien se encuentra (Bardesio estaba en la puerta del Palacio Legislativo y vio salir al vicepresidente Sapelli, pero no se animó a hablarle. Al otro día hizo contacto telefónico con Gutiérrez Ruiz). La sinfonía estaba instrumentada. Pero al tipo le incumplen [Sanguinetti y otros del gobierno colorado], no lo mandan a una unidad militar, sino a la Policía. Allí busca una solución, no lo pueden matar porque seguramente interviene la gente que no mencionó en la declaración, o sea los muchachos de la cia, que le deben haber agradecido no haber quemado a Estados Unidos, y esa fue seguramente su salvaguarda. Le dan pasaporte, guita, y lo mandan afuera, a Canadá.

Lo que avala lo que nos dijo Bardesio es la declaración que a Juan Pablo Terra le hace Nelson Benítez, el otro integrante del Escuadrón. Todos los políticos sabían de esto: Sanguinetti sabía, los demás sabían, la justicia lo sabía, pero Sanguinetti no se arrepintió -como sí lo hizo Wilson con la votación de las medidas prontas de seguridad-, porque él debía haber dicho: 'Yo tenía que haber parado todo esto, y no lo hice'. Jorge Batlle tenía un plan de pacificación, pero perdió y aceptó que continuara la cosa. Habría que preguntarle a Daniel García Pintos si no conocía a Sofía de la jup. Además, Víctor Castiglioni [otro integrante clave del Escuadrón] terminó con Sanguinetti en el Partido Colorado. Igualmente, la figura es Sofía, que debe estar empacando." Al término de la charla, Brecha le preguntó a Rosencof si estaba dispuesto eventualmente a enfrentar a Bardesio en un careo ante la justicia. "No, estoy cagado hasta las pelotas", respondió sonriendo.

Brecha
Agosto 2008

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