4/10/08

La inseguridad y los verdaderos culpables: Julio M. Sanguinetti, Antonio Marquesano, y Luis Hierro López

En momentos que la mayoría de los medios de comunicación ocupan grandes espacios en mostrarnos los episodios delictivos que hacen a la inseguridad ciudadana, y considerando que la crítica a la Ministra Dayse Tourne es un ejercicio cotidiano que hace la oposición con fines más electoralistas que constructivos, estimamos importante analizar los múltiples factores que están en la causalidad de esta situación para poder determinar quienes son los verdaderos responsables de la misma.

Lo hacemos al solo efecto de refrescarle la memoria a los políticos que por amnesia, o conveniencia, o cinismo, le presentan al pueblo una versión distorsionada y falaz de las causas de la inseguridad que hoy padecemos. Inseguridad que no vamos a negar que es real y que tuvo un incremento en los últimos tiempos, pero que no podemos desconocer que desde la oposición se hace todo lo posible para que los grandes medios de comunicación eleven al máximo el grado de sensación.

Pero dejando de lado el análisis de las diferentes opiniones que pueda haber sobre la realidad y las sensaciones, veamos lo importante, las causas.

En la multicausalidad del aumento de la violencia y la actual situación de inseguridad, se nos presentan cuatro factores preponderantes: la droga, la corrupción policial, la pobreza e indigencia, y la pérdida de valores morales. Y si analizamos por separado y profundamente cada una de estas causas, descubriremos en su germen –indefectiblemente- que los máximos responsables son las mismas personas: Julio María Sanguinetti y su séquito de amorales, y entre ellos fundamentalmente, los ex Ministros del Interior Antonio Marquesano y Luis Hierro López.

El párrafo que transcribiremos a continuación –de uno de nuestros artículos ya publicados- se refiere solamente a una de las causas de este grave problema: la droga. Lo elegimos para iniciar esta nota -de entre lo mucho que llevamos escrito sobre el tema- en virtud de que en la mayoría de los crímenes cometidos en los últimos días las drogas tuvieron una incidencia fundamental.

“Toda vez que un individuo obnubilado o envalentonado por la droga apriete el gatillo y se convierta en asesino de un policía, taxista, comerciante, colectivero, o de cualquier ciudadano como sucede a diario, no acusemos solamente al ejecutor de tal barbarie. Debemos señalar, y con aumentada bronca, a quienes tienen mayor culpabilidad: los POLÍTICOS CORRUPTOS que por obtener dinero para sus campañas electorales o simplemente para aumentar sus fortunas le dieron, a partir de 1985, pase libre al narcotráfico. Y fundamento su mayor culpabilidad en el hecho de que a diferencia del homicida –que actúa irracionalmente bajo los efectos de la droga- estos políticos actuaron en el pleno uso de sus facultades intelectuales, lo que los convierte en seres cuya complicidad y mayor responsabilidad debe ser condenada –por la JUSTICIA y por el REPUDIO DEL PUEBLO- en grado mayor que la del propio asesino”.

Pero estos políticos no solamente son los culpables de la introducción de la droga, sino también de ser quienes fomentaron –EX PROFESO- la corrupción policial, y de ser quienes degradaron la moral de la sociedad con el ejemplo que nos dieron al distorsionar e incluso invertir la escala de valores, como ya lo hemos demostrado en varias notas que luego de ser publicadas en El Bocón, en Visión Uruguay y en Bppcolor, recorrieron el planeta gracias a Google y su sección “Uruguay en la Prensa del mundo”. Recordamos aquí: “La inseguridad, la droga y los valores morales”, “Luis Hierro López, el Profesor delincuente”, “La crisis moral y los referentes amorales de los uruguayos”, etc., etc..

Estimamos que estas notas pueden ser de gran valor para los políticos de la oposición ya que en ellas se presentan –además de nuestros modestos aportes documentales y de análisis- varias investigaciones muy valiosas del periodista y ex Senador colorado Manuel Flores Silva. Luego de su lectura no creo que se animen –si actúan al dictado de su conciencia y no de espurios intereses- a seguir culpando gratuitamente a una Ministra que, por estar cumpliendo cabalmente con su deber, ya ha recibido varias amenazas. (También nos referimos a ello, hace tres meses, en la nota titulada: “Una amenaza que la enaltece”).



La corrupción policial.
Hace unos días Luis Hierro López, en medio de una dura crítica a la Ministra Dayse Tourne dijo (con ese cinismo tan desbordante y condensado con el que “emparda” a Sanguinetti), que “hay que dignificar a la policía”. Esto lo trajo a colación por la “barbaridad” cometida por la Ministra al pasar revista –cabalgando- a fuerzas policiales.

Antes de copiar el episodio y el comentario que ya relatamos en una nota anterior y que demuestra la forma en que este DELINCUENTE (y de la peor calaña como queda demostrado) “DIGNIFICÓ A LA POLICÍA”, debemos decir que somos conscientes de que tanto él como Antonio Marquesano -cuando fueron Ministros del Interior- no cometieron la “ridiculez” de pasar revista a caballo. No sabemos si saben hacerlo o no, pero lo que también tenemos muy en claro es que durante el ejercicio de sus funciones, día a día y sin descanso, se montaron en el negro corcel de su AMORALIDAD para cometer al galope toda clase de tropelías.

Estas cosas los grandes medios de comunicación las silenciaron siempre, pero así como “la voz del pueblo es la voz de Dios”, podemos decir que también “los ojos del pueblo son los ojos de Dios”, y todo lo ven. Esto queda demostrado con el “poder de convocatoria” que hoy tiene el Profesor (no sabemos de qué) delincuente (esto sí está probado) Luis Hierro López: un 0.7% de la intención de voto en todo el país. Ello habla a las claras de que tanto a él, como a “San Guinetti”, ya hace un tiempo se le cayeron las vestiduras de “santidad” y sus espíritus corrompidos quedaron al desnudo frente al pueblo.

Recordemos lo publicado en Posdata Folios (el semanario de Flores Silva) el 1º de Marzo de 2002.

“El Inspector Mayor de la Policía, Eduardo Pereyra Cuadra, se cansó. Fue siempre rebelde, pero el clima de corrupción ´forista´ lo hastió. Se acercó a hablar con Posdata Folios con una filmación que le entregó en su oportunidad al Ministro del Interior, donde se ve a presos y policías trabajando para hacer una casa para el Jefe de policía de Canelones con materiales hurtados al Estado. El entonces Ministro Luis Antonio Hierro le dijo: ´ Es feo ver a policías denunciando policías ´. Un diputado estaba presente.” Debemos acotar que más adelante Pereyra Cuadra también denuncia, entre otros policías, al corrupto Comisario forista de San José.

Luis Hierro López, el Ministro del Interior en cuestión, desestimó las denuncias, las archivó sin pasarlas a la Justicia, y encima reprochó a quien las hizo.

Cometió el delito de omisión de los funcionarios públicos en proceder o denunciar delitos (Art. 177 del Código Penal) y que en los casos denunciados por Pereyra Cuadra tiene los agravantes previstos en los artículos 153, 155, 156, 157, 158, 158 bis, 159, 160, 161, 162, 163, y 163 bis, referentes a delitos contra la administración pública.

Haremos un comentario muy esquemático: A) Hierro López no solo cometió el delito previsto en el Código Penal en el Art. 177, y con los agravantes mencionados en los otros 12 Artículos, sino que; B) con su reproche intentó inducir al Inspector Mayor de Policía a que cometiera el mismo delito, que en el caso de un funcionario policial tiene prevista una pena de 3 a 18 meses de prisión y que queda especificado para quien “omitiere o retardare formular la denuncia de cualquier delito de que tuviese conocimiento por razón de sus funciones”; C) su posición como Ministro del Interior multiplicó la gravedad del delito a extremos no previstos en los artículos mencionados, ya que, de considerarse las consecuencias de su acción delictiva debería hacerse acreedor a prisión perpetua. La actitud de Hierro López al reprochar a quien estaba cumpliendo con su deber de velar por la sociedad y en este caso particular defendiendo nuestro patrimonio del saqueo al que lo sometían indignos policías, y cometió este grave delito –reiteramos, desde su posición de Ministro de Interior y para proteger a amigos suyos y de Sanguinetti- convierte a este individuo en un delincuente de la peor estofa, ya que; D) está imponiendo como ejemplo a seguir una escala de valores ya no simplemente distorsionada sino totalmente invertida, donde la Honestidad, la Probidad y el cumplimiento del Deber son CONDENADOS y se hacen prevalecer por sobre estas virtudes la complicidad y protección de los amigos que delinquen, a costa de; E) CORROMPER a toda una Institución, y nada menos que la Policial, permitiendo que la delincuencia fermentara en el caldo de la impunidad proporcionado por aquellos que debían combatirlos, y con ello llevaron a toda la sociedad al grado de inseguridad que hoy padecemos.

Y este “señor” que hoy es el “honorable” candidato sanguinetista a la Presidencia, es uno de los individuos que todavía tiene la desfachatez de responsabilizar a las actuales autoridades por esta situación y ahora nos dice que la actual Ministra debe preocuparse por “DIGNIFICAR A LA POLICÍA”. (No hay calificativos para tanto cinismo.)



La doctrina del olvido.
Julio María Sanguinetti, el pontífice de la doctrina del olvido, el hombre que desde hace años y permanentemente pretende imponernos los sagrados preceptos de “no mirar hacia atrás”, de “no tener ojos en la nuca”, “tener memoria corta”, etc., etc., pudo durante un tiempo engañar a muchos con este disfraz de “apóstol de la paz” que le permitía encubrir la verdadera y única intención de su prédica: QUE NO VIÉRAMOS SU PASADO.

Un pasado de complicidad con los dictadores y torturadores con quienes planificó su “democrática” llegada a la Presidencia luego de que fueran asesinados, proscriptos y encarcelados, todos sus adversarios de fuste; un pasado de mega actos de corrupción durante sus dos gobiernos en los que floreció en el Uruguay la más grande ASOCIACIÓN PARA DELINQUIR que haya asolado al país en toda su historia; un pasado de atropellos a todas las libertades y que mafiosamente lograba que los medios de comunicación los silenciaran; un pasado de violaciones a la Constitución y las leyes, de gravísimos delitos como inducir a error al Senado y a sus Ministros para consumar las más grandes infamias, en fin, un pasado que no podemos inscribir en el término latino “curriculum”, sino en el más castizo y apropiado concepto de PRONTUARIO.

Todo lo dicho lo hemos demostrado en múltiples escritos en los cuales muchas veces nos hemos remitido –para complementar nuestro aporte- a investigaciones profundas, serias y responsables, de grandes personalidades de la política y del periodismo del Uruguay. Personalidades de la talla del investigador Alberto Passadore, Presidente de “Trasparencia Uruguaya”, institución que fue liquidada por Sanguinetti y suplantada con su controlada y sumisa “Uruguay Transparente”, u hombres de gran valía por su intachable trayectoria como el Profesor Manuel Flores Silva, ex Senador colorado y periodista de esa estirpe de valientes que se está extinguiendo y que tuvo que cerrar su prestigioso semanario POSDATA luego de una infame maniobra elucubrada y ejecutada desde el poder mafioso de Sanguinetti, o como Samuel Blixen, otro periodista de similar linaje cuya pluma no hesitó un instante en denunciar las barbaries cometidas durante la dictadura y las implicancias que tuvieron los sanguinetistas de la Cancillería.

Y de ese pasado que el ex Presidente con tanta vehemencia nos exige que no miremos, vamos a extraer algunos hechos que hacen al tema que nos ocupa. (Y que nos disculpe por tener “ojos en la nuca”, y por mantenerlos siempre abiertos. Vale la aclaración porque en nuestro querido Uruguay son muchos los que tienen ojos en la nuca pero solamente los abren para mirar lo que les conviene.)



Los aprontes para recibir a la droga.
En el análisis de la realidad que se comenzó a vivir a partir de 1985 encontramos, con definido perfil, a los responsables de la actual situación. Seré tan sintético como lo fui en la carta abierta a Julio María Sanguinetti, de fecha 1º de Setiembre del 2002, y que ahora por indolencia intelectual voy a “copiar” y “pegar”. Obviamente que –por razones de espacio- solamente 2 de las 16 carillas, las que son relativas al narcotráfico y a la actuación de los señores Ministros del Interior que integraron el Poder Ejecutivo en sus dos períodos de Gobierno. En aquella fecha me tomé la molestia de escribir una extensa epístola que fue distribuida a través de Internet (único medio en el que pude colarme sin que me vieran los “demócratas” silenciadores de la prensa, Walter Nessi, Zanochi, y Elias Bluth) como respuesta a su brillante exposición efectuada días antes en un Seminario sobre “Futuro, Policía, y Sociedad”.

Téngase en cuenta la fecha: 1º de Setiembre del 2002. Copiaré solo una parte de lo que escribimos bajo el epígrafre “POLICÍA”.

De mi carta al ex Presidente:

El Esc. Guillermo Stirling, hombre al que siempre le manifesté mi respeto por ser una excepción entre tantos inmorales (úselo como uno de los pocos candidatos Foristas potables en las próximas elecciones), recibió de sus predecesores el ejemplo de las más graves inconductas. No haremos historia y omitiré hablar de Antonio Marquesano, su socio en el Estudio de Abogados y Ministro del Interior en su primer período. El relato de sus actos y de los grupos que aún le responden dentro de algunos cuadros policiales, transformarían este epígrafe en un largo libreto para una película de corrupción político-policial, de mafias de drogas, de contrabando de oro (y de todo), de trata de blancas, de crímenes, de atentados (mi hermano y yo los sufrimos en carne propia), de tráfico de órganos, de chantajes, de sobornos, de operativos intimidatorios etc., etc.. Pero no puedo soslayar un comentario sobre el narcotráfico. Hace pocos días el Ministro Stirling habló de la “gran incidencia de la droga en el incremento de la criminalidad”. Esto no se duda. Y tampoco se duda lo siguiente (seré muy sucinto): A) Las denuncias de Alberto Passadore (Presidente de TRANSPARENCIA URUGUAYA) sobre el financiamiento del narcotráfico a las campañas políticas, no solo fueron probadas, sino que, con la respuesta mafiosa de los atentados y amenazas a su persona y familia, se corroboraron aún más; B) Las denuncias recientes del valiente Director de Aduanas, Dr. Víctor Lissidini, siguieron confirmando este financiamiento (¿cómo terminará Lissidini?, ¿cementerio o cárcel?) ; C) Este financiamiento no es gratuito, no se da por convicciones ideológicas o políticas, solo se da como pago adelantado del peaje a las drogas; D) La droga comenzó a inundar el país durante su primer Presidencia doctor Sanguinetti. Antes la había, sí, pero la consumían solo unos pocos en los altos círculos sociales, y a ninguna de estas personas se le habría ocurrido hacerla circular. Y aunque lo hubieran pensado, no podían, no habían delincuentes en las calles para distribuirla. Usted asumió y lo primero que hizo (además de destituir a mi hermano y hacer un brillante “negocio” con Roberto Asiaín y China Popular) fue liberar a todos los presos, a los que sí debía liberar, los presos políticos, y a los que no debía liberar, a los delincuentes comunes, y mucho menos sin un previo estudio de méritos. Y al hacerlo tuvimos, ipso facto, la infraestructura necesaria para distribuir la droga. Sin duda que usted, “gran estadista”, “estimaba” que la droga llegaría en cantidades industriales; E) El manifiesto interés suyo por integrar en Colombia (cuando mi hermano era Jefe de la Misión Diplomática) una Comisión cultural que le permitía ir muy seguido a ese país gran productor de café y drogas (y lo hizo desestimando un ofrecimiento mucho mejor del Tte. Gral. Alvarez para ir a las Naciones Unidas) no tenía otra causa, así quiero creerlo, que degustar en Bogotá los buenos cafecitos que allí se consumen, o quizás (yendo más lejos en mis presunciones) poder solicitarle a Juan Valdés una ayudita financiera para su campaña del 84. Y creo que la logró. Sin duda que el gran productor de café le tiró unos pesitos, porque aquel pobre abogadito que en la dictadura estaba muy solo, solito, pero no perseguido, ni exiliado, ni en la cárcel, ni asesinado, como lo estaban los que de verdad se enfrentaron a los dictadores, ese abogadito humilde, sin fortuna personal, sin enemigos militares (más bien muchos amigos con muchos galones), pudo hacer una gran campaña y llegó a ser Presidente. Sin duda lo financiaron los café-traficantes colombianos. Los narcotraficantes ¡NO!, usted siempre los condenó… en sus maravillosos discursos en los foros internacionales. Varias veces le escuché decir, refiriéndose a los problemas sociales y a nuestra juventud, que “el consumo de drogas no guarda relación con la pobreza sino con la pérdida de los valores morales”. Brillante. Brillante como nunca y tan incompleto como siempre. Porque –para eliminar del contenido ese gratuito insulto a los jóvenes- debió agregar que se refería a la pérdida de los valores morales (si es que alguna vez los tuvieron) de los políticos corruptos que para financiar sus campañas electorales o simplemente para engrosar sus arcas, le dieron pase libre al narcotráfico.

Y para cerrar el punto narcotráfico y su primer gobierno doctor Sanguinetti, debemos tener en cuenta que la corrupción política y la delincuencia común no bastan para lograr una efectiva distribución de la droga. Se necesita además, la corrupción policial. Y si antes de 1985 no la había o era muy escasa debida al terrorismo de Estado (más que a una diferencia en la moral de la época), a partir de ese año –Marquesano mediante- la realidad nos mostró un cambio radical. Y puedo decirle, con absoluta propiedad, que ello se debió a SU INTERÉS doctor Sanguinetti, de que las cosas involucionaran de esa forma. Y si quisiera fundamentar ese interés suyo por corromper, no solo a la Institución Policial sino a algunos elementos en otros centros de poder, para así tener a quienes desde adentro le apoyaran y protegieran (hablamos de la Masonería, Opus Dei, colectividad judía etc. etc.) debería extender en varias páginas la presente. Imposibilitado de hacerlo (en la polémica que le propuse varias veces y nunca aceptó lo haría con sumo gusto, o en la Justicia si lo desea) voy a demostrarle aquí y con un solo hecho –cuando me refiera al Profesor (??) Luis Hierro López- que la razón me asiste en la antedicha afirmación. De su otro Ministro del Interior, Didier Operti, no vale la pena hablar. Ya lo hice, y mucho, al relatar sus inmoralidades al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, protegiendo y premiando –avalado por usted- a indignos diplomáticos, a delincuentes diplomáticos, y a mafiosos diplomáticos, y dando asilo “político” a extranjeros mafiosos y criminales. TODO DOCUMENTADO. No se si como Ministro del Interior tuvo similar conducta, porque en honor a la verdad, su actuación como tal no la estudié muy a fondo. Pero veamos un hecho protagonizado por su otro Ministro del Interior, el actual vicepresidente Luis Hierro López, otro “señor” para quien la memoria y la conducta de su ejemplar padre puede ser el objeto de un hermoso discurso, pero jamás la guía de sus actos. (…..).

En esta parte de la carta a Sanguinetti transcribíamos la denuncia publicada en Posdata Folios sobre la cual ya hablamos, y luego cerrábamos el tema (y les recuerdo una vez más, fue escrito en el 2002) con este párrafo: Y no busquemos otras causas a la tremenda INSEGURIDAD que padecemos todos los uruguayos. EN LA DROGADICCIÓN Y EN LAS ACTITUDES DE ESTOS MINISTROS DEL INTERIOR, TENEMOS LAS PRINCIPALES. Y si usted, Julio María Sanguinetti, me permite un apóstrofe narrativo (le explico: cambio de destinatario en una oración) me voy a dirigir a su insigne secuaz. Quiero decirle, señor Luis Hierro López, que un país no se desestabiliza con cacerolazos, como hace poco lo manifestó. Los cacerolazos son solo una forma pacífica e inocua de mostrarle nuestra indignación a quienes –me refiero a usted y sus amigos- SÍ lo hubieron desestabilizado. Lo desestabilizaron ECONÓMICA y MORALMENTE, y lo lograron con sus actos y hasta con sus palabras de amparo y protección a los delincuentes, COMO ACABA DE DEMOSTRARSE.


Fin de la transcripción de esas dos carillas de la carta a Sanguinetti.

Del análisis de los hechos y la evolución de la realidad del Uruguay en los últimos años, surge la indubitable conclusión: La actual inseguridad ciudadana, que no es ni actual ni de mucho mayor gravedad que la de años anteriores, fue propiciada por la acción de quienes a partir de 1985 necesitaron la colaboración de los delincuentes y los policías corruptos para pagar sus deudas con los financistas de sus campañas políticas: los narcotraficantes. Y esto trajo a su vez la brutal expansión de la drogadicción con su secuela del incremento de los actos delictivos y de la violencia que hoy es palpable y se ha enquistado en toda la sociedad, en las calles, en la familia, y en las canchas de todos los deportes. A ello debemos sumarle la miseria y pobreza en que fuimos sumidos por la acción depredadora de estos mismos gobernantes corruptos (denunciados por un ex Secretario del Tesoro de los EE.UU.) y que también incide, aunque en menor grado, con el aumento de la criminalidad. Y por último –y en ello le damos en parte la razón a Sanguinetti- debemos considerar que el factor “pérdida de valores” tiene su importancia en esta problemática, pero debemos profundizar el análisis para poder determinar cuales son las causas de esta crisis moral que afecta a los jóvenes y, en menor medida, al resto de la sociedad. Y ya veremos que también en este tema nos vamos a encontrar, ¡que raro!, con el ex Presidente y su mafia.



Los valores perdidos.
Estimo que pueden estar en lo cierto los sociólogos uruguayos cuando nos dicen que la globalización y el consumismo son parte de las raíces del mal, pero creo que deberían completar el análisis e informar sobre lo que estoy seguro que saben (y si así no fuere que dejen la sociología y vendan los libros) pero que pocos se animan a manifestar públicamente: en nuestro país la moral comenzó a debilitarse y los jóvenes fueron perdiendo los valores al contemplar y comprobar la IMPUNIDAD TRIUNFANTE de los poderosos.

SI QUIEN nos robó de todo y de todas formas, desde cuadros del patrimonio nacional hasta fabulosas sumas de los dineros prestados al pueblo y que nos generaron una brutal deuda externa como lo denunciara Mr. Paul O´Neill, ex Secretario del Tesoro de los EE.UU.; SI QUIEN estuvo implicado en crímenes y actos mafiosos de toda naturaleza cometidos para preservar su impunidad y la de sus secuaces; SI QUIEN “afectó su buen nombre, el prestigio del país y de la representación que investía” al ser denunciado penalmente en los Estados Unidos, junto a su hijo, por el famoso caso “cangrejo rojo”, lo que le costó al país la suspensión temporal de la ayuda externa; SI QUIEN llevó sus “negociados” al extremo de hacer cesiones de nuestra soberanía como lo denunciara, entre otros, el honorable Cap. de Navío Yamandú Flangini; SI QUIEN hizo de las mentiras más infames y ultrajantes parte de su metodología para mostrarle al mundo su calidad de “gran estadista” y “pacificador” y llegó al extremo de afirmar con vehemencia, al mundo y a un sufriente abuelo –el poeta Gelman- que en el Uruguay no existían niños hijos de desaparecidos cuando bien sabía que la nieta de éste estaba en poder de uno de sus secuaces; SI QUIEN fue cómplice de los violadores de los derechos humanos durante la dictadura y ultrajó a nuestro Prócer y se burló de todo el pueblo al validar el contenido de una vergonzosa Orden de Comando del Tte. Gral Gregorio Alvarez; SI QUIEN obstruyó, se burló, y avasalló a la Justicia de todas las formas posibles, sobre lo cual incluso hubieron denuncias de un ex Presidente de la Suprema Corte; SI QUIEN pisoteó todos nuestros derechos y libertades, y para impedir que esto trascendiera chantajeó, sobornó y aplicó métodos mafiosos para silenciar a los medios; SI QUIEN utilizó a estos medios y a varios periodistas obsecuentes para hacer pública su defensa a los corruptos de su entorno con mentiras que al día siguiente se le comprobaron fehacientemente; SI QUIEN llegó al extremo de amparar en la Ley de Caducidad (que mediante el experto manejo del miedo le impuso al pueblo) no solamente a quienes cometieron delitos de lesa humanidad sino también a Generales corruptos que le robaron millones de dólares a las Fuerzas Armadas; SI QUIEN está más que sospechado de ser uno de los creadores de los “escuadrones de la muerte” y que por añadidura soporta sobre sí las dudas que el pueblo tiene sobre la muerte “accidental” de quien pidiera que se lo investigue en el Parlamento; SI QUIEN protegió y premió con ascensos y los mejores destinos a diplomáticos mafiosos, delincuentes y amorales que cometieron delitos de toda clase (golpizas a ancianos y mujeres, violación de menores, cuantiosos robos y fraudes, etc., etc.) y que hoy nos siguen representando en el exterior; SI QUIEN hizo del canje de silencios el método perfecto para mantener la creencia de que era un “paladín de la democracia” y un político “impoluto”. SI QUIEN engañó a los Senadores de su propio Partido y a su Ministro de Relaciones Exteriores en la prosecución de los fines más perversos, lo que está demostrado con documentos oficiales; SI QUIEN fue cómplice de sus Ministros del Interior para fomentar ex profeso la corrupción policial que hasta hoy se mantiene y es una palpable realidad; SI QUIEN cometió los actos expuestos precedentemente –y muchos más ya mencionados y probados en escritos anteriores- todos al margen de la Ley, la Constitución, la Moral y la Ética, Y SIGUE OCUPANDO UN ESCAÑO EN EL SENADO desde el cual pontifica sobre los valores morales, la democracia, la seguridad ciudadana, etc., etc., etc., ¿qué lección se le puede estar dando a nuestros jóvenes?. ¿Que resultado podemos esperar de esta ostensible demostración de cinismo, amoralidad, e impunidad triunfante?. Contestar estas preguntas sería subestimar la inteligencia del lector.

Es lógico que nuestros jóvenes no puedan emular a estos GRANDES CORRUPTOS quedándose con parte de los préstamos de los Organismos internacionales o con parte de las emisiones de los bonos del Estado o vaciando Bancos y Ministerios; no, es obvio que no, nuestra juventud por más que lo quisiera –es de Perogrullo- no tiene la posibilidad ni la capacidad para lograrlo.

¿Pero quien puede dudar de que estos ejemplos no incentivan el espíritu débil y maleable de aquellos niños y jóvenes que por vivir marginados –lo que también es culpa de estos corruptos que llevaron a sus padres a la pobreza y miseria- busquen al margen de la ley el acceso más fácil a la obtención de los bienes materiales que su familia no puede proporcionarles?.

Con estos ejemplos nuestros chicos ingresan al delito, y lo hacen en la escala de sus medios y posibilidades. Ellos no pueden ponerse guantes blancos y falsificar documentos y alterar libros para vaciar Bancos como lo hicieron los Rohn, los Peirano, los Ganduglia y tantos otros empresarios y financistas amparados desde el poder político por los mafiosos que nos gobernaron. Ellos podrán hurtar o rapiñar una bicicleta, pero no podrán acceder a una coupé Ferrari roja como la obtuvo y se vanagloriaba de ello (y es un ejemplo muy insignificante y anecdótico) el ex secretario privado de Sanguinetti, don Ernesto Laguardia, con los dineros robados en el BPS a nuestros padres y abuelos. Y la sociedad (que también somos culpables) nos escandalizamos, y con razón, cuando un joven rapiña a un jubilado a la salida del BPS, pero no pensamos que ese muchacho está haciendo, en la escala de sus posibilidades, lo que hizo hace unos años ese “benemérito” secretario del ex Presidente y que, con seguridad, que no era para comprar comida como quizás pueda hacerlo uno de estos pequeños delincuentes.

No negamos que la globalización nos trajo un permanente muestro de ofertas tentadoras que al exacerbar el consumismo puede inducir a los jóvenes, y también a quienes ya no lo son, a tomar caminos al margen de la ley para obtener lo que se desea, y que a consecuencia de ello se haya incrementado la inseguridad y el temor en la sociedad.

Pero esto no habría sucedido si la Moral de nuestros jóvenes no hubiera sido debilitada con el ejemplo de estos seres despreciables que llegaron al gobierno –famélicos después de la veda política del período dictatorial- y saquearon nuestras riquezas validando todos los medios para tal logro.

Y tampoco habría sucedido, por lo menos en la magnitud que actualmente tiene la inseguridad (y también la violencia) de no existir el “factor droga” que hoy está presente en la mayoría de los delitos cometidos por los jóvenes y que al actual gobierno le va a ser muy difícil de erradicar. Para combatir este flagelo hay que hacerlo en varios frentes: la delincuencia internacional que ingresa la droga, la corrupción en las aduanas, la delincuencia interna que la distribuye y la corrupción en la policía que protege a la delincuencia. Y aquí volvemos a encontrarnos con Julio María Sanguinetti, porque quienes actúan en estos cuatro campos de la acción delictiva siempre contaron con su protección y la de sus Ministros del Interior.

No quiero finalizar sin hacer algunas puntualizaciones.

La primera y principal, expresar como lo hago en la mayoría de mis notas que “ME HAGO TOTALMENTE RESPONSABLE ANTE LA JUSTICIA Y EL PARLAMENTO NACIONAL POR TODO LO EXPRESADO”.

En segundo lugar debo aclararle a los muchos nuevos lectores que esta semana –como sucede cada siete días- incrementarán el número de compradores de “El Bocón” y de suscriptores de Bppcolor, que no piensen que en el interés de efectuar estos análisis pueda haber alguna suerte de encono personal por la infamia que Sanguinetti cometiera con mi hermano (que lo hay sí, pero es mínimo comparado con la animadversión que le tengo por el ultraje que le hizo a nuestro pueblo y que habrá de marcar a futuras generaciones), o motivos de índole política o de otro orden (que eso sí puedo afirmar que no los hay), como tampoco quiero que piensen que mis opiniones son solo eso y pueden ser refutadas. No, no es así. Todo lo expresado esta fundamentado en hechos conocidos, en realidades que no pueden desconocerse y desmentirse, en actos probados con documentos, y también en el resultado de investigaciones efectuadas por connotadas personalidades de la política y el periodismo de este país que han obtenido pruebas que les han permitido emitir opiniones coincidentes a las mías sobre la calaña de estos políticos.

En un solo ejemplo expondremos –ya lo hicimos en la nota anterior pero vale integrarlo en ésta- lo manifestado por alguien que ya mencionamos antes y que sobresale en estos dos ámbitos: el ex Senador colorado Manuel Flores Silva.

Extraeremos de un editorial de su semanario “Posdata Folios” (cerrado hace unos años por mandato imperativo de la mafia sanguinetista) una sola frase: “Y COMO LO HEMOS DICHO EN OTROS MOMENTOS, EN ESTE PAÍS HAY UNA RAYA EN EL PISO: DE UN LADO ESTA LA MAFIA Y DEL OTRO LADO TODOS LOS DEMÁS. UNA MAFIA POLÍTICA, CONTRABANDISTA, POLICIAL, QUE ESTÁ PROTEGIDA MEDIÁTICAMENTE Y JUDICIALMENTE. QUE EN NUESTRA LUCHA CONTRA LA MAFIA ENCONTREMOS GENTE DEL FORO, ES UN TEMA DEL FORO, NO ES UN PROBLEMA NUESTRO. SI LOS TIENEN ES PORQUE LES SIRVEN.”

Creo que no es necesario hacer comentarios sobre lo que es una gravísima acusación de un ex Senador (y actual integrante del CEN del Partido Colorado) a su correligionario Julio María Sanguinetti y a sus secuaces foristas, a los medios, y a la Justicia.
Luego de lo expuesto, podemos concluir que si los políticos de la oposición pretenden que el pueblo los considere personas dignas y honorables, no deben hacer del tema INSEGURIDAD una pancarta para marchar tras ella vociferando contra el gobierno y la Ministra Dayse Tourne.
No deben seguir atacando a una Ministra que está cumpliendo con su deber de la mejor forma, que está combatiendo en un doble frente, a la delincuencia en las calles y a la corrupción interna, y que aunque nada hubiera hecho, en su inacción le habría dado a la sociedad un gran beneficio: no continuar con el accionar delictivo de sus predecesores sanguinetistas.
No es conveniente que se burlen y traten de ridiculizar a una Señora Ministra porque gusta de cabalgar y porque pasó revista a los Coraceros al son de un bolero que no fue elegido por ella sino por alguien que se sumó “simpáticamente” a la campaña de desprestigio, porque al criticarla por tal nimiedad quienes están quedando en ridículo frente al pueblo son ellos, y lo que es peor, que están mostrándose, o como cómplices de aquellos que cometieron graves delitos y que nunca denunciaron, o como cobardes por no haberse animado a hacerlo.

Estimamos que es hora de que los políticos de la oposición y los medios de comunicación se llamen a la reflexión. Sobre los medios hablaremos en una próxima nota, aunque desde ya vamos a decir que nos referiremos exclusivamente a los dueños de los grandes medios de comunicación, que son ellos y no los periodistas que deben obedecerles, los responsables de esta campaña que están llevando adelante al dictado de los espurios intereses de algunos políticos. A ellos les brindan grandes espacios para que en el análisis de la inseguridad culpabilicen constantemente al actual gobierno sin que jamás vayan al fondo del problema, sin que busquen su germen, donde encontrarán y podrán mostrarle al pueblo a los únicos y verdaderos culpables.

La inseguridad es un problema que comenzó a engendrarse en aquellos aciagos días que se registran en los almanaques de 1978 cuando el Dr. Julio María Sanguinetti, mucho antes del Pacto del Club Naval manifestó –contando con el aval del Tte. Gral. Gregorio Alvarez- que sería el próximo Presidente de los uruguayos. (¿Un Nostradamus criollo, o pudo afirmarlo porque sin duda ya estaba todo planificado para que se le despejara el camino a la Presidencia?.)

De esta “profecía” puedo dar absoluta fe, pues así se lo expresó ese año a mi hermano, en Bogotá, en presencia de testigos. Y luego de esos muchos y frecuentes viajes de Sanguinetti al paraíso del café y las drogas, comenzó para el Uruguay, en 1985, la etapa más negra de su historia.

Vamos a cerrar esta nota pidiéndole disculpas a los lectores por haber cometido un error en el título. Creemos que el mismo no se condice con el contenido.

Tendríamos que haber titulado: LA INSEGURIDAD Y LOS VERDADEROS CRIMINALES.

09/09/08
La Columna de Elliot Ness

Autor: Miguel M. Liard

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y? encontrar a los culpables no soluciona el problema, ademas ellos ya no lo pueden solucionar, los q lo pueden solucionar son los de ahora, ahora repito, Y? para cuando lo van a solucionar