Naturalmente, que de los trencitos tirados por caballos es de lo que se trataba... Y habría que designarlos —así se les conoció en el viejo Montevideo— como los tram-ways”. Porque sus sucesores, que nuestros buenos abuelos llamaban los eléctricos, se inauguraron el 20 de noviembre de 1906. Casualmente, la primera linea de los tranvías eléctricos fue la de Pocitos. Pero el tren de caballos fue librado al servicio público a la playa de los Pocitos, el día de Año Nuevo de 1879. El sábado se cumplieron 121 años.
La "Sociedad Uruguaya de Tram-Way al Buceo", como se llamó primitivamente la empresa de capitales nacionales —como lo fueron diez de las once Compañías que llegaron a funcionar en Montevideo, siendo la excepción la del "tren brasilero”, la del Reducto, de accionistas y administración carioca— fue la cuarta que inició sus servicios en nuestra capital.
Comenzó sus actividades en 1875 y cambió de nombre al extender sus rieles desde el Cementerio y el pueblito costero que había quedado del Puerto de los tiempos de Oribe en la Guerra Grande, por la luego calle Comercio, hasta la Villa de la Unión.
Llegaba a la histórica "Restauración” de otros tiempos, sin interferir en el recorrido con el "tram-way”, que por el camino que se iba conociendo como de 8 de Qctubre, cruzaba la Unión, seguía hasta la Curva de Maroñas y tuvo su ramal hasta las Carreras Nacionales, es decir el Hipódromo. Partiendo de la Plaza Independencia, el trencito tomaba por Mercedes, Caiguá (hoy Edo. Acevedo>. r Rivera, ahora Guayabos, el camino Rivera hasta el Cementerio, más larde como decimos, por un sendero diagonal más o menos por donde hoy corre la calle Leopardi, entraba a Comercio, Asilo hasta Cipriano Miró de nuestros dias. Y en la esquina de 8 de Octubre se cortaban los rieles, no interfiriendo con la empresa rival...
En 1878 el Gerente de la Compañía, D. Rafael Pastoriza (una calle que hoy está al borde del barrio Villa Dolores, recuerda a este hombre de espíritu empresarial ) firma la solicitud al gobierno para que se autorice a tender una vía desde la Estación Pocitos —Rivera y la ahora Av. Soca, donde el Banco República tiene su Sucursal, aproximadamente— y por el camino de afirmado (?) llamado de Pereira, llevar los servicios tranviarios hasta la Playa de los Pocitos”.
Cumplidos los trámites, ya que siendo concesiones otorgadas mediante una ley para modificar los recorridos se necesitaba intervención legislativa, se accedió al pedido. “teniendo en cuenta el enorme progreso que para un poblado aislado sobre la costa, significaba que una hermosísima playa tenga su unión con la ciudad mediante los trenes a tracción a sangre”. Los trabajos de colocar los "railes”, como entonces se llamaban a las vias, se fueron cumpliendo más bien lentamente y asi la sociedad, que modificó su nombre nuevamente, agregando “al Buceo y la Unión, también a Pocitos, que se colocó en primer término".
Desde el entonces Camino Rivera, el recorrido del ramal era de dos mil metros: por Pereira hasta Vesubio (Berro), por esta calle cruzando Garibaldi (Guayaqui), Gral, Artigas (por un tiempo llamada asi Masini, antes de ser Artigas la hoy 26 de Marzo, tomando por Cristóbal Colón (Martí) y atravesando Apóstoles (Chucarro),De la Masoneria (J. B. Blanco), donde finalizaban las vías. Por allí funcionaba el almacén y cancha de bochas de Capellini, algún otro comercio, la zona estaba salpicada de viviendas en desorden edilicio y del arroyo al Este, el barrio de las lavanderas. La inauguración, muy comentada en "El Siglo” y "La Nación” —los dos polos de la empenachada prensa de la época— estaba fijada para el 10 de diciembre de 1878. Pero recién comenzaron los servicios el día de Año Nuevo del 79. El acontecimiento de la llegada del “tram-way" a Los Pocitos, sirvió para incentivar los elogios de su playa. Se decía que con gran comodidad y muy barato, siendo incluso un hermoso paseo, se podía disponer de baños de agua salada, dejando las peligrosas rocas del Sur de la ciudad, de la playita de Santa Ana o los baños en la playa Ramírez al lado del saladero del mismo nombre. En Pocitos, una playa limpisima, hermosa, enorme —en esto fincaba y no sin razón, una propaganda porque eso era verdad con óptica de la época y comparada con Capurro, dentro de la bahía—, Montevideo podía decir que tenía un verdadero balneario.
Para la temporada siguiente, ya existía un hotelito de madera, arrasado en el 8O y tantos por un incendio y se disponía de 64 casillas. Vendrían luego los carritos tirados por mulas entrando al agua, la primitiva terraza, las excursiones a caballo o en coche hasta el lejano Carrasco, los paseos en bote, la pesca. En las primeras temporadas, según llamativos avisos de prensa, el tram-way a Los Pocitos, Buceo y Unión, tendría un servicio diario a partir de las 4.20 de la... madrugada, cada 7 minutos hasta las 9.30. Desde esa hora “y por no poder ir a la playa a los rayos del sol", paraban los servicios hasta las 3 de la tarde, en que con la misma frecuencia se reanudaban hasta las 8 de la noche. Y aún los nocturnos, que salían del balneario a las 9, 9.20, 9.40 y el último a las 10.20 de la noche. Desde el Centro salía el coche que ya quedaba en el balneario, a las 9.40. Las tarifas, con derecho al uso de casilla era de dos reales: desde la Unión, combinando, el mismo precio y desde la Plaza Artola o del Buceo, doce centésimos. Las criaturas de hasta 8 años pagaban medio pasaje. Y "los sirvientes de las casillas atenderán y cuidarán la ropa sin percibir suma alguna”. La duración total del viaje de Plaza Independencia a la playa, era de 28 minutos.
Teniendo ya locomoción, Los Pocitos fue aumentando bastante rápidamente su población veraniega. Y algunos montevideanos se avecinaban permanentemente en la ex aldea de lavanderas y pescadores, ya que los trencitos, aún en invierno, mantenían un servicio cada hora, desde la salida a la puesta del sol.
Ya en el Ochenta y tantos, cuando se levantó en la arena el primer hotel, comenzaron a venir "veraneantes porteños”, como se les llamaba a los turistas argentinos.
Desde la Jefatura, en verano, se mandaban dos vigilantes en el primer tren y quedaban en el balneario todo el día. Porque la separación por sexos en la playa, como antes en Ramírez y en el Sur y Los Cuadrados en la Aguada, se hacía con gruesas cuerdas. En aquel ambiente tranquilo, esa vigilancia era la única función de los policías.
Recordemos que en nuestro medio, esa rigurosa separación rigió hasta el verano de 1913. Con una formidable polémica en la prensa, en el verano del año 14, desaparecieron los sectores.
Alguna vez nos ocupamos del nacimiento del poblado pocitense y de su evolución. Hoy, al cumplirse los 121 años del enorme progreso que significó la llegada del tren de caballos al balneario que surgía, nos pareció oportuno pergeñar esta crónica de uno de los mayores acontecimientos vividos por el poblado costero que estaba destinado a convertirse en el mayor barrio de la capital.
Juan Carlos Pedemonte - El País Enero de 1990.
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