El golpe de Estado fue enfrentado por la izquierda, los sindicatos y los gremios estudiantiles y una parte del Partido Nacional desde el primer momento. Se realizó en Uruguay la huelga general más larga de la historia en defensa de la democracia.
Pero en las filas militares también se vivieron debates y enfrentamientos, fueron varios los militares en las tres armas que se opusieron al golpe y mantuvieron con dignidad y en difíciles circunstancias, su apego a la Constitución y la ley.
Hubo decenas de militares que sufrieron prisión, persecución y exilio. Existió el levantamiento de la Marina en febrero de 1973 y es conocido el caso del capitán de navío Oscar Lebel que se atrincheró en su propia casa rechazando al golpe.
Sin embargo hay otros casos menos difundidos e incluso aún desconocidos, que muestran la diferencia de actitudes, por ejemplo con los cuatro represores requeridos ahora desde Argentina.
Una asamblea militar en 1973
Fuentes militares narraron que durante el período de gestación del golpe de Estado, más concretamente en febrero de 1973, se generó una situación difícil en la interna del Ejército. En ese contexto el jefe de la División de Ejército 1, general Esteban Cristi, ordenó que se consultara a todos los oficiales de esa estratégica repartición del Ejército con asiento en Montevideo.
El jefe de la Brigada Nº 1, el coronel Venancio Caballero, convocó a sus oficiales un mediodía en la sala de Esgrima de la sede de la Brigada en el kilómetro 14 de Camino Maldonado.
Según recordaron las fuentes estaba presente la oficialidad de los Batallones 1, 2 y 3 de Infantería; de los Batallones 1 y 5 de Ingenieros; del Estado Mayor de la Brigada y de la Escuela de Comunicaciones. En la sala especialmente acondicionada estaban presentes 81 oficiales.
El coronel Caballero hizo una corta exposición señalando que los mandos militares habían decidio desconocer al ministro de Defensa, general Francese y reprimir además el levantamiento de la Marina. Afirmó que había dos posiciones "estar con la Constitución y la ley o apoyar a los mandos militares". Comunicó a los oficiales que se votaría por lista y con cada uno diciendo personalmente lo que pensaba.
Según las fuentes comenzó el propio coronel Caballero diciendo: "Yo estoy con la Constitución y la ley". El segundo jefe de la Brigada, teniente coronel Cánepa, dijo lo mismo: "Con la Constitución y la ley".
Posteriormente se pronunció el jefe del Estado Mayor de la Brigada, mayor Cuesta, quien afirmó serio: "Con los mandos militares". A continuación opinaron los jefes del Batallón 1 y 2 de Infantería, coroneles Carlos Legnani y Guillermo De Nava (posteriormente comandante en jefe del Ejército durante el gobierno de Sanguinetti), ambos con los mandos militares y luego el jefe del Batallón 3, Bernardo Paz quien se manifestó por "la Constitución y la ley". Todos los oficiales restantes se pronunciaron por "los mandos militares".
Terminada la votación y en medio de una tensa expectativa, Caballero los miró y dijo: "Bueno señores, la voluntad quedó claramente expresada, desde este momento no soy más su jefe. Que tengan suerte". El coronel atravesó el grupo formado por los 78 oficiales golpistas y se retiró de la unidad.
Interinamente asumió el mando de la Brigada 1 Guillermo De Nava. Las fuentes narraron también que Bernardo Paz, luego de tener el resultado a la vista cambió su voto y se sumó a los golpistas, llegando a ocupar luego altos cargos durante la dictadura.
El golpe y la resistencia
Tan sólo 16 senadores ocupaban sus bancas en la sala de sesiones a las 23 horas de la noche del 26 de junio de 1973, apenas horas antes de que los militares golpistas irrumpieran a punta de fusil. Todos habían condenado con firmeza la actitud genuflexa del entonces presidente Juan María Bordaberry.
El propio presidente de la Asamblea General, y vicepresidente de la República, doctor Jorge Sapelli, había dejado su puesto en el Parlamento, y nombrado en su cargo al también colorado y demócrata Eduardo Paz Aguirre, para intentar dialogar con el presidente Juan María Bordaberry con la íntima esperanza de lograr que el mandatario negara el apoyo que ya había cedido ante la intolerancia golpista. El Parlamento sería ocupado por efectivos al mando del coronel Luis Queirolo, el segundo del general Esteban Cristi, comandante de la Región Militar Número 1. Queirolo, junto al entonces teniente coronel Alberto Ballestrino, habían sido los puntales ideológicos de la lógia militar "Tenientes de Artigas", que fuera fundada el 25 de agosto de 1965 por el general Oscar A. Aguerrondo. Bordaberry, el mandatario, recién daría la cara al pueblo a las 22 y 30 horas en uso de una cadena de radio y televisión en la que justificaría el golpe.
La huelga general se lanzó en una tensionada reunión en el local del Sindicato del Vidrio, en la calle Laureles y Carlos Tellier, en la populosa barriada de La Teja. Reunidos en sesión permanente desde que los rumores de golpe ganaron las calles, los 15 integrantes del Secretariado Ejecutivo y los 27 miembros de la Mesa Representativa decidieron emprender la reconquista de la democracia. Se ejecutó un plan varias veces repasado desde que, ya en 1964, se supo de las realizaciones de las peligrosas "busecas de los coronoles". Se nombró un comando de dirección para instrumentar la huelga: D´Elía, Turiansky, Hughet, Cuesta, Méndez, Carlos Gómez y más tarde Duarte.
A las tres de la madrugada del 27 de junio, el traicionero golpe militar dejó de ser un rumor para transformarse en una realidad. Para el amanecer, ya serían 500 los locales de trabajo que estarían bajo control obrero. Se sumaron las facultades y centros de enseñanza de secundaria y UTU ocupados por los estudiantes y los docentes. Quince días después de iniciada la heroica huelga general, la sangrienta dictadura habría quedado aislada de todo apoyo popular. Sólo disolviendo y prohibiendo la CNT el 30 de junio y requiriendo la captura de más de medio centenar de dirigentes es que lograrían, aunque sólo por un tiempo, acallar las voces de protesta. El levantamiento de la huelga "para pasar a otras formas de lucha" sería decidido en tres reuniones celebradas en tres lugares distintos. El local de Daecpu sería uno de ellos. Otro sería el local de Impasa, ocupado por sus trabajadores. Un tercer lugar, el local de un organismo público, aún permanece sin conocerse, en el más solidario de los silencios, porque todos sus participantes asumieron el compromiso de no revelarlo nunca.
La huelga se levantó con una gigantesca movilización popular, salvajemente reprimida el 9 de julio de 1973 en 18 de Julio.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario