24/10/08

La desaparición forzada de personas en América Latina (VIII)

6. LA DESAPARICION FORZADA COMO INSTRUMENTO DE DOMINACION POLITICA El recurso a la desaparición forzada, utilizado como método represivo en forma prolongada y reiterada, ha marcado con un signo trágico e indeleble el período histórico reciente en América Latina.

Después de haber analizado el fenómeno de la desaparición forzada desde el punto de vista de sus ejecutores, así como sus efectos en niveles psicosociales, es posible deducir algunas de sus hipotéticas consecuencias, inmediatas y a largo plazo. Entre ellas, las más importantes:

- La deshumanizacion de los individuos y los grupos sociales a través de la imposición de una cotidianeidad de muerte. La pérdida de la capacidad de horrorizarnos ante las atrocidades cometidas -que por lo demás es un recurso psicológico para proteger un aparente espacio de cordura personal- lleva a la aceptación individual y social de los hechos y, por consiguiente, al silenciamiento y a la no denuncia, a la no lucha porque estas cosas no sucedan. Todos estos factores, contenido y expresión de la conciencia social, permiten la persistencia de situaciones de impunidad en todos los países en los que se ha recurrido a la desaparición forzada;

- la generación de un "consenso" de aceptación de las reglas de juego impuestas por los militares, del que cada individuo participa, en forma consciente o no. Esas reglas decretan la muerte para quienes desafían la vigencia de la ley histórica;

- el aislamiento de los movimientos sociales opositores cualquiera que sea su matiz e ideología;

- la desmovilización de gruesos sectores de la población y la derechización de ciertos sectores de las capas medias y la pequeña burguesía, los cuales por las particularidades de sus intereses e ideología, son más proclives a sumarse al "consenso legitimador";

- el debilitamiento del sistema de derecho y sus expresiones orgánicas con el consiguiente anulamiento de la sociedad civil; y,

- la configuración de una dicotomía social en la que rigen, para cada uno de sus lados, leyes diferentes y hasta opuestas.

Una mirada detenida a la realidad actual de América Latina, y sobre todo a los países en los que se vivió crudamente la desaparición forzada, hará surgir ante los ojos de quien observa una serie de manifestaciones violentas de los grupos sociales que encuentran -en parte- su explicación en las secuelas dejadas por las violaciones de los derechos humanos en el pasado reciente.


6.1 TOTALITARISMO Y DEMOCRACIA, DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA
¿Cómo engarzó todo esto en el ámbito político?. Algunos autores consideran que las acciones terroristas y de control ideológico, destinadas a preservar la vigencia de lo que Franz Hinkelammert denomina la ley histórica, conformaron un sistema totalitario de dominación.

El totalitarismo se constituyó en un sistema continental situado por encima de los propios Estados nacionales en América Latina, cuya expresión orgánica ha sido la Conferencia de Ejércitos Americanos (con excepción, por obvias razones, de la participación de Cuba). En ella, con la presencia relevante del ejército norteamericano, se analizaron las coyunturas nacionales y regionales con el objetivo de definir las políticas de enfrentamiento con el enemigo, vale decir, los lineamientos de la guerra contrainsurgente llevada a la práctica durante todos esos años.

Sobre esta base, fue erigida en la década pasada la lucha de los ejércitos latinoamericanos por la democracia. Tal democracia en la práctica devino un mero espacio formal en el que se practicaron elecciones cada cierto tiempo, se dio un reconocimiento, también formal, a la independencia de los poderes del Estado y un espacio político sumamente limitado en el que las reglas del juego fueron establecidas por los militares.

De esta manera, democracia en América Latina y doctrina de seguridad nacional llegaron a ser las dos caras del totalitarismo. No es sorprendente constatar que en países como el Perú, Colombia o Guatemala -con gobernantes civiles, que accedieron al poder mediante elecciones libres- se continúe desapareciendo a los opositores.(80)

En la democracia/totalitarismo latinoamericanos no importó, pues, si el gobernante era un civil o un militar o si tomó el poder a través de elecciones o un golpe de estado. Por encima de los matices políticos, los ejércitos de estos países tuvieron sumamente clara su función de exterminio dirigida contra aquellos que se atrevieron a oponerse a la ley histórica.

En suma, la democracia/totalitarismo latinoamericana violó los derechos humanos; en defensa de la libertad, violó el derecho a la libertad individual; defendiendo la vigencia del mercado, asesinó a opositores indefensos. Con los noventa mil desaparecidos, también desapareció la verdadera democracia.

Franz Hinkelammert(81) señala que los militares latinoamericanos hicieron un esfuerzo intenso encaminado a evitar las paralelizaciones con el nazismo o el stalinismo, cuestión que les acarrearía la consiguiente estigmatización y condena. Según este autor, el totalitarismo en América Latina fue establecido de acuerdo con las siguientes características:

- No hubo campos de concentración;

- no hubo un partido fascista, éste fue sustituido por la burocracia militar;

- no hubo un führer;

- se mantuvo el control de los medios en manos privadas, pero sujeto a la ley imperante, de modo que cuando alguno de ellos, o un periodista en lo individual, se salieron de la línea, también sufrieron los efectos del terror.


TOTALITARISMO Y DESAPARICIONES
El totalitarismo estableció una relación de no derecho frente a la oposición con el objetivo de anular cualquier alternativa buscada por medio de sus luchas.

Esto fue expresado dramáticamente con la desaparición de los opositores. A través la perpetración de éste método represivo, el brutal mensaje inscrito socialmente fue el de que aún la sola posibilidad de búsqueda de una alternativa es imposible. Desaparecido el opositor, desaparece la alternativa. Es decir, se busca crear la ilusión de que ni el desaparecido ni la alternativa existieron jamás.

La desaparición buscó configurar en la conciencia social la imagen de un poder omnipotente, contra el que resulta imposible luchar. Al igual que las personas, el derecho también es destruído.

Con el hábil manejo de los medios, combinado con sucesivas oleadas de acciones terroristas en las que se combinaron asesinatos, tortura y desapariciones han logrado en distintos períodos y en distintos países, paralizar el movimiento popular y el cuestionamiento del sistema por la vía de la lucha. Al adueñarse el terror de la población y de los familiares de los desaparecidos, se ha logrado silenciar incluso la perpetración de los crímenes.

El objetivo estratégico buscado fue el aislamiento del movimiento opositor, cualquiera que fuera su matiz, a través de las acciones políticas y militares deslegitimadoras.


6.2 LA RECUPERACION DE LA VERDADERA DEMOCRACIA. LAS LUCHAS DE LOS FAMILIARES
Las organizaciones de familiares de desaparecidos surgieron en las décadas de los setenta y los ochenta para "(...) tratar de hacerle frente al silencio y pasividad social que han provocado las desapariciones (...) proponiéndose como gran objetivo 'EL APARECIMIENTO CON VIDA DE LOS DESAPARECIDOS' Y 'EL JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES' (...)."(82)

Un nuevo derecho surgió de estas demandas, el derecho a la verdad.(83) En los procesos de transición a la democracia esto dio lugar a procesos de esclarecimiento de los hechos de violación de los derechos humanos en Argentina, Chile, El Salvador y, en otras circunstancia, Honduras. Así, se organizaron comisiones cuya misión fue la de legitimar la verdad sobre los desaparecidos, como en Argentina y Honduras, o sobre éstos y todo el conjunto de hechos violatorios de las normas de convivencia social y humana. Ya se han analizado, también, los avances en el campo de la tipificación del delito en los niveles internacional y nacional.

En términos políticos no hay tantos avances. El entusiasmo que suscitan los progresos jurídicos, muy lentos, muchísimo más lentos que la realidad cruel, dinámica y cambiante, se apaga cuando se posa la vista en los procesos de la verdad abiertos en los países del Cono Sur y en Guatemala y El Salvador, que culminaron -para desgracia y desafío de lo jurídico- en amnistías, puntos finales y obediencias debidas. Las formas jurídicas fueron puestas al servicio del mantenimiento del silencio y de la injusticia para los desaparecidos y sus familias en estos países.(84)

En la presentación del informe del Comisionado Nacional de Protección de los Derechos Humanos de Honduras, se lee que "Los grandes países no son aquellos que no han tenido épocas oscuras y de barbarie, son los que pudieron examinarlas sin temores para así superarlas. Las verdaderas democracias son las que pueden examinarse a sí mismas. Las naciones con futuro son las que pueden, con valentía, enfrentar la verdad."(85)

En consecuencia, dados los hechos y dados sus efectos, la reconstrucción de sociedades realmente democráticas en nuestro continente, en las que prevalezcan los ideales de justicia y libertad, exige como condiciones sine qua non el esclarecimiento de la verdad sobre los desaparecidos, la identificación y castigo de los culpables de éstas y de otras violaciones de los derechos humanos y la generación de mecanismos sociales que no permitan el surgimiento de los crímenes en el futuro. Esto, lamentablemente sigue siendo una asignatura pendiente para las sociedades latinoamericanas.

Predicar (y creer) en la posibilidad de construir un régimen justo y democrático sin resolver el conflicto moral y social que significa la existencia de miles de desaparecidos, es colocar a la sociedad en una situación de engaño que daña aún más profundamente su identidad. En tal régimen, son la violencia y los sentimientos de desconfianza en los mecanismos de convivencia y de justicia los que continúan prevaleciendo.

Las luchas de los familiares de los desaparecidos y las de las organizaciones de derechos humanos, cada vez más conscientes de la gravedad del fenómeno, se han encaminado a la inscripción social del mismo. Esto solo es posible mediante el no acatamiento del imperativo del silencio. El contravenirlo y el pretender crear un contraconsenso significó para ellas en el pasado someterse a la represión, en un esfuerzo encaminado a aislarles socialmente. Sus luchas desafiaron los enunciados del poder concretados en el marco de las leyes de impunidad, la censura y la condena emitida por determinados sectores sociales.

Sin embargo, éstas son la única respuesta social coherente capaz de posibilitar no sólo la recuperación emocional de los afectados, sino también la reparación social del daño, desde el momento en que actúan de cara a la verdad, exigiendo justicia y señalando a los culpables de la fractura social que se produjo a partir de la aplicación del terror.

(Y la verdad surge, contraviniendo los imperativos de silencio y de olvido, aún de los labios de los desaparecedores. "El fin nunca justifica los medios" sentenció el general Martín Balza a nombre del ejército argentino al reconocer por primera vez en la historia la participación institucional de éste en las desapariciones de miles de ciudadanos de ese país. Esto sucedió después del terremoto provocado por las confesiones de Adolfo Scilingo y Víctor Ibáñez sobre la forma en que desaparecieron prisioneros echándolos al mar. "Si no logramos elaborar el duelo y cerrar las heridas no tendremos futuro, no debemos negar más el horror vivido y así poder pensar en nuestra vida como sociedad hacia adelante, superando la pena y el sufrimiento" dijo Balza. La culpa, sin embargo, para ser coherente consigo mismo y leal con sus subordinados, la dejó en el impreciso "...inconsciente colectivo de la Nación toda (...)."(86)

Ana Lucrecia Molina Theissen
1998



Notas:
80. La afirmación sobre la persistencia de este patrón represivo está respaldada en los informes anuales del Departamento de Estado de los Estados Unidos, de Amnistía Internacional y Americas Watch, ahora Human Rights Watch/Americas, para mencionar unos cuantos.

81. Conferencia en ACAFADE, mes de julio de 1988.

82. Asociación Centroamericana de Familiares de Detenidos-Desaparecidos. Florecerás Guatemala. San José, 1988, p. 77.

83. Respecto del derecho a la verdad, ver el Memorial amicus curia presentado por HRW/Américas y CEJIL a la Cámara Federal en lo Criminal y Correccional de la capital argentina, cuya referencia completa se presenta al final del artículo.

84. Una situación distinta se presenta en Honduras, país en el que se da actualmente una fuerte batalla desde las oficinas del Comisionado Nacional de Protección de los Derechos Humanos y de las organizaciones de familiares y de derechos humanos para lograr el juicio y castigo de los culpables de las desapariciones.

85. Comisionado Nacional de Protección de los Derechos Humanos. Los hechos hablan por sí mismos : informe preliminar sobre los desaparecidos en Honduras 1980-1993. Tegucigalpa, Guaymuras, 1994, p. 11.

86. Ver: Discurso del general Martín Balza, jefe del Estado Mayor General del Ejército de la República Argentina, publicado en El País, año 8, No. 2438, Buenos Aires, pp. 2 y 3.

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