27/9/08

Otros crímenes del Escuadrón

Con el brutal asesinato de Ibero Gutiérrez González son ya cuatro las víctimas del siniestro y tenebroso "escuadrón de la muerte". Pero su mano está también tras los cientos y cientos de atentados que, noche a noche, son perpetrados con total impunidad contra los hogares, locales políticos, comercios de personas frentistas o vinculadas, familiarmente, con integrantes del MLN. Para estas acciones —según sea su naturaleza— ha adoptado distintos nombres: Defensa armada nacionalista (DAN), Comando Armando Leses, Brigadas Nacionales, JUP, LYS (debe recordarse un pasquín hecho llegar a mediados del año pasado hasta la casa de determinadas personas, que decía: . . ."Estamos alertas, preparados y vigilantes. Si estas amenazas se materializan en algunos de esos integrantes o en cualquier ciudadano uruguayo que no sea antipatriota y traidor como Ud., actuaremos en consecuencia. Los responsables pagarán con su vida. Ud. puede estar entre ellos"), o el Comando Caza Tupamaros, responsable de la última muerte.

No creo en brujas pero...

Una noche de 1962, el entonces jefe de policía de Montevideo, Cnel. Mario O. Aguerrondo, entró en el diario "El País". Era el momento en que a Soledad Barret y, después, a otras personas se las sometió a distintos castigos tras lo cual se les tatuaba una cruz svástica con hojas de afeitar o cualquier otro objeto cortante. El jerarca se reunió con el cronista policial y responsables del diario, al día siguiente "El País" mostraba una fotografía obtenida en una manifestación meses atrás y en la que se había identificado —entre otras personas a la joven militante. De esa manera la policía —en aquel momento muy activa en la organización de golpes como el asalto a la Universidad que durante años tuvo separado de su cargo al comisario Orestes Braida Arbulo— trataba de desviar la atención sobre las bandas fascistas que ella misma armaba.
Fue, asimismo, por esa fecha, que un asesino protegido por la oscuridad de la noche arrojó una bomba incendiaria contra un club comunista. El fuego causó la muerte de una criatura de meses, hija de los cuidadores del local. Esta vez el escándalo había sido muy grande y la policía no tuvo más remedio que "aclarar" el caso y detener al homicida que, casualmente, resultó ser un habitual informante y delator ubicado en el medio estudiantil.
En materia de bandas fascistas hay, como se ve, una larga y, muchas veces, dolorosa experiencia. En la medida que el liberalismo no les molestaba se mantenían en forma larvaria hasta que un acontecimiento como la Revolución Cubana las llevó a la acción en "defensa de la democracia" y del "mundo occidental y cristiano". Desde la embajada norteamericana, a través de sus agentes se financió a grupos como la Confederación Sindical del Uruguay (intentando quebrar al movimiento obrero) o el Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad (MEDL) que ya en 1962 y, por medio de una conferencia de prensa, trataba de desvincularse de otros grupos igualmente totalitarios (como el FEDAN, MOENSU, Alerta, Gallo, etc.), acusando a la Lista 15 de ser "tontos útiles" (sic) y publicitando la expulsión de un tal Eduardo Fernández que en una reunión gritó entusiastamente "¡Heil Hitler!".
No es por cierto exagerado encontrar en todos estos elementos los antecedentes de la propia JUP.
Pero esta vez la oligarquía ha ido mucho más lejos: prohijó la creación del "escuadrón" nutriéndolo de policías e integrantes de grupos "demócratas", como quedó bien claro con el procesamiento de los secuestradores del Dr. Carlos Maeso (abogado de HYTESA por el que se pidió un rescate de 25 millones de pesos).
La identificación de Eduardo Denis Falcon Filgueiras, Washington Angel Grignoli, Llamil (o Yamil) Wallace Pereuchena (los tres del D-6 de la Dirección de Información e Inteligencia, que comandaba el comisario Macchi), Enrique "Quico" Fernández Albano, y Héctor Blas Quinteiro fue un rudo golpe que la Justicia asestó al "escuadrón". Y sirvió, para mostrar los elementos humanos que lo integran: por un lado, policías —y no agentes cualesquiera, sino integrantes de una repartición que tiene como misión específica la represión de la guerrilla—, por otro, civiles como el tal Fernández Albano, vinculado a grupos estudiantiles de derecha, servil instrumento de la embajada yanki de la que era agente informante. También el año pasado, en setiembre, se denunció al médico paraguayo Angel Pedro Crosa Cuevas —de siniestros antecedentes— como un integrante del "escuadrón" sin que ello fuera jamás desmentido.
Finalmente, y aún cuando parezca reiterativo del Informe Especial hecho por Eduardo Galeano (en el número anterior de CUESTION) debe recordarse que a Antonio Manuel Ramos Filippini lo fueron a buscar cuatro sujetos que mostraron —no sólo a su madre, también a él mismo— documentos que los identificaban como policías. Que en esta u otra hazaña se han visto coches de los habitualmente usados por la policía.
Los eufemismos, las fórmulas vagas usadas por los redactores de los comunicados policiales, incluso las frases como "respuesta a las actividades de la delincuencia organizada" demuestra —en forma elocuente y frente a cualquier habitante del país— complacencia por la acción del "escuadrón". Ello sería suficientemente grave y condenable, pero si ese mismo uruguayo capaz de advertir la simpatía de la policía por el "escuadrón" busca la información correcta, entonces podrá advertir —asombrado horror— que más que simpatía hay un verdadero encubrimiento. Más que ello, aún, una participación directa.


Publicado en la Revista Cuestión, Año 1, Nº 8 del 28 de agosto de 1971

No hay comentarios.: