El 68 Uruguayo. Segunda Parte. Capítulo 2. 1967: Año de definiciones en Latinoamérica.
‘La vía capitalista es en el plano internacional, agrade o no, la sujeción, la tutela y esta lenta agonía en la cual se debate desde antiguo el Tercer Mundo. Y si queremos -pero es menester quererlo-salvarnos no podemos oír ni aplicar las consignas, los consejos y las homilías de quienes son, al margen de todo juicio de responsabilidad, de toda calificación -que no interesan- nuestros naturales, inevitables e implacables adversarios.
Dejemos pues que los tecnócratas y burócratas de! GATT y adyacencias disfruten de buenas vacaciones en Punta del Este.
Dejemos que se entreguen a sus discusiones bizantinas (…) mas no les hagamos caso. Trabajan para nuestro enemigo. Son, aun que no lo digan y aunque algunos no estén convencidos de ello -acordémosles el beneficio de la duda- también nuestros enemigos”.
Carlos Quijano. 20 de enero de 1967.
El año se ha iniciado con la preparación, por parte de un conjunto de organismos internacionales y los gobiernos de la región, de la “reunión cumbre de Presidentes”.
A fines de marzo del 66, durante una reunión del CIES, Consejo Interamericano Económico y Social, la delegación argentina propuso y se acordó, la realización de una conferencia de los jefes de Estado de los países de la OEA a fin de “dar un impulso más eficaz hacia los objetivos de la Alianza para el Progreso”.
Las consultas diplomáticas posteriores decidieron que la reunión se realizara en Punta del Este, a mediados de abril de 1967.
La inminencia de la realización del evento provocó toda clase de manifestaciones y Montevideo se llenó de pintadas contra el Presidente Johnson y en solidaridad con Cuba y Vietnam.
El “Uruguay movilizado”, como sintetiza Campliglia, mostró su preocupación latinoamericana, su concepción antiimperialista y su voluntad de protesta. También pronunciamientos contrarios que iban de organizaciones populares, como el Movimiento Coordinador del Magisterio de Montevideo, hasta declaraciones del Consejo Directivo Central de la Universidad de la República que “repudia la realización de la Conferencia” (14 de abril).
El 13 de marzo, en La Habana, Fidel Castro ha criticado duramente a la dirección del Partido Comunista venezolano. Ya por entonces, el “Che” está peleando en Bolivia.
Las divergencias entre el PC venezolano eran en cierto modo reveladoras de discrepancias que agitaban a todo el movimiento revolucionario latinoamericano.
Detrás de la discusión pública sobre los episodios de Venezuela estaba la sombra proyectada de una vasta disputa teórica y política, que duraba ya años, en torno a la estrategia de la revolución latinoamericana.
La discusión es bastante amplia y en ella intervienen también analistas de otros lugares. En Europa diversas publicaciones de los partidos comunistas reproducen el artículo del ensayista checo, Stanislav Budin, que critica los enfoques del “Che” y, por elevación, la línea revolucionaria cubana:
“Mientras la mayor atracción del socialismo estriba precisamente en que la humanidad se va convenciendo que el socialismo significa la paz, Guevara quiere convencer que el socialismo significa la guerra (…)”.
Agrega Budin: “esa concepción recuerda el romanticismo revolucionario de Bakunin” y que no tienen razón las críticas a los comunistas venezolanos que abandonando la guerrilla centran su actividad en el marco del sistema de burguesía democrática.
Guevara afirma que la burguesía nacional en los países latinoamericanos ha perdido por completo cualquier capacidad de resistencia al imperialismo. Ni siquiera eso me parece correcto “.
Dice más adelante Budin: “El esfuerzo de los regímenes burgueses en A. Latina por desarrollar las relaciones comerciales con los países socialistas, es un hecho antiimperialista y provoca las mayores intrigas en Washington.
Desgraciadamente ni eso comprenden algunos revolucionarios románticos que critican a los gobiernos de los países socialistas por su comercio con los regímenes burgueses de A. Latina y no se dan cuenta de que el desarrollo de las relaciones económicas constituye un paso importante para romper la explotación monopolista del continente por los monopolios norteamericanos y que las relaciones comerciales constituyen el primer paso importante hacia el desarrollo de otro tipo de colaboración sobre todo política y pacífica, con el mundo socialista “.
La Conferencia de la OLAS
En la reunión de la Tricontinental (Conferencia de organizaciones políticas de Asia, Africa y América Latina) en 1966, a propuesta del líder socialista chileno Salvador Allende se ha convocado para mediados del 67 una conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS).
Las noticias provenientes de Cuba, “alborotaron el avispero” de la izquierda uruguaya. Durante meses llenan las páginas de los diarios y semanarios y son tema de discusión en los ambientes militantes obreros y estudiantiles de izquierda.
Desde La Habana, y también desde otros países de Latinoamérica, los periodistas Juan Manuel Quijano, Carlos Núñez y Carlos Ma. Gutiérrez, entre otros, escriben para “Marcha” acerca de las divergencias entre el Partido Comunista uruguayo con las posiciones sustentadas por los comunistas cubanos y la mayoría de las delegaciones participantes en la Conferencia.
La delegación uruguaya ante la OLAS, compuesta por el Frente Izquierda y todas las organizaciones que lo integran y el Partido Socialista se divide en la votación. El MRO y el PS votan con la mayoría de la OLAS. El P. Comunista y sus aliados lo hacen con la posición que resultará minoritaria en la Conferencia (1).
A su regreso de La Habana, el 2 de setiembre, el entonces Secretario General del P. Socialista José E. Díaz dirá:
“Los socialistas rechazamos el enfoque del discurso de Arismendi ( en la OLAS) (…) por no hacerse desde un ángulo uruguayo, por no abarcar la temática básica de la Conferencia y por no definir claramente posiciones en los puntos fundamentales, especialmente en materia de formas de lucha “.
” (dentro de la delegación uruguaya] planteamos que se incluyera en el discurso un preciso pronunciamiento sobre formas de lucha, cosa que no se hizo (…).
Y termina diciendo Díaz: “Los socialistas uruguayos cumpliremos con el programa de la OLAS que aprobamos conscientemente, a pesar de las amenazas de los aprendices de gorilas y del malabarismo teórico-práctico de los derrotados “.
Coinciden PS, FAU, MIR, MAPU, MRO e independientes
Es en el marco de posiciones políticas coincidentes en estos debates que una serie de organizaciones políticas de la izquierda uruguaya va a sustanciar el acuerdo que hizo posible la reaparición del diario “Época”,
En el primer editorial de “Época”, el 7 de diciembre del 67 (al día siguiente del fallecimiento del Gral. Gestido) se dice: “Nuestro diario fue el motivo para que la FAU, el MAPU, el MIR, el MRO y el PS lograran crear un frente político. Ese frente de hecho es el único que hoy funciona en la izquierda con características realmente unitarias.
No se compone de organizaciones ficticias ni está manejado por hegemonías indebidas, ni confunde su programa o su estilo con el de los partidos burgueses. Fue constituido a propósito de un diario, pero aspira a convenirse en el instrumento de más vastas realizaciones.
Y está dotado de un arma ideológica que conecto esta actitud con el proceso general de A. Latina: ha nacida para aplicar en «Epoca» y en todas las acciones unitarias que lleve a cabo el programa de las OLAS”.
Para la FAU, “La medida represiva del gobierno (clausura de «Epoca», encarcelamiento de todos los integrantes de la dirección colectiva del mismo e ilegalización de las organizaciones que suscribían el acuerdo del 12 de diciembre de 1967) no quitaba vigencia a estas afirmaciones sino, por el contrario, las reafirmaba.
En función de ello, y sin perjuicio del mantenimiento de la independencia de cada organización (en sus definiciones ideológicas y en otros niveles de actividad), la FAU propone la constitución de una alianza para la acción común entre militantes de los grupos firmantes del acuerdo de «Epoca» y otros acordes con esas definiciones, en el campo de masas, de la agitación y la propaganda “.
El PS, el MAPU y el MIR, de un modo u otro no concuerdan con esa propuesta. La FAU y el MRO trabajarán activamente por la constitución de dicha alianza.
Los hechos posteriores demostraron que este acuerdo no reposaba sobre bases suficientemente elaboradas y consistentes. Ni el proceso de análisis y discusión política ni la realización de iniciativas y experiencias de lucha en común le daban la madurez y las fuerzas para abarcar las ambiciosas tareas que se proponían en el acuerdo.
Notas:
(1) En Montevideo, el PC censuró el discurso de Fidel Castro. El discurso de Fidel cerrando la conferencia fue publicado con cortes por “El Popular”. Se eliminaron las críticas a la política de la URSS y otros países del Este: “Lo menos que podemos esperar de cualquier estado del campo socialista es que no le preste ayuda financiera ni técnica a países latinoamericanos (que reprimen a los movimientos revolucionarios), que son cómplices del bloqueo imperialista contra Cuba, nosotros lo condenamos “. También fue eliminada la acusación, de “delatores de los revolucionarios” a la dirección del P. Comunista de Venezuela.
Otra censura se ejerció sobre una referencia valorando la actitud revolucionaria del movimiento negro en los EE.UU., quienes - dice Fidel - “no necesitaron apelar a ninguna filosofía ni mucho menos a una filosofía revolucionaria para justificar la inacción”.
“No hay duda, agrega Castro, que con ese tipo revolucionario simpatizamos mucho más que con superteorizantes, que son revolucionarios de palabra y burgueses de hecho (…). (Los negros revolucionarios de EE.UU.) no se pusieron a lucubrar tesis, ni hablar de condiciones objetivas primero para empuñar un arma y defender sus derechos”.
La censura también alcanza a las referencias que Fidel hace contra el grupo llamado de la “micro fracción” (Aníbal Escalante y otros dirigentes) que estaba siendo criticado en los debates internos del PC de Cuba.
Su difusión integral estuvo a cargo de los grupos de izquierda que tienden en Montevideo a coincidir en torno a los mismos enfoques sobre la situación nacional e internacional.
Leer: El 68 uruguayo (IX)
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