Cuando los militares dan el golpe en Argentina en 1976, el Plan Cóndor ya estaba en marcha.
Coordinación previa
La periodista chilena Patricia Verdugo, autora de los libros "Los Zarpazos del Puma", sobre la Caravana de la Muerte, e "Interferencia Secreta", sobre el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, coincide con Almada en que la coordinación entre gobiernos había comenzado antes.
"Podemos decir que ya en el año 74, los esbozos de la Operación Cóndor están a la vista".
"En septiembre de 1974 es asesinado en Buenos Aires, el general Carlos Prats, ex comandante en jefe del ejército. Para esa operación, agentes de la DINA chilenos se movilizaron a Buenos Aires y contaron, obviamente, con la colaboración argentina", señala Verdugo.
Para Angélica Prats, hija del ex militar chileno que se había opuesto al golpe militar, el atentado en la capital argentina muestra la coordinación entre servicios de inteligencia.
"Nosotros creemos que el asesinato de nuestro padre fue probablemente la primera incursión que hubo en este acuerdo para actuar. No dudamos de que los servicios chilenos jamás podrían haber actuado sin la aprobación de algún sector de los servicios argentinos", dice.
Los objetivos del Cóndor
Susana García Iglesias, abogada argentina colaboradora del juez español Baltazar Garzón, describió a la BBC cómo funcionaba la coordinación:
"Los opositores políticos eran detenidos en cualquier país y luego, al ser reclamados por las autoridades represivas de cada gobierno, eran trasladados a su país de origen".
"Esta colaboración implicaba evidentemente el desconocimiento de las fronteras. Lo digo especialmente porque muchos de ellos en los últimos tiempos, a la hora de ser juzgados, apelan al argumento de la soberanía nacional".
Patricia Verdugo destaca que estas acciones iban más allá de las fronteras sudamericanas.
"Vemos en el año '75 que se opera en Italia, al intentar matar a Bernardo Leighton, un alto dirigente del partido Demócrata Cristiano de Chile, que estaba exiliado en Roma".
"Y en el año 76 estamos viendo la Operación Cóndor en pleno, cuando actúa la coordinación chileno-paraguaya para poder llevar a los asesinos a Washington y en septiembre matar al ex canciller chileno Orlando Letelier".
Pero Sergio Onofre Jarpa, ex ministro del gobierno de Pinochet, negó a la BBC que los servicios de inteligencia de Chile estuvieran involucrados en estos atentados.
"Al que menos le convenía cualquier atentado realizado por agentes terroristas afuera de Chile era al gobierno de Augusto Pinochet, menos en ese momento, porque eso traía problemas internacionales y mucho mayor rechazo, interno y externo, al gobierno militar que mandaba en Chile".
La influencia brasileña
Además de los archivos encontrados en Paraguay, otro de los documentos clave es el que el agente del FBI Robert Scherrer envió desde Buenos Aires a sus superiores en Estados Unidos en septiembre de 1976, que revelaba la existencia del Plan Cóndor.
Pero Loyola Guzmán, esposa de un desaparecido boliviano y presidenta de la Organización de Desaparecidos en ese país, insistió a la BBC que la colaboración entre gobiernos militares se remonta a mucho antes.
"Hay un antecedente del plan Cóndor en el asesoramiento que dio la dictadura brasileña a otros países. Hay que recordar que Brasil ya desde 1964 comienza a vivir un régimen dictatorial".
"En nuestro caso concreto, Brasil ofreció ayuda y asesoramiento al gobierno militar que había subido al poder el 21 de agosto del '71, liderado por el entonces coronel Hugo Bánzer Suárez.
Carlos Tiburcio, vicepresidente de la Organización anti-tortura "Nunca Más" de Brasil, explicó que la presencia brasileña también se hacía sentir en el Chile de Salvador Allende.
"Yo estaba exiliado en Chile y en la época del gobierno de Allende, la represión brasileña ya estaba presente en Santiago", aseguró.
"Los que estábamos en Chile teníamos noticia de la presencia de militares y agentes de la represión que filmaban y fotografiaban a los brasileños que participaban de las manifestaciones políticas, para que en el caso de volver a Brasil, pudieran ser detenidos y muertos como algunos lo fueron", recuerda Tiburcio.
Inspiración y entrenamiento
Jair Krichke, presidente del Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Río Grande del Sur, le dijo a la BBC que el gobierno militar brasileño fue más allá de filmaciones y fotografías de exiliados en Chile.
"La intervención brasileña fue muy fuerte en Chile. Como inspiración para el golpe militar y después como entrenamiento de militares chilenos en aspectos tácticos de la represión y en la aplicación de torturas".
Pero Brasil no se limitaba a asesorar a otros gobiernos, sino que recibía a agentes de otros países en su territorio para perseguir a opositores políticos, según el exiliado uruguayo Universindo Díaz, detenido y torturado en Porto Alegre.
"A mí me llevaron a la sede de la policía secreta y comenzaron a golpearme brutalmente. Me colgaron del techo y me dieron picana mientras me interrogaban. Los agentes brasileños me pegaban y había agentes uruguayos que me interrogaban".
La justicia argentina pidió a comienzos del año pasado información a Brasil, sobre el destino de tres argentinos desaparecidos en ese país.
Según los informes de la CONADEP, la comisión argentina que investigó las despariciones durante el gobierno militar, al menos doce argentinos fueron desaparecidos en Brasil.
La colaboración habría sido mutua. Jair Krichke cree que nueve brasileños desaparecieron en Argentina.
Los otros países
Según los testimonios, el gobierno militar de Brasil fue el que mostró el camino a los regímenes de facto. Chile fue la sede donde el Plan Cóndor se diseñó.
Por su parte, Argentina fue el país sudamericano donde más desapariciones se produjeron. La CONADEP publicó en su informe de 1984 más de 9.000 casos, pero organismos de derechos humanos sostienen que hubo 30.000.
En este esquema, también habrían cumplido una función los otros tres países.
Para el abogado paraguayo Martín Almada, su país fue el archivo:
"Leyendo los archivos del terror, uno descubre que Paraguay era más o menos como el banco de datos del Plan Cóndor. Por eso están los papeles de Cóndor en Paraguay".
Militantes políticos argentinos exiliados en Paraguay también han señalado que en diferentes ocasiones fueron detenidos en ese país por la policía local, pero terminaron siendo interrogados por agentes de Argentina.
Acción efectiva
El analista político boliviano Carlos Mesa le dijo a la BBC que la participación de su país fue menor, pero no por eso menos importante.
"Bolivia tuvo importancia sobre todo para suministrar tanto a Chile como a Argentina información sobre el movimiento de lo que entonces se llamaba 'subversivos' argentinos y chilenos dentro del territorio boliviano".
"Además, el gobierno militar boliviano garantizó que en caso de ser detenidos, estos 'subversivos' serían entregados, como sucedió en algunos casos, a los gobiernos de esos países".
El ex gobernante militar y civil de Bolivia, Hugo Bánzer, ha negado sistemáticamente la existencia del Plan Cóndor.
Por su parte, Samuel Blixen, periodista uruguayo que investigó a fondo la alianza militar regional, describió a la BBC la función de su país.
"La participación uruguaya consistió fundamentalmente en el traslado de comandos uruguayos a Argentina, que se dedicaron a buscar, secuestrar, torturar y desaparecer a exiliados uruguayos en Argentina".
"A su vez, algunos oficiales argentinos operaron en Uruguay para secuestrar gente en Uruguay y trasladarla a Argentina".
"La particularidad de los militares uruguayos es que estaban a sueldo del ejército argentino", destacó Blixen.
Uruguay parece constituir un ejemplo claro de lo efectiva que fue la coordinación entre los militares sudamericanos. Mientras 32 uruguayos desaparecieron en su propio país, más de 150 desaparecieron en Argentina, ocho en Chile y dos en Paraguay.
La larga mano del Plan Cóndor también alcanzó a dos legisladores uruguayos, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, asesinados en Buenos Aires en 1976.
A comienzos de la década del 90 se descubren en Paraguay los documentos secretos de la policía política paraguaya.
Pero estos documentos, que ganaron el macabro nombre de "los archivos del terror", no sólo informaban del accionar de esa fuerza, sino que revelaban la coordinación de los gobiernos militares sudamericanos durante las décadas de 1970 y 1980 para perseguir a los opositores políticos.
Martín Almada, uno de los abogados paraguayos que descubrió los archivos, explicó a la BBC la naturaleza de la información hallada en Asunción.
"En los archivos secretos se descubrió un documento que tiene el título de 'Reunión de Inteligencia', que yo bauticé como el acta de nacimiento del operativo Cóndor".
"Este documento es una síntesis de la reunión en Santiago de Chile a fines de noviembre, comienzos de diciembre de 1975. Se plasma en los papeles lo que ya se venía actuando en la práctica", sostuvo Almada.
Pero estos documentos, que ganaron el macabro nombre de "los archivos del terror", no sólo informaban del accionar de esa fuerza, sino que revelaban la coordinación de los gobiernos militares sudamericanos durante las décadas de 1970 y 1980 para perseguir a los opositores políticos.
Martín Almada, uno de los abogados paraguayos que descubrió los archivos, explicó a la BBC la naturaleza de la información hallada en Asunción.
"En los archivos secretos se descubrió un documento que tiene el título de 'Reunión de Inteligencia', que yo bauticé como el acta de nacimiento del operativo Cóndor".
"Este documento es una síntesis de la reunión en Santiago de Chile a fines de noviembre, comienzos de diciembre de 1975. Se plasma en los papeles lo que ya se venía actuando en la práctica", sostuvo Almada.
Coordinación previa
La periodista chilena Patricia Verdugo, autora de los libros "Los Zarpazos del Puma", sobre la Caravana de la Muerte, e "Interferencia Secreta", sobre el golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet, coincide con Almada en que la coordinación entre gobiernos había comenzado antes.
"Podemos decir que ya en el año 74, los esbozos de la Operación Cóndor están a la vista".
"En septiembre de 1974 es asesinado en Buenos Aires, el general Carlos Prats, ex comandante en jefe del ejército. Para esa operación, agentes de la DINA chilenos se movilizaron a Buenos Aires y contaron, obviamente, con la colaboración argentina", señala Verdugo.
Para Angélica Prats, hija del ex militar chileno que se había opuesto al golpe militar, el atentado en la capital argentina muestra la coordinación entre servicios de inteligencia.
"Nosotros creemos que el asesinato de nuestro padre fue probablemente la primera incursión que hubo en este acuerdo para actuar. No dudamos de que los servicios chilenos jamás podrían haber actuado sin la aprobación de algún sector de los servicios argentinos", dice.
Los objetivos del Cóndor
Susana García Iglesias, abogada argentina colaboradora del juez español Baltazar Garzón, describió a la BBC cómo funcionaba la coordinación:
"Los opositores políticos eran detenidos en cualquier país y luego, al ser reclamados por las autoridades represivas de cada gobierno, eran trasladados a su país de origen".
"Esta colaboración implicaba evidentemente el desconocimiento de las fronteras. Lo digo especialmente porque muchos de ellos en los últimos tiempos, a la hora de ser juzgados, apelan al argumento de la soberanía nacional".
Patricia Verdugo destaca que estas acciones iban más allá de las fronteras sudamericanas.
"Vemos en el año '75 que se opera en Italia, al intentar matar a Bernardo Leighton, un alto dirigente del partido Demócrata Cristiano de Chile, que estaba exiliado en Roma".
"Y en el año 76 estamos viendo la Operación Cóndor en pleno, cuando actúa la coordinación chileno-paraguaya para poder llevar a los asesinos a Washington y en septiembre matar al ex canciller chileno Orlando Letelier".
Pero Sergio Onofre Jarpa, ex ministro del gobierno de Pinochet, negó a la BBC que los servicios de inteligencia de Chile estuvieran involucrados en estos atentados.
"Al que menos le convenía cualquier atentado realizado por agentes terroristas afuera de Chile era al gobierno de Augusto Pinochet, menos en ese momento, porque eso traía problemas internacionales y mucho mayor rechazo, interno y externo, al gobierno militar que mandaba en Chile".
La influencia brasileña
Además de los archivos encontrados en Paraguay, otro de los documentos clave es el que el agente del FBI Robert Scherrer envió desde Buenos Aires a sus superiores en Estados Unidos en septiembre de 1976, que revelaba la existencia del Plan Cóndor.
Pero Loyola Guzmán, esposa de un desaparecido boliviano y presidenta de la Organización de Desaparecidos en ese país, insistió a la BBC que la colaboración entre gobiernos militares se remonta a mucho antes.
"Hay un antecedente del plan Cóndor en el asesoramiento que dio la dictadura brasileña a otros países. Hay que recordar que Brasil ya desde 1964 comienza a vivir un régimen dictatorial".
"En nuestro caso concreto, Brasil ofreció ayuda y asesoramiento al gobierno militar que había subido al poder el 21 de agosto del '71, liderado por el entonces coronel Hugo Bánzer Suárez.
Carlos Tiburcio, vicepresidente de la Organización anti-tortura "Nunca Más" de Brasil, explicó que la presencia brasileña también se hacía sentir en el Chile de Salvador Allende.
"Yo estaba exiliado en Chile y en la época del gobierno de Allende, la represión brasileña ya estaba presente en Santiago", aseguró.
"Los que estábamos en Chile teníamos noticia de la presencia de militares y agentes de la represión que filmaban y fotografiaban a los brasileños que participaban de las manifestaciones políticas, para que en el caso de volver a Brasil, pudieran ser detenidos y muertos como algunos lo fueron", recuerda Tiburcio.
Inspiración y entrenamiento
Jair Krichke, presidente del Movimiento Justicia y Derechos Humanos de Río Grande del Sur, le dijo a la BBC que el gobierno militar brasileño fue más allá de filmaciones y fotografías de exiliados en Chile.
"La intervención brasileña fue muy fuerte en Chile. Como inspiración para el golpe militar y después como entrenamiento de militares chilenos en aspectos tácticos de la represión y en la aplicación de torturas".
Pero Brasil no se limitaba a asesorar a otros gobiernos, sino que recibía a agentes de otros países en su territorio para perseguir a opositores políticos, según el exiliado uruguayo Universindo Díaz, detenido y torturado en Porto Alegre.
"A mí me llevaron a la sede de la policía secreta y comenzaron a golpearme brutalmente. Me colgaron del techo y me dieron picana mientras me interrogaban. Los agentes brasileños me pegaban y había agentes uruguayos que me interrogaban".
La justicia argentina pidió a comienzos del año pasado información a Brasil, sobre el destino de tres argentinos desaparecidos en ese país.
Según los informes de la CONADEP, la comisión argentina que investigó las despariciones durante el gobierno militar, al menos doce argentinos fueron desaparecidos en Brasil.
La colaboración habría sido mutua. Jair Krichke cree que nueve brasileños desaparecieron en Argentina.
Los otros países
Según los testimonios, el gobierno militar de Brasil fue el que mostró el camino a los regímenes de facto. Chile fue la sede donde el Plan Cóndor se diseñó.
Por su parte, Argentina fue el país sudamericano donde más desapariciones se produjeron. La CONADEP publicó en su informe de 1984 más de 9.000 casos, pero organismos de derechos humanos sostienen que hubo 30.000.
En este esquema, también habrían cumplido una función los otros tres países.
Para el abogado paraguayo Martín Almada, su país fue el archivo:
"Leyendo los archivos del terror, uno descubre que Paraguay era más o menos como el banco de datos del Plan Cóndor. Por eso están los papeles de Cóndor en Paraguay".
Militantes políticos argentinos exiliados en Paraguay también han señalado que en diferentes ocasiones fueron detenidos en ese país por la policía local, pero terminaron siendo interrogados por agentes de Argentina.
Acción efectiva
El analista político boliviano Carlos Mesa le dijo a la BBC que la participación de su país fue menor, pero no por eso menos importante.
"Bolivia tuvo importancia sobre todo para suministrar tanto a Chile como a Argentina información sobre el movimiento de lo que entonces se llamaba 'subversivos' argentinos y chilenos dentro del territorio boliviano".
"Además, el gobierno militar boliviano garantizó que en caso de ser detenidos, estos 'subversivos' serían entregados, como sucedió en algunos casos, a los gobiernos de esos países".
El ex gobernante militar y civil de Bolivia, Hugo Bánzer, ha negado sistemáticamente la existencia del Plan Cóndor.
Por su parte, Samuel Blixen, periodista uruguayo que investigó a fondo la alianza militar regional, describió a la BBC la función de su país.
"La participación uruguaya consistió fundamentalmente en el traslado de comandos uruguayos a Argentina, que se dedicaron a buscar, secuestrar, torturar y desaparecer a exiliados uruguayos en Argentina".
"A su vez, algunos oficiales argentinos operaron en Uruguay para secuestrar gente en Uruguay y trasladarla a Argentina".
"La particularidad de los militares uruguayos es que estaban a sueldo del ejército argentino", destacó Blixen.
Uruguay parece constituir un ejemplo claro de lo efectiva que fue la coordinación entre los militares sudamericanos. Mientras 32 uruguayos desaparecieron en su propio país, más de 150 desaparecieron en Argentina, ocho en Chile y dos en Paraguay.
La larga mano del Plan Cóndor también alcanzó a dos legisladores uruguayos, Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, asesinados en Buenos Aires en 1976.
Hugo Bánzer ha negado sistemáticamente la existencia del Plan Cóndor.
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