Aunque aún débil, dadas las condiciones imperantes en Gran Bretaña y Uruguay, comenzó a sentirse a partir de 1860 la primera corriente de inversiones extranjeras.
Para que el capital inglés invirtiera debían darse en estos años dos condiciones: alta rentabilidad, mucho mayor de la que, sin riesgo, se obtenía en la propia Gran Bretaña; y orden, que garantizara el cobro de los cupones de la deuda pública o la renta de las acciones de las empresas privadas a los capitalistas de Londres, Liverpool o Manchester.
La primera de estas condiciones existía ante la debilidad del capital local o el mal uso que éste hacía de sus recursos. La segunda había que imponerla.
Mientras no pudiera imponerse el orden, el correr riesgos hizo que los capitales ingleses se volcaran a las actividades mas lucrativas, buscando contrabalancear la "anarquía" con el alto interés logrado.
En un país donde el crédito estaba en pocas manos y todos clamaban por él, establecer Bancos era un excelente negocio. Así se hizo. A fines de 1863 comenzó a funcionar en Montevideo una sucursal del Banco de Londres y Rio de la Plata. Un banco extranjero auspiciado por la finanza británica, atrajo de inmediato a ricos depositantes pues daba sensación de firmeza. El capital de la institución era, en lo fundamental, de origen oriental pues provenía de los depósitos orientales. Pero las utilidades iban a Londres. De esta manera el interés obtenido de la muy escasa inversión original era crecidísimo.
Entre 1861 y 1865, capitalistas británicos y alemanes fundaron en la ciudad de Fray Bentos la "Liebig's Extract of Meat Company Limited". Se proponían la elaboración de carnes enlatadas y del llamado "extracto de carne". La Liebig's fué la primera inversión extranjera en la industria de las carnes, hasta ese momento en manos de saladeristas orientales o inmigrantes. Su capacidad de faena era muy elevada (100.000 novillos en 1870) y su radio de influencia se extendía a todo el departamento de Rio Negro, parte de Paysandú, Tacuarembó y Soriano.
Las utilidades de la firma se basaban en tres hechos, dos de los cuales solo la nación oriental ofrecía:
a) Ganado vacuno en exceso y, por tanto, de muy bajo precio; b) Mano de obra nacional muy barata en comparación con la extranjera; c) Un mercado para nuestras carnes que no era el de los brasileños y cubanos pobres, sino el europeo.
El extracto de carne se utilizó de preferencia por los ejércitos coloniales de las potencias imperiales en sus guerras africanas y asiáticas. A partir de 1890 (cuando conocemos los dividendos), las ganancias remitidas a Europa nunca fueron inferiores al 25% anual sobre el capital invertido.
Entre 1864 y 1865, por fin, la banca británica hizo su primer empréstito al Estado Oriental, el llamado "Montevideano-Europeo".
Ante el descenso de las rentas y el aumento en los gastos que experimentaron las administraciones de Berro y Aguirre por la revolución de Flores, se procedió a pedir un empréstito al Banco Mauá. El Baron de Mauá contribuyó de esta manera a financiar el esfuerzo de guerra de un gobierno enemigo del Brasil. Contradicción aparente o real, lo cierto es que su Banco hizo una espléndida operación financiera ante la angustia del gobierno oriental.
El Baron recibió del Estado títulos por un valor nominal de 6 millones de pesos y entregó el 40% en efectivo. Al pago de los 6 millones quedaron afectadas rentas adicionales de Aduana que el propio banquero impuso al gobierno; 3% sobre la importación y 2% sobre la exportación. Una de las cláusulas del contrato preveía la conversión de esta deuda en externa, es decir, que Mauá podía vender los títulos en el extranjero.
El capital brasileño, en efecto, no podía financiarnos. Ese era un signo de la debilidad imperial y de que la hora llegaba para el capital británico.
El Barón de Mauá gestionó ante una casa bancaria británica la venta de los títulos emitidos por el gobierno uruguayo. El negocio, iniciado bajo la administración de Aguirre, culminó en los primeros dias del gobierno del General Flores. Los títulos fueron vendidos al 60% de su valor nominal. Por esto, en los hechos, el interés era cercano al 12%, ya que la suma recibida sólo era el 60% de lo que decíamos adeudar. En esas condiciones valía la pena prestar. El riesgo incluso era menor que en el caso de las inversiones directas. Se había prestado al Estado Oriental. Este era el responsable del pago. Todo lo que sucediera en la vida nacional sería desde ahora en adelante observado muy de cerca por los prestamistas ingleses.
De la marcha política dependían las finanzas, y de estas, el pago regular del empréstito. Para otro grupo más, pues, la guerra civil se convertía en herejía. Unicamente un Estado ordenado paga sus deudas.
Apogeo y crisis del Uruguay pastoril y caudillesco
José Pedro Barrán
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