9/7/08

María Asunción Artigas Nilo y Alfredo Moyano Santander




Desaparecidos el 30/12/77


María Asunción tenía 26 años, Alfredo 21. María había nacido el 26 de marzo de 1951 en Montevideo, Uruguay. Alfredo era de nacionalidad argentina. Estaban casados y María Asunción estaba embarazada. Alfredo era obrero de construcción y María Asunción era estudiante de medicina. María Asunción había asistido al Colegio Divina Providencia, a los liceos Bauzá y Miranda y a la Facultad de Medicina en la Universidad de la República. Los dos tenían actividades gremiales y políticas, María Asunción estaba vinculada al MLN.
La pareja vivía en la calle 595 de Berazategui, en la provincia de Buenos Aires. El 30 de diciembre de 1977 a las 3 de la mañana, personas fuertemente armadas irrumpieron sorpresivamente en el domicilio del matrimonio Moyano Artigas deteniendo a ambos e introduciéndolos encapuchados y esposados en unos autos Ford Falcon que aguardaban en el lugar. Finalizado el operativo permanecieron en el lugar dos vehículos y horas más tarde un camión regresó al lugar y procedieron a apoderarse de los bienes, advirtiendo a los vecinos presentes en el lugar de que guardaran silencio sobre los hechos. En el mes de mayo de 1978 la casa fue visitada nuevamente por personal del ejercito uniformado. En el operativo estuvieron envueltos el ejército argentino y uruguayo y la policía federal.

Un tiempo antes de la detención y el secuestro de la pareja, el domicilio de la madre había sido allanado por fuerzas policiales y de civil. En la oportunidad uno de los agentes le preguntó por su hijo de nombre Fredy, empleando el término "botija", indicador de que se trataba de un uruguayo por el modismo empleado para referirse a "pibe" o "muchacho".

La pareja fue vista en el pozo de Quilmes y en el pozo de Banfield. María Victoria Moyano Artigas nació en el pozo de Banfield el 25 de agosto de 1978. El médico Jorge Vidal falsificó su certificado de nacimiento y la beba fue dada al policía Víctor Penna y a su mujer María Elena Mauriño. En 1987 fue recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo. Desde entonces vivió en Uruguay con sus abuelos maternos.


Testimonio de Rodolfo Tisconia - vio a Mary en el pozo de Banfield cuando dio a luz a su hija


Tiscornia, de 48 años, arquitecto oriundo de la provincia de Río Negro, fue secuestrado en la empresa Fletes La Estrella, de 21 y 36 de esta capital, donde era fletero asociado con su camioneta, trabajo que le permitía financiar sus estudios en la Universidad de La Plata.

"Apareció un hombre trajeado, de bigotes y lentes oscuros preguntando por mí. Me agarró del brazo y me sacó a la calle. Entre dos o tres más me pusieron esposas y me subieron a una camioneta Dodge 100, patente finalizada en 315. Mis compañeros salieron a defenderme, pero estas personas, que eran como diez, estaban muy armados, con escopetas recortadas", recordó Tiscornia, quien fue introducido en la caja de la camioneta con la cabeza tapada por un pullover y, luego, fue brutalmente golpeado.

El testigo recordó que los vehículos salieron rumbo al oeste y que se internaron en un camino de tierra, con barro. A poco de andar, los represores pararon y le preguntaron a un hombre: "¿Vos sos Diego Barreda?". Contestó que sí y lo secuestraron.

La camioneta después tomó por asfalto. Era de noche cuando las víctimas fueron bajadas en el garaje de la Brigada de Investigaciones de Quilmes. A Tiscornia le sacaron un zapato, le subieron la botamanga y le tomaron la presión. "La tiene baja, así que le pueden dar tranquilos", dijo un represor a otros. "Me hacen sacar la ropa y me tienden boca arriba sobre un colchón. Me dejan estaqueado y me atan con alambre. Me ponen un cable en el dedo gordo del pie y me torturan con picana en los genitales, la boca, los muslos. Otro (represor) me apretaba la cara con una lona. No sé cuánto tiempo fue. Fueron mil años", narró Tiscornia. "El experto era un tipo gordo, con pullover negro y un medallón colgando", señaló. Y describió al jefe de los torturadores como el "coronel", un hombre muy bajo, canoso, de alrededor de 50 años, que vestía impecable y estaba perfumado. "Tenía la nariz ganchuda", dijo.

El interrogatorio fue amplio: "Me preguntaban sobre le Mundial (de fútbol), qué pensaba del 'Proceso' —para mí siempre fue una dictadura—, si conocía gente, dónde vivía". Tras la tortura, Tiscornia fue conducido semidesnudo a un calabozo. Desde allí escuchó las torturas a Diego Barreda. "Me desvanecí. El último recuerdo fueron sus gritos desgarradores", dijo el testigo.

En Quilmes Tiscornia también escuchó las torturas que sufrieron Rodolfo Nani y una mujer a la que no pudo identificar. Dieciocho días duró el cautiverio en el Pozo de Quilmes. Tiscornia recordó las dos únicas veces que comió: una vez tomó sopa y otro día le dieron niños envueltos "muy salados". El agua se la daban en un recipiente. Pero después de los salados niños envueltos el agua tardó en llegar varios días. "La sed fue terrible", recordó. Y señaló que las necesidades fisiológicas se hacían en un tarro. Un día lo sacaron de la celda y lo llevaron a un patio interno. "Sáquese la venda de los ojos", le ordenó el coronel. El represor estaba acompañado por otro más joven, de unos 30 años, también vestido de forma "impecable" y con barba prolija. Los dos le exhibieron la foto de una pareja, que no reconoció. Días después, Tiscornia fue trasladado a Banfield junto a un grupo de detenidos, en el que iban Nani y Barreda. El testigo dijo que, si bien en este centro clandestino daban de comer todos los días, las condiciones de detención no eran diferentes a las de Quilmes: cada celda tenía el tarro donde los prisioneros debían hacer las necesidades fisiológicas.Asimismo, indicó que los represores de Banfield estaban obsesionados por "borrar las huellas de la represión ilegal: había una cuadrilla de pintores que blanqueaban los calabozos cuando se desocupaban". La comida era llevada a la celda todos los días por un policía y una detenida: "Una chica de rulos, Mary, que estaba embarazada de ocho meses". "Abrían las celdas y teníamos que comer como animales durante 10 o 15 minutos. Esa chica nos explicó que estábamos en Banfield", recordó. La joven era la desaparecida uruguaya María Asunción Artigas, que poco tiempo después dio a luz a una niña en ese centro clandestino de detención. Tiscornia se enteró del nombre completo en una marcha que las Abuelas de Plaza de Mayo hicieron el 24 de marzo pasado en General Roca (Río Negro), su ciudad de residencia: "Vi un cartel con la foto y su nombre", dijo. Tiscornia evocó aquel día: "Mary comenzó a tener dolores de parto. Los guardias le gritaban que aguantara y, luego de seis horas, se la llevaron. A los tres días la trajeron sin la criatura. Ella dijo que había tenido una nena, que el parto fue sobre una mesa y que como sangró mucho le dieron una toalla para que limpiara. Después llegó el dueño de la toalla y la golpeó. Nos dijo que le habían dicho que a la nena la iban a entregar a una maternidad". El testigo también señaló que una detenida de nombre Ana ayudaba a Mary "a sacar la leche de sus pechos". Mary, que se encuentra desaparecida junto a su marido Alfredo Moyano, llamó a su hija Verónica Leticia. La abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, María Ester Alonso, informó en la audiencia que la niña fue encontrada por las Abuelas en 1987 y restituida a su familia biológica el 31 de diciembre de aquel año. Estaba en poder de Víctor Penna —hermano del temible comisario Oscar Antonio Penna, beneficiario de la Obediencia Debida— y su esposa, María Elena Mauriño, quienes la llamaron María Victoria, nombre que la joven siguió utilizando. Según Tiscornia, el parto se produjo entre el 22 y 23 de agosto de 1978. Días después de aquel episodio, fue liberado en algún lugar del Gran Buenos Aires. A dos cuadras encontró su camioneta, tal como le habían dicho. En el bolsillo los represores le pusieron "el diez por ciento" del dinero que le habían robado al momento de secuestrarlo.

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