22/6/08

Memoria de la calle Brecha

Todo es memoria en la actual calle Brecha; una de las ultimas que conserva algo de los aires del Bajo famoso. Las paredes descascaradas, el añoso estilo de algunas casas que aun sobreviven, los tablones desgastados en el piso de algun vetusto almacen. Todo compone un testimonio mortecino de que el Bajo estuvo alli; de que por esa calle circularon francesas perfumadas, proceres a escondidas, la hosquedad del malevo con el facon pronto, musicos de buena y mala laya, en fin, la fauna consabida.

Pero nada en Brecha recuerda "lo otro"; el episodio atroz que le da el nombre y que subyace tras la escenografia de aquel crapuloso pasado mas reciente. Nadie diria, en efecto, que un siglo antes del Bajo, ocurrio alli el hecho de sangre mas espantoso, la masacre mas cruenta y feroz, de toda la historia montevideana. Alli mismo, sobre el enlosado hoy apacible de esa calle en diagonal, cortita y urania.


Un ingles relato con insuperable vividez el episodio guerrero. Juan Paris Robertson era uno de los tantos subditos britanicos que, cuando las invasiones britanicas en 1806, aguardaba en una nave fondeada ante nuestro puerto, junto a cien embarcaciones mas, el momento en que nuestra Plaza cayera, para abatirse sobre ella en busca de nuevos negocios. Extraigo los pasajes mas coloridos de la narracion.


"Oiamos el estampido del cañon y veiamos las baterias que arrojaban balas y granadas mortiferas sobres las casas de los atemorizados habitantes. En el puerto se veian botes atareados, yendo de un barco a otro; se veian bergantines de guerra navegando cerca de las murallas y bombardeando la ciudadela. Los cañones eran dirigidos con certera punteria a la parte de la fortificacion elegida para abrir brecha; y el mortero descargaba en la parabola mortifera sus bombas destructoras."


"Miles de espectadores escudriñaban desde los barcos el efecto producido por cada granada en la ciudad y por cada bala en la brecha.
Las frecuentes salidas de las tropas sitiadas y los rechazos que invariablemente sufrian, daban animado pero nervioso interes al espectaculo."
"Una mañana, por fin, antes del alba, el trozo de la muralla en que estaba la inminente brecha mortal, fue envuelto, como se vio desde los buques, en una poderosa conflagracion. El estampido del canion era incesante y la atmosfera una densa mas de humo impregnada de olor a polvora. Percibiamos, con auxilio de anteojos nocturnos, y del fogonazo de los cañones, que se desarrollaba una lucha a muerte en las murallas."


"Despues se produjo una pausa tremenda, una tristeza profunda y solemne. La carniceria toco a su fin; y luego la aurora nos dejo ver la bandera britanica desplegada y flameando orgullosa sobre los bastiones. Un grito triunfal simultaneo se elevo de la flota entera; y miles que habian estado ayer suspendidos entre la duda y el temor, volvieron a dar libertad ilimitada a la perspectiva del feliz y prospero resultado de su empresa."


"Desembarcamos aquel dia para encontrar que nuestras tropas estaban en completa posesion de la plaza. Que espectaculo de desolacion y miseria se presentaba a nuestros ojos!. La carniceria habia sido terrible, en proporcion al valor desplegado por los españoles y al valiente e irresistible empuje con que las masas fueron dominadas y los cañones silenciados por el ingles."


"Montones de heridos, muertos y moribundos se veian por doquier, y a cada paso encontrabamos literas llevando pacientes a los distintos hospitales e iglesias. Se podia ver, aqui, la hermana infeliz buscando desesperadamente a su hermano; y alli la viuda abandonada en busca de su marido. Despues de cerciorarse de que no estaban entre los vivos, procuraban tributarles con la solemnidad conveniente, los ultimos rezos."


"Un mero campo de batalla no puede contener la mitad de los horrores de una ciudad tomada por asalto. En este caso, el dormitorio conyugal y el circulo de familia estan igualmente expuestos a la violencia; los parientes mas cercanos, los amigos mas queridos son separados por la espada de la muerte en presencia unos de otros; mientras, para aumentar el horror del espectaculo, la lascivia, el pillaje y la ebriedad adquieren dominio sin control en los corazones recios de los vencedores.
Tales espectaculos, aunque no pudieron evitarse del todo, fueron relativamente escasos en la toma de Montevideo."


Hasta aqui, muy extractado, el relato de Robertson. Despues de releerlo, si volvemos a pasar por la calle Brecha, ya no seran los fantasmas del Bajo los que vendran a encontrarnos ...


"Boulevard Sarandi" de Milton Schinca.
(Los dias de la fundacion y la colonia - 1726-1805)
Anecdotas, gentes, sucesos del pasado montevideano.

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