22/6/08

El Escuadrón (III)

Un relato estremecedor
"Volvió a colocar el caño a medio metro de mi cara, se puso en cuclillas- Pero no tenía ganas de matarme. Yo se lo veía en los ojos. Me miraba, las manos le temblaban y no apretaba el gatillo. Uno de ellos, cuando vio un fotógrafo que se acercaba, dijo: "Déjalo, que ahora está la prensa". El otro cerró por un instante los ojos y bajó el arma. Los dos tuvimos suerte, la llegada del fotógrafo me salvó la vida y a él lo libró de cometer un asesinato. Yo empecé a reirme y así salí en Ia carátula del diario, levantado por dos policías de las axilas y riéndome. Acababa do nacer de nuevo. Me llevaron a un terraplén, me dieron golpes y golpes hasta que se cansaron. Un oficial me dijo: "AndÁte, estás libre". Me quedé quieto. Si querían matarme, tenía que ser allí, sin motivo. Me hicieron acostar en el camino y trataron de que un hombre que estaba con un camión diera marcha atrás y me pisara la cabeza pero el hombre se asustó y salió corriendo. Si lo agarraron le dieron la tal biaba ahí no se distinguía quien era de los nuestros y quien no. Volvieron a golpearme. En ese momento se acercó un ómnibus de COPSA y la gente que viajaba con él empezó a gritarle a la policía: "Asesinos , asesinos", me metieron en una camioneta policial y mientras me llevaban, un tira que tenía sentado al lado empezó a revisarme la cabeza. "Mira, mira, dijo de golpe tocándome el oído, aquí hay un lugarcito sin sangre". Y ahí mismo me dio como para dejarme sordo el resto de mis días. En Jefatura al llegar, cuando se dieron cuenta que tenía un balazo en la rodilla, me hicieron hincar. Me daban la cabeza contra la pared mientras me decían: "Tenés que ser buenito y hacer lo que te mandamos". Me agarraron de diversión. Se llamaban unos a otros y me mostraban, matándose de risa. "Te vas a morir como un piojo", decían, "cada vez te queda menos sangre". En ese momento aparecieron doce o catorce tiras femeninas. Increíbles, atractivas, vestidas de manera llamativa. Eran las que más se divertían. Allí perdieron toda prestancia. Se llamaban y aplaudían. "Vengan —chillaban— vengan a verlo. Ya no le queda sangre". En ese momento no se de dónde apareció un médico y dijo que había que llevarme al Hospital Militar. Me mandaron acompañado de dos tiras jovencitos que quisieron aleccionarme hablándome del orden y todas esas cosas. Yo apenas podía abrir la boca. Los dejé hablar. Sentía lástima por ellos: eran tan jóvenes. Me llevaron a una sala para hacerme las primeras curas. La nurse empezó a lavarme cuidadosamente las heridas de la cabeza, mientras me preguntaba por qué tenía junto tanto barro, sangre y pasto. Estábamos en eso, cuando llegó el médico. Secamente le dijo a la nurse que saliera. Después llamó a los tiras para que se acercaran, que les iba a enseñar como se hacía una sutura . Ellos se acercaron a mirar. El empezó a clavarme la aguja como para coserme. Pero la aguja no tenía hilo. Los dos aprendices de tira se mataban de la risa. Yo, callado, sentía la aguja que pasaba y pasaba. Parecerá raro, pero en ese momento, mientras la sangre me bajaba por la frente, yo pensaba en todas las cosas que llevan a un hombre a hacerse revolucionarlo ".


UN HOMBRE DEL ESCUADRON
Esta cara hay que mirarla detenidamente: es el rostro de un cipayo, pero no el de un simple amanuense del imperialismo. Enrique "Quico" Fernández Albano se ocupa de tareas sucias, como las que suelen adornar la carrera de un agente de la CIA. Sumergido en el sub-mundo de los espías, de las drogas y las buenas copas, también ameniza sus andanzas con algunas acciones espectaculares.
El rapto del abogado de Hytessa pudo haber sido una de esas, si no se hubiera frustrado por la impericia o la ambición, quién sabe. Si no la salvan sus buenos amigos de la Embajada norteamericana, el "Quico" tiene como para seis años para repasar sus andanzas de filibustero internacional al servicio del imperialismo. Su pasado inmediato en el "Comando Caza Tupamaros" lo vinculó al Escuadrón de la Muerte criollo. Andanzas que comenzaron desde la época estudiantil, cuando su notoria filiación nazi en el medio de Ciencias Económicas lo destacó como para ubicarlo en 1964 en una empresa maderera de Puerto Cabellos. Allí partió el " Quico " y, pronto, en Venezuela, los buenos oficios de la "Embassy" de Caracas lo contactaron con el cuerpo de agentes de la CIA. Vuelto a Montevideo, entró aquí en relaciones con una secretaria de la Embajada, Maureen Roldan, cuyo Mustang Verde se mostrara repetidamente por Montevideo. Haciendo galas de estimables recursos, fue propietario de dos boites, "Bongo" y "Barracuda", junto a Pompeyo Ragni , antes de asociarse a José Berruti para establecerse en Pocitos con la boite "Pussycat", que fue volada en un atentado atribuido al Movimiento de Liberación Nacional, y que se constituyera en centro habitual de reunión de la colonia de agentes de la Embajada yanqui, una de cuyos frecuentes "animadores" fuera el agente Dan A. Mitrione.
En 1966 viaja a Paraguay por asuntos, según "Quico", particulares, vinculados al tabacalero Senín, junto con el contador González Casal, con quien se frecuentaban por asuntos comerciales, y poco después viaja, a Córdoba por un "seminario de relaciones públicas". En el mismo año mantiene contactos con el argentino Jorge Guerra, un agente de la CIA miembro de "Tacuara" que viene regularmente a Montevideo y habita en un apartamento de la calle Francisco Vidal a pocos metros de la Plaza Gomensoro.
A partir de 1967, al "Quico" se le ve frecuentar la sede del USIS de la calle Paraguay, mantiene relación con Juan Carcabellos, vinculado al IÜES y hoy viviendo en Nicaragua, y a Ricardo Fernández, un agente de la CIA que militó en el MRO y que dice ser ingeniero de profesión. Poco después, "Quico" comienza a circular abiertamente con un coche de la Embajada de los EE.UU., un Impala blanco con chapa diplomática, que decía haberlo comprado a un funcionario yanqui que se marchó. En 1970, vuelve a viajar a Venezuela hospedándose en el Hotel Tamanaco, y deja como dirección a sus íntimos la Casilla de Correo 46. Antes de ser procesado, había admitido a sus relaciones más próximas que "después de un trabajito aquí" iba para Roma y Tel Aviv: advirtió que en Roma pararía en el Hotel Imperiale en plena Vía Véneto 24, donde podían escribirle aunque él no estuviera.
Desde 1969 tuvo una oficina en el Victoria Plaza que cubría sus nada claras "operaciones comerciales" bajo las que pretendía justificar su rumboso tren de vida. Entre sus amistades particulares, además, pueden citarse a personajes como Fernando Estrada, amante de otra secretaria de la Embajada norteamericana, Victoria "Vicky'" Blaw, a Jorge Luccisano, hoy propietario de la boite "Zabriskie Point" donde estaba emplazada "Pussycat"; el socio de éste, Spano dueño de la boite céntrica "Blow Up" cerrada por tráfico de drogas y el músico Charles Henry Saint Hubert, dueño del dudoso apodo "Charlotte".



ASESINARON A UN MILITANTE ESTUDIANTIL
El siguiente es el texto de la información oficial acerca del asesinato del joven Ibero Gutiérrez:
"Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas. Comunicado Nº 43. Hora: 22. Comprendido en el Decreto No 18971. - Montevideo, 28 de febrero de 1972. - En el día de la fecha, siendo aproximadamente las 12.00 horas, como consecuencia de un aviso anónimo, integrantes de las Fuerzas Conjuntas hallaron debajo de un árbol ubicado a unos quince metros de la intersección de Camino de las Tropas y Camino Melilla, el cuerpo sin vida de una persona del sexo masculino presentando varias heridas de bala. La víctima se hallaba en posición de cubito ventral y vestía camisa beige, pantalón tipo vaquero azul y zapatos mocasines marrones. Sobre el cuerpo se halló un papel con una repudiable anotación que pretende justificar la violencia en un estado de derecho, como respuesta a las actividades de la delincuencia organizada. Efectuadas las pericias técnicas correspondientes se identificó al occiso como IBERO GUTIERREZ GONZALEZ, oriental, de 21 años de edad, estudiante de Derecho y de la Facultad de Humanidades y Ciencias, siendo su último domicilio conocido en la calle Hernani No 1541 de la Capital. El muerto era integrante de la "Agrupación de Avanzada Universitaria" (ADAU) y de un grupo organizado para delinquir, habiendo estado vinculado a los delincuentes que intentaron colocar un artefacto explosivo en la residencia presidencial el día 21 de Junio de 1969. Habiendo sido detenido, fue procesado el día 3 de enero de 1970 por el delito de "Asociación para delinquir" y posteriormente internado por Medidas Prontas de Seguridad, desde el 13 de agosto al 13 de setiembre del mismo año, y del 13 al 27 de marzo de 1971."
Ibero Gutiérrez González apareció acribillado en Camino de las Tropas, tirado en un monte al costado del camino. Sobre su cuerpo, un papel "repudiable" hablaba de venganza, de asesinato premeditado.
¿Quiénes fueron los sicarios que lo asesinaron? ¿Son los mismos que noche a noche pintan la ciudad con amenazas a los tupas y elogios a la policía y el ejército? ¿Son los mismos que ponen bombas en casas de familiares de presos políticos y militantes frentistas, y nunca son descubiertos in fraganti por los cientos de vehículos de la represión que circulan por la ciudad?
Quienes emplean a estos mercenarios, tarde o temprano los liquidan, o más sencillamente, no pueden asegurarles la impunidad más allá de ciertos límites cada día más estrechos.
Fleury, organizador del "Escuadrón de la Muerte" en Brasil, vino contratado dos meses a nuestro país. Aquí estuvo en octubre y noviembre de 1971. ¿Quién lo contrató?
Y mientras no descubran a los autores de este crimen, su peso va a resultar seguramente muy incómodo a los integrantes del gobierno, a los jerarcas policiales y militares, obligados a soportar el dudoso privilegio de ser "apoyados" por una organización que tortura, secuestra y mata, según todas las recetas de la "guerra sucia".
Ibero Gutiérrez, estudiante de 21 años, querido militante estudiantil de la FEUU, militante de base del Frente Amplio, había sido procesado hace varios años por un supuesto intento de volar la casa presidencial con una garrafa de supergás.
El domingo 27 a las 19.30 horas se dirigió a su casa, tras haber estado estudiando con unos compañeros de clase —era estudiante de Humanidades—. A las 23.30 había quedado en pasar a buscar a su compañera por otra casa donde también ella estaba estudiando. El muchacho no apareció ni esa noche ni nunca más vivo.
Sus familiares manifestaron que al creerlo detenido, concurrieron a reclamar su libertad en Jefatura. Incluso en la mañana del lunes 28 interpusieron ante las autoridades judiciales un pedido de habeas corpus. Fue entonces que el Inspector Víctor Castiglioni les comunicó la aparición de un cuerpo acribillado en Camino de las Tropas.




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