1/6/08

Cuando el mundo supo que había dictadura


En su casa en la ciudad de Ginebra, el hoy embajador Alejandro Artucio recordó con LA REPUBLICA aquellos años en los que fue uno de los protagonistas de la denuncia internacional contra la dictadura uruguaya en los organismos internacionales.


En 1983, Uruguay comenzaba a salir de la dictadura. Muchos protagonistas de aquel tiempo continúan en la actividad pública, otros han muerto y otros han salido del escenario mediático. Sus opiniones, anécdotas y recuerdos, son parte de un pasado, que luego de 25 años, sigue marcando el presente.

Alejandro Artucio ejercía su función como abogado defensor de los llamados "subversivos" cuando pasó a formar parte de una lista de quince "condenados a muerte" por el Escuadrón de la Muerte en aquellos días de 1972, que hoy no duda en calificar como un "terrorismo de Estado" que ya se había implementado en Uruguay.
Cuando cayó la "cárcel del pueblo", Artucio fue detenido bajo medidas de seguridad y llevado al Batallón Florida donde permaneció preso por casi un año ("Fue durante la etapa de aquel hecho siempre negado de las negociaciones entre tupamaros y militares"), y también recorrió el Batallón 14, el 2º de Infantería, y la Escuela de Armas y Servicios.
"Finalmente llegué al Penal y ahí me pusieron en el "2 B" que era sector donde tenían a los más pesados. Nunca entendí por qué, pero fue una calificación honorífica para mí, porque no tenía los méritos del Bebe Raúl Sendic, el Pepe Mujica, el Ñato Fernández Huidobro, Arturo Dubra y otros que estaban en el mismo sector", dice con ironía.
"Nunca me pudieron condenar por nada. Luego de dos años terminé procesado por una idea que me pareció muy lúcida pero que era un disparate: "afectar las relaciones internacionales de Uruguay". Pero al final, se dieron cuenta, y me procesaron por "asistencia a la asociación para delinquir", cuenta.

Un "carpintero" en Paris
"Creo -agrega- que estaban convencidos de que yo tenía un papel mucho más importante. Mi problema es que tuve la desgracia de estar con el Negro Amodio Pérez solo cuatro días antes de que me detuvieran. El conocía de mis cosas. Les dijo que el tema de los jueces y los políticos tenían que preguntármelo a mí. De ahí la consideración con que me trataron".
Artucio optó por la aún vigente opción constitucional de exiliarse y se instaló en Francia desde noviembre de 1973, luego que el régimen le prohibieran radicarse en Argentina, Perú o Brasil. En París comenzó a construir con otros exiliados la primera estructura de solidaridad con las víctimas de la dictadura uruguaya.
"Tardamos un año en construir algo. En ese tiempo me convertí en carpintero, en una fábrica. No había asumido Miterrand y la situación de los trabajadores era muy ajustada. Cuando llegó el gobierno socialista se obtuvieron una serie de beneficios. Hasta entonces trabajaba 9 horas diarias y apenas daba para vivir en una pieza con mi mujer y mis dos hijos", recuerda.
El doctor Mario Jaunarena y su esposa, procedentes de Chile, serían quienes les convencerían de trasladarse y pedir la radicación en Ginebra, en Suiza, donde le había conseguido un trabajo en la Comisión Internacional de Juristas, una prestigiosa organización no gubernamental que durante medio siglo venía trabajando en la defensa de los derechos humanos.

La Comisión de Juristas
"Yo me ocupaba de todas las situaciones de derechos humanos en el continente. Todos los países iberoamericanos, más el Caribe, Portugal y Guinea ecuatorial. Eso nos permitió muchos contactos e información en toda la región. Nosotros los ayudábamos a denunciar sus casos ante la OEA o la ONU... pero Uruguay era mi prioridad, aunque trataba de no mostrarlo".
En poco tiempo, ayudaron a que "en todo lugar donde hubiera un uruguayo se formara un Comité de Solidaridad". Una primera misión de la Comisión Internacional de Juristas a Uruguay sería decisiva para denunciar al mundo lo que implicaba la dictadura militar. Paralelamente, los uruguayos presentaron su primera denuncia ante Naciones Unidas.
"Presentamos un trabajo de cinco tomos, una cosa enorme, donde se describían todos los aspectos de la dictadura. Desde la tortura hasta las desapariciones forzadas, la persecución a los familiares de las víctimas y a las organizaciones sociales, las implicancias de los actos institucionales, la situación de las cárceles... todo fue incluido", evoca.
Las gestiones en Ginebra de la Comisión de Juristas, Amnisty y el Consejo Mundial de Iglesias ("dieron un aporte muy importante") terminaron por permitir que la situación de Uruguay pasara a ser considerada en la agenda de trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de ONU, porque se incluyó en los casos de desapariciones forzadas en Argentina.

Las denuncias del SIJAU
Más adelante, Alejandro Artucio pasaría a impulsar el Secretariado Internacional de Juristas para la Amnistía en Uruguay (SIJAU) que surgiría para poder realizar internacionalmente las denuncias sobre lo que la represión sufrida por el partido Por la Victoria del Pueblo (PVP) en Buenos Aires luego del golpe de Estado en Argentina en 1976.
Junto a Artucio, el SIJAU estuvo integrado por reconocidos juristas internacionales como Luis Joinet y Philippe Texeier de Francia, Juan Saavedra de Chile, Leandro Despouy e Hipólito Solari Irigoyen de Argentina y los uruguayos Edgardo Carvallo, María Elena Martínez, y los hermanos Mario y Alba Dell'Acqua.
"Esa fue una organización donde todos éramos honorarios. Se consiguió un pequeño local en París, donde estaba Pila Salberry, hermana de Mariela, la esposa de Hugo Cores, la cual tendría un destacado papel en el funcionamiento de aquella organización. SIJAU fue un buen mecanismo, porque realmente funcionó muy bien en la denuncia internacional".
La credibilidad del SIJAU les permitió avanzar a otros aspectos y se comenzó a realizar una apoyatura técnica a quienes se presentaban ante las organizaciones internacionales para denunciar a la dictadura uruguaya. Entre ellos Enrique Rodríguez, Vladimir Turiansky, Juan Pablo Terra, Enrique Erro o Wilson Ferreira Aldunate.

Cuando el PIT llegó a OIT
Trabajando en la Comisión de Juristas y en el CIJAU, comprendieron que uno de los elementos para derrotar a la dictadura era la reorganización sindical. Los uruguayos en el exterior quedaron sorprendidos cuando por primera vez llegaron a la Organización Internacional del Trabajo los primeros delegados del flamante Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT).
"Para nosotros ya había sido un impacto el triunfo del NO en el plebiscito de 1980, pero en aquel 1983, después del acto del 1º de mayo, nos sorprendieron Richard Read y Juan Pedro Ciganda cuando llegaron a Ginebra para participar en las sesiones de la OIT. Recuerdo que se movieron muy bien tanto en el Comité de Libertad Sindical como en el de Aplicación de Normas y dejaron excelente sensación por sus características diferentes a las de otros sindicalismos de la región. Hablaron con fuerza sobre los problemas de la enseñanza y a favor de la libertad de prensa. Con Richard nos hicimos amigos", explica Artucio. "Siento que en aquellos años, desde el lugar en que estuvimos, con mucho entusiasmo tratamos de hacer lo máximo que pudimos. Lo recuerdo como una etapa que si no la hubiera cumplido habría defraudado algo. Aunque los milicos nos trataron como perros, pudimos denunciar lo que entonces pasaba en el Uruguay, y el mundo lo supo", dice con orgullo.


Artucio
Alejandro Artucio Rodríguez nació el 22 de agosto de 1934. Abogado, fue funcionario de jurídica de OSE. Casado con Mercedes García desde hace 47 años, tiene dos hijos: Alejandra y Pablo Andrés. Defensor de presos políticos antes del golpe de Estado, fue detenido y encarcelado bajo medidas prontas de seguridad en democracia, hasta que en 1973 se le permitió exiliarse en Europa. Entre múltiples tareas de denuncia desde la Comisión Internacional de Juristas de Ginebra y el Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en Uruguay radicada en París, elaboró la base de datos del discurso que Zelmar Michelini realizaría ante el Tribunal Russell en 1974 y redactó sin firma el capítulo sobre Uruguay ante la comunidad internacional en el libro "Nunca Más" editado por el SERPAJ. Cuando volvió del exilio fue uno de los fundadores del Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (IELSUR). Hoy es embajador representante de Uruguay ante la ONU y los demás organismos internacionales con sede en Ginebra.recibidos.

La República
01/06/08

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