De izquierda a derecha, hermano y Célica Gómez. Durazno. Año 1952.
Célica Gómez. Año 1953.
De izquierda a derecha, Célica Gómez, su medio hermano y un amigo. Año 1956.
Casamiento. Célica Gómez junto a familiares y amigos. Año 1968.
Célica Gómez junto a sus sobrinas. Buenos Aires. Año 1976.
Célica Élida Gómez Rosano. Última foto carnet. Año 1976.
Célica Élida Gómez Rosano nació en al ciudad de Durazno, el 16 de febrero de 1947. Hija de Bruno Gómez y Élida Rosano vivió su infancia y adolescencia, en un paraje rural conocido como “Puntas de Cuadras”. Cursó primaria en la Escuela Rural Nº 30 de “Puntas de Carpintería” sobre la ruta 100. Para realizar sus estudios secundarios, se mudó a la ciudad de Durazno con sus padres, concurriendo al Instituto Dr. Miguel C. Rubino. A partir de tercer año de liceo, siguió cursos de contabilidad y mecanografía en una academia. En 1975, decidió radicarse en Buenos Aires, donde ya vivía uno de sus hermanos con su esposa e hija. Trabajó, entre otros lugares, en Aurora una empresa de electrodomésticos y se especializó en computadoras IBM. Entró a trabajar en al Agencia de Noticias TELAM como perfoverificadora.
Viajaba habitualmente a Durazno a visitar a su familia. Cuando desapareció, su madre estaba de visita en Argentina y pensaban volver juntas a Uruguay aprovechando la licencia. Políticamente se identificaba con el Frente Amplio. Su militancia política consistía en recibir correspondencia de su hermano (que ya estaba en Europa) dirigida al PCR, a través de Carlos Cabezudo, a quien Célica pasaba los sobres.
“Desapareció el 3 de enero de 1978 al caer la tarde. Fue secuestrada en la vía pública en Florida y Corrientes. Caminaba con dos compañeras de trabajo, cuando un hombre se bajó de un Ford Falcon (sin matrícula) y la llamó por su nombre diciéndole que la conocía de Montevideo. Célica se acercó con la mano extendida para saludarlo, el hombre pegó un tirón y la empujó dentro del auto y salió disparado.
Entre los sobrevivientes de los pozos de Banfield y Quilmes, ninguno la nombra, aunque no hay que olvidarse que las condiciones para trasmitir información eran muy complicadas.
Si la nombra A.G., detenido en La Tablada en Uruguay en la segunda quincena de enero. El testimoniante no la conocía ni tampoco había conocido anteriormente su nombre. Por ello registró claramente el nombre de una mujer, por el que bajo tortura lo interrogaron. Luego supo que Célica estaba en el calabozo colindante al suyo.”
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