Luego de la destitución del embajador en Italia, Carlos Abin, el diputado colorado Washington Abdala reclama que se investigue el proceso del expediente a la Embajada mientras el diplomático no estaba allí. “Los funcionarios de la Embajada, presumo, no tenían muy claro que el jefe de misión estaba ‘de tapas por Barcelona’”, dijo, y aseguró que “ese es el gran problema para encontrar las responsabilidades subsidiarias”. Además, respondió a las críticas de la izquierda por su posición en este tema: lo que sucedió “no es por culpa de Abdala, ni de nadie, es por culpa del señor embajador Abin”, quien aseguró, “le mintió a todo el mundo a cara de perro”.
EMILIANO COTELO: La noticia había sido adelantada anteanoche, había circulado en los diarios ayer de mañana y sobre el mediodía se produjo la notificación oficial: el gobierno concluyó que hubo una demora injustificada en la entrega de la documentación solicitada por la justicia italiana en el caso Jorge Tróccoli. La destitución del embajador en Italia, Carlos Abin, fue firmada por el presidente Tabaré Vázquez y el canciller Gonzalo Fernández, el miércoles por la tarde.
“Abin no estaba en la Embajada cuando había que tramitar el pedido de extradición y no dio las instrucciones pertinentes que le fueron requeridas para tramitar el exhorto”, informó el ministro Fernández ayer en una conferencia de prensa en la que estuvo acompañado por el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Enrique Rubio, que estaba allí como ex integrante de los Grupo de Acción Unificadora (GAU), contra los cuales hubo, a mediados de los años 70, una serie de operativos represivos de los cuales tomó parte, justamente, el capitán Tróccoli.
El responsable de la Cancillería abrió el paraguas diciendo que la resolución no roza la trayectoria de Abin, según relata esta mañana la crónica del matutino La Diaria. Fernández aseguró que fue la falta administrativa la que motivó la remoción del cargo, destacó que fue una decisión política y anunció que ayer se iba a entregar el expediente de la investigación administrativa que se hizo en la Embajada a la sala de abogados del ministerio y que ese organismo interno será quien determine si se abren sumarios a funcionarios de carrera de la Embajada uruguaya en Roma.
Esto es porque lo que se resolvió primero fue el cese del doctor Carlos Abin, que era un embajador nombrado políticamente en el cargo, y ahora se va a llevar adelante la investigación administrativa sobre los funcionarios de carrera de la sede diplomática uruguaya en Roma. Aproximadamente en diez días los abogados resolverán el inicio de otras investigaciones.
Fernández señaló que en el expediente interno hay responsabilidades –o sea, habló en plural- y dijo que los abogados de la Cancillería verán si hay méritos para conformar sumarios a algún funcionario.
Fuentes consultadas aseguraron que uno de los candidatos a seguir los pasos de Abin, sería Tabaré Bocalandro, número dos de la Embajada en Italia actualmente. Pero todavía no hay embajador de relevo; su designación podría demorar semanas o meses, e interinamente será Bocalandro quien quede a cargo de la Embajada.
Para tratar este tema estamos con el diputado Washington Abdala, del Foro Batllista, Partido Colorado. Usted había reclamado justamente el cese del embajador Abin ¿cómo observa la forma en que termina procediendo la Cancillería?
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WASHINGTON ABDALA: Creo que fue correcto el canciller al tomarse unos días y llevar adelante una investigación para corroborar que los hechos que nosotros le habíamos vertido en la Comisión de Asuntos Internacionales eran ciertos. Lo que le habíamos dicho era que el embajador Abin no estaba en Roma entre el 17 y el 23 y dimos información muy precisa de los vuelos (las horas en las que había partido y en las que había retornado). Y el embajador Abin faltó a la verdad, [incluso] les mintió a ustedes, porque recuerdo la entrevista en El Espectador en donde decía que había estado ojeando el expediente (o algo por el estilo) y en los hechos no podía haber ojeado nada, porque estaba en Barcelona.
EMILIANO COTELO - Sí, a la luz de lo que fue conociéndose después, en aquella entrevista el embajador Abin en algunos casos mintió y en otros ocultó situaciones. Por ejemplo, yo le pregunté si él se encontraba en funciones en el momento en que llegó el expediente a Roma y respondió que sí, pero después supimos que no estaba ni siquiera en Italia. Lo que pasa es que no había pedido licencia, eso era el otro detalle.
WA - No es un detalle, esa es la parte sustancial del asunto. Porque si usted solicita la autorización y convalida de manera legítima y legal la salida del destino en el que está; si usted es jefe de misión y solicita que –por alguna razón particular o de misión diplomática- tiene que trasladarse a otra ciudad en Europa o donde sea, la Cancillería puede dar el visto bueno o no. En este caso, el canciller ni siquiera tenía noticias.
En realidad, lo sustancial es una fenomenal omisión del diplomático. Se actuó más o menos en los tiempos, se podría haber actuado un poquito antes, pero los hechos y la decisión es la correcta. Naturalmente con esa contradicción que tiene el gobierno para con algunos de sus acólitos, porque como usted bien dice: la resolución lo decapita, pero lo respalda en el plano funcional o moral. Lo importante es que el hombre cayó, no tenía que estar más en el destino. Por responsabilidad de él, un expediente no transitó como tenía que haber transitado y al final pasó lo que tenía que suceder.
EC – Ahora, en la falla, en el hecho de que no haya llegado a tiempo finalmente la solicitud de extradición a la Cancillería italiana –y a través de ella, a la justicia–, por lo visto la responsabilidad no fue solamente del embajador Abin, ya que no estaba en la Embajada, y sí había otros funcionarios allí. ¿Cómo observa ese detalle?
WA - Hay que investigar. Con la misma severidad que planteé que el embajador estaba en una clara omisión, había faltado a la verdad y en los hechos ya no correspondía ni siquiera una consideración muy puntillosa (porque el hombre no había cumplido con la obligación republicana de estar a la cabeza del cargo para el que fue nominado), en los restantes casos hay que investigar con puntillosidad y hay que saber exactamente quién inicialó el expediente cuando llegó el 18 al mediodía –a las 13.45 tengo entendido–, hay que ver quién se hizo cargo del expediente, dónde es que se lo depositó, quién se comunicó con el embajador, cómo se comunicó...
EC - ...¿por qué está haciendo esas preguntas? Porque quien teóricamente estaba a cargo de la Embajada era justamente el número dos: Tabaré Bocalandro. Y ahí empiezan las consideraciones políticas de nuevo, porque Bocalandro es un funcionario de carrera de la Cancillería, pero es colorado. Según se sostiene, es colorado y forista, entonces usted desde su posición, desde el Foro Batllista, ¿cómo observa las responsabilidades de Bocalandro?
WA - Quiero que quede clarito: yo no voy a defender a nadie porque sea colorado si estuvo en falta. Vamos a entendernos. Además, me entero por usted que Bocalandro es colorado, porque en realidad no tengo mucha información precisa. Lo debo haber visto dos veces en mi vida al señor Bocalandro y casi que estoy exagerando, ni siquiera reconozco su rostro.
Así que no me cabe ninguna prenda si hay que investigar y encontrar responsabilidad; si la tiene, pues que asuma la responsabilidad. Ahora, si no la tiene, me parece un desmérito gigantesco también, porque el embajador de turno se va, no comunica absolutamente nada, en la Embajada nadie sabe que no está y el número dos –que en este caso sería este funcionario– está tratando de ubicarlo, pero no lo ubica... Estas son todas especulaciones, porque yo ni siquiera he hablado con Bocalandro.
EC - ¿Usted tiene información de que desde la Embajada se procuró ubicar al embajador Abin cuando llegó el expediente?
WA - Yo no tengo ni idea, no he hablado con gente de la Embajada. Mis informantes fueron otros, por suerte bastante precisos, porque lograron dar una información muy puntillosa de la omisión flagrante del señor embajador. Ahora, todo los demás –porque allí hay agregados, ahí hay secretarios de tercera–, hay que investigarlo a fondo y ver exactamente qué es lo que pasó, porque evidentemente algo pasó.
EC - Sí, porque todo indica que el expediente venía con las advertencias de un diligenciamiento rápido...
WA - ...pero además, observe una cosa que yo razonaba ayer con algunos colegas suyos en el Parlamento: cuando ese expediente llega, el día 18, alguien lo recibe, iniciala la recepción del expediente, alguien se lo da a algún funcionario de la Embajada –no sé si a Bocalandro, a un secretario de tercera, a uno de segunda, a un agregado, hay bastante gente en esa Embajada–, alguien asume la responsabilidad de depositarlo en algún lugar; si no está el jefe de misión, alguien asume la responsabilidad. Lo que pasa es que acá hay una situación bastante peculiar, que es que el jefe de misión se escapó. Los funcionarios de la Embajada, presumo –estoy razonando como abogado–, no tenían muy claro que el jefe de misión estaba “de tapas por Barcelona”, por dar una expresión romántica, y ese es el gran problema para encontrar las responsabilidades subsidiarias que caen en este asunto.
Estoy especulando, no sé absolutamente nada y ni siquiera conozco la investigación, porque el señor canciller no tiene por qué remitírnosla, pero todos esos son procedimientos internos que deben aclararse.
¿Bocalandro trató de comunicarse o no con el jefe de misión? no lo sé, pero alguien es responsable. Ahora, no es fácil si usted tiene un jefe de misión que se supone que tiene que estar en Roma y no está... ¿habrá llamado Bocalandro por teléfono al jefe de misión? ¿le habrá mandado una comunicación vía correo electrónico? La verdad es que desconozco absolutamente todo.
Pero quiero que quede claro (...) y repito lo que dije al principio de la charla: no me duele ninguna prenda, si hay que encontrar responsabilidad en el resto de los funcionarios, no me importa el pelo político. Si no la hay, tampoco hagamos una caza de brujas, porque en definitiva se trata de encontrar efectivamente quién fue el que se mandó el macanazo este.
EC - El embajador Abin pertenece a la Vertiente Artiguista. Ese sector político comparte la decisión que se ha tomado en el Poder Ejecutivo de cesarlo en el cargo, pero además está analizando la conducta de Abin en sus organismos internos, concretamente en el Tribunal Arbitral.
Ayer entrevistábamos a la presidenta de la Vertiente Artiguista, Eleonora Bianchi, a propósito de los pasos que se están dando y cuándo puede haber una resolución. Pero además, ella hizo una serie de señalamientos hacia usted y también la diputada Beatriz Argimón, o sea los diputados (uno colorado y otra blanca) que han estado insistiendo en este tema y reclamando el cese de Abin. También hubo otros comentarios del mismo tipo a lo largo del día, como por ejemplo que el fondo del tema no es el caso Abin y la misma Bianchi recordó al diario Ultimas Noticias que cuando fueron gobierno, ni blancos ni colorados se ocuparon de cumplir con el artículo cuarto de la Ley de Caducidad. “Esperamos que ahora que el tema de la Embajada fue clarificado, se unan en esta causa”, dijo.
Por su parte, el diputado Eduardo Brenta, también de la Vertiente, exigió la colaboración de ambos legisladores para aclarar la verdad y enfatizó que Abin fue un accidente, pero Tróccoli no. Dijo que quiere creer que el reclamo de verdad no era una movida política para perjudicar al gobierno, sino que realmente tienen interés en llegar al fondo del asunto.
¿Qué responde usted sobre este tipo de planteos?
WA - Lo importante es la decisión que tomó el canciller. Esta gente naturalmente está dolida porque un funcionario de ellos estaría de paseo en Barcelona cuando debía haber recibido el expediente. Y en un tema tan sensible para la izquierda como es todo lo relacionado a la Ley de Caducidad, el hombre en realidad incumple.
Imagine la hipótesis contraria, que el embajador hubiera sido de pelo colorado o blanco y le hubiera pasado este accidente –como tenuemente de manera simpática califica, creo que el diputado Brenta–, ¿cómo habría calificado la izquierda ese comportamiento?, ¿qué habría dicho?, que era poco menos que una conspiración para detener el funcionamiento de la Ley de Caducidad. Esa es la realidad, es lo que habrían dicho. Esta gente está dolida, porque naturalmente tienden a ver con un lente bastante poco intenso lo que son errores funcionales muy gruesos. Yo la mirada la poso sobre el gigantesco error funcional de un jefe de misión de no estar en el destino.
EC - Y sobre el fondo del asunto, sobre los juicios pendientes, sobre el caso en el que este militar en particular tenía que declarar acá en Uruguay y por lo cual se pedía la extradición ¿qué dice?
WA - Cambiamos de tema, entonces, nos metemos en el tema que plantea Bianchi y en el tema que plantea Brenta. Con gusto, aunque ese es un tema bastante más complejo, que no creo que lo podamos resolver en un minuto y medio.
No tengo ningún inconveniente en que el señor Tróccoli declare. El señor Tróccoli en su oportunidad escribió un libro importante, dio una serie de especificaciones, y me parece que si ahora es convocado por la justicia, tiene que declarar. Pero es otro tema, es parte de una consecuencia indirecta del in suceso, el segundo tema que usted me está planteando ahora es bastante más de fondo, hace a la vida de la República.
EC - Se lo planteo porque además de estas declaraciones de dirigentes de la Vertiente, aparece en varios de los mensajes que llegan ahora de los oyentes. Por ejemplo, el de Ana del Cerrito: “¿Y a Abdala desde cuándo le importa el procesamiento de los torturadores?”
Y hay varios de ese estilo.
WA - A mí lo que me importa es que por culpa y responsabilidad puntual de un funcionario diplomático que actuó con total irresponsabilidad, un hombre de izquierda, al que el presidente al principio le dio todo su apoyo moral –que le quede claro a la ciudadana que manda el mensaje, tanto como a Bianchi y a Brenta–, un hombre de la confianza directa del presidente, se perdieron la instancia de seguir adelante con el tema Tróccoli como venía caminando. Por culpa de él, el pueblo uruguayo va a tener que pagar varios miles de euros para contratar un abogado puntual para llevar adelante un juicio que, si se hubieran hecho las cosas en tiempo y forma procesalmente, no [sería necesario].
Esos son los datos objetivos, todas las demás son consideraciones que en general la izquierda hace y siempre con esa capacidad de demonizar y de imputar que tiene; pero es bienvenido que la tengan, bastante daño han hecho con eso. De todos modos, ese no es el tema, el tema es por culpa y responsabilidad de quién el señor Tróccoli hoy no está en un tránsito como seguramente mucha gente hubiera pretendido.
Y repito, no es por culpa de Abdala, ni nadie, es por culpa del señor embajador Abin, un hombre de izquierda, de alta confianza del presidente de la República y esa es la realidad. No se nos puede imputar a nosotros absolutamente nada. Es más, es mi función de contralor en la oposición marcar este tipo de cosas –bueno fuera si no lo hiciera–.
Además, para que lo tenga claro la audiencia de En Perspectiva, le digo que (hablando ayer con algunos senadores de la Vertiente Artiguista) el nivel de enojo con el embajador Abin no es solo de los ciudadanos de la oposición, sino que mucha gente del gobierno se siente absolutamente defraudada, por eso sucedió lo que sucedió, esa es la realidad. Todas las otras lecturas son –por usar una expresión muy ordinaria- en clave de calentura, seguramente de gente que se sintió muy defraudada por este señor, que nos mintió a todos, le mintió a usted. Yo escuché la entrevista cuando le mintió a todo el mundo a cara de perro y hoy tenemos estas consecuencias.
El Espectador
13/06/08
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