27/5/08

La masacre de la 20

La verdad sobre la masacre de la 20. La larga noche del 72
Así rezaban los títulos de un suplemento publicado en 1987 en el semanario El Popular. Una detallada crónica realizada a través de una paciente investigación nos permite ofrecer fragmentos de los trágicos hechos ocurridos entre el 16 y el 18 de abril de 1972.
Carta Popular

Los hechos se encadenaron desde el viernes 14 de abril de 1972. Esa noche se intentó hacer lo que finalmente se concretó en el Seccional 20. Pero se frustró el operativo en el ex local central del Partido Comunista.

El sábado 15 a la tarde la Asamblea General del Poder Legislativo culminó el debate iniciado el viernes, aprobando el estado de guerra.

En la madrugada del domingo 16 se suceden casi simultáneamente, entre las 4 y las 4 y 30, once atentados con explosivos y ametrallamientos. Fueron atacadas las fincas de los Dres. Juan José Crottogini, Carlos Quijano, Carlos Martínez Moreno otras personalidades políticas y culturales, además de una iglesia y el local del Seccional 18 y 24 del PCU.

La tensión era general en víspera de la tragedia. Era el primer día de vigencia del estado de guerra. A media mañana había gran despliegue de tropas y vehículos en toda la zona de la manzana del Seccional 20 del Partido Comunista, situado en Avda. Agraciada 3715, entre Valentín Gómez y Raffo Arrosa.
Falsa ratonera
Por la calle Valle Edén, atrás de esa manzana, los efectivos ingresaron a un pequeño apartamento ubicado al Nº 3716. Dos modestas piecitas a los fondos, en realidad, de la finca lindera. Residía allí el joven matrimonio Toyos, sin ningún antecedente de militancia política ni gremial. Se sabrá después, por boca de ellos mismos que mientras su casa quedó ocupada por soldados ellos fueron retenidos en el Regimiento 9 de Caballería. Fueron tratados amablemente y liberados. Se los vio en el barrio a la mañana siguiente, es decir, el lunes 17 aún antes de que se divulgara el comunicado 77 de las Fuerzas Conjuntas. Ese fue el parte que presentó la masacre como consecuencia de un “enfrentamiento”.

El comunicado partía de ese procedimiento sobre una presunta “ratonera” tupamara instalada en el apartamento: “...al presumirse que en la misma se realizaban actividades subversivas, lo que determinó que se procediese a una revisación minuciosa de la citada finca, encontrándose, efectivamente, documentación de este tipo”.

Como anotábamos, esto era tan falso que el matrimonio había sido liberado desde el 9º de Caballería sin imputación alguna y se les devolvió lo incautado. Empero, efectivos de esa unidad habían sido dejados en el apartamento, convertido en “ratonera” desde el domingo 16 a mediodía.
Primer allanamiento
Sobre la hora 10 efectivos militares hicieron el primer allanamiento al local del Seccional 20. Desde hacía varios días muchos militantes se turnaban para su cuidado, ante la ola de atentados y provocaciones.

Mendiola obligado a quedarse
Finalizado el operativo, sobre la hora 12, toda la zona seguía bajo control policíaco militar. De la redacción de El Popular habíamos enviado a uno de nuestros fotógrafos, Hermes Cuña. Se encontraba junto a una decena de militantes en el local, cuando próximo a las 13 horas se repite un allanamiento.

Se aduce que se había recibido denuncia desde la finca lindera, de que por encima del muro del jardín del fondo se había arrojado envuelto en nylon un revólver 38 sin guía. Un oficial pregunta quien es el responsable del local y esto es asumido por Luis Alberto Mendiola. Solo se retiran los documentos y se le indicó que no debía moverse del lugar. Se llevan detenidos a todos los restantes, unas 15 personas, incluido nuestro fotógrafo. Son cargados en un camión en el cual permanecerán mientras dicho rodado estuvo estacionado dos horas frente a la Región Militar No. 1, que tiene su comando a 500 metros, por la misma Avda. Agraciada. Luego son llevados a una celda de la muy próxima comisaria Seccional 18 (hoy 7ª) situada a cuadra y media del local, en la calle Félix Olmedo.
Merodeo de fascistas
Todo parecía haber vuelto a la normalidad. Sobre las 16 horas del domingo se podía ver parado en la puerta del local al camarada Luis Mendiola, como habitualmente lo hacía. Empero, la tensión subsistía por la evidente movilización de personas extrañas al vecindario. Algunos eran reconocidos como militantes fascistas de la JUP, organización que entonces tenía presencia en la próxima zona de El Prado.

Primeros tiros
“Era medianoche cuando me desperté al oír unos disparos de armas de fuego, espaciados, que se sentían de los fondos de la manzana, desde Valle Edén”.

“Mendiola me preguntó si podía subir a la azotea para que bajaran los compañeros que se encontraban en vigilancia allí. Eran Héctor Cervelli y Enrique Rodríguez, ambos metalúrgicos. Era dificultoso el acceso a la azotea, no teníamos una escalera directa sino una escalera chica, de mano, que había quedado sobre el techo de la pieza que salía para los fondos. Servía solo para ese segundo tramo hacía la azotea. Me ayudaron a izarme”.

“Fue en ese momento, cuando recién empezaba a descender Cervelli (en definitiva el único que pudo bajar), que llegó por la Avda. Agraciada el primer vehículo de la Fuerzas Conjuntas”.

Desencadenan la trampa
Por el lado lateral de la manzana del Seccional 20, calle Valentín Gómez, al No. 875, casi a mitad de cuadra, entre Agraciada y Valle Edén, hay una entrada para cuatro apartamentos. Vecinos sienten que desconocidos trepan allí con sigilo hacía la azotea. Luego oyen algunos disparos. Se sienten cuando uno o más individuos desandan el camino y se alejan con prisa.

Esos disparos fueron los que desencadenaron la gran trampa que abarcó no solo a los obreros comunistas sino a gran parte de los militares y policías que no sabían lo que allí estaba provocándose. Por eso todos estos detalles son trascendentes. El acceso a la azotea es relativamente fácil luego de ingresar al patio de los apartamentos por la mitad de la calle Valentín Gómez. El bloque del edificio de los apartamentos sobresale notoriamente a los fondos del apartamentito allanado en la mañana, ubicado por la calle lateral, Valle Edén y los fondos del local del Seccional 20, en el lado opuesto de la manzana, a más de cien metros.

Unica trayectoria para la provocación
Aún desde varios metros por encima de la azotea del local del Seccional 20, tampoco se podría tener visibilidad hacía la ventanita de los fondos del apartamento de Valle Edén 3716. En cambio, había una proyección directa desde la azotea del edificio de Valentín Gómez 875. Inclusive resguardado detrás de los tanques del agua corriente allí instalados, existía visibilidad directa. En ese lugar fueron recogidas algunas cápsulas, al igual que centenares de los proyectiles disparados después en toda la zona.

Todo hace suponer que desde esa azotea de Valentín Gómez 875 se hicieron los disparos sordos y espaciados que se oyeron a la 1:05 del lunes 17. Fueron dirigidos hacía la ventana de Valle Edén 3716. Allí permanecía una imaginaria militar. Que es la que comunica el alerta al Regimiento 9 de Caballería.

Acude el Cap. Busconi
Pero esos pocos disparos misteriosos fueron hechos por alguien que sabía todo lo que podía provocar. Primero, la generalización de una alarma en todo tipo de unidades de Las Fuerzas Conjuntas. Entre ellas, la del Regimiento 9 de Caballería, en donde revistaba el joven capitán Wilfredo Busconi.

No está claro si de particular o uniformado, si desde el cuartel o de su domicilio, pero lo cierto es que también acudió en su automóvil, por la avenida Agraciada hacia fuera, fuertemente armado. Estaciono el vehículo a unos 50 metros del local del PC.

Cuatro horas con disparos
No habían pasado más de cinco o seis minutos de los primeros disparos. Cuando comenzó el ametrallamiento por Valle Edén. Seguido del movimiento de vehículos y tropa, totalizando no menos de medio millar de hombres en torno a esa manzana. A la una y diez minutos los disparos y las ráfagas de ametralladora se hacían desde la avenida Agraciada, directamente ya contra el local partidario. A partir de entonces se hacen disparos desde los cuatros puntos cardinales. Los vecinos aterrados veían bengalas, caían ordenes y contraórdenes y disparos incesantes de muy variados tipos de armas, que se prolongaron durante mas o menos media hora. Luego, disparos mas o menos nutridos y ráfagas de ametralladoras se oyeron hasta las 3 y 15 horas, aislados, hasta las 5 y 15 horas de la madrugada.

Espantoso ametrallamiento
(Testimonio de Ernesto Fernández)

Casi enseguida encendieron y enfocaron reflectores del camión de las FF.CC. hacía el local y comenzaron a disparar con armas automáticas”.
“De ahí la balacera ya no paró. Después se fueron sumando otras armas de diferentes lugares. Nos tiramos sobre el techo contra el borde esquina que daba hacía Agraciada y V. Gómez. Yo, con el cuerpo paralelo al frente sobre Agraciada y Rodríguez frente a V. Gómez”.


“Era espantoso. No despegábamos la cabeza del piso. Se sentía tabletear de ametralladoras, se veían ráfagas de balas trazadoras, bengalas, se oían explosiones raras, que no sabíamos definir bien si eran granadas u otra cosa".

"Los proyectiles rebotaban y zumbaban muy cerca nuestro".

“No sé como salimos ilesos. Las balas picaban por todas partes. Parece que también tiraron del viejo edificio de la Junta, que tenía dos o tres plantas y estaba ubicado en la esquina de enfrente, en diagonal. Y de alguna otra azotea de la zona”.

“Después comprobé cuán cerca me rozó la muerte. Uno de los proyectiles de la armas de guerra que usaron había atravesado la parte de mampostería, detrás de la que me resguardaba. Esa proyectil pasó rasante sobre mi cadera”.

“Oímos, en determinado momento, insistentes gritos de ‘alto el fuego ¡no tiren!’, insultos, mas gritos, órdenes de ¡alto el fuego!”.

¡Mátenlos a todos!
(Testimonio de un vecino)

En este alto el fuego, según me describe esta persona, un sargento 1º de la Policía, cuyo coche había recibido impactos de bala, dijo: ‘voy a entrar’, y se lanzó contra la puerta. Corrieron varios, voltearon la puerta, entraron y dispararon varios tiros contra el techo, con carácter intimidatorio. Adentro había un grupo de personas del PC, con las manos en alto. Nadie fue herido en ese momento. Desde afuera de la puerta, de los dos costados donde había gente, se presenció la salida, con las manos en la nuca, de los miembros del PC”.

Cuando van saliendo, se oyó el disparo y Busconi cayó herido. Alguien gritó: ‘¡Asesinos, nos mataron a un compañero!’ y otro grita: ‘¡Mátenlos a todos!’. Y en este momento uno vacía toda la carga de una pistola contra uno de los que salió del local. Cae al suelo y aún estando allí alguien intenta ensartarlo en una bayoneta. Forcejea, pero alcanzan a herirlo. Y los otros son ejecutados. Algunos caen muertos por los que los llevan de atrás. Uno de ellos, a punto de subir a un ‘ropero después de haber pasado la calle con las manos en la nuca
”.

Vasconcellos: fueron fusilados
Por su parte el senador colorado Amilcar Vascocellos manifestó en la Asamblea General que tenía el testimonio de dos personas de su amistad, militantes de su sector político. "Uno, que vive en las cercanías, dice que efectivamente los detenidos fueron prácticamente fusilados".

“Fuerzas del ejército alertadas –aseveró en otra intervención Vasconcellos– llegaron poco después al mando del teniente coronel Vernengo, el cual, como primera medida, había transmitido a la Jefatura de Policía -no tenía comunicación directa con la radio policial– que se ordenara a la policía que no tirara más, para evitar precisamente, en esa confusión, la posibilidad que la Policía y el Ejército intercambiaran disparos, hecho que habría ocurrido”.

"La policía cesó su tiroteo. El teniente coronel Vernengo, reitero, habría sido quien pidió el alto al fuego y efectivamente el fuego cesó. Recién entonces se planteó la salida de las personas que estaban dentro del club, que se hallaban aparentemente en actitud pacífica –estaban todos juntos, no en actitud de tirar– y es cuando parte un tiro que hiere gravemente al capitán Busconi”.

Arismendi: no todo fue histeria
“El señor Ministro alza la voz para tratar de justificar lo que no se justificará nunca en la historia del país –acotó Arismendi– por ser un crimen infame, donde pueden haber entrado elementos de histeria, aunque no todo fue histeria”.

“... pobre jefe militar y sus hombres, en cualquier circunstancia son capaces ante gente desarmada o con las manos en alto, de dispararles tiros en la nuca y asesinarlos en medio de la calle, inermes. ¿Esa es la moral del Ejército uruguayo? Yo lo rechazo. Y creo que existe otra, que no mata por la nuca a hombres desarmados”.

El juez militar no fue cómplice
“Estoy seguro que nadie en las Fuerzas Armadas admitiría que ese es el criterio, aun en el caso de que hubiere disparado desde el local. Y esto lo rechazo terminantemente, porque es una infamia y se prueba por parte de la Justicia Militar. En esa azotea tan ‘terrible’ sobrevivieron dos personas que estuvieron durante ocho horas”.

“Son golpeados en el vehículo que los lleva. Salvan sus vidas y son puestos en libertad por el juez militar. Hombres que han estado en la azotea desde la cual se dice que están partiendo tiros, son puestos en libertad por el juez militar. Están en la calle, actuando libremente, porque el juez militar los liberó: los dos sobrevivientes de la azotea desde la cual ‘partían tiros’ y había ‘tanto peligro’”.

Está probado
“Lo que está probado es que el juez militar los puso en libertad, en absoluto, sincortapisas, sin ninguna limitación. Eso es lo que está probado hasta hora. Asimismo está probado que el juez militar no procesa al otro sobreviviente. Machado.”

“Está probado por la autopsia de los 7 muertos la característica de las heridas. Estos no son hombres caídos en combate, son personas ejecutadas y algunas por la espalda, de un solo tiro en la nuca. esto también está prtobado en documento público de médicos forenses en poder del juez militar y de la justicia ordinaria”.

En el parlamento a través de varias intervenciones la cruel falsedad de la provocación instrumentada por el aparato militar fascista. Fue un intento vano de quebrar la moral del Partido. En el sepelio de los mártires, se vio acompañado por una de las columnas multitudinarias más grandes de la historia.

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