El literato
No es raro que te saquen para afuera a los gritos, te pongan de cara a la pared, sin poder hablar y revuelvan todo, nunca se sabe lo que somos capaces de esconder.
Era una de esas requisas, sin ninguna bestialidad especial, pero ese día se concentraron en los libros.
Ardua tarea para los cabos y aún para los oficiales, descubrir en los libros contenidos ideológicos prohibidos.
Han probado mucha cosa, el color de la tapa -si es rojo, ya se sabe-, el tamaño, porque nadie que sea un oriental honesto va a leer cosas más largas que el diario El País, también los más cultos buscan por el índice, peinan los subtítulos buscando palabras que los guíen hacia esos nidos de ideas foráneas.
Pero algunos siguen creyendo en la persuasión, en el efecto que produce una buena pregunta amenazante, seguro que por la cara del "pichi", también se sabe si el libro es subversivo.
Nelson es arquitecto, una persona culta y sensible que conoce París y da gusto escuchar.
Su gesto, a diferencia de algunos de nosotros, no es adusto con nadie, siempre contesta en forma amable, aún a los que le ladran.
El cabo revuelve y encuentra un libro grande, el color no dice nada, pero es grande, tiene mucha letra y en tanta letra pueden haber mil emboscadas a la Patria. No está para perder mucho tiempo, se da vuelta, mira fijo al "pichi que tiene más cerca y le dice con su tono más autoritario: _ ¿De quién es éste libro?
Nelson contesta suave, pero firme
_De Emile Zolá
_¿Qué número tiene?
El Canario
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