4/11/07

Caso Zelmar Michelini III

Del plan estaban enterados brasileños y chilenos de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), órgano manejado por el coronel Manuel Contreras, uno de los mentores de la Operación Cóndor. Informarles, según Sosa, era parte del acuerdo. Como había sucedido en 1974, según el tal Silvera, con el asesinato del general chileno Carlos Prats y de su mujer, Sofía Cuthbert, exiliados en Buenos Aires tras el derrocamiento de Salvador Allende. En ese momento, los chilenos habían dado cuenta a los uruguayos. “Sosa se fue unos días a Tandil y cuando vino nos reunimos otra vez en la agencia, creo que el 24 o 25 de abril –dice el tal Silvera–. Sosa dijo que ya estaba todo en marcha y que al otro día él iba a hablar con la gente de Interior para empezar a ver los detalles. Dijo que había 30.000 dólares para mover en el asunto y que después iba a venir más dinero. CH preguntó quién iba a traer el dinero y Sosa y Del Castillo dijeron que ellos lo iban a traer. Me dijeron que siguiera vigilando al senador y CH se encargó de contactarse con un brasileño, no el que mencioné antes, otro, que había estado vinculado a Gutiérrez para averiguar algunas cosas. Parece que ese brasileño había estado asilado en Montevideo pero que ahora trabajaba con la gente de CH y tenía mucha información.”

Al tal Silvera comenzó a olerle mal el asunto. Asunto que, con el camino recorrido, estaba muy caliente, admite. “En cualquier momento se hacía”, dice. Habló con Blanco y con Soria sobre sus reparos en «boletear» a un senador y a un diputado, nombrándolos genéricamente como los diputados. Le respondió uno de ellos que estaba loco, que no iba a ocurrir algo así. Le aconsejó que se retirara si no estaba seguro. Campos Hermida, aparentemente, supo de sus dudas.

Dice el tal Silvera: “Más o menos cuatro días después me sacaron del seguimiento a Michelini y me mandaron a Córdoba a buscar unos fierros (armas) que me dio otro uruguayo al que llamaban Pedro, que según me enteré después también era de la Policía y se llamaba Sánchez. [...] Héctor Sánchez. Ese Sánchez vivía en Córdoba y pasaba allí como vendedor de libros pero tenía cuatro hombres trabajando con él vigilando a chilenos y uruguayos. Los fierros que me dio los traje en el Ford Falcon de Blanco y se los di a CH. Eran tres ametralladoras y seis o siete 45. No estoy seguro porque me las dieron empaquetadas en un cajón y ni siquiera las miré. CH me dio 200 dólares por ese trabajo, me pagó los gastos que había tenido en Córdoba y todavía me dio 50.000 argentinos para que le comprara algo a mi piba, que ese día cumplía 6 años.”

Fue una de las últimas colaboraciones del tal Silvera para el caso Michelini-Gutiérrez Ruiz, según dice. Supo después que, una vez secuestrados, habían sido llevados a Palermo (a Automotores Orletti, en realidad) y, de allí, a un regimiento. Obró en el ínterin de mensajero. En una ocasión, llevando de parte de Campos Hermida una caja de zapatos llena de cintas grabadas a Del Castillo, en la Embajada norteamericana, y un paquete, a su vez, que, pensaba, tenía dinero.

“Después me siguieron dando cosas así hasta que el 12 o 14 de mayo, más o menos, no recuerdo muy bien, CH me dijo que él viajaba a Montevideo y que iba a esperar allí unos días –dice el tal Silvera–. Durante todo ese tiempo no volvieron a hablar para nada conmigo del asunto de Michelini y no volví a ver ni a CH, ni a Soria [...] ni a los otros. Sólo hacía contacto con Blanco. Cuando se llevaron a Michelini y al otro me enteré por los diarios. Y también por los diarios me enteré que habían aparecido los cadáveres. Fui a la agencia a buscar a Blanco y Blanco me llevó a ver a CH. Le dije que ya no quería seguir, pero antes de hablar con él llegó Soria y fue entonces cuando me dijo que me cuidara, porque podía meterme en un lío, como cabeza de turco. Le dije a CH que [...] largaba y me fui a casa.”


País de paradojas
Dos calles de Montevideo llevan el nombre de Zelmar Michelini y de Héctor Gutiérrez Ruiz, según dispuso la Intendencia en 1985. Los sepelios de ambos se realizaron en cementerios distintos y a horas distintas de las fijadas, de modo de evitar disturbios. En los diarios uruguayos sólo pudieron publicarse avisos fúnebres de familiares y de amigos, no de carácter político. A los familiares de las otras dos víctimas halladas en el mismo auto, William Whitelaw Blanco y Rosario del Carmen Barredo de Schroeder, se les negó el derecho de velarlos.
“País de paradojas, digo, donde los asesinos de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz pueden pasearse tranquilamente, impunemente, por calles que llevan el nombre de Zelmar Michelini y de Héctor Gutiérrez Ruiz –dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano–. País de paradojas donde muchos políticos denuncian, en los más airados términos, la ineficiencia del Estado, después de que esos mismos políticos, o por lo menos sus partidos, han hinchado al Estado de parásitos y de burócratas inútiles que ejercen la viveza criolla a costa del país.”
En el cementerio Central, en el cual se realizó el sepelio de Michelini, la Guardia Republicana (policía montada) disolvió a la gente que se congregaba en la puerta. Del ataúd de Gutiérrez Ruiz, en el cementerio del Buceo, la policía arrebató la bandera uruguaya en la que estaba envuelto.
Mario Heber, presidente del directorio del Partido Blanco, al que pertenecía Gutiérrez Ruiz, quedó detenido. El gobierno uruguayo no emitió comunicado alguno sobre la muerte de ambos, ex ministro y ex senador uno, ex presidente de la Cámara de Diputados el otro, ignorándolos.
Michelini había nacido el 20 de mayo de 1924 en Montevideo. Presidió la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay en los cuarenta. Abrazó brevemente la actividad sindical, como dirigente bancario, y fue secretario de Luis Batlle Berres mientras ejercía la presidencia de la república, entre 1947 y 1951. Al año siguiente ingresó en el Parlamento por el Partido Colorado. En 1967, como representante de la Agrupación 99, fundada por él dentro del partido, llegó a ser senador. Durante el gobierno de Oscar Gestido fue ministro de Industria y Comercio; renunció en desacuerdo con la adopción de medidas de seguridad y retornó al Senado. En noviembre de 1971 fue reelegido senador por el Frente Amplio, coalición de izquierda fundada a principios de febrero de ese año. Poco después, el 17 de abril de 1972, un proyectil tirado con un lanzagranadas provocó destrozos en su casa; entre ellos, la rotura de un ventanal sobre la cuna de uno de sus hijos. Antes, un grupo de desconocidos había intentado incendiar su vehículo particular, estacionado frente a su domicilio.
Gutiérrez Ruiz había nacido el 21 de febrero de 1934 en Montevideo. Desde joven militaba en el Partido Nacional. En 1962, con otros muchachos blancos, fundó el Movimiento 8 de Abril, fecha conmemorativa de la muerte del caudillo blanco Luis Alberto de Herrera. Tiempo después, con dos dirigentes del partido, reeditó el diario El Debate, cuya dirección integró hasta su clausura definitiva en diciembre de 1967 por decisión del entonces presidente uruguayo, Jorge Pacheco Areco. Fue elegido diputado en 1966. En 1971 fue reelegido y, en 1972, al comienzo de las sesiones parlamentarias, fue nombrado presidente de la Cámara en medio de un duro enfrentamiento con el presidente de facto Bordaberry. Lo reeligieron presidente del cuerpo en 1973; ya era miembro del Parlamento Latinoamericano (Parlatino).
Bordaberry disolvió el 26 de junio de 1973 las cámaras legislativas uruguayas. Michelini había viajado a Buenos Aires, a pedido del Frente Amplio, para advertirle al senador uruguayo Erro sobre el riesgo que implicaba regresar a su país. Decidió quedarse y pedir asilo político, concedido por el gobierno argentino el 13 de septiembre de 1973. Gutiérrez Ruiz también se exilió en Buenos Aires después de haber vivido cinco días como clandestino en su propio país.
En Montevideo, Elisa Lucía Michelini Delle Piane, la hija mayor de Zelmar, fue detenida y llevada al Grupo de Artillería 1 bajo la sospecha de haber sido parte de Tupamaros. En una carta dirigida al doctor Carlos Quijano, el 13 de abril de 1975, decía Michelini: “Mis cosas, igual; la hija sigue muy mal tratada. La quieren enloquecer y a mí también. Le aseguro que todo ese proceso me tiene muy angustiado pues es evidente que la tienen como rehén”.
La situación de su hija había sido motivo de preocupación en sucesivas cartas que no lograron atenuar su angustia:
• 18 de marzo de 1975: “Esta semana pasada ha sido tremenda, pues he estado con... muchas preocupaciones... De Cabildo se llevó una patrulla militar a mi hija a un cuartel y no hemos sabido nada de ella desde hace una semana. La están interrogando y no sabemos sobre qué, aún cuando sabemos muy de qué manera y con qué procedimientos. Te imaginarás mis nervios, mi preocupación, mi rabia, mi impotencia. Toda ha sido tremendo y todavía no ha esclarecido...”
• 19 de marzo de 1975: ”De mi hija ninguna noticia. Hoy, miércoles 19, sigo sin saber nada. Y ya hace 10 días que se la llevaron. Recuerda que hace 30 meses (!!) que está presa y la sacan, la trasladan a un cuartel, ¿para qué? Además, el dato revelador de que algo traman: cada vez que la madre o algún abogado preguntan por ella, la respuesta es la misma: ¿se trata de la hija del senador? Para esto, como verás sigo siendo senador (!!)”
• 24 de marzo de 1975: ”La han vuelto a torturar, después de 30 meses de tenerla detenida (!!). Me han dicho los abogados que quedó bastante mal, pero que lo peor ya pasó, la madre no ha podido verla. Dicen que la tienen «recuperando.»”
• 29 de marzo de 1975: ”De Eli, ninguna novedad. Sabemos que la han torturado, picana, submarino, golpes, plantón y la pobrecita tarda en recuperarse...”
• 10 de abril de 1975: ”De Eli, las noticias son todas aterradoras. No la han podido ver, no tiene visita. Se sabe que le hicieron todo lo que te conté, golpes, plantón, picana, submarino y cualquier atropello. Y ahora, por una compañera de celda, que a su vez le contó a su madre, se sabe que le dijeron que me habían matado y la pobre chiquilina vivió con esa angustia durante días, hasta que se encontró con esa chica que se lo desmintió. Además, le habían dicho que me mataron porque ella se negó a decir las cosas que le preguntaban...”
• 18 de abril de 1975: ”De Eli no hay novedades....Ya van 40 días... He recibido alguna llamadita «jorobona», aconsejándome por «mi bien», no ir a hablar con la gente del Norte...”
• 22 de abril de 1975: ”Hubo alguna otra llamadita respecto a «los inconvenientes que a mis hijos y a mí mismo podría significar esta traición a mi país de ir a quejarme a los yanquis». He resuelto ignorarlas...” En 1985, a 24 horas de asumir el primer gobierno democrático de Uruguay después de la dictadura, encabezado por Julio María Sanguinetti, la justicia militar decretó la liberación de 111 presos políticos. Entre ellos, Elisa Michelini Delle Piane, detenida con otras 10 mujeres en el centro militar de Punta de Rieles, en las afueras de Montevideo.
A mitad de su testimonio, el tal Silvera dice: “Yo nunca maté a nadie ni torturé a nadie. Asumo la responsabilidad de lo que hice, pero nadie puede llamarme asesino ni torturador y ellos quisieron complicarme en una cosa de esas. El que me avisó fue Sosa. Me dijo que con los líos que se habían armado quizás ellos buscaran una cabeza de turco para aplacar el asunto. Entonces yo fui y le dije a CH que largaba y él me dijo que estaba bien, que era una lástima pero que si yo no quería seguir, que me fuera. Me dio unos mangos (pesos) y fui a casa. Pensaba levantar a la familia y salir de Buenos Aires pero dos horas después de llegar me fueron a buscar de la Federal. Sacaron un asunto viejo a relucir y me llevaron”.
Al final de su testimonio, el tal Silvera dice: “Entonces me fueron a buscar”. Como si nada. Y él mismo, implicado, o complicado, a santo de nada, en un crimen horrendo, brutal, espantoso, quedó envuelto en la nada. En la nada usual de aquellos años.
Fuentes:
.Documento sobre el asesinato de Zelmar Michelini, cedido al autor por Rafael Michelini Hallóse el cadáver de Michelini, diario La Nación, Buenos Aires, 23 de mayo de 1976 Comunicado oficial sobre dos asesinatos, diario La Nación, Buenos Aires, 25 de mayo de 1976 .
.Un gran daño, diario La Nación, Buenos Aires, 30 de mayo de 1976
.Querella presentada por familiares de Zelmar Michelini y de Héctor Gutiérrez Ruiz con el patrocinio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Buenos Aires, 16 de abril de 2004
.Claudio Trobo, Asesinato de Estado, ¿Quién mató a Michelini y Gutiérrez Ruiz?, Ediciones del Caballo Perdido, Montevideo, 2003
.Jacobo Timerman, Preso sin nombre, celda sin número, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000
.Los asesinatos de los legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, diario La República, Montevideo, agosto de 2001
.Miguel Bonasso, La sombra del Cóndor, diario Página/12, Buenos Aires, 5 de agosto de 2001 .
.Paino busca trabajo en el Uruguay, diario La Nación, Buenos Aires, 17 de septiembre de 1983
.Paino no vendrá al país a declarar, diario La Nación, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1983
.“La Triple A, autora de 2000 muertes”, diario La Nación, Buenos Aires, 28 de octubre de 1983
.Dijo que López Rega ordenó asesinar a Jorge Cafrune, diario La Nación, Buenos Aires, 7 de noviembre de 1983
.Declaraciones de Paino acerca de la Triple A, diario La Nación, Buenos Aires, 18 de noviembre de 1983
.Rechazan imputaciones de Paino, diario La Nación, Buenos Aires, 21 de noviembre de 1983
.Fue pedida al Uruguay la extradición de Paino, diario La Nación, Buenos Aires, 2 de diciembre de 1983
.Dieron de alta a Paino y ya podría ser devuelto al país, diario La Voz, Buenos Aires, 5 de diciembre de 1983
.Paino sigue internado, diario La Nación, Buenos Aires, 7 de diciembre de 1983
.Paino fue alojado en una cárcel uruguaya, diario La Nación, Buenos Aires, 9 de diciembre de 1983
.El Uruguay negó la extradición de Salvador Paino, diario La Nación, Buenos Aires, 24 de agosto de 1984
.Investigación sobre la AAA, diario Clarín, Buenos Aires, 9 de febrero de 1976
.El caso de la Triple A, revista Gente, Buenos Aires, 19 de febrero de 1976
.Las muertes y desparaciones fueron excepciones a la regla, semanario Brecha, Montevideo, 31 de julio de 2000
.Las FF.AA. liberaron a 111 detenidos políticos, diario La Nación, Buenos Aires, 1° de marzo de 1985
.Eduardo Galeano, palabras en la presentación del libro Seregni, la mañana siguiente, semanario Brecha, Montevideo, 25 de julio de 1997

No hay comentarios.: