16/9/08

Documento congreso FA (III)

Democracia y ciudadanía
La profundización y la extensión de la democracia configuran en sí mismas un objetivo fundamental para la izquierda. La defensa de las instituciones democráticas y de los derechos que implica ha sido y es parte esencial de nuestra propuesta, tal como ha mostrado la historia reciente con el esfuerzo y el sacrificio que miles de frenteamplistas brindaron para obtener su recuperación y consolidación. El sufragio universal, el pluripartidismo, las libertades de expresión, reunión y asociación; las garantías de los derechos humanos; el estado de derecho, el gobierno de las mayorías y el control de las minorías, han sido sostenidas a lo largo de nuestra vida política.

La profundización del sistema democrático, constituyen pilares fundamentales: la ampliación de los canales de participación y los mecanismos de incidencia efectiva de los ciudadanos descentralizando el poder; la mayor democratización de los medios de comunicación masivos, garantizando el acceso efectivo a todos los sectores e individuos que quieran utilizarlos para expresar sus ideas, y no sólo a aquellos que tienen poder de compra de los espacios o los medios; la democratización de la economía, entendida como la búsqueda de una mayor igualdad en la distribución de la riqueza y en el poder de decisión que ello implica. El desarrollo de los medios de producción de hoy en día, permitiría eliminar sin mayores dificultades las situaciones más extremas de pobreza y exclusión social a nivel mundial; la democratización del conocimiento, mediante el derecho a acceder a un mayor número de años de educación a todos los individuos, y la limitación de los derechos de propiedad intelectual individual de acuerdo a normas de uso colectivo y a un período de tiempo limitado; la transparencia financiera de los partidos políticos a través de la publicación periódica de sus ingresos y egresos (detallando sus gastos en publicidad) y la prohibición de las donaciones anónimas altas; el control de los actos del Estado no sólo en cuanto a su forma (legalidad), sino también en cuanto a su contenido, así como el establecimiento del derecho de acceso a los expedientes “habeas data”.

Reivindicamos la política como el ámbito de resolución de los asuntos públicos que conciernen a la sociedad en su conjunto, como espacio de acción colectiva y de servicio. Quienes detentan mayor poder económico y el poder político desde un punto de vista conservador, devalúan la política como campo de acción e incentivan la despolitización de la sociedad, porque ello les permite afirmarse en su poder.

Asumimos la ciudadanía como objeto y sujeto de la acción política. En esa doble condición debemos fortalecerla renovando las bases democráticas de la sociedad y promoviendo mecanismos que acerquen más la política a la gente; que permitan su mayor protagonismo en forma organizada e individual.

En ese marco, las formas de garantizar el pleno ejercicio de los derechos, el contrapeso de los poderes (los clásicos, pero también otros como el de los medios de comunicación), la transparencia de todo acto que incida sobre la ciudadanía y –especialmente- la mejora de los mecanismos de representación y participación popular, merecen una atención jerarquizada de nuestra parte. En las políticas de izquierda del mundo actual cobran cada vez mayor importancia las políticas fundadas en el ejercicio de los derechos de los ciudadanos en tanto que tales, protagonizados en forma individual o colectiva. Desde las audiencias públicas por problemas ambientales u otros, a los boicots de los consumidores, a la llamada “desobediencia civil” en distintas cuestiones, pasando por las experiencias más innovadoras en materia de reclamos de acceso a la información o de protección frente a la burocracia, la lucha contra la discriminación por sexo, raza u orientación sexual.

Promovemos la descentralización y la jerarquización adecuada del ámbito local en tanto expresión cercana y directa de lo que es la sociedad civil. La acción municipal, por su proximidad a los ciudadanos, es tal vez el campo más fértil para el desarrollo de una acción política innovadora, transparente y progresista. Un campo en el que hemos hecho mucho y en el que aún tenemos mucho más por hacer.



El trabajo en todas sus formas, columna vertebral de nuestro proyecto
Nuestro proyecto político reconoce en el trabajo su principal referencia. El valor de la creación productiva, del esfuerzo innovador, son insustituibles no como componentes del crecimiento económico sino como cimientos de un modelo de desarrollo integral. Construir una sociedad en la que el trabajo, en sus múltiples expresiones, sea la principal preocupación colectiva es nuestro gran desafío.

El trabajo estuvo en el origen del ser humano, es la base de la organización social y por lo tanto en la base del desarrollo de las sociedades. La historia de la sociedad es la historia de la organización del trabajo, así como la historia de las concepciones políticas es la historia de cómo se organizan los pueblos para trabajar.

No ha habido desarrollo del valor creciente del individuo y del ser social al margen de la historia de la organización del trabajo. El papel cada vez más importante del individuo en la historia del desarrollo de las sociedades está íntimamente ligado al aumento de la dignidad del trabajo y, al mismo tiempo, de la dignidad de los trabajadores.

Las ideas de libertad, democracia y participación estuvieron siempre unidas a la forma y al papel que le cupo a hombres y mujeres en la organización del trabajo.

El trabajo, en definitiva, es un valor sobre el que se levantaron todos los demás valores. Y por esta razón, tiene que estar en la base de las tareas del Frente Amplio, tendientes al rescate y la actualización de los valores ideológicos sobre los que se asentó toda su práctica, desde sus orígenes y sus antecedentes a la actualidad y los tiempos de cambio y de transformaciones que se avecinan y que protagonizarán los frenteamplistas para realzar el destino de los orientales. Ello va unido, indudablemente, a la lucha por seguir enalteciendo el valor del trabajo y la dignidad de los trabajadores.

En la época actual porcentajes importantes de nuestra población son condenados a vivir sin trabajo, sin seguridad social o sin ingreso suficiente para sus necesidades vitales y las de su familia. La primacía absoluta del capital sobre el trabajo, y en particular del capital especulativo sobre el capital productivo, nos parece absolutamente irracional y antihumana.

La legislación laboral debe ser actualizada de acuerdo con las realidades económicas y sociales de nuestro tiempo y en tal sentido se requieren urgentemente normas revitalizadas sobre consejos de salarios, convenios colectivos, fuero sindical, seguros, estímulo a la sindicalización y protección a los trabajadores no organizados.

La creación de fuentes de trabajo estable y con salario digno es la prioridad absoluta y solamente es posible con un apoyo sistemático y sostenido al sector productivo básico que es el único que puede crearlos en las cantidades que se requieren.

La seguridad social que cubre necesidades vitales del ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, debe ser proporcional a las necesidades de los distintos sectores de la sociedad y no puede ser objeto de negocio ni de especulación por parte de empresas privadas.

La participación de los trabajadores organizados en la dirección de las empresas e instituciones del Estado es una garantía de eficiencia y contralor que ha probado ser socialmente muy conveniente.

Consideramos que los sindicatos han sido el instrumento principal que han tenido los trabajadores en la larga y difícil lucha por sus derechos y, en particular, creemos que la constitución de la central única es el mayor logro en la historia laboral de nuestro país y de la región.

La lucha por un país productivo y solidario está en el centro del esfuerzo de los frenteamplistas y ello está indisolublemente ligado a la lucha por el trabajo y por una nueva organización del trabajo. El Frente Amplio ha tratado y trata de ser la organización que expresa al más amplio espectro de trabajadores y de gente vinculada al trabajo: trabajadores manuales e intelectuales, asalariados, propietarios y vinculados a la producción familiar, administrativos y profesionales universitarios, los que están en actividad y los que se han jubilado, formales e informales, del campo y la ciudad, de la industria y del comercio... El Frente Amplio trata de expresar a todos los orientales que, de una forma u otra están o estuvieron vinculados al mundo del trabajo y que forman la inmensa mayoría de la población.

El principal objetivo del Frente Amplio es la construcción de una nueva organización del trabajo, sobre bases solidarias y en las que se resalte la cooperación y la exaltación de las relaciones de iguales entre sus iguales, pues de lo que se trata es de darle un lugar en la nueva sociedad a todos los que de una forma u otra, ahora o en los tiempos por venir, están dispuestos a encontrar nuevas formas de relación con el trabajo, con la producción y el intercambio, con el comercio y con las profesiones universitarias.

El pleno ejercicio del derecho al trabajo y su dignidad para el pleno desarrollo del ser humano, para su liberación de las necesidades materiales básicas y el ejercicio del derecho al descanso y el disfrute del timpo libre, constituye un objetivo central de nuestro proyecto y motivo permanente de nuestro trabajo.



El combate de la pobreza como compromiso ético y desafío prioritario
La pobreza es el problema número uno de la sociedad contemporánea. Siempre hubo desigualdades en la sociedad humana, pero nunca han sido tan aberrantes como las que se dan hoy entre ricos y pobres, tanto a nivel mundial como a nivel nacional. Se ha desarrollado el fenómeno de la exclusión social como realidad que castiga a un numero creciente de personas. En nuestro país, como agravante, la pobreza afecta fundamentalmente a los niños y por tanto al futuro de la sociedad. Descuidarla ahora no implica solamente traumatizar el presente sino también y más aún comprometer el porvenir. Un futuro ya comprometido por la creciente emigración de jóvenes uruguayos que buscan las oportunidades que aquí no se dan fuera de frontera.

Se pueden utilizar varios criterios para cuantificar la pobreza. Todo ellos registran su dramático crecimiento. En todos los casos la pobreza implica grandes desigualdades, ingresos insuficientes, carencias vitales de alimentación, salud, educación, vivienda, seguridad social y condiciones de vida digna, deterioro biológico, psíquico, social y ambiental y algún grado de marginación o exclusión social.

La pobreza tiene su origen en la estructura de un sistema económico y social esencialmente injusto y por tanto los enfoques parciales son insuficientes y solamente un enfoque integral puede ser eficaz. El necesario enfoque integral para enfrentarla supone combinar políticas de empleo y de ingreso, de distribución de la riqueza, la inversión compensatoria en los servicios públicos básicos, participación popular y democratización de la sociedad. Además de integral, el enfoque de la pobreza debe ser diferencial. Se deben corregir las tremendas desigualdades de hoy y para ello es imprescindible un tratamiento preferencial para los sectores más carenciados, por lo menos en lo que respecta a las necesidades vitales de salud, educación y seguridad social. En el Uruguay de hoy esos tres sistemas -necesarios para el ser humano desde su nacimiento hasta su muerte- son inversamente proporcionales a las necesidades de la gente. Los que necesitan más de la salud, de la educación y de la seguridad social son los que tienen menos y peores servicios. Y por tanto es absolutamente prioritario, modificarlos para que sean directamente proporcionales a dichas necesidades.

Solucionar el problema de la pobreza requiere también un enfoque participativo que involucre no solamente a los afectados por el problema sino a toda la sociedad en su conjunto. La pobreza no tiene un origen individual sino social, y no es solamente una cuestión económica, sino también una cuestión social, cultural, ecológica y hasta moral. Supone sin duda también, implementar junto al conjunto de modificaciones económicas que impulsamos, instrumentar cambios radicales en el sistema impositivo de modo de que no se grave a todos por igual, sino que pague más quien tiene más, y pueda encararse las medidas necesarias para enfrentar y erradicar la pobreza.

El principio básico de justicia que inspira toda la política social progresista y especialmente el tratamiento de este problema, no es otro que el gran principio rector de la revolución artiguista: “¡Que los más infelices sean los más privilegiados!”

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