17/8/08

Julio Vilamajó

Julio Vilamajó, arquitecto, Gran Premio de la Facultad de Arquitectura, uno de nuestros mayores creadores en el campo arquitectónico,reconocido más allá de los límites del país, nació en Montevideo hace ya 110 años.
Del estudio de su trabajo se desprenden los aspectos integradores que caracterizan toda la obradel maestro. Una integración entre la arquitectura y el medio que la contiene.
Excelente dibujante, artista de mente fecunda, proyectó residencias privadas, edificios de apartamentos, hoteles, edificios educativos, urbanizaciones, complejos deportivos,establecimientos comerciales. Su cuidado amor por los detalles le llevó a diseñar incluso el equipamiento de muchas de sus obras.

En 1947 es designado como uno de los 10 arquitectos integrantes de la Junta de Proyectistas Consultores, para la construcción del edificio de las Naciones Unidas enla ciudad de Nueva York. Este reconocimiento a su trayectoria lo llevaría a compartir la tarea con creadores de la talla de Markelius, LeCorbusier o Niemeyer.

A través de su vasta obra, en la que se puede seguir claramente su evolución como creador hacia una madurez muy personal, se aprecia el constante respeto por lo existente,tanto en referencia a las obras arquitectónicas como al paisaje.

Sus ideas se encuentran animadas por el sentido de conservación de los elementos culturales que conforman el ámbito en el que se va a desarrollar la arquitectura. Estos conceptos resultan claros en proyectos como los de la urbanización de Villa Serrana, donde la perspectiva de las sierras de Minas y su entorno es la protagonista.

Aquí, con esa visión orgánica de la arquitectura y el paisaje, se integran edificios como el Ventorrillo de la Buena Vista o el Mesón de las Cañas.

Su idea de conservar los elementos caracterizados lo lleva a disponer la construcción de los edificios en áreas de altura media, de manera de proteger los valles, las cañadas y su vegetación.

Realiza además algunas prescripciones sobre la forma en que se deben realizar las futuras construcciones. Utilización de materiales del lugar como piedra, madera, paja,ladrillo de campo, buscando ese diálogo entre la arquitectura y el medio sin someterse a las premisas y técnicas desarrolladas en medios industrializados, ajenos a nuestra tradición y buscando también, quizás en forma no consciente, evitar la desaparición de los oficios artesanales y las formas típicas de construcción de la zona.

Aparecen aquí los antecedentes a los conceptos modernos de conservación del paisaje y del patrimonio intangible. Este último referido al conjunto de aquellos oficios o técnicas artesanas que históricamente caracterizan a una cultura.

Su visión sobre la conservación del entorno es notoria también en las ideas propuestas en un plan para Punta del Este, donde prevé que la inclusión de la estación de trenes en la angostura de la península, con el desarrollo edilicio que esto implicaría, llevaría inevitablemente a la pérdida del carácter esencial del espacio natural existente y de la percepción integral de las dos costas.

Por otra parte realiza una serie de escritos donde elabora la crítica al Plan Regulador de Montevideo,propuesto por el equipo formado por los arquitectos Cravotto, de los Campos, Puente, Tournier y Ricaldoni.En ellos no objeta las calidades plásticas de la propuesta de este equipo,pero realiza una defensa de la identidad de la ciudad, entendiendo queno es conveniente forzar la creación de un nuevo centro imponiendo estructuras nuevas a lo existente. Expone un desarrollo que ve el futuro como continuación lógica del pasado y propone un plan exaltador de la personalidad ciudadana, ya creada.

Considera un valor esencial de la planificación urbana la conservación de los centros que se han constituido y crecido en forma natural generando núcleos de vida caracterizados. Entiende que esos componentes naturales de las estructuras ciudadanas son factibles de recibirlas necesarias operaciones de reacondicionamiento manteniendo el respeto por su identidad.

Este respeto a los centros existentes será primordialmente el generador de continuidad. En este sentido, Vilamajó no se deja influir por las tendencias del Movimiento Moderno proclives a implantar formas nuevas, ajenas a lo existente.


Palacio Santa Lucía




Cuando en 1926 el maestro presenta su proyecto para la ampliación del Mercado Central de Montevideo, ya enuncia ese profundo respeto hacia la obra preexistente.

Plantea que no es necesario demolerlo. Considera realizar la intervención sin que el edificio pierda su carácter, su presencia ciudadana y aun va mas allá, proponiendo construir una Plaza del Mercado, completando así la idea original planteada por su constructor, ThomasHavers, en 1869.

Vilamajó entiende que los aspectos negativos que puede presentar este edificio no surgen de la forma primitiva sino que se corresponden más con los elementos agregados en el transcurso de los años, que no han tenido en cuenta sus características originales, actuando más como imposición que como continuación de lo existente.

En su propuesta conserva del viejo Mercado la envolvente, la imagen urbana, testigo de la historia dela ciudad. En su interior construiría una nueva estructura, funcional y bella, integrada perfectamente conesa envolvente considerada.

No obtuvo esa posibilidad el Mercado Central. El malentendido desarrollo arrasó con su vieja estructura.


Residencia Vilamajó



Estos conceptos respetuosos,antecedentes de las modernas ideas acerca de la conservación de bienes culturales, en muchas ocasiones no han sido considerados.

Muchas obras importantes,pertenecientes a nuestros acervo e historia, han desaparecido. Dentro de este grupo varios de los trabajos de Vilamajó no han conseguido ser mantenidos durante el transcurso del siglo XX. El abandono, la intervención desfiguradora, la no conclusión, incluso la demolición han sido factores comunes.

Su propia residencia, declarada Monumento Histórico Nacional recién en el año 1990, se vio ocupada sufriendo un largo período de deterioro y aún hoy no posee un destino definido que permita abrir sus puertas.

Este edificio ejemplar no solamente posee una plasticidad innovadora para su tiempo, en la que el artista afirma su propio lenguaje,sino que resulta una lección de ordenamiento espacial.

En un predio de reducidas dimensiones, pero situado en un lugar privilegiado de la ciudad, Vilamajó logra desarrollar un programa de vivienda completo en el que incluye áreas sociales, privadas y de servicio, garaje, su propio estudio,jardines y terrazas. Disponiendo los locales en dirección vertical los vincula interiormente por medio de una escalera y exteriormente por la interrelación de las terrazas.

Su plasticidad en fachada resulta articulada por la inclusión de piezas de cerámica dispuestas en una red rítmica a la manera de muchos edificios del estilo plateresco español. El mismo tratamiento, pero con piezas de bronce, lo incluye en la agencia General Flores del Banco de la República. En este edificio se debe mencionar el espectacular tratamiento de la decoración interior, casi abstracto, en el que la iluminación artificial juega un papel plástico preponderante.

Muchas obras importantes,pertenecientes a nuestros acervo e historia, han desaparecido. Dentro de este grupo varios de los trabajos de Vilamajó no han conseguido ser mantenidos durante el transcurso del siglo XX. El abandono, la intervención desfiguradora, la no conclusión, incluso la demolición han sido factores comunes.

Hay obras que han sido intervenidas fatalmente, como es el caso del edificio construido para Juan Musante, en la esquina de 18 de Julio y Río Negro.

Este edificio de apartamentos,que contenía en su planta baja las dependencias de la antigua tienda La Madrileña enfrentada a otra tienda famosa, el London París, fue desfigurado por una reforma que hizo desaparecer los valores plásticos de su fachada en aras de una pretendida modernización. Se perdió así la especial plasticidad creada en esta esquina del centro de la ciudad.

Un trabajo muy interesante, hoy lamentablemente desaparecido, fue la sala de actos del Centro de Almaceneros Minoristas. En este edificio, ubicado en la esquina de la avenida 18 de Julio y Magallanes, Vilamajó incluye un espacio que cumplía la función de sala de proyección cinematográfica y local para asambleas.

La decoración de esta sala otorga nuevamente a la iluminación artificial una plasticidad única, apoyada en la ornamentación de yeso que se acerca al lenguaje art déco.Esta sala ha sido reformada para adaptarla a un local bancario.

Trabajos similares en cuanto a tratamiento de interiores, como el local anexo a la confitería La Americana o la tienda Zubirí también han desaparecido.

Descifrando el lenguaje de los tiempos, las ideas de Julio Vilamajó presentan esa profunda comprensión de los elementos que forman parte de lo que hoy consideramos como bien cultural, sobre los cuales realiza una sabia integración de su nueva arquitectura.
Arquitectura que evoluciona desde las más íntimas tradiciones de nuestras raíces hispanas y sin abandonarlas, llega a las vanguardias modernas con un lenguaje propio. Su obra, monumental, coherente, por sobre todas las cosas sensible y plástica, creada para ser vivida con esa vida rica, "continuación de la tradición arquitectónica de la ciudad", "sitial propicio a la evocación del pasado..." como él mismo decía con referencia al proyecto para el viejo Mercado Central, debe ser considerada por nosotros como un conjunto que nos pertenece y que forma parte, todo él, de nuestro Patrimonio Histórico Cultural.

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