El pasado 21 de mayo (2001), en la oficina del juez de instrucción parisino Roger Leloire se encontraba un "invitado" reconocido y súbitamente célebre : el general Paul Aussaresses, a quien el Presidente de la República, por razones disciplinarias, pasará a retiro el próximo 6 de junio (2001). Sus recientes revelaciones sobre las prácticas de tortura que aplicara en Argelia están todavía frescas. Pero no fue para referirse a eso que lo convocó el juez Leloire. Para estupefacción del viejo oficial, la pregunta del juez estaba referida al papel que los militares franceses en general, y el suyo en particular, desempeñaron en la formación de quienes más tarde serían los dictadores y torturadores argentinos. Un asunto enterrado, olvidado, ultra secreto. Los especialistas franceses de la "guerra psicológica", de regreso de Argelia, pusieron sus siniestros talentos al servicio de las peores dictaduras sudamericanas, en nombre de Francia. Nuestra investigación demuestra que existían dirigentes políticos franceses informados. ¡Y que eso funcionó durante veinte años !
Una memoria selectiva
Los recuerdos del general octogenario sobre la tortura en Argelia son inagotables. Su memoria asusta por su precisión, igual que las notas personales que conservó a lo largo de su carrera. Sus declaraciones son de un cinismo sin nombre.
El juez Leloire no siente la menor inquietud. El general va a contarle todo, a decirle cual fue su papel en América latina en esa época, a él, cuyo trabajo empezó con la denuncia de familias de desaparecidos franceses en Chile y Argentina, a principios de los años 70. Aussaresses no paso su vida en los servicios secretos por nada. Si habla o si escribe, es porque lo decidió. Pero en el Palacio de justicia, su memoria vacila. ¡No sabe - afirma al juez - qué es un "servicio de inteligencia", el servicio de información de que dispone un Estado Mayor ! Admite apenas, de la lengua para afuera, que es efectivamente un especialista en lucha anti subversiva. Y sobre todo, confirma lo que el juez ya sabe : fue agregado militar en Brasil entre 1973 y 1975. El Point (Revista francesa) está hoy en condiciones de atizar la memoria del general, y revelar aspectos íntegros de la historia militar francesa.
Volvamos de nuevo al joven Aussaresses. Durante diez años, después de la segunda Guerra Mundial, fue un as de los servicios especiales, el SDECE, aureolado por su heroica conducta durante el conflicto, en particular, en una mítica unidad de paracaidistas, precursora de todas las fuerzas especiales del mundo : los comandos "Jedburgh". Durante la guerra de Indochina, se incorporo al GCMA (Agrupación de los Comandos Mixtos Aerotransportados), una unidad del SDECE, dirigida por el teniente coronel Roger Trinquier, quién después de una carrera de funcionario colonial en Asia, ha sido gracias a este conflicto el principal teórico de la guerra revolucionaria. El primero sin duda, que leyó a Mao Zedong en el ejército francés y descubrió en su Estrategia de la guerra revolucionaria en China, el método con el cual Indochina enfrentaba a Francia
Casi sin medios, en particular. de transmisión, Trinquier obtiene en esa época la ayuda de la CIA, que decide afectar, a su unidad, dos funcionarios de enlace. Para los estadounidenses las lecciones aprendidas en el GCMA no serán inútiles. Para Aussaresses tampoco. En 1957 encontrará a Trinquier en otro terreno : la batalla de Argel... Para los jóvenes oficiales que vuelven de Indochina, se trata de una guerra de la misma naturaleza : revolucionaria, no anticolonialista. El ejército de Argelia se toma por la única defensa contra la ola comunista que se anuncia. Y todo el ejército francés se, convierte a las teorías de la guerra anti-subversiva, o "psicológica". Los militares encuentran un oído atento en el Ministro de Defensa, Maurice Bourgès-Maunoury, que acepta crear en 1956 un Servicio de acción psicológica y de información, vinculado a los" Cinquièmes bureaux" (5° Sección (especial))de los Estados Mayores encargados de las mismas tareas. El Coronel Jean Gardes, responsable del "Cinquième bureau" de Argel dirá más tarde : "libramos en Argelia nuestro último combate de hombres libres".
En 1957, "Trinquier-la cabeza-y-Aussaresses-las piernas" son auxiliares del general Jacques Massu, que obtuvo plenos poderes en Argel. Trinquier teorizó sobre la represión en zonas urbanas : división de las ciudades en zonas, fichaje, allanamientos, extorsión para la obtención de información incluidas las torturas. Se inaugura la práctica de la desaparición de personas destinada a aterrorizar a la población. Aussaresses la aplica.
En otra región, muy lejos de África del Norte, otro ejército se apasiona por los métodos franceses : el ejército argentino, que acaba de derrocar al dictador populista Juan Perón. En 1957, recién egresado de la Escuela Superior de Guerra de París, el coronel Carlos Rosas, que se ha convertido en subdirector de la Escuela de Guerra de la Argentina introduce un ciclo de estudios sobre la " guerra revolucionaria comunista ". Futuro jefe de la policía federal bajo la dictadura del general Videla, que tomará el poder en marzo de 1976, el general Ramón Campos, transmitió a los "jefes del ejército francés", la petición presentada por Rosas y el envío a la escuela de guerra argentina de los tenientes coroneles Patrice de Naurois y François-Pierre Badie. Campos escribe que "sus cursos son el resultado directo de la experiencia francesa en Indochina, aplicada en esos momento en Argelia". El 11 de septiembre de 1958, nace el idilio. El Ministro de Defensa, Jacques Chaban-Delmas, autoriza a sesenta cadetes pertenecientes a la primera promoción " francesa " del ejército argentino a realizar un viaje de estudios a Argel. Otros sesenta viajarán directamente a Francia continental. (Porque en esa época Argelia era Francia). Este noviazgo se consolida lógicamente con el establecimiento en la Argentina de una misión militar francesa permanente en febrero de 1960. Esta misión incluye tres oficiales superiores calificados de "asesores" cuya misión es "acrecentar" la eficacia técnica y la preparación del ejército argentino".
Durante este período, Aussaresses está en la sombra pero un hombre de peso, Pierre Messmer, aparece en escena. Este oficial legionario, combatiente de la primera hora de la Francia libre, se convierte en febrero del 60 en Ministro de Ejércitos. Quince días antes, servía todavía en el "Djebel", el regimiento que Roger Trinquier acababa precisamente de dejar. Lo menos que puede decirse de él, es que es enemigo de los conceptos de guerra contra-revolucionaria. Actualmente presidente del Instituto de Francia y dotado de una temible memoria a pesar de sus 85 años, no se hace de rogar para referirse al mal ocasionado ¡"Imbéciles" !
Nombrado Ministro, manda a Buenos Aires nada menos que al general André Demetz, jefe de Estado Mayor del ejército de tierra, acompañado del teniente coronel Henri Grand d'Esnon, para instalar la misión, Este último pronuncia, el 26 de mayo de 1960, en la Escuela de Guerra argentina una conferencia donde describe todos los aspectos de la guerra subversiva y hace especial hincapié, sobre el lugar central del ejército en el control social de la población y en la destrucción de las fuerzas revolucionarias. Su texto de 22 páginas, de las que dispone Le Point, se publica en el estudio de la Escuela de Guerra Argentina ; un preludio, con el correr de los años, de la publicación de otros textos teóricos franceses.
En París, Pierre Messmer no anda con pruritos. Los anti-gaulistas más o menos implicados en el Golpe de Estado de Argel de abril de 1961 - que no es el caso de Aussaresses -, los adeptos de la guerra contra subversiva van a pasar un mal rato. De entrada, Messmer disuelve los "Cinquièmes bureaux" y de regreso de Argentina, despide a Demetz. No obstante, se lamenta hoy Messmer, "no se podía condenar a estos hombres por sus ideas" ; no existían sanciones posibles. Entonces, aún a sabiendas, decide alejarlos. A Aussaresses lo envían a los Estados Unidos para formar a los estadounidenses en la guerra anti subversiva (leer más abajo). Y Messmer reconoce con agrado que la misión francesa en Argentina persigue sus objetivos iniciales.
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