El 21 de enero de 1970, los periodistas que cubrían el "escándalo Púrpura" lograron detectar varias pistas importantes. La más significativa condujo hacia un moderno edificio de la calle Paraguay, donde había tenido su sede el United Stastes Information Service (USIS). Allí —pudo comprobarse en aquella oportunidad— funcionaba el cuartel general de la organización montada por el juez José Pedro Púrpura, quien mantenía también en funcionamiento una lujosa filial en el Victoria Plaza Hotel. En el edificio de la calle Paraguay funcionaba una misteriosa oficina donde además de Púrpura operaban Washington Cataldi, por entonces sub secretario en el gabinete de Pacheco, Fernández Caiazzo —director de OSE— y Abril Pérez San Martín, un ex magistrado expulsado del Foro por aceptar sobornos.
Según los testimonios recogidos en aquel momento, era desde aquella oficina, situada a escasas cuatro cuadras de la Jefatura de Policía, que Púrpura cumplía sus funciones para la CIA. Esas funciones incluían —según se supo por denuncias elevadas a la Suprema Corte de Justicia— el reclutamiento de agentes, la formación de un grupo de choque "anti-comunista" y el relevamiento de datos e informaciones sobre los movimientos populares". En cumplimiento de esas tareas el propio Púrpura había organizado la entrada al país de 300 ametralladoras procedentes de Paraguay y había montado un programa de "cursos especiales" para los integrantes del grupo de choque que estaba formando. Supervisaba esos cursos un norteamericano no identificado quien había participado activamente en el complot que culminó con el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz.
Fue nada menos que un socio del propio Púrpura —el doctor Del Cueto Narbondo, ex Fiscal de Rivera— quien agregó a esos extremos un testimonio definitivo. En declaraciones formuladas a la prensa el 13 de marzo de 1970, dijo Del Cueto- "Yo conocí todo, lo del juez Púrpura y la CIA. Un día Púrpura me presentó a un señor explicándome que era jefe de la CIA. Posteriormente me enteré que había actuado en Guatemala cuando la caída de Arbenz". Se supo, además, que Púrpura había planteado concretamente a ciertos altos funcionarios judiciales e incluso a varios jueces y abogados la posibilidad de que colaborasen con la CIA. Testimonios de tales propuestas fueron conocidos en el curso de las investigaciones practicadas por la propia Suprema Corte en torno de las actividades de Púrpura. Mientras tanto, se logró mantener en tinieblas el tipo de conexiones que vinculaban a Púrpura con Cataldi y Fernández Caiazzo. Solo se pudo establecer que el restante propietario de la oficina de la calle Paraguay —Abril Perez San Martín— operaba con Púrpura en distintas "actividades comerciales" (contrabando, venta de moneda en el mercado negro, especulación con productos textiles) pero nada se filtró con respecto a Cataldi y Fernández Caiazzo. Por supuesto, el hecho de que ambos compartiesen con Púrpura y San Martín la misma "oficina", indicaba que en alguna medida los dos políticos participaban de los mismos negocios que aquéllos. De todos modos muchos son los que hasta hoy tienen la convicción de que Cataldi y Fernández Caiazzo estaban, junto a Púrpura, implicados en otro tipo de cosas,más importantes.
• La mano de la CIA
Quizá el indicio más atendible que existía para abonar esa certidumbre era en aquel momento —y lo sigue siendo aún hoy— el hecho de que Francisco Forteza —el quincista que ocupa hoy el Ministerio de Economía— era el más asiduo visitante de la calle Paraguay. Las implicancias de Púrpura con la C.I.A, se denunciaron incluso en el exterior. Ya a principios de 1970 el diario brasileño, Jornal do Brasil consideró el hecho, al tiempo que hacían otro tanto, diversas publicaciones de Argentina y de Chile. Aquí en Montevideo, por otra parte, fue la propia esposa de Púrpura quien añadió nuevos elementos al prontuario del ex juez, entregando a la Comisión Investigadora designada por la Suprema Corte, un documento – que el propio Púrpura reconoció haber escrito – en el cual constaban datos sobre la actividad de espionaje que cumplía para la C.I.A: indagaciones sobre actividades "subversivas", contactos con informantes policiales, de otros agentes o presuntos agentes. Ese documento nunca fue librado a la opinión pública pero se ha logrado establecer que entre los nombres que en el se consignan, figura el de un coronel del Ejército y los de varios altos jerarcas policiales.
Este último extremo, no hizo más que agregar un nuevo elemento de juicio a otro de los aspectos de la turbia actividad de Púrpura: sus estrechos contactos con los mandos policiales. Sobre este hecho hay evidencias abrumadoras. Púrpura, según ya se ha demostrado reiteradamente, estaba vinculado al sub -inspector Orestes Braida a quien se ha sindicado como organizador del asalto a la Universidad, registrado cuando el general Aguerrondo era Jefe de Policía de Montevideo. Según la propia esposa de Púrpura declaró a la prensa, el ex juez entró en contacto con Braida a instancias de Alberto Heber, cuando éste ocupaba la presidencia del Consejo Nacional de Gobierno. En esa época, Braida cumplía funciones en la secretaría privada de Heber. Por otra parte, el propio Púrpura ha declarado en reiteradas oportunidades que mantenía una estrecha vinculación con el coronel Ballestrino, ex comandante de la Guardia Republicana.
La sombra del Escuadrón
Precisamente fue esa vinculación con Ballestrino la que se ha tenido en cuenta a nivel periodístico para rastrear las conexiones de Púrpura con las organizaciones para-policiales del tipo Escuadrón de la Muerte. Sobre este punto quien aportó mejores elementos fue, curiosamente, el propio Púrpura. En efecto, ha declarado varias veces que trabajó en la organización de un grupo de choque, cuyos integrantes se reclutaron fundamentalmente en el mundo del hampa. Situándose él mismo como declarado precursor del Escuadrón de la Muerte, Púrpura admitió, además, que esa actividad la llevaba a cabo en acuerdo con ciertos jerarcas policiales, señalando a Ballestrino como uno de ellos. Con ese respaldo Púrpura organizó activamente una extendida red de abastecimiento de armas para su grupo de choque, para el que procuró obtener en el exterior ametralladoras Thompson. Por otra parte, se sabe también que había establecido un campo de entrenamiento en algún lugar de las afueras de Florida, donde se realizaban prácticas de tiro y se dictaban cursos de capacitación similares a los que se imparten a la policía en base a manuales norteamericanos. Se recuerda, por otra parte, que en 1970 se supo que Púrpura guardaba en su casa de Pocitos un verdadero arsenal, así como ciertos documentos que le fueron incautados por un comando del MLN. En aquel momento se frenó toda investigación sobre ambos extremos, por orden expresa del Ministerio del Interior.
Incluso se sabe que algunos jerarcas policiales, el propio Púrpura y el famoso agente de la CIA que el ex juez le presentó a su socio Del Cueto Narbondo, se reunían en una finca de la calle Lavalleja. En esas reuniones se deliberaba en torno de la actividad del grupo de choque formado por Púrpura, según se ha revelado recientemente. Mucho después de conocidos algunos de estos hechos se detectaron nuevas pistas en torno del Escuadrón de la Muerte y otros grupos para-policiales. Esas pistas han permitido conocer más a fondo las características de esas organizaciones, responsables ya de por lo menos dos asesinatos. La participación que le cupo a Púrpura en la puesta en marcha de esos grupos es un hecho admitido por él mismo, pero habida cuenta de sus antecedentes es lícito suponer que la actividad que en ese campo llevó a cabo accedan a un nivel mucho más importante que el hasta ahora oficialmente! conocido.
Un vulgar delincuente
Las actividades de José Pedro Púrpura no se detienen en su vinculación con la CIA y el "Escuadrón de la Muerte", llegan a ser las de un vulgar delincuente.
Cuando el Juez Ldo. Departamental de Rivera, Dr. Juan Carlos Larrieux, decretó el pasado martes 21 de marzo la ratificación de su procesamiento (imputado de contrabando, asociación para delinquir, y otros delitos), culminaba intensas actuaciones realizadas a lo largo de los dos años.
Junto a él aparecen otros implicados, como el Cnel. Walter Griecco, Eduardo Valiño Pavón y el prófugo, José del Cueto Narbondo (ex fiscal de Rivera), además de aduaneros de Rivera y Montevideo, caudillitos políticos pachequistas, etc. Todo empezó cuando Púrpura era Juez Ldo. de Intrucción de 2º Turno de Montevideo; sus actuaciones dejaban mucho que desear, pese a lo cual en oportunidad de un movimiento de magistrados -a fines de 1967- fue llevado al Juzgado en lo Penal de 1er. Turno (técnicamente un ascenso). Al año siguiente comenzó a ser ostensible la participación en actividades ajenas a sus funciones: la Asociación de Magistrados Judiciales hizo un planteo ante la Suprema Corte de Justicia en tanto que tomaron estado público las denuncias sobre una extraña oficina que Púrpura tenía en el Victoria Plaza Hotel. En febrero de 1970 la S. C. J. designó una comisión encargada de investigar todos los hechos que se le atribuían; apenas un mes después, actuaciones policiales determinaron la captura de un sujeto que, creyendo haber sido delatado, comenzó a acusar a aduaneros, y señaló al Fiscal de Rivera Dr. del Cueto, como quien se encargaba de agilitar trámites aduaneros y judiciales para la entrega de coches incautados por contrabando dando el nombre del financista de la maniobra. Comenzaron los procesamientos en Rivera, se pidieron capturas y cuando, apenas cinco días después fue detenido Olindo Tito (caudillo pachequista de aquel departamento) a Púrpura y a del Cueto. Este fue citado al día siguiente; negó las acusaciones pero no vaciló en comprometer a Púrpura, mencionando asimismo al propio Jorge Pacheco Areco, ministro Cersósimo, etc.
Recién en julio de 1970 la Suprema Corte se dedicó al estudio del informe producido por el Fiscal de Corte, Dr. Guido Berro Oribe, quien aconsejaba la inmediata destitución de Púrpura o, por lo menos, severas sanciones. Finalmente, el 5 de setiembre la Corte degradó al magistrado designándolo como Juez de Paz pero Púrpura renunció. También el Juez Ldo. de Rivera, que había estado omiso en el comienzo de las maniobras de la banda, Dr. Hugo Castagnet Paiva, fue sancionado al ser nombrado Juez de Paz en Dolores. Pese al tiempo transcurrido continuaba la sustanciación de un voluminoso sumario judicial que, elevado a la vista del Fiscal Letrado Departamental, Dr. Barbagelata, culminó en once nuevos procesamientos entre ellos el de Púrpura.
Hasta ese momento, todas las actuaciones demostraban, sin lugar a dudas, que el ex magistrado (al que la Corte retirara el título de abogado) integraba una organización "para delinquir" cuyos fines era contrabandear autos y luego legalizar su ingreso al país. Para ello se contaba con la complicidad de aduaneros que figuraban como denunciantes de los contrabandos (calificados de "técnicos"), incautaban los autos, y "agilizaban" los trámites (por intermedio de del Cueto y Púrpura) para la entrega de los vehículos a los denunciantes. Apareció otro coche, un Meredes-Benz, que en un principio se creyó de origen brasileño comprobándose que lo había traído – al amparo de una ley especial - el Cnel. Walter Griecco que a su vez vendió al Banco Transatlántico en una operación nada clara. Y por este lado se descubrió la vinculación de Púrpura con toda la " rosca " que operó desde el BTU.
• Otros nombres par el Prontuario.
En el correr de estos años ha ido aclarándose la intrincada madeja; a cada paso surgen nuevos nombres implicados en sucios manejos del ex-magistrado. Algunos tienen una triste historia como el contrabandista Mario Scoccozza, o Edmundo Dupetit (del BTU), Cuomo (uno de los delincuentes responsables de la estafa de CUOPAR), los hermanos Raúl y Millón Fontaina y Jorge Severino (al principio, socios en el "respetable" estudio montado en el Victoria Plaza Hotel), pero todos ellos están vinculados —ineludiblemente —a oscuros intereses que pueden en algunas circunstancias coincidir con los de la "rosca".
29/9/08
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