Con la llegada de Mitrione en julio de 1969 los cambios en la Policía se hicieron rápidamente visibles. El nuevo jefe de la División de Seguridad Pública conocía al comisario Lucas porque había sido su profesor en la IPA. En Uruguay se volvieron grandes amigos. Ambos imprimieron un giro sustancial a los interrogatorios de presos políticos. "Ahora -dijo Lucas al enterarse de la designación de Mitrione para reemplazar a Sáenz- tendremos a alguien que nos apoyará en nuestras actividades."
Como resultado del trabajo de Mitrione, los interrogatorios a los detenidos comenzaron a realizarse en forma "más tecnificada". Se modernizaron los procedimientos de inteligencia, se destinó más equipamiento a las actividades de espionaje y cobró nuevo impulso la lucha contra el "comunismo internacional". Un número mayor de policías fue becado a Estados Unidos para recibir cursos especiales y se intensificó la tortura a los prisioneros políticos, aplicada desde entonces en forma generalizada, desde las inyecciones de pentotal hasta el ultraje moral y físico. "Cantrell utilizaba el espionaje, sobornaba, y se aseguraba -al menos como fachada- de que no se empleara la tortura. Mitrione era el tipo de hombre que adopta de inmediato la línea dura."
También echó a andar una nueva estrategia para contrarrestarla agitación estudiantil en Secundaria. Como primer paso, la DNII debía obtener informaciones detalladas sobre los dirigentes estudiantiles, creando una red de espías en los liceos, preparatorios y UTU. Aportarían información calificada que permitiría planificar acciones incisivas. El comisario Lucas fue encargado de crear y gestionar la red. Se organizaron reuniones con personas de ultraderecha y comenzaron a distribuirse en la ciudad panfletos "fascistas", se apalearon jóvenes de izquierda y se lanzaron campañas periodísticas en las que se denigraba la lucha estudiantil.
Observa Benítez que de estas iniciativas y reuniones nació, después de la muerte de Mitrione, la organización juvenil de extrema derecha Juventud Uruguaya de Pie (JUP). Mitrione hizo colocar cámaras fotográficas ocultas en el aeropuerto de Carrasco y el puerto de Montevideo para fotografiar los pasaportes de los viajeros a países socialistas. Introdujo un nuevo tipo de cámara cuya película no debía ser sustituida con frecuencia. Dedicó una atención especial a la Guardia Metropolitana. Impulsó el reclutamiento de personal para aumentar sus efectivos, hizo llegar nuevas partidas de gases lacrimógenos y armas de mayor calibre, más apropiadas para entablar combate con brigadas militares que para disolver grupos de manifestantes. La Oficina de Seguridad Pública (OPS), que dirigía en Washington el PSP, envió a su pedido pistolas y revólveres 9 milímetros, metralletas calibre 45 y ametralladoras calibre 30. Ordenó incautar las publicaciones que llegaban por correo de los países socialistas.
Era inadmisible, decía, que se utilizaran los servicios del Estado para introducir "toneladas de material subversivo". Con la complicidad del jefe de la oficina central de Correos, las bolsas con material sospechoso eran enviadas semanalmente a la DNII. El oficial de Inteligencia Raúl La Paz supervisaba la requisa. Sus subordinados revisaban cuidadosamente el contenido de la correspondencia y evaluaban la importancia del material impreso. Registraban a los destinatarios e investigaban si ya poseían un expediente en el fichero de Inteligencia. De lo contrario les iniciaban uno nuevo, que conservaba el Departamento 3 de la DNII. Era habitual observar en la vereda de 18 de Julio y Paullier a numerosos camiones en fila descargando bolsas de correo.
Con Mitrione los cursos de entrenamiento policial realizados en el Interior cobraron nuevo impulso. Antes de su llegada, señalaba Benítez, versaban sobre actividades policiales tradicionales : inteligencia, contrainteligencia, lucha contra el "comunismo internacional", el "problema creado por los sindicatos" y el entrenamiento "defensivo". Mitrione eligió instructores más calificados, entre ellos al oficial Juan Carlos Lemos, y creó nuevas asignaturas, como reclutamiento y manejo de informantes y tipos de interrogatorio "a diferentes niveles". También puso en marcha una selección para enviar a Estados Unidos a los policías que recibirían los cursos TIC.
Su propósito era elegir personas del Interior del país. Disponía de abundantes recursos financieros y los distribuía generosamente. Durante su gestión, "los fascistas, traidores y vagos tenían los bolsillos llenos. Lucas, su lugarteniente, también sacó, ocultamente, ventajas de la situación. Cantrell no era así, era lo opuesto. Entregar dinero a informantes era un asunto delicado y se debía estar muy en contacto con la situación". Mitrione no se cansaba de repetir en los ambientes policiales que una fuerza policial poderosa era un escudo del país contra el comunismo. La Policía constituía su primera línea de defensa. Si en el futuro, pese a todo, el "poder comunista" lograba debilitar esa primera línea, sería necesario poner en acción la segunda : las fuerzas combinadas de Policía y Ejército. Si se comprobaba que también este recurso resultaba insuficiente, las Fuerzas Armadas debían poner manos a la obra.
En la Jefatura de Policía se comentaba que Cantrell era un técnico y Mitrione un hombre de acción. El instructor estadounidense atendía en el primer piso de San José y Yi, al lado de la Oficina de Guardia de la Dirección de Investigaciones. Pero Mitrione no iba frecuentemente a Jefatura. Lo hacía para supervisar algún trabajo especial o los problemas relacionados con los oficiales becados a Estados Unidos. Despachaba sus asuntos y recibía a los policías uruguayos en la embajada. Su oficina estaba situada en uno de los pisos altos. Sentado frente a su escritorio, daba la espalda a grandes ventanales visibles desde la calle. Un policía uruguayo le hizo notar lo peligroso de su posición. "No te preocupes, estas ventanas pueden parar una bala calibre 45", le respondió Mitrione, en su español coloreado por el acento portugués.
* * *
El "Informe Benítez" revela la responsabilidad de Mitrione en el incremento de las torturas policiales. "Nunca nadie lo ha visto torturar a un prisionero por sí mismo. Pero ha dirigido ciertos interrogatorios. Aconsejaba averiguar todo sobre el prisionero antes de interrogarlo, sus posibles debilidades y vicios, para facilitar el trabajo de 'quebrarlo'." Los policías de Inteligencia narraban en Jefatura un episodio que lo caracterizaba. Cierto día vio llegar a un dirigente del sindicato bancario, arrestado en el transcurso de una huelga. Observó en silencio la actitud arrogante que mantenía frente a "la gente común del departamento". Entonces sugirió el método que debían aplicar sus carceleros para hacerle perder la calma y doblegarlo. Debían desnudarlo y forzarlo a mantenerse de pie contra una pared. De a ratos, un policía joven se le pondría detrás para burlarse y humillarlo. Luego se lo mantendría encerrado en una celda sin comer ni beber. A los tres días se le pasaría debajo de la puerta un recipiente con algo de agua mezclada con orina.
"Hasta la llegada de Mitrione, observa Benítez, la Policía torturaba a los prisioneros con agujas eléctricas muy rudimentarias que se traían de Argentina." Mitrione hizo llegar por valija diplomática otras agujas eléctricas "muy modernas", con alambres de diferentes grosores. Algunas eran tan finas que podían ser insertadas entre los dientes. El hombre de confianza de la embajada de Estados Unidos, Nelson Bardesio, las recogió en el aeropuerto de Carrasco. Langguth pudo determinar el origen de los instrumentos aportados por Mitrione para las picanas eléctricas. Provenían de la Technical Service Division (TSD) de la CIA. LA TSD tenía dos oficinas de apoyo en América Latina. Una de ellas, en Panamá, proporcionaba gases lacrimógenos, armas y equipos antidisturbios a policías y militares latinoamericanos.
Los destinados a Montevideo eran transportados habitualmente en aviones militares, que traían alimentos típicos de su país para los funcionarios de la embajada. Observa Langguth que durante el gobierno de Pacheco la Guardia Metropolitana hacía un uso dispendioso de gases lacrimógenos suministrados por Estados Unidos. "Sus jefes importunaban constantemente a sus contactos estadounidenses para obtener más suministros de Panamá."
La segunda oficina de apoyo de la TSD se hallaba en Buenos Aires. Envió a Uruguay las agujas y generadores eléctricos empleados por la Policía en la tortura. "También provinieron de la oficina bonaerense de la TSD -señala Langguth- las partidas de explosivos utilizados en Uruguay por el escuadrón de la muerte, como la gelinita traída por Bardesio de Buenos Aires."
Aunque en sus declaraciones al MLN, en la Cárcel del Pueblo, Bardesio dijo haberla obtenido de un jerarca de la Secretaría de Información del Estado (SIDE) -el capitán Nieto Moreno- a pedido del subsecretario de Interior uruguayo Carlos Pirán. Por cierto, la SIDE y la CIA mantenían en Argentina una íntima relación, análoga a la simbiosis de la CIA y la DNII en Uruguay. William Cantrell, por lo pronto, era un destacado funcionario de la Agencia Central de Inteligencia.
Leer: Estados Unidos y los orígenes del terrorismo de Estado (III)
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