El presidente uruguayo Pacheco Areco le pidió al dictador brasileño Garrastazú Médici que los invadiera si la izquierda ganaba las elecciones de 1971
Muchos secretos ocultos quedan todavía por conocer sobre lo que realmente ocurrió en los años setenta cuando las dictaduras militares gobernaban en el cono sur americano, según acaba de evidenciar el general del Ejército brasileño Ruy de Paula Couto quien confesó que un denunciado "Operativo 30 Horas", por el que Brasil planificó la invasión a Uruguay en 1971 si ganaba la coalición de izquierdas Frente Amplio, en realidad, había sido solicitado por el propio presidente uruguayo Jorge Pacheco Areco.
La revelación del militar brasileño generó encendidas polémicas en Montevideo, donde miembros del Partido Colorado -al que Pacheco Areco pertenecía- calificaron la denuncia como una "canallada", dirigentes del conservador Partido Nacional afirmaron que Brasil siempre había querido invadir el pequeño país, militares demócratas que se opusieron al golpe de Estado de 1973 en Uruguay dieron credibilidad a la versión, y el hoy gobernante Frente Amplio, precisamente, se limitó a incluir la noticia en la página oficial de la Presidencia de la República, que leen los uruguayos radicados en el exterior.
Ruy de Paula Couto, 90 años, había sido agregado militar en la embajada brasileña en Montevideo entre 1967 y 1969, y declaró en el programa "Historias" que conduce el periodista José Mitchell en el canal 36 de TVCOM en Porto Alegre, Estado de Río Grande do Sul, que él mismo recibió la solicitud de intervención militar por parte de su amigo, el entonces comandante del Ejército uruguayo, general César Borba, a quien conocía desde años antes, cuando fue su instructor en un curso de la Escuela de Guerra de Río de Janeiro.
Documentos Secretos
El testimonio del militar brasileño confirmó denuncias que había realizado el Movimiento Justicia y Derechos Humanos (MJDH) de Porto Alegre, que lidera el abogado Jair Krsichke, quien accedió a documentos secretos del ministerio de relaciones exteriores en Itamaraty, donde el embajador brasileño en Montevideo, Luiz Bastián Pinto informaba del clima de la crisis que vivía Uruguay al gobierno del dictador general Emilio Garrastazú Médici, quien habría ordenado personalmente la planificación del "Operativo 30 Horas", tiempo que necesitaba el IIIº Ejército de Brasil en ocupar el territorio uruguayo.
La versión del general Ruy de Paula Couto, también coincide con lo que señalan una serie de documentos secretos desclasificados por el Departamento de Estado norteamericano en Washington, sobre una visita que en diciembre de 1971 realizó Garrastazú Médici a Estados Unidos, donde se entrevistó con el presidente Richard Nixon, su asesor Henry Kissinger y quien luego llegaría a ser subjefe de la CIA, Vernon Walters, a quien el dictador brasileño conocía por ser un agregado militar norteamericano en Río de Janeiro durante el golpe de Estado que los militares dieron en Brasil en 1964.
Entre los documentos de Itamaraty, revelados por Kirschke, se incluye una nota del embajador Bastián Pinto al entonces canciller Mario Gibson Barbosa, donde se planifica una reunión de altos mandos militares y de los servicios secretos de ambos países en forma simultánea a una reunión oficial que los presidentes Pacheco Areco y Garrastazú sostuvieron en la limítrofe ciudad de Chuy en julio de 1970, seis meses antes de que surgiera la coalición Frente Amplio y más de un año antes de las elecciones de 1971
La memoria histórica
En sus declaraciones, Ruy de Paula Couto también sostuvo que el Ejército uruguayo no ofrecería resistencia a la invasión brasileña, cuya función sería la de impactar a la población civil de un país en el que los grupos más duros de la oligarquía se encontraban en el gobierno, permanecía activa la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Tupamaros), el movimiento sindical y estudiantil agitaba sus reclamos, y personalidades de los grupos políticos progresistas buscaban aliarse como alternativa a la crisis económica y social.
El testimonio del general brasileño también evidenció la existencia de secretos, silencios y olvidos que aún faltan revelar sobre lo realmente ocurrió en una región latinoamericana donde durante más de una década fueron impuestos gobiernos militares que llegaron a cometer aberrantes crímenes de lesa humanidad que incluyeron torturas, cárcel, exilio, asesinatos y desapariciones forzadas de miles de personas opuestas a los programas económicos y sociales que se pretendían instaurar desde Estados Unidos.
En Uruguay todavía se intenta saber la verdad sobre desapariciones y homicidios cometidos durante la dictadura militar que gobernó entre 1973 y 1985 y recién a treinta años de lo ocurrido se procesó con prisión al dictador Juan María Bordaberry y ocho militares y policías. En Brasil, horas antes de que el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva asumiera su primer mandato en el año 2000, su predecesor, Fernando Henrique Cardoso, firmó un decreto por el que los documentos de la dictadura brasileña (1964-1985) se mantendrían en secreto por otros 30 años. En ambos países reconstruir la memoria sigue siendo un reclamo de la historia.
Roger Rodríguez
© Rel-UITA
19 de enero de 2007
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