20/7/08

La masacre del Paso Molino

En la madrugada del lunes 17 de abril de 1972, ocho hombres fueron asesinados por las Fuerzas Conjuntas frente al Seccional 20º del Partido Comunista (PCU). Sin disparar ni una sola bala y a pesar de no haber opuesto resistencia y haber abandonado el local con los brazos en alto, los militantes recibieron múltiples disparos por la espalda. Tres de ellos murieron desangrados. Las ambulancias estuvieron seis horas esperando a atenderlos pero los militares no los dejaron actuar.

José Washington Sena, Luis Alberto Mendiola, Raúl Gancio, Elman Fernández, José Ramón Abreu, Héctor José Cervelli, Ricardo Walter González y Ruben Claudio López fueron las víctimas comunistas de la balacera iniciada por desconocidos y finalizada por las Fuerzas Conjuntas. El capitán Wilfredo Busconi fue la otra víctima. Herido por una bala que no se supo de dónde partió, murió 22 meses después de la tragedia.

Jaime Pérez: "En el asunto Busconi hay que decir que nuestros compañeros no tenían armas"
El entonces diputado Jaime Pérez, al intervenir en la Cámara, indicó: "Está absolutamente comprobado que nuestros compañeros no tenían armas. Lo único que había era una escopeta desarmada que el propio ministro nos reconoció que no había sido usada". Agregó: "Por la forma en que se produjeron los aconecimientos --y lo digo con total responsabilidad--, el capitán Busconi sólo pudo haber sido herido por una de las balas disparadas por los elementos de las Fuerzas Conjuntas. Hay infinidad de testigos que afirman que se disparó en diversas direcciones y que en determinado momento algunos jefes tuvieron que decir "Paren", porque se estaban disparando unos contra otros. A tal punto se dio esto que hasta efectivos policiales que estaban de particular --debían de ser de Investigaciones-- tuvieron que ponerse distintivos porque corría peligro "todo bulto que se meneaba".

Según denunciaron a la Asamblea General los diputados Jaime Pérez, Rodney Arismendi y Enrique Rodríguez, junto a testimonios aportados por el senador colorado Amílcar Vasconcellos, la agresión contra el seccional comunista comenzó a perpetrarse en la mañana del domingo 16 de abril. A las 10 de la mañana, efectivos militares hicieron el primer allanamiento del local y lo repitieron a la hora 13, argumentando que en la finca lindera se había denunciado que por encima del muro del jardín habían tirado envuelto en nailon un revólver 38 sin guía. Mendiola se responsabilizó de ese hecho, por lo que le retiraron los documentos y le dijeron que se quedara mientras se llevaban detenidos a los quince militantes que se encontraban en el lugar.



"Nos están atacando"
A las 20 horas del domingo, individuos de particular que mostraron carnés policiales le dijeron a un comerciante que se quedaba hasta la madrugada que cerrara a las 23. A esa hora, los testigos sobrevivientes constataron que la calle estaba particularmente oscura. A la medianoche se sintieron los primeros disparos.

Varios vecinos testimoniaron que una compañía de Infantería fue apostada a 200 metros del local, sobre Agraciada y Zufriategui, e instaló una ametralladora en plena calle en la boca del puente de Paso Molino. Esos vecinos informaron que los primeros disparos fueron efectuados por un grupo de desconocidos que trepó a una azotea ubicada en la calle Valentín Gómez entre Agraciada y Valle Edén y se alejó después de disparar. En la companía de Infantería apostada en Agraciada y Zufriategui se oyó decir a un oficial: "Copar Valle Edén. Nos están atacando". Mientras los militares avanzaban, se apagaron los últimos focos de luz, porque dispararon contra ellos.



"Mátenlos a todos"
Quinientos efectivos policiales rodearon la manzana. A la 1.10 se comenzó a tirar con una ametralladora. El ataque duró media hora. Después hubo disparos y ráfagas aisladas hasta las 5.15. Había tiradores apostados en la azotea del entonces cine Alcázar y una gran confusión entre los que tiraban, ya que no se sabía quién daba las órdenes.

Los testigos confirmaron que desde el Seccional 20 no hubo disparos. Poco después de la una de la madrugada, los militares entraron al local y encontraron a los militantes comunistas con las manos en alto. Salieron sin ofrecer resistencia pero en ese momento se oyó un disparo que hirió al capitán Wilfredo Busconi. Alguien gritó: "Asesinos. Nos mataron a un compañero" y otro dijo: "Mátenlos a todos". Un militar vació toda la carga de una pistola contra uno de los que salió del local y los otros fueron ejecutados.

El diputado Jaime Pérez señaló: "Nuestros compañeros no tenían armas, se produjeron disparos diversos, cayó herido el capitán y lo único lógico que puede pensarse es que la bala que hirió a Busconi debe buscarse entre las que disparaban diversos sectores de las Fuerzas Conjuntas".

Uno de los vecinos dijo: "Vi cómo los fusilaron y cómo a uno de ellos lo golpearon con la cantonera del fusil estando arrodillado". Contó que uno de los heridos, Raúl Gancio, que había quedado en la pared de la ferretería, reclamó durante horas que no lo dejaran morir desangrándose porque tenía una hija y que lo llevaran al hospital. Murió desangrado. El testimonio fue respaldado por el senador colorado Amílcar Vasconcellos.



Atención prohibida
Las autopsias de los siete caídos fueron practicadas por el doctor Guaymirán Ríos. No se le hizo autopsia a Héctor José Cervelli, quien falleció a los once días y fue sepultado sin que se extendiera certificado de defunción. Cervelli y Antonio Machado fueron los primeros que salieron del local y los únicos heridos trasladados al Hospital Militar junto con el capitán Busconi, que falleció sin recuperar el conocimiento 22 meses después. Machado se salvó y quedó con un proyectil alojado en la base del cerebro.

Raúl Gancio, José Abreu y Justo Sena no murieron instantáneamente sino por hemorragias internas. Pérez denunció a la Cámara de Representantes que "a la 1.30 de la madrugada ya había dos ambulancias de Salud Pública, con sus médicos y personal respectivo, que ansiaban socorrer y salvar la vida a los que estuvieran heridos de gravedad. Sin embargo, no se les permitió aproximarse hasta las 7.30 de la mañana. Es decir que estuvieron seis horas plantados mientras dos de estos compañeros se desangraban y por esa vía morían".

Uno de los vecinos testimonió: "Siendo las 5 de la mañana, quisimos salir con un médico para prestar asistencia a dos heridos que estaban tirados en la calle y todavía se movían. Varios soldados nos lo impidieron violentamente".

La República
17/04/2000

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